Mostrando entradas con la etiqueta Clase B. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Clase B. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de diciembre de 2020

Jason the Toymaker

No tengo muchos recuerdos de mi pasado. Los rostros de mis verdaderos padres eran como máscaras desteñidas en mi mente. Yo sólo tenía algunos restos de mi infancia, nombres sin rostros y una oscuridad total. A la edad de nueve años, había pasado algo en mi familia. Mi trauma fue tan profundo que me hizo olvidar la mayor parte de mi vida.

Yo sólo tenía un borroso recuerdo relacionado con mi mejor amigo. Él era el único que tuve en toda mi vida. Era una imagen pegada en mi mente, que va junto con la risa de fondo y la melodía de una caja de música.

Entre los orificios traseros de mi amnesia, alcancé a ver sus ojos color miel y su cabello caoba oscuro. Recordé su sonrisa amable... Pero nada más. El resto desapareció en la oscuridad. Así lo hizo.

Los recuerdos regresaron al orfanato de donde yo nací. Impresionante mente tuve padres: Magdalena y Steven, los que me llevaron de vuelta a la cálida sensación de tener una familia. Yo, adopté un sentimiento, que se me había olvidado. Ellos me criaron en su casa hasta la edad de quince años.

Mi amnesia me llevó a ir a exámenes psicológicos y chequeos, que año tras año lentamente empezaron a fallar. Parecía que yo no sería capaz de recuperar mi memoria.

Por un lado, quería saber lo que pasó, pero por el otro... Una extraña sensación de angustia sugirió algo que no deseaba.

Obviamente, hubo alguna consecuencia desagradable para mí. Era como el presentimiento de ser perseguida por algo.

Los especialistas dijeron a mis padres que debe haber sido relacionado con un recuerdo particular que fue estimulado continuamente. Ni la causa, ni lo que era exactamente era clara, pero a pesar de mis esfuerzos, no podía concentrarme en él.

Me sentí como si estuviera siendo observada, no por la gente, sino por los juguetes de peluche en mi habitación. Era estúpido, lo sé. Al principio, eran simplemente juguetes, pero una y otra vez, sus grandes ojos redondos parecían mirarme.

Desde que era pequeña me pareció que los juguetes de peluche en mi habitación estaban vivos, ya muchas veces traté de demostrarlo: espié fuera de mi habitación con la puerta entre abierta, entonces yo volvía tan pronto como podía y los miraba fijamente a los ojos hasta sentir la sensación de ardor por no parpadear.

Ese recuerdo era uno de los pocos de mi infancia que todavía me hizo sonreír, pero las cosas han cambiado. Una y otra vez, los juguetes de peluche me miran. Casi parecía que querían ponerme a prueba y yo no podía más. La idea quedó en mi mente. A veces, me parecía que se movían, convirtiendo sus pequeños rostros hacia mí. En otras ocasiones, hicieron ruidos en mi habitación. Esto no puede ser verdad, obviamente.

¿Por qué este pensamiento me persigue? ¿Por qué odio a los juguetes de peluche? A pesar de todo, ¿Por qué no me deshago de ellos?

Podía haberlos regalado a otros niños, o tirarlos a la basura. Un día lo intenté, realmente, lo hice, pero cuando tomé uno de ellos en mis brazos, un fuerte sentimiento de ansiedad y terror me detuvieron. Siempre acabo poniéndolos de vuelta a sus lugares, en los muebles, en mi cama, en los estantes. Entonces tuve que tomar tranquilizantes.

Sólo había un juguete que tomé junto a mí durante las noches, a pesar de mi edad, no podía separarme de él y sentía un afecto familiar. Algo que se inició mucho antes de mi amnesia.

Lo encontré en mi armario en el orfanato y de ahí en adelante nos hicimos inseparables.

Fue un conejito dulce con orejas caídas, por un lado, era de color rojo y en el otro lado color caramelo. Llevaba un chaleco negro, con dos mangas largas que le arrastraban hasta sus pies y tenía un collar elegante con puntadas en cada borde de la tela. Su pequeño ojo izquierdo estaba cubierto con un parche, y en el centro un botón negro.

Fue divertido, pero parecía que era el único juguete de peluche inofensivo. Él dormía a mi lado desde que era pequeña como esa noche, después se me escapó bajo las sábanas, quedándome dormida casi al instante entre las paredes viejas que crujían.

Yo estaba de pie todavía en la oscuridad, sin poder moverme y yo no podía entender cómo terminé allí, rodeada sólo por el silencio destilado. Algo viscoso agarró mi muñeca y me abrazó con tanta fuerza que un dolor instantáneo disparó a través de mí. Un conjunto de uñas blancas penetró lentamente mi carne. Las veo cortando a través de mi piel, haciéndome sangrar. Grité y lloré, pero una risa cubrió mis súplicas desesperadas.

Ella me pertenece, una voz me susurró. Dentro de ese oscuro abismo, dos brillantes ojos verdes aparecieron ante mí, a muy pocas pulgadas de distancia de mi cara.

—Tú eres solo un obstáculo para mí.

Se echó a reír divertido por mi dolor mientras me perforaba. Tenía uñas como agujas. Arruinó mi cuerpo con herramientas oxidadas... Por el contrario; me dijo que me iba a arreglar.

Me di cuenta de una puerta abierta, era la única cosa que podía distinguir de la oscuridad. Mis ojos estaban borrosos por el dolor. Vi una visión de la gente parada mirándome. La imagen de esa puerta se acercaba, con el fin de mostrarme su expresión vacía, a pesar de las muecas pegadas en sus rostros.

Yo vi que no eran personas reales. Eran muñecas y de alguna manera, sentí una fuerte sensación de náuseas que me superaba de tan sólo mirarlas. Había algo en ellos, que me hizo débil de estómago y tal vez, era su parecido extraordinario y macabro a una persona real.

Ella me pertenece.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Corpse Ela

Aquella madrugada un espantoso sonido que retumbaba en el pasillo le hizo despertar sobresaltado y con el rostro bañado en sudor, por unos segundos estuvo convencido de que solo era una sensación producto de una espantosa pesadilla, sin embargo, el ruido no se detenía. Parecía que algo se arrastraba sobre la madera en dirección a su habitación, el crujido de las tablas se intensificaba conforme pasaban los segundos provocando que su cuerpo se estremeciera de terror. En un principio consideró quedarse completamente estático sobre el lecho, a lo mejor ese ruido únicamente era producto de la paranoia que llevaba sufriendo desde la tarde anterior. Cuando el sonido se detuvo suspiró medianamente aliviado, aun así, esto no le brindó una completa sensación de seguridad. Debatió un buen rato entre inspeccionar o volver a dormir, aunque lo mas sensato seria la segunda alternativa no deseaba arriesgarse a que algo o alguien pudiese estar ahí afuera amenazando con lastimarlo a él o a su familia. Con pasos inseguros se dirigió hasta la puerta y giró del pomo, del otro lado el oscuro pasillo se encontraba sumido en la oscura calma de la noche, volvió a suspirar, su mente le estaba jugando una terrible broma.

Retornó a la cama arrastrando los pies y se sentó sobre el borde de la misma para buscar en el cajón de la mesa de noche una píldora para dormir, odiaba que los malos sueños le parecieran tan reales. Tras tragarla sin ayuda de agua volvió a recostarse mirando al techo aguardando que el medicamento surtiera efecto, sentía como lentamente una relajante calma se apoderaba de si induciendo el sueño, sonrió para sus adentros con mayor seguridad, todo había terminado. A pocos segundos de quedar completamente dormido sintió un peso aplastándole el pecho, volvió la mirada de golpe encontrándose con los ojos sin vida de la chica que frecuentaba sus pesadillas, desesperado trató mover el cuerpo, sin embargo, sus extremidades no obedecieron, acto seguido y con la desesperación aumentando segundo tras segundo intentó gritar pero de su garganta no se emitió el mas insignificante quejido. Ella sonrió mostrando sus dientes manchados de sangre al instante que le enterraba las uñas en la carne, cuando inclinó el rostro sobre el suyo pudo escuchar el grotesco crujido de sus huesos rotos reacomodándose para adoptar la posición, parte del liquido que escurría por la herida abierta de su frente acabó goteando en la suya, él se limitó a cerrar los ojos con fuerza rogando por que todo ello acabara. Así fue. En un par de segundos la presencia desapareció dejando únicamente aquel rastro de sangre en su piel, el punzante dolor de los arañazos y por supuesto una perturbadora imagen rondando en su mente.

