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domingo, 14 de febrero de 2021

Los Errantes

Goler y Belgor eran errantes, guerreros profesionales expertos en la lucha contra criaturas no-muertas. Nunca eran recibidos con alegría en las aldeas o ciudades donde trabajaban, pues su llegada siempre significaba problemas. Pero eran necesarios, y las personas los toleraban, sobre todo porque los errantes gozaban de inmunidad y protección del rey y de todos sus vasallos.

En aquellos días, Goler y Belgor habían sido enviados a una villa llamada Villaespino. Dicha villa era propiedad de un señor muy poderoso, lo suficiente como para costear el trabajo de dos errantes. Las calles de Villaespino habían sido regadas con la sangre de muchos de sus habitantes, todos varones, adultos y sanos. Sus cuerpos siempre aparecían al amanecer en alguna plaza concurrida, con las vísceras colgando y el cuello completamente abierto. Los dos errantes tenían claro quién era el culpable, todo apuntaba a un súcubo, un tipo de demonio bastante común en los grandes centros de población; y el que las victimas fueran solo hombres y que se hubiera licuado toda su sangre, encajaba a la perfección con su modo de cazar.

Cuando llegaron a la villa, las calles estaban vacías, solo se dejaba ver el humo de alguna chimenea distante, o la luz tenue de una vela proveniente de alguna habitación. Fueron directos a la posada El Ciervo Feliz. Ya los estaban esperando; tenían ordenes de concederles asilo con todos los gastos pagados, cosa que no agradaba al obeso posadero y su casi adolescente esposa.

Goler era mayor que Belgor, hacía tiempo que había pasado los 40, su vientre era más grueso, su pelo ya escaseaba, pero su mirada seguía igual de dura, al igual que sus ojos azules, fríos e inquisitoriales. Belgor por el contrario contaba con 20 años menos, era su segunda misión, sus ojos eran más inquietos, aunque a ojos inexpertos parecerían seguros y tranquilos; era alto, de constitución atlética, rasgos agradables y ojos marrones.

Goler se acercó al posadero y le pidió la cena.

—Espera sentado en la mesa y vigila quién entra y quién sale —le dijo Goler con aire sombrío a su joven compañero.

Belgor asintió y se dirigió a la mesa no sin antes recorrer con sus ojos el cuerpo de la esposa del posadero, una pelirroja de amplias curvas y busto generoso. El posadero gruñó muy alto, tanto, que hasta le temblaron los bigotes. Goler le lanzó una mirada gélida a sus compañero, y finalmente se sentó en una mesa destartalada cerca de la chimenea central. Belgor se quedó sentado fingiendo que aseguraba las correas de su armadura negra de cuero reforzado, no sin dirigir alguna que otra mirada a la pelirroja. Goler suspiró y llevó hasta la mesa una bandeja con dos codornices asadas, caldo aguado con huesos de pollo, pan duro, y queso más duro aún. Para ellos aquello era un manjar, pues el camino siempre era duro y escaso en privilegios.

—No deberías haberla mirado así, no queremos problemas —recriminó Goler a su joven compañero.

—No hice nada malo, es la primera mujer joven y bella que no intenta destriparme desde hace mucho tiempo.

—Te entiendo, pero entiende por qué estás tú aquí. Cada segundo que pasa es más probable que estemos cerca del súcubo. A estas alturas ya sabrá que estamos en Villaespino, y en cualquier momento tendremos sobre nosotros a un monstruo rabioso, aunque sin apetito, pues lleva mucho tiempo comiendo de la cocina local, cosa rara ya que no suelen arriesgarse a acumular tantas víctimas en un solo lugar.

—Nos ha tocado el súcubo imbécil.

—Es un monstruo, un monstruo que te puede destripar con un sencillo giro de muñeca.

Belgor asintió mansamente y comenzó a comer con ganas. Goler barrió una última vez con la mirada la posada y acometió con ímpetu su propio plato.

Al terminar se despidieron del posadero y subieron a la habitación más amplia de que disponían. Era grande, con cuatro camas, y altos ventanales. Dejaron solo una vela encendida. Goler hizo la primera guardia.

Cuando los ronquidos de Belgor ya eran audibles, se sentó cerca de la ventana para observar las calles mal empedradas y los tejados torcidos de pizarra en busca de algún movimiento inusual. De pronto, un sonido grave proveniente de la parte baja hizo que los sentidos parcialmente aletargados de Goler se agudizaran como nunca. Bajó sin despertar a Belgor, con paso rápido y su mano derecha apoyada en el pomo de su estilete.

Al llegar abajo vio al gordo posadero tirado sobre los restos de la sopa que se había derramado con la caída. Se acercó hasta él y confirmó que aún tenía pulso. Antes de que le diera tiempo a hacer una sola conjetura, un grito ahogado atravesó su pecho desde el piso de arriba.

Subió corriendo, pero esta vez con el estilete desenvainado, acompañado por una preocupación que era más bien una certeza en su mente, una certeza que se vio confirmada al atravesar el umbral de la puerta que daba a la habitación. Belgor yacía en el suelo con el cuello abierto, y sobre él, la esposa del posadero le estaba drenando la sangre con sus largos colmillos ayudados por una lengua anormalmente larga y roja.

Los ojos del súcubo quedaron fijos en Goler que ya había desenvainado la espada dispuesto a batirse con él. Cada paso que Goler realizaba iba acompañado de una maldición y una punzada de culpabilidad, pero barrió aquellas emociones y se centró en la tarea que tenía entre manos. No era el primer súcubo que mataba, y aquella estúpida trampa tendría que haberla visto venir. El súcubo pelirrojo, sin pensárselo se abalanzó en busca del cuello de su nueva víctima, pero Goler desvió sus zarpas con el estilete, mientras golpeaba el costado derecho del monstruo con la empuñadura de la espada; finalmente se separaron. Ella estaba excitada por la proximidad de una nueva presa, él era frío y realizó bien sus cálculos.

Cuando el súcubo se abalanzó de nuevo, éste lo esquivo con una finta hacia la izquierda, fingió una ataque hacia su costado, ella lo esquivó con dificultad y justo en ese lapso de tiempo, Goler atravesó su vientre con la espada hasta la empuñadura, no sin recibir antes un mordisco en el hombro izquierdo aunque sin llegar a perforar el cuero.

Goler no quería esperar a que el súcubo se recuperara, debía cercenar la cabeza del monstruo, pero cuando ya estaba en posición con la espada sujeta con las dos manos sobre su cabeza, algo frío y afilado afloró sobre su pecho, un cuchillo largo de carnicero que atravesó con rabia cuero y costillas. Goler calló de rodillas, y antes de desvanecerse, vio cómo el obeso posadero, presionaba la herida abierta del súcubo.

