Fecha: 500 A.C.
Alias: Leiprachán,
Aspecto: Humanoide de pequeña estatura
Temperamento: Travieso
Tamaño: Pequeño, 15 a 50 Cms
Raza: Criatura Feerea
Antecedentes
Un Leprechaun es un tipo de duende de la mitología irlandesa, ellos rondan fuertes de hadas y adoptan la forma de hombres viejos, que usan barba y coloridos trajes. Según la leyenda se dedican a las artesanías en cuero, siendo muy hábiles en la confección de zapatos. También se dice que son muy ricos ya que custodian tesoros, al mirar a un Leprechaun éste no puede desaparecer hasta que se le levante la mirada, por lo que muchos han aprobechádo esta instancia para obligar al pequeño amigo a entregar su olla de oro.
Es usual verlos con brillantes trajes verdes en la cultura moderna, sin embargo la tradición dice que utilizaban una chaqueta roja muy brillante con botones plateados, calzas azules y zapatos con gruesas hebillas de plata y un sombrero de copa alta. Miden entre 15 y 50 cms. Es habitual verlos fumando pipa mientras trabajan, son los encargados de confeccionar los zapatos a las hadas aunque ellas no reciben mejor trato que otras criaturas por parte de estos pequeños duendes, ya que solo les fabrican un zapatom nunca el par.
El granjero y el Leprechaun
Un granjero se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja. Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro. El leprechaun sólo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de otros cientos de arbustos idénticos. Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado. Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el leprechaun le dijo que ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió que le liberara. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro. Buena idea... pero no resultó como esperaba. Cuando el granjero regresó al campo a los pocos minutos, ¡todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos!.
La gente suele decir que los leprechauns son muy pequeñitos, pero el corazón que albergan es enorme y lleno de ganas de hacer travesuras.