Horas mas tarde cuando bajó a desayunar en su rostro destacaban un par de enormes ojeras, se veía cansado y disperso, como si únicamente estuviese en cuerpo mientras su mente divagaba en un lugar ajeno al real.

—Andrew, cariño ¿Te encuentras bien? —Le había cuestionado su madre quien no tardó en percatarse de su extraña actitud. Él asintió sin estar demasiado convencido, no quería entrar a explicar los sucesos con lujo de detalles—. Te ves muy cansado... ¿No dormiste bien? —Volvió a preguntar ella mientras se acercaba y ponía su mano sobre su frente para asegurarse de que no tuviese fiebre o algún otro síntoma.

Se sobresaltó mas de lo que hubiese querido al sentir el tacto de su madre, de algún modo le recordó a la sangre resbalando sobre su piel, eso fue mas que suficiente para llevar a su mente de vuelta a la horrible noche. De un salto se incorporó de la silla mientras insistía bastante molesto en que se encontraba de maravilla, desde luego no se atrevió a mencionar el incidente de la madrugada, ellos solo creerían que finalmente había sucumbido ante la locura. Pese a que detestaba dejar a sus padres con un ambiente tan tenso prefería escapar antes de que se atrevieran a presionar en el tema, tomó las llaves del auto y se apresuró a salir del lugar lo antes posible.

De camino a la universidad se esforzó en calmar sus nervios tomando diferentes píldoras para la ansiedad e intentando convencerse de que tales sucesos únicamente se trataban de una alucinación, eso quería creer. Pasadas las horas trató de pretender que nada había sucedido, asistió a clase con regularidad dando su mejor esfuerzo para atender a las explicaciones y simulando estar en perfecto orden, sin embargo, no podía disimular aquella perpetua paranoia que le obligaba a reaccionar con hostilidad ante la mas mínima señal de amenaza. Como si de un déjà vu se tratase todas las personas con las que se cruzó a lo largo del día hicieron las mismas preguntas con respecto a su comportamiento, aunque en un principio fue tolerable alcanzó el punto de causarle incomodidad extrema, intentó excusarse afirmando haberse quedado hasta tarde realizando algún proyecto, estaba convencido de que nadie le creería como sucedía cada vez que esos acontecimientos se repetían, para su mala suerte, parecía que su pretexto cada vez funcionaba menos. Ahora podía jurar que murmuraban a sus espaldas, juzgando vilmente su extraña actitud ¡¿Que podían saber ellos?! Lo único que deseaba era estar en paz consigo mismo aunque fuese por un par de horas. Al llegar la tarde evadió su ultima clase decidido a ayudarse de una u otra forma, realizó un par de llamadas para programar una cita con su terapeuta lo antes posible, no estaba seguro si se trataba de un milagro o su notorio desespero había causado a alguna alarma en la recepcionista con la que hablaba desde el otro lado de la línea, en cualquiera de los casos fue sencillo agendar una sesión para esa misma tarde.

Su infortunio retornó en cuanto cruzó las puertas del lugar y tomó asiento en la sala de espera. Generalmente la pacifica atmósfera del lugar le ayudaba a despejar sus pensamientos y olvidarse de toda aquella pesadilla que le agobiaba desde hacía dos años, pero ahora dentro de su cabeza distintas voces tomaban turno para susurrarle que en esta ocasión buscar ayuda no tendría utilidad y que por el contrario solo empeoraría las cosas, ello provocaba que lentamente su paciencia se deteriorara hasta el punto de tornarse insoportable. Pese a que en un inicio acudir a terapia resultaba relajante ahora con el segundo aniversario de aquel acontecimiento a la vuelta de la esquina y dado a los incidentes de los últimos días no le cabía duda en que no existía poder humano capaz de ayudarle. El insomnio y la ansiedad comenzaban a comerle vivo poco a poco, sumado a ello, la llama de culpa que tanto se había esforzado en extinguir ahora ardía mas fuerte que nunca. Se culpaba a si mismo de que todo estuviese volviendo a suceder, quizá si desde un inicio hubiese hablado con la verdad no se encontraría entre la espada y la pared.

domingo, 9 de febrero de 2020

Lulú

Todo comenzó con otro viaje de campamento familiar. Mi hermano Andy, mis padres, mi tía Laura, mi tío Ben y yo siempre planeábamos un viaje anual de campamento a las montañas cercanas. Cada año nos gusta caminar un poco más alto y caminar un poco más lejos. Este año fuimos hasta cerca de 10 kilómetros y medio camino alrededor de la montaña a una llanura cubierta de hierba. Era bastante agradable, tranquilo e impasible por la vida urbana a sólo unos kilómetros por la carretera. La única parte que no me gustó fue que no había baño real así que si necesitas un poco de tranquilidad, tenías que llevar una pala y esperar a que no recoja hiedras venenosas.

Se estaba acercando el atardecer y el campo estaba todo listo y el fuego crepitaba en el centro. Tuve el mayor impulso de ir a orinar, así que le dije a mi madre que me iba a los árboles por un momento. Ella me dijo que no fuera demasiado lejos y yo asentí para mostrarle que lo entendí. Luego me fui.

Entré en la colección de árboles que se mueven lo suficiente para ver la luz.

Una vez había terminado, me abroché mis pantalones y retomaba mi camino de regreso, pero justo cuando estaba a punto de salir vi algo por el rabillo del ojo. Volví la cabeza y en un estanque a unos pocos metros de distancia había una muchacha que se lavaba las piernas. Tenía curiosidad por lo que me acerqué. Tenía el pelo desordenado negro, recogido en dos colas de caballo; no parecía mucho mayor que yo, unos trece o catorce años. Llevaba un vestido plisado uniforme desgarrado pero sin zapatos, sus piernas estaban cubiertas de moretones y cortes.

-Hey... -la vi acabando de limpiar sus piernas con el agua y me quedo en línea recta. Poco a poco se volvió hacia mí su flequillo negro, era largo y con mucha vegetación.

-Mi nombre es Rubin -le sonreí-. ¿Cuál es el tuyo?

Una niebla la rodeo, mientras ella se quedó en silencio, luego apenas podía ver los árboles detrás mío oí susurrar:

-Lulú.

-¿Lulú? Bueno, ese es un nombre lindo. Entonces, ¿Dónde vives? -miré a mi alrededor, era casi imposible ver algo, no sólo eso, sino el sol comenzaba a bajar.

-Puedo... llevarte... -murmuró suavemente tomando mi mano. Su piel era suave, incluso con los moretones, suaves y muy frías.

Yo estaba en silencio por un momento, en conflicto si debía ir con ella o no. Le di una sonrisa poco después y estuve de acuerdo para seguirla. Fuimos por el camino de tierra que estaba atestado de hojas secas y ramas caídas. En ese momento sólo me concentré en ella y no el hecho de que estaba caminando a ciegas en la niebla como si fuera una tarea cotidiana.

La niebla boscosa atenúa cuando el sol descendía. Se las arregló para conducirnos a una vieja casa abandonada de dos pisos, la niebla se espesó aún más. Ella y yo nos sentamos en el porche a ver la oscuridad.

-¿No tienes miedo… Ya sabes, de vivir aquí en el bosque sola? -pregunté con tranquilidad a Lulú. Ella abrazó sus rodillas magulladas y mantuvo los ojos ocultos.

-En realidad no, incluso con los hombres altos, asesinos y monstruos en cuatro patas, nunca estoy asustada. Nadie me visita de todos modos -explicó tan silenciosamente como había dicho su nombre.

Me sorprendió su respuesta, por un momento pensé que estaba loca. Pero, probablemente vivía aquí desde hace bastante tiempo.

-¿Entonces, de dónde eres tú?

-Un lugar muy lejos, es muy oscuro. No me gusta mucho la oscuridad, las cosas malas suceden allí." Ella tembló por un momento, y luego se sentó en silencio.

-¿Por qué te tapas la cara? -le pregunté después de sentir un escalofrío en el aire frío.

-No me gusta la gente al ver mi cara...

Más silencio misterioso rodó en el viento. Entonces me aclaré la garganta.