Luego sobrevino el frío, y finalmente, la oscuridad.



sábado, 13 de febrero de 2021

Semyazza y los Grigori

En el libro de Enoc (libro que forma parte de la biblia y de la iglesia ortodoxa etíope pero rechazado por las otras iglesias cristianas) se narra acerca de los “Hijos de Elohim” (Elohim=Señor) que se enamoraron de las mujeres humanas y que por tal acto fueron castigados por Yahweh.

Los ángeles Grigori, que, traducido del griego, sería observadores o vigilantes, fueron un grupo de ángeles que siguieron a su líder Samyazza, en busca del afecto de las mujeres humanas según la mitología judeocristiana. Al parecer Samyazza sintió lujuria al ver a las mujeres y les dijo:

“Temo que no queráis cumplir con esta acción y sea yo el único responsable de un gran pecado"

Pero ellos le respondieron:

"Hagamos todos un juramento y comprometámonos todos bajo un anatema a no retroceder en este proyecto hasta ejecutarlo realmente"

Entonces todos juraron unidos y se comprometieron al respecto los unos con los otros bajo anatema, bajaron hacia Hermón. (Libro de Enoc, 6, 3-5).

Este monte Hermon fue nombrado en muchos parajes de la biblia con diferentes nombres como Senir, Sirión, Monte Baál Hermon o el monte Sion, de ahí sea por amor o lujuria probaron unirse con las mujeres y bestias del campo, de estas uniones salieron los Nephilim, que fueron mitad humanos mitad ángeles los cuales dominaron en los días de Enoc.

Según la biblia, la ira del señor se encendió por todos estos actos pues los Grigori también enseñaron al hombre diferentes clases de artes creativas, entre ellas el arte de la guerra, Azazel fue quien les otorgó este secreto del cielo. Pero según estos libros, lo que realmente enfureció al Señor fue que su espíritu permaneciera con los hombres pues se escribe también en el Génesis 6, 1-4: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; pero vivirá ciento veinte años"; los lectores de la biblia entienden que el Señor no estaba de acuerdo que su espíritu permaneciera con el hombre pues así serían más longevos de lo que él deseaba o tal vez serían eternos.

Sea cual fuere el caso, el Señor mandó al ángel Gabriel a castigar a estos ángeles caídos empezando por sus hijos los Nephilim pues no estaba de acuerdo con su increíble longevidad y menciona que los hombres pertenecen a la tierra y los ángeles al cielo y mando desapareceros.

Para Semyazza y los Gregori, por contaminarse con humanos los consideró impuros y declaró que verían a sus hijos perecer para luego ser encadenados durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el día de su juicio, donde serían enviados al abismo de fuego y encerrados en la prisión eterna. Así terminó este arranque de lujuria, después de la destrucción aparente de los Nephilim, el Señor mandó el diluvio universal, para purgar la tierra y a los humanos corrompidos, al parecer no le resultó bien porque aún se conoció el arte de la guerra y en parajes muchos años después aún fueron visto Nephilim en la biblia véase el ejemplo de Goliat el que peleó contra David.


jueves, 12 de noviembre de 2020

A través de las Escaleras

En mi ciudad hay varios sitios que están embrujados. Todo el mundo los conoce y evita pasar cerca. Uno de ellos es la escalera de piedra que conduce al barrio conocido como “El bajo”.

Es una escalera que se construyó a principios del siglo XX, utilizada mayormente por los obreros de la vieja fábrica frigorífica. Hoy en día casi no se la usa porque hay muchas otras calles asfaltadas que conducen al Bajo, y además porque, como dije anteriormente, todo el mundo sabe que hay algo malo en ella. Muchos habitantes que utilizaron estas escaleras aseguran haber visto a una figura encapuchada que asciende escalón por escalón, haciendo un ruido crujiente como de papel. El rostro nunca se le ve, aparece cubierto por la capucha, pero algunos vecinos dicen que tarde o temprano la aparición levanta la cabeza y entonces el destino de uno está marcado, porque lo que ve es espantoso y ya no podrá sacárselo de la mente nunca más.

Tengo un amigo que una vez vio esta cosa, aunque lo contó una sola vez y hasta el día de hoy se niega a volver a hacerlo. Dijo que él tenía doce años cuando ocurrió, jugaba al rugby en el club náutico que está al final de la barranca y siempre daba grandes rodeos para evitar utilizar la escalera. Pero ese día llegaba tarde a las prácticas y el entrenador, que era muy severo, le había advertido que lo dejaría fuera del equipo si llegaba con retraso una vez más. Así que mi amigo no dudó en utilizar las escaleras para descender, porque si bien temía al famoso sitio, mucho más temía al entrenador, un tipo rubicundo y algo excedido de peso al que todo el mundo apodaba “El Oso”.

Mi amigo se aferró al viejo pasamanos de madera y comenzó a bajar. Pensaba que si lo hacía lo suficientemente rápido, el miedo no le ganaría y no tendría tiempo para arrepentirse. El problema es que aquellas escaleras, que están ubicadas en un lugar solitario y rodeado de vegetación, son muy largas y los escalones de piedra en muchos casos están partidos o directamente no existen, por lo que uno tiene que descender con cierto cuidado a menos que quiera romperse una pierna. Así que mi amigo muy pronto aminoró la velocidad del descenso, y más o menos a mitad del trayecto comenzó a escuchar unos extraños crujidos, que provenían de la parte baja de la escalera.

Alarmado, vio que alguien había comenzado a subir, escalón por escalón, de una manera muy lenta, como si tuviera las piernas enfermas. La cara no se le veía, la tenía cubierta por una capucha. Mi amigo trató de darse vuelta y huir, pero no pudo, estaba paralizado, solo podía contemplar aquella aparición que se le acercaba de a poco, emitiendo esos crujidos que sonaban en la tarde silenciosa como a papel seco.

La distancia entre él y la misteriosa figura se fue acortando con rapidez, había diez escalones entre ellos, luego cinco, luego dos. Y ahí la figura encapuchada se detuvo. Y alzó la cabeza. Y era él. Era mi amigo. Solo que mucho más viejo, y con la cara podrida porque ya estaba muerto. Sus mejillas se veían hundidas y los ojos habían sido comidos por los gusanos. La aparición extendió una mano cadavérica y le acarició el brazo. Y luego le sonrió.

Así te verás cuando estés durmiendo en el ataúd le dijo con una voz espantosa. Dentro de sesenta y nueve años.

Recién ahí mi amigo pudo salir de su parálisis. Dio la media vuelta y corrió escaleras arriba gritando como un loco. Los vecinos lo socorrieron y fueron a buscar al presunto agresor, pero en las escaleras no había nadie.

A la noche mi amigo tuvo una pesadilla. Soñó que estaba muerto y se veía exactamente como esa cosa de las escaleras. Cuando despertó, se miró en el espejo del baño y suspiró aliviado al ver su rostro lampiño de adolescente. Se lavó la cara y recordó que ese día era su cumpleaños, ya tenía trece. Regresó al dormitorio y al mirar hacia la ventana lanzó un grito; sobre el vidrio empañado, alguien había escrito:

"Sesenta y ocho"...