-¿Cuándo crees que la niebla cejará? Tendré que regresar al campamento antes de que mis padres se preocupen -la miré y ella se puso de pie, de repente algo se sentía extraño en ella. Una sensación demoníaca triste me abrumó.

-¿Tienes hambre? -preguntó ella caminando hacia la puerta.

-S-sí -me puse de pie, listo para seguirla a su interior.

Entró en la casa y yo la seguí. Dentro había una casa muy bien cuidada. Las ventanas estaban limpias, el sofá parecía suave. Había incluso luces encendidas en la zona de la cocina. Me senté en el sofá, que era agradable y suave a pesar de su tapicería aparentemente vieja.

Ella entró en el espacio habitable con un plato astillado, un plato de sopa y una cuchara de plata brillante. Ella lo puso en mi regazo y fue a buscarme una servilleta, luego desapareció subiendo unas escaleras.

Me senté solo a comer mi sopa; era dulce y cálida, me sentó bien. Comí pensando en mis padres, había estado fuera mucho tiempo y no debía haber caminado tan lejos. ¿No debería escuchar a mis padres llamándome por mi nombre, yo debería ser capaz de oír desde aquí? Fue extraño, desde que la niebla apareció.

Me despedí de mis pensamientos después de comer la sopa, estaba lleno y mis ojos se cerraron por el sueño. Dejé el plato, tazón y cuchara en la tabla individual en la habitación y me tumbé en el sofá. Mi único pensamiento era sobre la chica que desapareció en la casa mientras me quedaba a dormir. Me desperté en la oscuridad de la noche por un fuerte grito viniendo desde abajo. Me levanté del sofá y miré alrededor. No había más que las tablas que crujían y la casa aullando. Escuché por unos momentos el extraño silencio de la casa. Miré la mesa cuando volví a mi posición y me dí cuenta de que los platos no estaban.

-Lulú debe haberlos recogido... -cerré los ojos rindiendo a la somnolencia.

Como me quedaba de nuevo en mi sueño cuando ruido vino desde abajo y me sobresalte de nuevo. Esta vez me quedo claro que esto no era mi imaginación. ¿Qué pasa si Lulú estaba en peligro? Ella parecía demasiado débil para luchar contra cualquier cosa que podría haber vagado. Necesitaba asegurarme de que estaba bien. Lo último que me gustaría es que estuviera gravemente herida cuando podría haber ayudado.

Entonces maniobré cuidadosamente mi camino alrededor de la casa con poca luz. Me encontré con un cuarto de baño, un dormitorio, un armario, y luego la puerta del sótano. Toqué el pomo de la puerta y una frialdad espeluznante corrió lentamente su camino hacia abajo de mi espina dorsal. Me resistía a abrir, pero el pensamiento de Lulú me obligo a girar el pomo y abrir la puerta.

Detrás de la puerta había una escalera a oscuras, un fuerte viento frío subió las escaleras. Tosí un par de veces por el mal olor luego de dar unos pasos hacia abajo.

Al descender al sótano, el mal olor se hizo más fuerte, mi estómago comenzó a agitarse y mis ojos se humedecieron. Olía como si hubiera algo en el sótano que estuviera en descomposición. En el fondo me encontré con un interruptor y lo accioné. El sótano estaba ahora completamente iluminado, o al menos esta parte solamente. En la esquina de la habitación había otra puerta cubierta de herrumbre, profunda de color marrón .

-Lulú -grite mirando a mi alrededor, no hubo respuesta. Yo estaba empezando a preocuparme, ¿Dónde podría estar?-. ¡LULU! -grité más fuerte, más ansioso que antes. Corrí hacia la puerta en la esquina de la habitación. Agarré el mango y la abrí.

-LU-... -lo que había visto en esa habitación me hizo perder todo lo que había comido. Había un cuarto entero de cuerpos, cuerpos, podridos en descomposición allí. Vi a hombres, mujeres, y unas pocas personas de mi edad tendidos sobre el suelo algunas colgando. Lo único que todos tenían en común era el rostro. Ninguno de ellos tenía los ojos, sólo había cuencas vacías mirando a través de mí. Yo no podía soportarlo. Me aparté de la puerta y encontré algo.

Poco a poco me di la vuelta y allí estaba Lulú, los brazos y las piernas todos cubiertos de sangre. Me quedé horrorizado. Pensé que ella era tan dulce, no pensé que pudiera... Yo no podía ni siquiera imaginar la situación. Estaba deseando que todo esto fuera una pesadilla. Que nada de esto fuera real.

-Has visto demasiado... -ella me miro, su cabello moviéndose de su cara para revelar nada más que piel suave. Ella no tenía ojos.

-T…tu... c-cara... -me aparte de ella y tropecé sobre unas herramientas regadas por el suelo. Su mano tocó la superficie lisa.

-Mis ojos... no puedes verlos en este momento -ella dedicó una pequeña sonrisa como si estuviera avergonzada o incluso feliz-. Pero yo los tengo.

Yo estaba congelado; mi corazón estaba latiendo en mi pecho. Apenas podía respirar, y luego se trasladó todo el pelo de la cara.

-¿Ves? -la piel alrededor de los zócalos inexistentes comenzó a desgarrarse y sangrar. Ella comenzó a buscar tan triste, tan lastimada. Después de un momento ella tenía profundas cuencas vacías.

-Ahora que lo has visto... -ella extendió su mano hacia mí y yo la golpeé.

-¡Aléjate de mí! ¡Maldito bicho raro! -la empujé fuera del camino y torpemente corrí por las escaleras oscuras. Ella me siguió.

-¡Has visto demasiado! -escuché su eco detrás de mí mientras corría fuera de la casa en el bosque de niebla-. ¡Dame tus ojos! -miré hacia atrás y la vi de pie en el porche; No paré hasta que me tropecé con una rama y caí por una pequeña colina.

En unos momentos ella estaba sentada en mi pecho; sus manos estaban a unos centímetros de mi cara. Le di una patada y rodé hasta que ella se separó luego me dirigí a mis pies. Ella seguía gritando por mis ojos y me siguió corriendo, la sangre brotaba de la pequeña abertura en mi brazo.

Entonces ahí fue cuando me di cuenta de la laguna, yo la había conocido en ese estanque lo que significaba que mis padres no estaban muy lejos. Corrí tan rápido que tropecé en el campamento. Mi familia había saltado en mi entrada. De repente estaba tan mareado y cansado de correr. Miré a mí alrededor y vi a mi madre. Se veía tan preocupada, el campamento estaba iluminado y la niebla había desaparecido. Me relajé por un momento la sensación de seguridad me invadió y me desmayé.

Me desperté en un hospital con mi madre de pie al lado de mi cama; Yo tenía un tubo en el brazo y un yeso en el otro. Ella se inclinó para darme un beso en la frente.

-Estoy tan contenta de que estés bien. Te fuiste durante cinco minutos para ir al baño y vuelves con un brazo roto y cortes ¿Cómo te lo hiciste?

-¿C-cinco minutos? -poco a poco me senté-. ¡¿Me había ido por cinco minutos!? Pero la chica, la niebla y la casa y los cuerpos.

-¿De qué estás hablando? No había casas a nuestra vista el campamento, no hay niñas y ciertamente no hubo niebla.

Yo estaba en un punto muerto; Estaba en la niebla; Vi a la chica. Ella había tocado mi mano, ella me dio de comer, y los... los cuerpos. ¿Cómo?

Me dieron el alta en el hospital por el tiempo que eran las once y me dirigí a casa con mis padres. Una niebla había rodado pero eso era normal en las noche por aquí. Yo había puesto mi despertador cuando llegué a mi habitación y me acosté en mi cama. Bostecé y cerré los ojos. Empecé a desvanecerme. La casa estaba en silencio; la imagen de la chica estaba clara en mi mente. Tomé una respiración profunda cuando oí un sollozo.

-Dame tus ojos.


miércoles, 5 de febrero de 2020

Zero

Una chica joven con el pelo de color caramelo y ojos verdes se sentó en su jardín delantero. El sol caliente del verano caía sobre su pálida piel cubierta de moretones. Pensar que esta dulce joven fue violentamente golpeada por sus compañeros apenas unas horas antes. Alice, ese era su nombre. Ella era una chica inteligente, sin embargo, no parecía tener muchos amigos, por lo que a menudo pasaba tiempo a solas creando sus propios amigos, a los amigos imaginarios si se les quiere. Ella tenía muchos de estos amigos, de hecho, tuvo que nombrarlos a todos, con un número solo para llevar la cuenta. Fuera de todos ellos había uno que se destacaba, en particular, su nombre era Zero. Ella fue la primera de los amigos imaginarios, creada para proteger a Alice de todos sus matones. Cada vez que se burlaban de ella o cuando la herían físicamente, Zero estaba allí para protegerla. Ellas eran mejores amigas y pasaban todos los días juntas, contando sus historias, chistes y hasta se burlaban de la vecina de Alice, que estaba a cargo de vigilarla cada vez que sus padres salían de negocios. Para Alice, la vida no le era solo deprimente... Hasta ese día.

Mientras, Alice se sentó en la suave hierba, mirando hacia abajo en la calle, sintió una extraña sensación, una necesidad. Algo en el fondo de su mente la ordenaba cruzar al otro lado de la calle. Cuando la idea finalmente la consumió, saltó a la pequeña calle del barrio, sus pies descalzos golpearon el pavimento caliente, observando cuidadosamente cada paso mientras cruzaba. Cuando levantó la vista vio venir algo hacia ella, un gran camión blanco. Sus ojos estaban desorbitados de horror, se quedaron allí, sin realizar ningún movimiento, estaba en estado de shock. Preparándose para el gran impacto que se iba a ocasionar. Hubo un fuerte chillido estridente que produjo la goma contra el hormigón. El vehículo giró en otra dirección cayendo abajo de la colina grande situada enfrente de su casa. Oyó el crujido de metal y el grito de una mujer, ya que siguió rodando hasta que chocó contra un gran árbol en la base. Solo bastó un momento para que el desmantelado vehículo estallara en inmensas llamas, el humo escalaba el lado del árbol.

Los pálidos ojos de Alice se quedaron mirando la tragedia, y como la puerta del conductor se abría, alguien salió arrastrándose desesperado, agarrando el suelo del bosque. El padre de Alice se quedó mirando a la colina, a su hija amorosa, cubierto de su propia sangre carmesí y las brillantes llamas rojas que lo rodeaban. Gritó desesperadamente, no podía moverse, su pierna se encontraba atrapada entre la rueda y el metal, el dolor que fluía a través de su cuerpo era demasiado. Sus gritos se silenciaron y él dejó de moverse.

Mientras las llamas rojas consumían la escena, Alice vio a alguien en el asiento pasajero, su amorosa madre, la cuál también moría consumida por las llamas. Alice cayó de rodillas, con lágrimas cálidas que fluyeron por sus mejillas y nariz chorreando por la barbilla.

-¡MAMÁ! ¡PAPÁ! -grito ella, siendo testigo de toda la horrible escena. El dolor y la tristeza llenaban todo su cuerpo, la reproducción de la escena una y otra vez en su cabeza. Las llamas rojas y la sangre carmesí... fue lo último que vio de sus padres ese día de verano caluroso.

Después del accidente de sus padres, a su vecino el Sr. Rogers, le tomó en un sentimiento de culpa. Lo odiaba, era un hombre sucio y estaba borracho casi cada minuto de cada día. Pero ella lo odiaba aún más por no estar vigilándola ese día, a causa de él... ella mató a sus padres. Pero no había nadie más, ni familia ni amigos, la dejaron sola, la miseria de ser su única compañía.

Muchos años más tarde, la morena luz se sienta en su clase de historia, garabateando gente pequeña de dibujos animados en su cuaderno de bocetos. A medida que dibujaba el pelo de alguien, algo violentamente la sacó de su concentración. Una mano arrugada en un concurso con un gran cero en él cubrió su trabajo.

-Alice, le sugiero realmente que preste atención en mi salón de clases, no es necesario otro cero -dijo la arrugada profesora de historia de Alice.

Alice de repente se sintió confusa. Algo sobre lo que acaba de decir... le molestaba, pero ella no sabía lo que era.

-S... sí, señora Kirst -dijo Alice intentando no hacer contacto visual.

Mientras estaba sentada en clase, se pregunto que es lo que le estaba pasando, pero su cabeza seguía cada vez más tensa, hasta que sintió como si estuviera a punto de vomitar. Ella pidió permiso para retirarse, y rápidamente corrió hacia los baños.

Alice se echó agua fría en su ardiente cara mirándose en el espejo. Pero saltó hacia atrás con el corazón palpitante, cuando vio su reflejo. Ella podría haberse jurado no verse a sí misma... tuvo que pestañear.

Unas horas más tarde, ella se sienta en su clase de arte, viendo a sus compañeros de trabajo ocupados en sus proyectos. Al hacerlo, sin darse cuenta; su mano se deslizó y se encuentra con una hoja de afeitar, un corte muy profundo aparece en su muñeca. Líquido rojo se vierte su trabajo. Pero aún así ella no se percata. Antes de darse cuenta, el profesor ya la estaba mirando con los ojos muy abiertos, sin más remedio; la llevó a la enfermería.

Cuando regresó, ella ocultó su rostro con su capucha y volvió a su asiento. Pero ella sin sentarse aún, se le congeló el cuerpo al ver unos extraños círculos rojos cubriendo por completo su trabajo y su escritorio. Toda esta situación la hizo temblar, y tan pronto como la campana sonó, ella salió corriendo a los pasillos.

Antes de salir de la escuela, fue recibida por una sonrisa familiar.

-¡Hola Alice, bienvenida al país de las maravillas! -dijo la chica de pelo rubio corto y con ojos marrones, echándole los brazos hacia arriba y haciendo un gesto hacia toda la calle como si fuera a ser una sorpresa.

-Puede que no, Ann -dijo Alice con una mirada seria.

-¡Vamos, anímate! De todas formas, ¿vas a hacer la tarea? -dijo Ann descansando sus manos detrás de su cabeza y capturando los copos de nieve con su pequeña lengua rosada.

-Vas a tener que ir haciendo tus propios trabajos con el tiempo... ya sabes. Yo no voy a estar aquí por siempre.

-Sí que lo estarás, porque yo no voy a dejar que te vayas -alegó Ann lanzando su brazo alrededor del hombro de Alice, así como caminaban por la carretera de invierno.

Mientras seguían caminando, se hicieron bromas y chistes entre sí, hasta que por fin llegaron a la casa de Ann. Se despidieron y entonces Alice entró con confianza en el bosque, a ella le gustaba, todo era muy tranquilo, el sol amarillo que golpeaba el terreno blanco sin tocar y las sombras delgadas de los Arsin. Lo único que la molestaba, era el significado de saber que ella volvería a ese horrible lugar, al que algunos llamarían "hogar". Abrió la puerta chirriante y poco a poco, en silencio entró en la fría casa. Contuvo la respiración así como a la vez caminaba en la sala de estar.

-¡Ahí estás, perra! -gritó un hombre rudo que la agarró del brazo. Alice chilló mientras tiraba de espaldas mirando directamente a los ojos del hombre con disgusto. El rostro de Alice se puso roja, mientras el nudo llenaba su garganta.

-¿Qué es esto? ¿Eh? -dijo tirando de ella hacia la esquina de la cocina en el mostrador cubierto de latas de cerveza y cajas de comida en el microondas.

-¡Mierda! Me olvidé de limpiar esta mañana! -pensó ella para sí misma.

-Lo-lo siento, yo solo tenía que llegar a la escue... -fue silenciada por el sólido puño del Sr. Rogers en su cara.

-¡No necesito más estúpidas excusas! ¡Que no se repita nunca más! O te arrepentirás, te lo juro -dijo arrojándola al suelo de baldosas, caminó de regreso a la sala, dejó caer su gran cuerpo obeso sobre el sofá polvoriento.

Alice rápidamente se puso de pie, se fue a tirar la basura y a hacer la limpieza de los contadores silenciosamente con pánico. Esto no era raro, cada vez que había hecho algo malo, el hombre borracho se enojaba y la golpeaba, por lo que ella hizo lo que le dijo y se escondió en su habitación.

Ella contuvo las emociones hirviendo por dentro, tristeza, confusión y rabia. Después ella rápidamente caminó por las escaleras a su pequeño dormitorio. Era un cuarto oscuro, las paredes estaban cubiertas con sus dibujos favoritos, una pequeña cama en el centro y un armario en la esquina. Esta era su única vía de escape, el único lugar donde podía ser libre. Nadie entraba, solo ella, nadie más.