Calificación: 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Demonios del Sur

Estoy completamente atemorizado por las cosas que vi y espero que ustedes, los lectores, crean en la veracidad de mi relato. Ocultaré dónde ocurrió, solo diré que fue en una isla al fin del mundo, una isla con mitos y leyendas de brujas y duendes tan reales, como lo que voy a relatar.

Habíamos ido a una fiesta con mi amigo Reiner a la cabaña de su tío, era una fiesta donde iríamos diferentes familias con una gran relación, casi como si fuéramos hermanos, y nos quedamos a dormir ahí. 

La cabaña había sido construida por el tío de mi amigo y se encontraba en un gran terreno en una montaña. Cerca de ahí había un bosque, del cual se podían escuchar el croar de ranas y los graznidos de horribles aves carroñeras, así como el misterioso balido de ovejas, un balido que expresaba el miedo de estas hacia algo desconocido, de dudosa procedencia.

Al comienzo nos divertimos mucho, bebimos mucho alcohol, cantamos canciones, reímos a carcajadas y Reiner nos deleitó tocando el saxofón.

Hubo un momento a eso de las tres de la mañana en el que Reiner y yo salimos afuera a fumar, cuando logramos divisar extraños movimientos en la hierba, no sé por qué le dimos tanta importancia, pero nos intrigó mucho, como si fuéramos dominados por alguna especie de energía cósmica. 

Al volver a la cabaña nos dirigimos hacía la cocina, lejos de la sala donde estaban los demás, y comenzamos a hablar de lo ocurrido, como si fuera la cosa más extraña del mundo. Fue entonces, en medio de la conversación, cuando sentimos un golpe en la ventana, pero al mirar no había nada. Nos quedamos mirando fijamente la ventana y, de pronto, una pequeña mano, pálida y horrible, de largas uñas negras, golpeó dos veces la ventana. Reiner lucía igual de asustado que yo, la única variable es que él sentía mucha curiosidad, mientras que yo estaba terriblemente perturbado y con dificultades para asimilar lo sucedido.

Fue a eso de las tres y media de la mañana cuando, con linterna y un garrote en mano, decidimos salir a investigar. Estaba lleno de ansiedad; sin embargo, había algo que me incitaba a salir a investigar. Comenzamos dirigiéndonos hacia unas hierbas de gran altura, cerca del lecho del río. Solo estar cerca del horrible croar de aquellas ranas nos causaba más temor, pero a la vez nos atraía mucho más, como cuando los tambores alimentan la valentía de un soldado. 

Entre las hierbas no encontramos nada; sin embargo, al tomar el camino de vuelta, una mano salió de entre las hierbas y nos saludó en gesto de burla. Quedamos paralizados, y logramos escuchar unas extrañas risitas roncas y como lentamente esta se alejaba. Corrimos hasta llegar a la cabaña, traté de prender un cigarro, pero mis manos temblaban, así que Reiner lo encendió por mí.

Reiner lucía diferente, como si algo lo hubiese poseído, sus ojos estaban dilatados y lo único que hacía era esperar a que terminase de fumar para poder ir tras ese ser. 

Cuando ya me quedaba tan solo medio cigarrillo, Reiner lo lanzó al piso y me tiró de la chaqueta. Obviamente entendí la orden, solo que esta vez me dijo que cruzaremos el lecho del río.

No saben el horror que me provocaba tener que cruzarlo: mis manos sudaban y mi corazón latía horriblemente, pero era impulsado por el misterioso croar de esas ranas y por Reiner, quien me daba más miedo que toda la situación misma. 

Cruzamos a saltos el lecho, de roca en roca, y cada vez el croar de las ranas se hacía más fuerte. Al adentrarnos en aquel bosque de gigantescos árboles y negros arbustos, me di cuenta que se nos haría difícil encontrar a aquel ser, al igual que muchos que hoy en día se esconden en aquellos bosques y selvas eternas, que cada día son profanados por el hombre. Es ahí, en el bosque donde estos se camuflan entre las ramas y las hojas, y donde aquellos hombres que se atreven a profanar su tierra sagrada y sus antiguos e ignotos rituales son condenados a la locura misma, como lo hicieron conmigo.

Fue ahí en la profundidad de ese bosque, cuando me di cuenta que volver sería ya una tarea difícil, y dudaba si iba a salir vivo o cuerdo. Me sentía como vigilado, y a medida que nos adentramos más en el bosque comenzamos a oír el sonido de flautas infernales.

Eran unas flautas que emitían un sonido perfecto, pero a la vez enfermante, y se hacían cada vez más fuertes. Fue de pronto cuando llegamos a una parte donde el camino se detenía, que divisamos algo bajo nosotros, en un terreno inferior.

Vimos a unos horribles sátiros de ojos negros, lívidos y altos, que danzaban en círculos mientras tocaban aquellas flautas de la locura. En el centro había una gran estatua hecha de madera, que representaba la figura de un horrible sátiro mucho más grande, con la mandíbula abierta desproporcionadamente, y con unos rubíes como ojos. Frente a ella había un anciano, un humano, que entonaba en voz baja un extraño canto, y sostenía con su mano izquierda una hoz. 

Fue ahí cuando unos sátiros trajeron consigo a una jovencita desnuda. Se encontraba llorando, con su cuerpo lleno de rasguños y heridas letales, el anciano lamió y mordió los pechos de la jovencita y procedió a lanzarla con mucha violencia sobre una piedra frente la estatua, para luego clavar la hoz en la mandíbula de la chica. 

El anciano comentó a cantar, y mientras los sátiros danzan y tocaban las flautas, otros emergieron de las sombras y siguieron el canto del viejo, un infernal canto en un extraño idioma que de ahora en adelante solo escucharé en mis pesadillas futuras, junto con el sonido de aquellas flautas de la locura.

Fue de pronto cuando alguien extraño nos empujó a Reiner y a mí, y caímos hacia abajo, vimos que quien nos empujó era un asqueroso ser deforme, con su cabeza doblada hacia atrás; además, tenía torcidos los brazos, dedos, nariz, boca y orejas. 

Se movía en una sola pierna, y ayudándose de las manos, pues la otra pierna estaba pegada por detrás al cuello o a la nuca. Este ser se abalanzó sobre Reiner y comenzó a babear sobre él, así como a arañarlo violentamente, mientras balbuceaba el canto del anciano y de los sátiros.

Nunca olvidaré los gritos de dolor y de excitación de Reiner, la horrible forma en la que lloraba y gritaba de dolor mientras al mismo tiempo decía: "Sí, sí, sigue, sigue, dame más". 

Los sátiros lentamente comenzaron a acercarse hacia nosotros, al igual que el horrible anciano de horribles ojos amarillos. Impulsado por el miedo, procedí a hacer un acto que me hace sentir culpable todos los días de mi vida: abandoné a Reiner.