Al día siguiente, mientras caminaba por el bosque lleno de nieve, salió a la carretera en el otro extremo a toda velocidad al caminar por la acera. Ella no cruzó el camino que usaba normalmente, simplemente caminó rápidamente, su sudadera negra favorita cubría su gran herida negra y azulada en su cara. No podía decírselo a nadie, quién sabe lo que haría el Sr. Rogers...

-¡Alice! ¡Ey, espera! -dijo una voz familiar desde atrás.

-¡Ey, Ann! -respondió Alice con una voz monótona y fija frente a ella.

Ann agotada, agarraba el hombro de Alice mientras ella se quedaba sin aliento. Alice volvió la cabeza, mirando hacia el bosque y Ann caminaba a su lado.

-¿Qué pasa con la capucha? ¿Vas a vender algunos medicamentos? -Ann se rió para sus adentros.

- No, solo..... ya sabes..... tengo frío -dijo ella suavemente.

Ann sonrió y le arrancó la capucha, y se quedó con los ojos abiertos como platos.

-¡Oh, Dios mío! ¡¿Qué ha pasado?! ¿Estás bien? -dijo Ann inspeccionando cerca el ojo negro.

-¡Sí, sí! Estoy bien, solo... resbalé y me di un golpe en el mostrador -dijo ella, en voz baja riendo nerviosamente.

Ann la miró a la cara con dureza. Ella sabía que Alice estaba mintiendo.

-Hmm, si tú lo dices. Así, si necesitas a alguien, sabes que siempre estaré para ti -dijo lanzando su brazo sobre su hombro mostrando confianza.

Alice asintió mientras caminaban rumbo a la escuela.

Su día continuó, la gente se fijó en su ojo mientras andaban, algunas personas preguntaban por ella y ella les daba a todos la misma respuesta:

-Fue un accidente.

Esto era raro para ella, por lo general, la gente no le hacía caso, incluso a veces, sin dar siquiera una mirada. Pero a ella no le gustaba toda la atención que estaba recibiendo, por lo que llevó la capucha puesta la mayor parte del día. Después de la escuela, rápidamente salió del edificio sin esperar a su única amiga. Caminó a través del campus, tropezando en los peldaños de las escaleras cortas, hasta lograr ver dos figuras que caminaban hacia ella. Ella miró al suelo, observando el movimiento de hormigón debajo de sus pies. Mientras caminaba, un pie bloqueó sus pasos tropezando Alice en el piso de concreto duro. La mano y el codo dejaron caer su mayoría, pero enviaron sus cuadernos y bloc de dibujo volando delante de ella. Con la cara roja de vergüenza, ella se retorcía sobre sus rodillas, agarrando sus libros en pánico. Riendo estalló por todas partes a su alrededor, su cara se convirtió en un color rojo oscuro.

-Claro, ahora la gente me nota -pensó ella para sí misma.

Cuando ella agarró el último cuaderno sintió que algo golpeó la parte trasera de su cabeza, líquido marrón saltó en todas direcciones, que goteaban leche achocolatada de su flequillo y en su rostro. Se quedó inmóvil, algo tiró de la parte posterior de su mente. Ella sintió su sangre hervir de rabia hasta que.... ella acaba.... espetó.

Dejarlo todo, se levantó, se dio la vuelta y corrió hacia una de las figuras que la había disparado. Los ojos del chico alto se abrieron en estado de shock cuando el puño de Alice le golpeó en el estómago, llegando en su caja torácica. Cayó hacia atrás sibilancias, tos con.... la sangre. Mientras estaba sentado en el concreto que abraza su estómago su rodilla chocó contra el costado de su cabeza. Tosió más carmesí cuando.... Alice agarró la pierna y, con el pie, lo rompió. Un fuerte crujido resonó contra las paredes de ladrillo de la escuela. Se fue por su brazo cuando vio la segunda figura correr hacia ella.

Ella lo esquivó golpeando el codo en su espalda, envió su cuerpo hacia el concreto. El chico más pequeño rápidamente se dio la vuelta, Alice, sentada encima de su estómago, perforando su rostro dañado, una y otra y otra vez, hasta que se podía ver la sangre verter de la nariz y la boca. Él luchó para detenerla, pero estaba demasiado débil, no tenía más remedio que acaba de tomar todas y cada golpe.

-¡ALICE! ¡ALTO! -oyó a alguien gritar, correr hacia la escena.

Ella levantó la vista que coloca en otro golpe de mano, pero se detuvo cuando vio la expresión de horror en los rostros de todos, incluido el de Ann. Ella salió del estado terrible en el que había entrado y se miró los nudillos ensangrentados y la cara destrozada del muchacho.

-¡Qué he hecho! ¡No soy yo, yo no lo hice! ¡Por lo menos no era mi intención! -pensó ella. Lágrimas llenaron sus ojos. Se puso de pie con rapidez alejándose de las dos víctimas mutiladas, y corrió fuera de la escuela. Hacia el bosque.

Corrió a su cuarto de baño, buscando en el armario la medicina para limpiar las heridas que se había causado a sí misma. Se sirvió alcohol en los cortes y los usó para lavar la sangre. Observó las pequeñas burbujas de espuma blanca en el interior de cada corte en sus manos y el codo. Una vez que ella vendó sus heridas, apoyó las manos sobre el mostrador y miro a sí misma en el espejo del baño.

-¿Qué acabo de hacer? ¡No me siento yo misma! ¿Si yo hubiera hecho esto antes? -susurró para sí, misma, preguntas pasaban por su cabeza.

-Oh, no..... por supuesto que no. Fui yo, solo deseaba protegerte..... -respondió su boca, usando su propia voz.

Alice saltó hacia atrás, los ojos se le abrieron como platos, la cara se le puso pálida. Era increíble, pero su reflejo acababa de hablar con ella.

-¡Qué! ¡¿Qui-quién eres tú?! -le preguntó tartamudeando.Tras una larga pausa, la voz ronca por fin habló una vez más.

-Yo soy tu mejor amiga. ¿No te acuerdas? -dijeron sus mismos labios.

Pestañeó para que las lágrimas se contuviesen. Su cabeza comenzó a a dar vueltas con fuerza mientras que ella caía al suelo gritando. La voz estaba dentro de su cabeza, repitiendo la misma frase una y otra vez.

-¿No te acuerdas de mí, Alice. Soy tu mejor amiga.... tu única amiga, Zero...


viernes, 24 de enero de 2020

Judge Angels

Hoy fue un día importante para los Clark; después de 9 meses, la señora Clark finalmente dio a luz a su hija. Todo el mundo en la región sabía sobre el señor Clark, el juez famoso y serio que vivía allí.

Después de unas horas, la enfermera encargada de ayudar en el parto de la niña salió de la sala con una expresión de preocupación en su rostro, y se dirigió a la sala de espera del hospital, donde se encontraba el señor Clark.

- Um, señor. Clark... -la enfermera lo miró con una expresión impactante en su cara.

- ¿Sí? ¿Qué es? -el señor Clark miro a la mujer, que entró en pánico cuando éste frunció el ceño.

- Uh... es posible que tenga que verlo usted mismo, señor Clark...

- ¿Qué es lo que debería ver? ¿Por qué no me dices eso ahora? -respondió el hombre levantándose de la silla frustrado.

- Bueno... su hija parece ser un poco... -comenzó a explicar retrocediendo a pasos lentos con notable miedo hacia el hombre delante suyo- especial -dijo finalmente.

Esa palabra fue lo que disparó la carrera del señor Clark hacia la sala de partos donde se encontraba su mujer, aun tumbada en la camilla de hospital intentando recuperar las fuerzas que el nacimiento de su bebé le había quitado. Cuando el hombre hizo su aparición en la sala todo fue silencio.

El recién nacido era una niña, pero su pelo era rubio como el sol, a diferencia de sus padres; la señora Clark era pelirroja, mientras que el Sr. Clark tenía el cabello marrón. Lo más sorprendente, sin embargo, era que la chica tenia un par de ojos aterradores; sus ojos eran completamente negros con un pequeño brillo singular; la pupila era de un negro aún más profundo.

- ¿¡Qué criatura monstruosa es eso?! -gritó el Sr. Clark con furia. Nadie hablo en respuesta. De pronto, el señor Clark agarró a la Sra. Clark, que aún estaba descansando-. No te hiciste líos con otra persona, ¡¿verdad?! ¿para dar a luz a semejante monstruo!?

- Su mujer está muy débil en estos momentos, Sr. Clark. Por favor...

- ¡Como si me importara! -empujó a la enfermera, que cayó de espaldas sobre la cama-. Pediré a mi abogado para que venga aquí -concluyo el Sr. Clark, saliendo de la habitación.

Unos días más tarde, el abogado, Sr. Taylor, llego.

- Sr. Clark, en cuanto a la niña... ella es su hija, sin duda; la prueba de ADN lo confirma, y las revisiones a los ojos muestran que su vista es normal. El médico llegó a decir que nunca había visto un caso como éste. Sus ojos son de color negro, pero ella no tiene ningún problema en su vista, de hecho, su visión es dos veces mejor que la de una persona normal -finalizó Taylor poniéndose de pie frente al escritorio del señor Clark y depositando sobre ésta una pila de documentos con información de la niña.

- Pero ella es un monstruo. Ella no es perfecta; lo que quiero es un niño perfecto -dijo el Sr. Clark, sin siquiera tomar un vistazo a los documentos.

- Entonces... ¿qué debemos hacer? ¿Dejarla en el orfanato? -dijo Taylor.

- No, eso afectaría a la impresión que tiene la gente sobre mí... Si ese es el caso, entonces no voy a dejar que vaya a la escuela. Voy a contratar tutores para enseñarle. No dejes que nadie la vea. Ah, también, diles a las enfermeras que ayudaron en el parto a no decirle a nadie sobre esto. Esta es una muy mala impresión de nuestra familia -cerró su libro y miró a Taylor-. Si ocurre algún accidente, simplemente acabare con ella... Ella es un fracaso, después de todo...


Trece años más tarde, Dina Ángela Clark, la chica extraordinaria, no le gustaba hablar, posiblemente porque ella fue encerrada en la mansión durante toda su vida por su padre, por lo tanto, se volvió una anti-social. Dina sabía que su padre era un juez muy famoso, y que él hacía las cosas de manera muy justa, siempre vía las cosas desde un punto de vista neutral, al menos en su trabajo. Sin embargo, él siempre buscaba la perfección en todo, por lo que tiene una muy mala relación con Dina. A pesar de que sus padres nunca se llevaron bien entre sí antes ni después de que ella naciera, se sentía culpable de que entre ellos ya no existiera amor.

Dina nunca había salido antes debido a sus ojos. Observándose en el espejo, se dio cuenta que sus ojos no eran completamente negros, mirando de cerca, podían verse pequeños destellos en ellos, como una pequeña galaxia. Ella ha menudo se fascinaba mirando sus propios ojos en cualquier reflejo. Su cabello rubio lo llevaba corto y desordenado, por lo general era su madre la que lo cepillaba.

A la señora Clark no le importaba la apariencia de Dina, ella era su hija y la amaba; cuando no estaba al lado de su hija, pensaba en ella. Por supuesto, ella siempre sabía lo que su marido (que no le gustaba en absoluto su hija) estaba haciendo.

Dina no tenía ningún amigo. Su padre la había encarcelando en casa toda su vida, y aunque la mansión era realmente enorme, ella se sentía muy sola. Ella solía tener pensamientos sobre lo que era tener un amigo, a veces se dejaba llevar y mantenía largas conversaciones consigo misma. En la actualidad, la única persona con la que compartía era su madre, por lo que realmente la adoraba. Dina pensaba en estas cosas mientras observaba a los niños jugando alrededor del parque cerca de su casa.

De repente, alguien llamó a la puerta la habitación de Dina. Era la Sra. Clark.

- Dina, iré al centro comercial ¿Quieres que compre algo para ti? -terminó de decir, y miro a Dina.

- No, gracias.

- Pero querida, no has estado comiendo nada últimamente, y pareces más delgada que antes... te voy a comprar algo para comer después -la Sra. Clark salió de la habitación antes de que Dina pudiera contrariarla.

- Te dije que no quiero... -dijo suspirando.

A pesar de decir que no, Dina realmente agradecería probar algo del exterior; ropa, comida, todo era interesante para ella ahora. Quería probar algo del mundo exterior, pero no... Desde que nació, una criada fue contratada por la familia, su nombre era Maisha, y su trabajo consistía en cuidar de Dina. Pero el trabajo de la criada era en realidad, mantener informado al señor Clark. Invirtió un montón de dinero para contratar a esta mujer, que tenía un montón de antecedentes penales, para prevenir que Dina le cause problemas, mas que para protegerla.

Después de todo, Dina cavilaba ¿quién sabe lo que haré con él? Llegado a este punto, la mayoría de las personas dejarían de pensar ahí, pero Dina no lo quería ni sentía vergüenza en aceptar sus más profundos deseos.

- Si puedo, me gustaría matarlo.

Pocos días antes de Navidad, Dina no estaba muy entusiasmada con las fiestas, ya que ella siempre pasaba la Navidad como si fuera un día normal, no lo celebraban. Afortunadamente, cada vez que era su cumpleaños, la señora Clark siempre preparaba un pequeño pastel para celebrar con ella; no lo sabía todavía, pero gracias a su madre, Dina siempre recordaría su más temprana infancia como algo valioso.

- Ya que no voy a tener ninguna tutoría hoy, haré lo que suelo hacer -pensó Dina. Se levantó de la cama, salió de la habitación, y empezó a deambular por la casa. A pesar de que el Sr. Clark la encerraba en la casa, nunca dijo nada acerca de pasear alrededor de la morada. Era bueno que la casa fuera grande. Que la familia fuera más o menos la más rica de la región, nunca le pareció algo bueno a Dina, si para mantener tu fortuna debías ser tan arrogante como su padre, no quería tener nada que ver con eso.

A pesar de que estaba estrictamente prohibido para Dina entrar en la sala de colecciones del Sr. Clark, ella siempre se colaba en ella. En esa habitación, podía permanecer durante mucho tiempo, observando una cosa que realmente le llamaba la atención, una espada de color blanco. La espada descansaba tras un aparador de cristal, y estaba aislada de las otras colecciones, como si se tratará de algo realmente especial.

Siempre que Dina se acercaba a la espada, se creaba una resonancia sin sonido, y la espada brillaba de un color plateado. Dina se quedaba durante horas para contemplar la espada. Según su madre, había una leyenda que decía que la espada perteneció originalmente a un ángel y que, durante una guerra, ésta cayó accidentalmente en el mundo humano, y nunca fue reclamada por el ángel de nuevo. Sin embargo, desde entonces, los humanos del mundo comenzaron a usarla por diferentes razones; dicen que algunas veces se utilizó para matar, para proteger, para beneficios personales, etc. Y así la espada fue pasando de dueño en dueño durante muchos, muchos años. También sabía que, si la espada lo consideraba, podía establecer una conexión con su amo por toda la eternidad. Esto último Dina no recordaba quien se lo había dicho, simplemente lo sabía.

- Esa hermosa espada... -los ojos negros de Dina reflejaban la imagen de la espada. Cada vez que ponía sus manos sobre el aparador, sentía como sus palmas eran jaladas hacia el vidrio, esta vez no fue diferente. De repente, oyó pasos acercándose, así que ella se escondió. La puerta se abrió y por ella entró Maisha; haciendo su patrullaje diario. Era obvio que la estaba buscando, ya sabían que había salido de su habitación sin permiso.

Todo lo que pudo hacer fue mirarla con odio. Dina salió de su escondite tan pronto como Maisha salió de la sala de colecciones.

Por la noche, la señora Clark regresó a casa con un montón de cosas que había comprado en el centro comercial; casi todo eran suministros de uso diario. Lamentablemente, se encuentró con el Sr. Clark, que no aparecía a menudo en la puerta principal.

- ¿Qué has comprado? -dijo el Sr. Clark. Agarró con tanta fuerza el brazo de su madre, que algunos artículos cayeron al suelo, incluyendo el chocolate que había comprado en secreto.

- ¿Por qué compraste esto? Es por ese monstruo ¡¿no?! ¿Cómo te atreves a comprar estas cosas en secreto? -lleno de furia, empujo a la Sra. Clark al suelo, pero antes de que pudiera seguir humillándola, Dina apareció y se interpuso entre sus padres.