Comencé a correr y trataba de no mirar hacia atrás, pero aún así lo hacía, y veía cómo esos horribles seres se acercaban lentamente a Reiner, sin dejar de entonar aquel horrible canto.

Cuando comencé a escuchar el croar de las ranas comprendí que ya estaba saliendo, pero cuando ya estaba a punto de cruzar el lecho del río, escuché un grito agudo y lleno de dolor, el grito de Reiner. 

Entré a la cabaña con mucha precaución y me encerré en la habitación, sin que me viera, mientras ellos seguían bebiendo, cantando y siendo felices.

Me atemoriza el hecho de que los hombres vagan por la tierra sin idea de las criaturas que conviven con ellos, sin idea de los secretos que los bosques albergan, aquellos bosques que cada día más destruyen y profanan, y lo único que lograrán será que aquellos seres emerjan de las sombras y se alcen sobre nosotros. 

Sigo esperando que descubran la muerte de Reiner, y estoy seguro que será a mí a quien juzgarán, pues todos estos sucesos ocurrieron solo hace media hora, y estoy escribiendo este relato para que aquellos interesados sepan lo que de verdad ocurrió, y no que lo probablemente oirán, que asesine a Reiner.

No puedo dejar de pensar en aquel deforme ser, el mismo que golpeó la ventana, el mismo que nos saludó, el mismo que nos empujó. No sé si pueda continuar una vida normal, solo sé que escucho pisadas afuera... ¡No puede ser! ¡La ventana! ¡La ventana!


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jueves, 15 de octubre de 2020

Grabación de Audio

Solía trabajar para la policía cuando escuché esa grabación. Encontré la cinta al lado de un cadáver putrefacto y deformado que era casi irreconocible. Cuando reproduje la cinta sólo se escuchaba estática, pero luego de un rato comencé a oír una respiración agitada que se convertía en gritos, el hombre aullaba: "No... por favor, no" y segundos después sus llantos.

Podía distinguirse cómo lo agarraban y dejaban caer al suelo, los gritos desgarradores del pobre hombre y las risas habían quedado grabadas para siempre; a continuación lo que parecían ser borbotones de sangre y sonidos se volvieron irreconocibles y reinó un silencio que no tardó en romperse con el sonido de una demoniaca voz que no pertenece a este mundo.

En ese preciso momento la grabación se detuvo. Ahora estoy viendo una sombra fuera de mi casa y les aseguro que puedo escuchar sus risas infernales. No intentaré explicar las extrañas circunstancias en las que todos mis compañeros murieron, solo diré que fui más hábil que aquello que nos estaba cazando.

Si lees esto quiero que sepas que no me queda mucho tiempo, buena suerte escondiéndote. El ahora va por ti.




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martes, 23 de junio de 2020

No Estoy Solo

Este relato será corto, pero no tengo tiempo, espero que a nadie le pase lo mismo nunca se queden solos...

Todo comenzó el día que mi hermana cumplió años. Yo me quede solo en la casa hasta el día siguiente y a eso de las 20:46 me acosté a usar la computadora, escuche un grito que provenía de la cocina. Me levante para ver que era, pero no había nadie...

"Debí Imaginarlo" pensé para darme un poco de tranquilidad, pero no, lo había oído de verdad.

A las 22:30 me acosté a dormir y volví a escuchar algo... esta vez de la habitación de mi madre, me sentía aterrado, solo con 14 años parecía sentir la muerte tan cerca de mi, casi apoyando su mano en mi hombro. Al levantarme y abrir la puerta de la habitación, antes de llegar a la perilla escuche el llanto de un bebe que se escuchaba hacia mi espalda. Se me heló la sangre, quise llamar a alguien pero la señal estaba interrumpida, intente salir de la casa pero al bajar las escaleras la puerta que estaba abierta se cierra de un portazo en mi cara. Miro por la ventana pero solo había un vacío... Estaba en una especie de dimensión, escucho una voz ronca venir de afuera, se abre la puerta y lo vi. Era un demonio, en ese momento no reconocí si era el diablo, belcebú o no se quien. Solo se que una voz como de ángel me dijo que corriera, yo le obedecí, me encerré en mi habitación y me puse a escribir todo en mi computadora.

Esto es lo que estoy escuchando ahora...

"Abre la puerta, no te haremos nada"

"Te puedo dar vida eterna, solo abre la puerta"
La curiosidad de que hay del otro lado me invade, dejo este documento. He mirado por la ventana y ya estoy en mi barrio. Adiós

Intente nunca quedarse solos en su casa, pueden morir cualquier día...

atte: Un Joven Aterrado



Calificación:

lunes, 22 de junio de 2020

Los Muertos no Merecen Muchas Respuestas

La fiesta navidad de los Wilsons ya daba comienzo a su fin; Solamente quedaban cuatro familias. Siendo tan solo las 5 de la mañana el lugar era un desastre, todo cubierto de restos de comida. Era la primer navidad entre familia y amigos. Los padres de cada familia comenzaron a limpiar para arreglar un poco lugar.

De esas cuatro familias, dos vivían a pocas cuadras, lo que les facilitaba el camino a su hogar; las restantes vivían ahí, entre ellos estaba el mejor amigo del dueño del lugar, que por algún motivo al terminar la fiesta su coche dejo de funcionar, así que tuvo que pasar la noche ahí mismo hasta que por la mañana lo llevarán a su casa, todos limpian mientras los niños juegan alegremente. En silencio los adultos hablan a espaldas de otros que por el horario debieron marcharse, los pequeños ya un tanto aburridos decidieron ir con el abuelo, que por cierto fue un ex-combatiente de guerras y tenía muchas historias grabadas en su cabeza. Alfio su nieto favorito ya conocía la gran mayoría de ellas, ya que vivió muchos años en el campo, y con la falta de la televisión solo le quedo escuchar a su abuelo, y eran historias largas y aburridas para un niño, pero cuando un anciano habla ya no se le calla.

Una historia en particular que su abuelo jamás contó rodeo a los niños no tan solo de temor si no de intriga. De pronto los adultos comienzan a sentarse cerca de los niños a escuchar la maravillosa y tétrica historia, nadie se atrevía a contradecir ni una sola palabra del abuelo, tan solo por eso escucharon atentos hasta que le diera el sueño, eso jamas ocurrió. E Abuelo subió un poco el tono de la voz y todo se torno un poco más lúgubre, pues él ya se iba a acostar.

Las luces por algún fallo de la energía comenzaron a parpadear, en el aire se sentía un olor a sangre que llevaba tiempo sin frío.

Entonces fue cuando todos comenzaron a temblar de miedo al ver que de la mesa caía una copa.

— ¿Mierda? Se callo de la nada—dijeron algunos.

— ¡Dios Mio! que fue eso—replicaron los demás.