- ¡Padre! ¿¡Qué demonios estás haciendo?!

- No tienes derecho a llamarme "Padre", ¡monstruo! Sólo la más perfecta puede llamarme así! -sin entender lo que su padre quiso decir, recibió una bofetada que la tumbó. Cuando recobró la conciencia, pudo mirar como su padre se iba.

Dina ayudo a su madre a levantarse y, no sin antes asegurarse de que su padre se hubiera ido, le preguntó.

- Mamá ¿estás bien?

- No te preocupes, estoy bien. Estoy bastante de mala suerte hoy. ¿Y tú, querida?

- Estoy bien... Pero yo te dije que no compres nada para mí, Si papá lo ve...

- No importa... Ya que eres mi única hija... -la Sra. Clark tocó la cara de Dina con cuidado y antes de que ella pudiera decir algo, añadió-. Vamos a dormir juntas esta noche, Dina.

La verdad era que la señora Clark no podía escapar de su marido, aunque ella quisiera; había pensado en divorciarse, pero no podía renunciar a Dina, e incluso si se hubiera realizado correctamente, lo más probable era que el señor Clark usaría todas sus influencias para no dejarlas ir nunca.


- Madre...

La señora Clark se incorporó en la cama, mientras que Dina apoyaba su cabeza en el regazo de su madre.

- ¿Sí? -la Sra. Clark tocó el pelo de Dina suavemente. Le encantaba que lo hiciera.

- Madre... ¿Me odias? Mis ojos... -miro a su madre con sus ojos negros, intentando no pensar en la idea de no ser aceptada por su madre.

- Por supuesto que no... mami realmente ama tus ojos únicos. Tu eres mi ángel después de todo.

- Ángel... -de repente recordó la espada en la sala de colecciones-. Madre, ¿quieres escapar... de esta casa?

- Sí... siempre he querido...

- ¡Entonces vamos a huir juntas! ¡Vamos a dejar este lugar! ¡Y vamos a encontrar un lugar donde nadie nunca nos encontrara, para vivir!

Dina sostuvo la mano de su madre.

- Pero Dina... tu padre es una persona famosa, y él conoce a un montón de gente, si él nos llegará a encontrar... ¡No nos gustaría estar en una situación como esa! -dijo la señora Clark mientras bajaba la cabeza.

- Pero madre... ¿de verdad quieres vivir toda tu vida con un trato tan duro como el de mi padre? ¡Ambas sabemos que un día habré terminado con él, así que ¡Vamos a escapar de este lugar antes de que eso ocurra!

Los ojos de Dina estaban llenos de esperanza, y su madre, sabiendo que era una mala idea, tomó la mano de su hija y le dijo:

- Está bien...

- Entonces... ¡vamos a correr lejos en Nochebuena! ¡He preparado el plan ya! -sentenció antes de comenzar a explicarle su plan hasta el amanecer.

El tiempo vuela, y el día de la víspera de Navidad había llegado. Madre e hija se escaparían de casa hoy, este lugar ya no era su casa, para ella era el infierno. El amo de esta morada era un juez, y él era la ley. Dina había estado esperando este día, había preparado todo, y ahora sólo tenía que esperar a la noche para huir. Miro su reloj, eran las 5:00 de la tarde.

- Hm... creo que ya es hora -dijo al mismo tiempo que sujetaba su colgante. Lo había comprado en secreto, había salido a escondidas de la casa a una tienda de antigüedades cerca de su casa. La tienda vendía muchas cosas interesantes, incluyendo el colgante; ese día Dina se había escabullido llevando puesto un disfraz de ángel, pensó que la gente no se fijaría en ella. De todas formas, ella iba a obsequiárselo a su querida madre.

De repente alguien golpeó la puerta de la habitación de Dina, era la señora Clark, cubierta de sangre, corriendo y gritando.

- ¡Corre, Dina! -antes de que Dina pueda reaccionar, el Sr. Clark empujó a la Sra. Clark por detrás, camino hacia Dina y la agarró del brazo con desmedida fuerza.

- ¡Maldito monstruo! ¡Te voy a matar! ¿¡Cómo te atreves a salir a escondidas afuera?! ¡¿Por lo menos entiendes lo que has hecho, si alguien hubiera tomado una foto, alegando que vieron a un monstruo de ojos negros entrar en nuestra casa?! ¡Pensé que tal vez no era para tanto, pero ahora nuestro jardín está lleno de periodistas! -justo después de concluir, lanza a Dina a hacia un lado. Su cabeza golpeó el borde de la mesa y perdió el conocimiento.

Cuando Dina recuperó la conciencia, se dio cuenta de que el suelo estaba muy frío y el aire se sentía bastante húmedo, estaba en el calabozo. Su familia era muy antigua, por lo que no era raro que hubiera una mazmorra en el sótano.

- Ahora que lo pienso, el gusto de mi padre en esto realmente me da asco -pensó Dina. Se levantó y se paseó por el lugar, buscando sin éxito otra salida que no fuera la puerta de barrotes de hierro del calabozo.

No había nada allí, y a pesar de que el cuerpo de Dina era muy delgado, no le era posible escapar a través de las barras de metal. De repente, Dina oye que alguien se acercaba a ella. Se quedo mirando a la persona de comenzó a distinguirse cada vez más en la oscuridad.

- Hey, tú, pequeño monstruo ¿Cómo se siente estar aquí? -esas palabras provenían de Maisha-. Yo sabía de tus planes desde el principio, y por eso envié fotos de ti a los reporteros de las noticias, fea -le dedicó a Dina una mirada llena de desprecio-. Tu, chica bestia...

- Oh ¿pero no eres tú lo mismo? También estás siendo controlada por mi padre ¿verdad? Obligadas a depender de mi padre, porque para eso... maldita mujer... ¡Tú no eres diferente de un monstruo! Pensaste que no sabía cómo seduces a mi padre cada noche ¿verdad? -rió como una loca al ver la cara de sorprendida de la mujer-. Puta, ¡zorra, zorra, zorra! -repitió sin parar, hasta que Maisha, irritada, abrió la puerta del calabozo para darle un par de golpes. Solo hasta que tosa sangre, pensó.

- Ya basta  ¡te estas convirtiendo en una loca, monstruo! ¡Tu padre me dijo podía terminar contigo cuando yo quisiera! -grito Maisha mientras le pisaba la cabeza a Dina-. Esto será suficiente...

- Suficiente... ¿eh? -lo dijo y comenzó a reírse espeluznante e histéricamente mientras ampliaba sus ojos negros.- ¡No! -agarro el tobillo de Maisha con una fuerza renovada, ésta gritó asustada-. ¡La que va a ser castigado eres tú! -se puso rápidamente de pie y mientras Maisha caía por la presa de su tobillo, Dina destrozó la rodilla de la mujer con su otra mano, del impacto alcanzo a vislumbrar un efímero destello blanco, que termino antes de que se diera cuenta del reguero de sangre y astillas de hueso que envolvían su mano. El dolor que sintió Maisha la hizo gritar enloquecidamente, entre lagrimas y mucus.

Se sentó sobre Maisha, mientras la abofetea, rasguñaba y golpeaba, se preguntaba porque se había tardado tanto en hacer esto.

- ¡Grita perra! -bramó antes de estrangular a Maisha-. ¡No debiste provocarme! ¡Nunca debes provocar a un ángel.

Maisha lucha como nunca; sus uñas con fiereza sobre la blanca piel de Dina y le rasgó el brazo hasta exponer su carne viva, pero ella no sintió nada, su nueva determinación la embriaga a continuar, porque sabía que la persona en frente de ella tiene que ser castigada.

- Esto es lo correcto Maisha, sabes todo lo que has hecho y yo también, así que tengo que juzgarte... Maisha Qwest... -la cara de ángel se acercó a la de la mujer, sus cuencas negras miraban fijamente los asfixiados ojos, la mujer miraba hacia todos lados en un inútil intento de escape-. Lo que has hecho no puede escapar de los ojos de un ángel, así que ahora anunciare... que eres... -estranguló a Maisha aún más fuerte y susurró junto a los oídos de la mujer- culpable.

Dina apretó una última vez, hasta sentir la columna de Maisha, ahora todo estaba en silencio. Después de asegurarse de que Maisha no respiraba más, se puso de pie emocionada.