El abuelo que ya no le temía a nada, les aclaró, no se preocupen por lo que pueda llegar a pasar en este lugar.

Todos se exaltaron menos el abuelo, quien por su rostro sabía lo que sucedía en ese lugar. Los padres intentaban convencer a los niños de que nada malo iba a pasar, pues algo muy extraño los comenzó a torturar...

— ¿Por qué pasa esto? —se preguntaron todos.

—Esto pasa todas las navidades a estas horas, por eso en su niñez las fiestas terminaban temprano—respondió el abuelo con un tono burlón.

— ¿Y Cómo podemos acabar con esto? —gritó uno de sus sobrinos.

—No se puede acabar, solo resta aprender a sobrevivir y ya, no le teman a quien viene a visitarlos-.

—Tío ya comienzas a asustarme—Dijo el sobrino.

Los niños comenzaban a llorar. Hasta que la abrasante noche los puso a dormir, el mejor amigo del dueño que había leído libros sobre espíritus dijo tener la solución.

—Cálmense, yo se como solucionar todo esto y que jamás vuelva a suceder— Dijo el mejor amigo, comenzó a preparar todo lo necesario. Colocó un tablero extraño y le pidió a a su amigo que trajera una copa limpia. El dueño del lugar fue en busca de una copa limpia, fue difícil esa tarea con el desorden de cosas recientemente lavadas.

—Aquí tienes— Dijo un poco intrigado el dueño.

El mejor amigo se posiciono frente a lo que parecía según las películas el llamado juego de ouija pero con una gran copa limpia:

—Aquí sabremos que clase de mal nos acecha.

Todos a una gran distancias menos el abuelo observaban al mejor amigo del dueño interactuar con la copa y el tablero.

Una vez todo listo, el ritual ya daba comienzo. La copa sin que nadie preguntara nada se movió lentamente, formando así el nombre de quien toco el tablero por última vez, Dardo, el mejor amigo del dueño. Todos empezaron a tener piel de gallina en el momento que la copa dio su movimiento, la cual estaba bocabajo. Al estar en presencia de tal acto, todos se inundaron de terror. Entonces Dardo supo que debía comenzar a hacer las preguntas:

—¿Eres alguien malvado?

Sí, fue lo que quedo dicho con la copa deslizándose en el tablero.

— ¿Eres de sexo masculino?

DEPENDE

Todos de repente querían hacer sus preguntas, y el abuelo se levantó de su sofá a intentar a hacer su tan ansiada pregunta.

— ¿Eres habitante del cielo o el infierno?

Del mismísimo lugar al que vendrás.

— ¿Has muerto?

Jamás viví.

— ¿Quién eres en realidad?

Lo que menos crees.

— ¿Estás cómodo ahí?

Sí.

El abuelo que parecía ser el único sin miedo tomo la copa y la lanzó a la pared mas cercana:

— ¡¿Están Locos?!

Y la copa empezó a repararse y a levitar en el aire para luego volver a su lugar de origen.

Todos se sorprendieron al ver que la copa retomaba su lugar en el tablero, esta vez con cada pregunta del abuelo la copa no respondió ante ninguna de ellas. Dardo se acercó a hacer unas preguntas.

— ¿Estás ahí?

Claro que sí

— ¿Por qué no le respondes al abuelo?

Solo respondo pocas preguntas a los muertos

Todos con intriga no supieron que responder ante esa respuesta.

— ¿Te caemos bien?

La copa se detuvo por unos segundos como en duda de su respuesta y respondió:

Me agradan mis presas

Todos se asustaron y corrieron lejos.

—Ya deja eso y vayámonos.

La copa comenzó a moverse y respondió:

No podrán irse
Todos corrieron a la salida y notaron que la puerta estaba cubierta de nieve por fuera, lo que hacía imposible escapar.

—Es la primera vez que nos ocurre esto— gritó pepe el dueño del lugar

— ¿Ya vieron?— le replicó Oscar, su hermano.

—Lo mejor será aguantar hasta el mediodía— Dijo en voz baja Monica.

Todos se fueron a dormir ignorando todo lo ocurrido en su hogar.

Ya el sol inundó la casa con su luz y todos comenzaron a levantarse. Desayunos en familias hay pocos. Hasta que de repente suena el teléfono, nadie quiere acercarse a atenderlo y el tono de mensaje comienza a sonar, -el mensaje del número al que está siendo llamado es:

— ¿Eres alguien Malvado?

— ¡¿Qué?!—Respondieron todos.

—Vayan a ver al abuelo— Dijo una voz rara y macabra.

Todos corrieron a ver al abuelo. En el sofá donde él debía estar solo se encontraron 2 cosas, Una copa y el tablero que usaron esa noche. La copa estaba llena de sangre, debajo del tablero se encontraba una carta arrugada. La carta decía:

Les dije que a los muertos solo les contesto pocas preguntas



Calificación:




sábado, 20 de junio de 2020

Nada

Pasos, más pasos... Cada vez más rápidos. Parada en seco y… silencio. Ningún ruido. Un hombre casi llegando a la vejez yace tendido en la oscuridad, con un hacha clavada en su anciana espalda. En la oscuridad.

A 120 kilómetros, en New York, una familia acogedora formada por un padre cabeza de familia, por su esposa y por sus dos hijos, para ser exactos, un varón de nueve inocentes años, y una adolescente de apenas catorce, viven en un piso de extrema minimización.

Se escuchan pasos de estable irregularidad que se acercan a la puerta, hasta que con unos fuertes nudillos, alguien golpea sin ver que a un lado se encuentra el timbre.

El padre abre la puerta y se muestra un hombre vestido elegantemente con un maletín de cuero, que sin previa invitación entra en el reducido cuarto, toma asiento y activa la clave del maletín para abrirlo. Al hacer esto se pudo comprobar que a pesar de tener la apariencia de un maletín, no era más que un ordenador. El hombre tecleó una contraseña.

Mientras, la cabeza de la familia iba preguntándole algunas cuestiones, ¿quién era? ¿qué hacía?.. etc.
El hombre no contestó y solo habló cuando acabó de abrir un programa en el que salió la imagen de un hombre. Dijo entonces:

Este es su tío señor Miller, ha fallecido hace poco y ha dejado una propiedad a su nombre. Cuando quiera nos dirigimos a la dicha mansión y le hago entrega de las llaves del inmueble. El padre no se opuso, ni mucho menos puso excusas y toda la familia se dirigió a la mansión. Era enorme, gigantesca y muy oscura, toda negra.

Está construida con madera negra, por eso tiene ese aspecto tan oscuro y el techo tiene incorporadas placas solares para obtener luz— informó el hombre de negro.

A seguir de ese comentario el hombre le entregó las llaves al padre, el cual no tardó en entrar con toda su familia.

La casa era enorme, gigantesca, cuadrilátera; contaba con una larga ramificación a la mitad del lado inferior, que daba a la entrada y con una habitación en cada una de las esquinas del cuadrado (si es que intentas imaginártela desde arriba). Entraron pero ya era muy tarde para explorar la casa o hablar así que localizaron la cocina y cenaron.

Después cada uno tuvo que elegir una habitación diferente para dormir pues las camas eran tan justas a las medidas de un cuerpo humano, que incluso el matrimonio debió dormir separado.

Pronto se apagaron las luces cuando se hizo de noche y las placas solares no pudieron utilizar más la energía recogida por el sol, pues eran de poca potencia. Todo estaba inundado por eterna oscuridad, y un silencio espectral comenzó a conquistar habitación por habitación como si fuera un maquiavélico plan para gobernar un estado.

Todos conciliaron el sueño y no tuvieron ninguna pesadilla, solo el hijo menor de apenas nueve años no podía dormir, pero aun así tenia los ojos cerrados por miedo a abrirlos y tenía tanto miedo como para no poder cerrarlos más. No aguantó, y acabó por abrir los ojos. Todo estaba oscuro, no había diferencia en tener los ojos abiertos que cerrados y el silencio culminaba la acumulación de horror que tenía el niño. No podía aguantar más, y en la oscuridad, se bajó de la cama, y notó el suelo tremendamente helado, pero el miedo superaba a esa sensación tan polar, pues no exagero al decir que podría enfermar del frío, pero no dejo dominarse y se fue corriendo a una máxima velocidad para su edad, hasta que se volvió a hacer el silencio. No se oyeron mas pasos.

No se oyó nada más.

Al día siguiente, la familia llamó a la policía por la desaparición de su hijo, pero la policía no quería perder el tiempo y no se entregó en su trabajo de buscar al niño por la casa. Mataron el tiempo hasta que tuvieron que irse. Volverían al día siguiente para continuar la búsqueda.

Se hizo de noche pero esta vez las luces siguieron encendidas, pues había hecho un día tremendamente soleado. Toda la familia se fue a dormir con sus corazones encogidos.

El padre acabó conciliando el sueño, y la madre también acabó por dormirse, pero la hija no pudo dormir. Sufría demasiado. Ella había sido la sombra de su hermano, su mitad. Ella había compartido todos los momentos de su hermano, todas sus tristezas y todas sus alegrías.

Y en el silencio de la noche, la niña oyó una voz, y aunque hablaba en su idioma, no la entendía. Le pareció un timbre de hombre, después de mujer, después de niña, pero no, no era ni de hombre, ni de mujer, ni de niña, era la voz de su hermano, y aunque era clara y alta, no la entendía.


Parecía como si ella estuviera utilizando un idioma completamente diferente al de su hermano. Seguidamente, una sombra se pasó delante de su habitación a una velocidad trepitosa, se levantó para ver quién era, y de repente, se acabó la energía solar acumulada, y se hundió la mansión en las sombras, la niña volvió a acostarse. Y de nuevo silencio. Silencio en su habitación. Ni ruido.

Ni pestañeo. Ni respiración.

Al día siguiente también desapareció su hija, y la policía estuvo buscando en los mismos sitios en los que buscó el día anterior, pues querían acabar de una vez la jornada de trabajo.

Aquella noche, el padre y la madre tenían muy claro que no se iban a ir de esa mansión, no sin sus hijos.

El marido cogió una linterna y la encendió. El matrimonio pasó el tiempo en la misma habitación hablando de cosas poco importantes, hasta que la mujer rompió a llorar por la pena de sus hijos. Era una mujer sabia, fuerte emocionalmente, con mucha fortaleza, y su marido al verla llorar también soltó alguna lágrima, cuando de repente, su mujer al ver que su marido compartía al máximo su dolor le confesó:

No deberías llorar, pues nuestro hijo no es tuyo, lo concebí una noche que salí hacia los bares y me emborraché, una de aquellas noches en las que me lleno de cólera por nuestras discusiones…

El hombre quedó pálido, pero como era de esperar en una persona adulta, adoptó una firme compostura y le dijo a su mujer:

No te preocupes, que aunque no sea hijo mío yo le vi nacer, yo le vi crecer, y eso es lo que debe hacer un padre, compartir los momentos de la vida de su hijo.La madre al oír esas nobles palabras rompió a llorar y salió de la habitación corriendo, enfadada con ella misma por esa traición a su marido.

De repente, la linterna dejo de funcionar, y el padre la guardó en su bolsillo boca abajo antes de salir corriendo a buscar a su mujer.

La esposa se encontraba llorando, sola, en la oscuridad, en el silencio.

No se veía nada.

No se escuchaba nada. El terror y la pena iban aumentando, intentaba gritar, pero no se oía nada, el silencio era mas potente que su voz se hundió en la desesperación. Seguía gritando, pero solo un grito se oyó, un solo grito, un último grito. Después… SILENCIO.

El padre al oír el grito supo que se supone que había ocurrido, y supo también que ya no tenia nada, nada. Notó lo helado que era el suelo, pero no le dio importancia, estaba pensando, en lo solo que se había quedado. Sin nada.

Entonces, la linterna, de repente, pareció recuperar la luz, y al estar boca abajo en su bolsillo produció un resplandor el cual iluminó el suelo. El hombre miró al suelo, hacía sus pies. Sonrió mientras una lágrima resbalaba a través de su arrugado rostro. Después, se oyeron tres golpes. Después, el silencio…

Los policías al no encontrar a nadie, comenzaron a registrar auténticamente la mansión, pero sin hallar vida alguna. Se le mandó un informe de los hechos a la asociación parapsicológica de los estados unidos, la cual bautizó la mansión, como ‘’El hogar de las sombras’’.

Un médium con poderes psíquicos al tacto quiso investigar la casa, y se quedó una noche. Se hundió en la oscuridad y silencio, y al tocar el suelo vio todo lo sucedido. Vio como toda la casa se volvía un espejo al anochecer, y como se volvía metálico, de un metal reflejador, de un espejo.

Vio como el tío moría al caerle una hacha del retumbo de apoyarse en la oscuridad de la noche en un mueble, vio como el niño perdía la vida al estamparse contra la pared, dura, con una capa de mas de cinco centímetros de espejo, por correr en la oscuridad, vio como la niña perecía al sin darse cuenta por el silencio y negrura, dejar su cabeza de nuevo en la cama después de ver la sombra imaginada por su mente, en la puerta, se clavó la esquina formada por el espejo al aferrarse a la forma de la almohada.

Vio como la mujer caía en tragedia, pues era una hipócrita y se hacía la fuerte para que los demás no vieran lo débil y frágil que es, le dio un infarto, y el marido, murió al ver a su mujer muerta reflejada en el espejo de debajo suyo, se dio golpes con las paredes hasta perder la vida. Lo más sorprendente es que todos los cadáveres quedaban atrapados en los espejos, sus almas quedaban encerradas.

El médium al ver tal horror decidió salir de esa mansión rápidamente, pero, a través de esa oscuridad, y con la inseguridad de tormentoso silencio, se tropezó con un muebles convertido en espejo, y se dio un golpe en la cabeza con el suelo, pereció.

Al día siguiente demolieron la casa.

Dicen que las mansiones tienen alma, y dicen que hay vida detrás de la muerte, y también dicen que los espejos atrapan las almas de los muertos.

Quien sabe… puede que la mansión se reencarne. Pues si es así, tengan cuidado, la casa sigue viva, buscando más víctimas para capturar sus almas y ofrecerlas en sacrificio, para la resurrección de Satanás.

Tranquilo, no debes temer a nada, porque el mayor miedo, es el que se crea uno mismo.


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viernes, 12 de junio de 2020

Cajas

El miércoles pasado noté que mi gato se portaba de forma extraña.

Shelley nunca fue ese tipo de gato que le gusta esconderse, probablemente era el único gato del planeta que aborrecía cualquier tipo de caja, nunca la vi escondiéndose en una. Pero el miércoles, Shelley desapareció.

La busqué en todos los rincones de la casa, cuando la encontré finalmente estaba detrás del sofá, escondida en una caja del tamaño de un microondas. En el momento que la tapé con las paredes de la caja, la cabeza de Shelley se escapó por el hueco que había quedado. Me miró y emitió un sonoro maullido, se escurrió de su prisión de cartón y saltó de nuevo al sofá.

Fue algo extraño, incluso me inquietó un poco. No dormí muy bien esa noche.

Al día siguiente, Shelly había desaparecido de nuevo. Esta vez la encontré hecha un ovillo en la caja del nuevo tostador. Esa misma noche me levanté a las tres de la mañana con la horrible sensación de que había alguien en la habitación.

Los días siguientes fueron similares. Shelly desaparecía por el día para acabar apareciendo en una de las muchas cajas que había por casa. Mis noches se convirtieron en sueños irregulares, girándome y despertándome con la sensación de que alguien me observaba.

Ayer, tras encontrar a Shelley en otra caja, me trajeron el nuevo congelador. Le dije que podía dejar la caja grande junto a la entrada y que yo misma la pondría en la basura mañana. En algún momento de la noche, me desperté escuchando un sonido en mi habitación. Me senté sabiendo que ya no estaba sola.

La cosa que había en la esquina de la habitación tenía la forma de una persona, pero sus brazos eran demasiado largos y su cabeza muy grande. Diablos, no sabía lo que era, pero definitivamente no era humano. Tras un grito del que no me siento orgullosa, salté de mi cama y corrí hacia las escaleras. Mientras bajaba por estas a toda velocidad, escuché a esa cosa seguirme tras de mí, sabía que no tendría tiempo de abrir la cerradura de la puerta de salida. Mi única opción, fue esconderme.

Apenas sin pensar, me metí en la caja del congelador y me tape con las paredes. Temblando, me coloqué en posición fetal, aguantando mi aliento para no hacer ruido mientras la oscuridad me envolvía. Casi escapo de mi escondite cuando sentí algo peludo rozando mi pierna. Cuando noté esos dos ojos brillantes, suspiré aliviada. Tan solo era Shelley, estúpida… Shelley se había escondido.

Pero después, mi mundo se rompió en pedazos de nuevo cuando mi gata abrió su boca y susurró en la oscuridad:

“No te preocupes, estamos a salvo. Ellos nunca miran dentro de las cajas.”



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martes, 9 de junio de 2020

Odio el Ajedrez

Un día me encontraba mirando vídeos por Internet, cuando en un momento de aburrimiento decido hacer algo más interesante: se me ocurrió jugar una partida de ajedrez online, así que busqué y busqué a través de mi navegador hasta que encontré una página donde solo había un jugador presente; sin dudarlo, ingresé a la partida.

Lo primero que me llamó la atención fue la decoración del sitio, eran cabezas de gente en el fondo; no me agradó en lo absoluto, por lo que quise quitar la página, pero mi computador no respondía. Estaba asustado: no funcionaban los botones, solo el mouse.

Cuando empezó la partida, el otro jugador llamado "Dibbuk" movió un peón, hice lo mismo; luego de 30 minutos de batalla, él me terminó ganando y cuando la pantalla reveló la frase: "Player 2 Win", las luces de mi casa se apagaron.

Pegué un grito, una mano me tapó la boca y una voz me susurró: "Jaque Mate". Sentí una puntada en el corazón.

Me desperté en el hospital, desde donde estoy escribiendo esto. Acabo de enterarme de que "Dibbuk" es un demonio del folklore judío.




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domingo, 23 de febrero de 2020

Debajo de tu Cama

No te lo tomes en broma ni mucho menos, esto es algo serio, ten en cuenta que si lo haces tu cama no volverá a ser un lugar muy "seguro" durante semanas e incluso años. Para hacer este ritual no se necesita mucho: tú y obviamente una cama o algún sitio donde duermas habitualmente. Cualquier lugar cuenta. 

Enciérrate con pestillo en tu habitación. Debes estar solo, sin la compañía de alguien más. Cierra cada ventana o lugar donde pueda entrar o salir aire. No queremos que se escape lo que quieres invocar.  También apaga las luces, los demonios y seres de la oscuridad la odian, no querrás molestarlos antes de empezar. Aquí sigue lo interesante... Dilo o piénsalo, de cualquier forma es una invocación: 

"Serpente per la ali, tenebre e sangue... Ora voglio giocare con te, la voce e la mente non li temono, oggi sono venuto a sfidarli."

Si lo recitaste en voz alta, en silencio o en en tu mente, está listo. Ahora acuéstate y voltéate hacia el lado derecho, dándole la espalda a una esquina de tu habitación. Parpadea el número de veces que iguale a tu edad y murmura: 

"Questi indietro? (¿estás atrás?)."

No tendrás respuesta, pero hay algo malo en todo esto. Has invocado a "Sotto", el demonio que habita debajo de las camas. Créeme no será nada agradable el sentir su presencia, él es lo que más odias. No tiene forma exacta y mucho menos un idioma en concreto. 

Al invocar un demonio especialmente a Sotto, dejarás de tener pesadillas e incluso, no soñarás absolutamente nada. Dormirás durante las horas precisas, ni más ni menos: tu vitalidad, por ende, será potente. Cada noche tendrás que dormir en la misma posición, forzándote a no cambiar de esta durante la noche, obligado a darle la espalda a "Sotto"; de lo contrario lo verás y las consecuencias de este hecho son terroríficas y torturadoras.

¿Quieres realmente hacerlo?


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jueves, 13 de febrero de 2020

Camino a Casa

Miro hacia el cielo, la luna llena brilla en todo su esplendor, es hora de ir a casa por hoy he hecho todo lo que podía aunque mi sed no se ha saciado, al menos mi noche de juerga ha sido aceptable, esta vez mi conquista fue una muchacha no mayor de 25 años de piel clara, tenía el cabello castaño y unos grandes ojos verdes que podían enternecer el corazón de cualquiera, bueno, casi de cualquiera ya que yo no me tenté el corazón al elegirla para mí.

Comencé a charlar con ella bajo la mala iluminación del bar, dijo que esperaba a una amiga pero había llegado demasiado temprano, yo fui amable y me ofrecí a hacerle compañía, mi blanca sonrisa hizo que no se pudiera negar y en ese momento ella firmó su sentencia de muerte, sin que se diera cuenta, agregué en su bebida un poco de mis efectivos polvos mágicos con lo cual quedó como si llevara bebiendo alcohol todo el día.

La tomé entre mis brazos y suavemente la cargué hasta mi automóvil, conduje a toda velocidad por un camino rural hasta internarme en un bosque solitario, mi corazón latía acelerado por la ansiedad, por la adrenalina y sobre todo por el gusto de poder tomar una vida nueva para mí, la desnudé completamente, su cuerpo se veía hermoso ahí a la luz de la luna con ese par de pechos perfectos que se mecían con cada respiración, por un momento pensé en solo hacerla mía y dejarla vivir, pero el momento pasó así que amarré su cuerpo semiinconsciente a un árbol y empecé a hacer mi trabajo, realicé pequeños cortes en sus brazos y en sus piernas, la sangre comenzó a brotar, era de un tono rojo intenso y olía a juventud.

Posé mis labios sobre las heridas y sorbí lentamente, al primer sorbo me di cuenta de que era virgen, sentí cómo su vida se unía a la mía, cómo su juventud entraba en mí y borraba una a una las arrugas de mi frente, después de este pequeño entremés con la energía renovada, corté su muñeca izquierda, ella comenzó a temblar mientras su sangre que antes brotaba lentamente ahora era un chorro que empapaba mi rostro, saboree cada gota de su sangre hasta que su piel estuvo tan blanca como el papel.

Yo me sentí poderoso, con fuerzas, incluso intenté volver a mi forma original, sin embargo, no tenía la energía suficiente. Frustrado, saqué una navaja, la introduje en medio de sus senos y comencé a bajarla mientras se escuchaba el sonido de carne desgarrada, cuando la abertura era del tamaño adecuado, introduje una mano en su abdomen y de golpe arranque todos sus intestinos, los apreté con furia y los aventé lejos de mí.

Mis manos comenzaron a temblar de emoción mientras apartaba la caja torácica para dejar al descubierto su corazón, el corazón de una virgen que me regresaría mi poder, lo tomé con mis dos manos, se sentía aun caliente, palpitante, lo devoré como un demente, intenté transformarme de nuevo, seguro que esta vez lo lograría, y así fue, mis alas crecieron y también mi cola, mis garras brillaron afiladas bajo la luz amarilla de mis 4 ojos, de puro gusto tomé lo que quedaba del cuerpo y lo partí en dos, ya los animales del bosque se encargarían de desaparecer el rastro, y aunque no fuera eso ya no importa, ya estoy completo, ya puedo volar de nuevo camino a casa.



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domingo, 8 de diciembre de 2019

No Puedes Ocultarte de Mi

Esto solo ha pasado hace unas semanas... No he podido reaccionar a lo que me está ocurriendo, solo estoy pidiendo disculpas a las personas que tengan que leer esto porque de verdad... Lo siento.

Él tiene a mi hija... Necesito que ella esté bien. Por favor... ¡Ayúdenme!

Él sabe muy bien que yo estoy tratando de comunicarme con alguien que me ayude. Pero no tengo alternativa. ¡Estoy rezando!... ¡Para que Dios me ayude, para que Dios me perdone los pecados que he cometido!

Comenzó todo cuando estaba preparando la cena para mi hija y yo (soy madre soltera).

—¡Mamá! —gritó mi hija desesperadamente.

Entonces en mi oído escuché:

"¡NO PUEDES OCULTARTE DE MÍ, CORRE! ¡NO PUEDES ESCAPAR!"

Al instante me desmayé.

Desperté. Y lo único que vi fue sangre... ¡NO QUIERO RECORDARLO! ¡NO!

Me dirigí al cuarto de mi hija y lo único que encontré fue un mensaje escrito con sangre en la pared:

¿QUIERES A TU HIJA? OLVÍDATE DE ELLA. ¡AHORA ES MÍA!!

Han pasado días. Extraño la compañía de mi hija... No quiero... ¡Ayúdenme! ¡Corran!

Pues nadie puede ocultarse de él.




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miércoles, 26 de junio de 2019

Zalgo

Es un ente maligno, caótico, asociado comúnmente a la locura, muerte, destrucción, miedo y el fin del mundo como lo conocemos.

Una entidad viviendo en otro plano dimensional y que cuando aparece en el nuestro crea el caos, su sola presencia, es capaz de llevar a una persona hacia el límite de la locura. En pocas palabras, Zalgo es... el horror en persona. 

No existe información fiable en Internet, por más que busques no encontrarás una respuesta clara sobre qué es o su origen, ya que es algo tan terrible que no puede describirse en simples palabras, tal vez somos demasiado mínimos para entenderlo. Pero si eres persistente puede que des con la siguiente descripción. 

Por más que busques en internet, jamás encontraras una respuesta clara sobre qué es Zalgo, debido a que no existe tal, ya que Zalgo es algo tan terrible, que no existen palabras para describirlo.A lo mucho, en la mayoría de las veces, encontraras la siguiente descripción:



"Él espera detrás de la pared, en un palacio de cristal torturado, servido por legiones forjadas a partir de las lágrimas de los muertos sin descanso, vestidos con armaduras talladas en el sufrimiento de las madres.

Él es el mente de colmena que confunde a los vivos, y perpetúa la tortura de los condenados, él toma los ojos, la ventana del alma, y elimina la capacidad de sentir cualquier cosa que no sea nada más que dolor, una vez que los ojos son removidos, el alma es removida, el cascaron viviente es el testimonio de la crueldad y la condenación eterna.

No puede ser detenido, así como el miedo no puede ser detenido, es inseparable de la realidad, ya que existe más allá del velo… esperando.

Él espera detrás de la pared delgada que ha construido en su alma, él espera… pero ha de liberarse… y ha de venir.

Es una abominación sin ojos, con siete bocas, en su mano derecha sostiene una estrella muerta, y en su mano izquierda sostiene la vela, cuya luz es la sombra y se tiñe con la sangre de Am Dhaegar ."

Seis de sus bocas hablan en lenguas diferentes, cuando el momento llegue, la séptima cantará la canción que pondrá fin a la Tierra.



Zalgo es uno de los creepypastas más antiguos de la web y se piensa que está inspirado en la mitología lovecraftniana, sin embargo, su creador lo ha negado. 


La invocación de Zalgo




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