- ¡Menos mal... he matado a alguien... yo maté a alguien...! -rió histéricamente mientras se abrazaba a sí misma, al fin había hecho lo que siempre había querido hacer-. Es hora de más ensayos...

Ella llegó a la sala de colecciones, y camino hacia el aparador de cristal, mirando la espada con una mirada fría.

- Es la hora. Ven... -a pesar de lo que había dicho de dejar este lugar, algo había cambiado sus planes, iba a terminar con esto de una vez por todas, y después se iría junto a su madre.

Una hora más tarde, Dina, todavía cubierta de sangre, llegó a la oficina del señor Clark.

- Padre...... Jejeje... -abrió la puerta de la oficina poco a poco, pero no vio señales de su padre. Sin embargo, justo antes de irse, vio a alguien tirado en el suelo. Se acercó al bulto para poder ver quien era, pero no hizo falta mucho, reconoció a la persona con claridad.

- ¡¡Madre!! -corrió hacia su madre, y la sostuvo, estaba cubierta de heridas, había sido apuñalada con un cuchillo; su madre ya no estaba respirando-. ¡¡¡No, no, no!!! ¡Madre! -pero ella no respondió. Su querida madre se había ido.

Lloró descontroladamente mientras abrazaba el cadáver inerte de su madre, pero una extraña sensación la hizo salir de su trance, era la espada. Alguien se estaba acercando y la hoja anhelaba su sangre. Cuando la persona entró en la habitación, Dina blandió la espada en una larga vuelta antes de dejarla caer sobre el juez.

- Hola, padre. -lo único que escucho en respuesta fue un desgarrador grito de dolor, con la poca luz que había en la casa, solo pudo distinguir como una de las piernas de su padre se separaba limpiamente del resto de su cuerpo. El Sr. Clark cayó aparatosamente al suelo, sujetando su muñón en un inútil intento por contener la hemorragia, pero Dina le pisó su herida para que se quedará quieto, una vez más dejó caer la afilada hoja sobre el otro pie de su padre.

- ¡Ahhhhhhh! -gritó el Sr. Clark.

- Padre... pensé que te habías ido... sería realmente apresurado ya que tú eres... he he he... -rió Dina antes de apuñalarlo en el estómago. Una y otra y otra vez, el frenesí de estocadas pulverizó su vientre, dando lugar a un río de sangre que comenzó a extenderse por toda la sala.

- ¿Qué está pasando padre? ¿No eras tan fuerte? ¿Cómo puedes morir así, por un monstruo? -los ojos de Dina se llenaron de pensamientos locos y asesinos-. Tú sabes ¡se siente tan bien juzgar y condenar a la gente! Tal vez voy a convertirme en una gran juez algún día...

- Juez... ¿cómo demonios va un monstruo poder convertirse en un juez? Un juez es... sólo es adecuado para aquellos que son justo y perfectos... -sentenció el Sr. Clark antes de enterrar la blanca espada en su pecho:

- ¡Tú... tú monstruo!!

- ¿Monstruo? No, no, no... ¡Yo soy un ángel! ¡Un ángel que nació a castigar! -levantó su espada-. Daniel Clark... Ahora anunciaré... que eres... ¡Culpable! -decapitó a su padre antes de que tuviera tiempo de reaccionar. El cuerpo mutilado se derrumbó hacia un lado, tiritando enérgicamente como si tuviera frío. Dina recogió la cabeza de su padre, que todavía contraía las pupilas con una mueca de horror-. Padre... Yo lo sabía todo... Lo que has hecho hasta ahora, lo he visto con mis ojos, no se como explicarlo, debiste haberme tratado como a un ser humano normal.

Dina sentía como su cuerpo hervía, adoraba la sensación. Consideraba que todo lo que había hecho era razonable. Agarró la espada con fuerza y la agitó en todas direcciones, como atacando a enemigos imaginarios. Había perdido la razón.


- No te preocupes mamá... voy a encontrar un buen lugar para enterrarte -dijo Dina al cadáver de su madre, mientras suavemente acariciaba su cabello. Antes de guardarla en una maleta, Dina se cambió de ropa a un vestido blanco, que mostraba mejor su tez blanca. La espada, antes de colgarla al hombro, creó una resonancia para expresarle su alegría a Dina.

- ¿Es así? Jejeje... Así es, ¡Ahora soy tu ama! Hehehehe... ¡Yo soy un ángel! Tengo el derecho de decidir si las personas viven o mueren por mí.

Dina balanceaba la espada, mientras hablaba con la hoja. Salió de la casa con una maleta pesada, y se encaminó hacia el bosque; miró a la mansión quemándose antes de desaparecer en el bosque.

Hubo un incendio en la mansión de los Clark esa noche. Cuando los policías y los bomberos llegaron, descubrieron grandes cantidades de cadáveres decapitados. Los policías sospechaban que la mayoría de los cadáveres eran de los sirvientes de los Clark. Por supuesto, también encontraron el cuerpo del Sr. Clark, sin cabeza, su quemado cráneo fue descubierto en la chimenea. El cuerpo de la señora Clark no fue encontrado, pero se supuso que también había muerto, ya que encontraron su sangre en la oficina del señor Clark. Taylor, abogado del Sr. Clark, también fue encontrado muerto después de que el fuego se inició; él también murió decapitado.

Vecinos del señor Clark fueron cuestionados si la familia tenía un hijo o no; todos ellos respondieron que no, no había datos que corroborarán que los Clark tuvieron un hijo.


Un mes más tarde.

- Buenos días, aquí David en las noticias de la mañana. Parece que algunas personas han sido testigos de una chica que vestía de blanco y que empuñaba una espada anoche. Vamos a pedir a algunos de los testigos su anécdota sobre el incidente.

- ¡Ella es un ángel! ¡Vi sus alas!

- ¡Ella es un fantasma blanco!

- ¡Ella está aquí para juzgar! ¡Ella va a tomar nuestras vidas!



jueves, 2 de enero de 2020

Jeff the Killer vs Jane the Killer

Jeff caminaba con sus sudadera por las oscuras calles de la ciudad, llevaba su típica ropa de siempre y como siempre llevaba su cuchillo en sus bolsillos escondido. Eran ya mas de las 1 de la madrugada cuando sintió que alguien lo seguía, volteo rápidamente, y no vio a nadie detrás. Siguió caminando y la sensación de seguir estando perseguido también persistía. Volteo otra vez, y otra vez nada. Por un momento pensó que podría ser un animal callejero. Acelero el paso. Su ira se estaba desencadenando. Hace solo unas horas que había cometido un asesinato, pero aun tenia ganas de mas. Convencido de que estaba siendo perseguido, Jeff se detuvo en seco y de dio la vuelta

-¡No me vengas a joder, mierda! Aparécete, si eres tan valiente -grito a la calle vacía.

Vio como nada cambiaba, hasta que una niña de mas o menos su edad, salio de entre los arbustos que estaban a un lado de la calle. Ignorándola, siguió su camino.

-¡Aparece! ¿por qué te vas? ¿eres tan cobarde que huyes, Jeff? -le grito la niña.

Se detuvo y volteo. Jeff nunca a nadie le aguantaba que lo ofendiera, ni menos que una mujer lo hiciera, saco el cuchillo de su bolsillo y se dio media vuelta para pelear con la mujer que estaba al otro lado de la calle, parada, confiada de lo que estaba haciendo.

-¿Como fue que me llamaste? -dijo amenazador amente a la mujer.

-Cobarde  -le contesto la chica- Al fin te encuentro, Jeff the Killer, me presento, me llamo Jane -le dijo burlona mente.

¿Quien se supone que era esta niña para tratarlo así? ¿Quien se creía? ¿Acaso quería morir? Jeff rió por lo bajo, era realmente estúpido que una mujer le estuviese insinuando. Aunque hubiera sido quien fuese, Jeff nunca perdonaría a nadie. Le puso su cuchillo justo a la altura de la garganta y le hablo.

-Te arrepentirás de haberme insinuado -le dijo-, si juegas con fuego, te quemas.

-No me vengas con tus habladurías baratas, llevo mucho buscándote, te haré pagar, bastardo, pagaras por todo lo que has hecho -le hablo Jane, muy confiada.

La ira de Jeff estaba ya por explotar, Jeff iba a clavare el cuchillo que tenia contra la garganta de ella , pero fue muy lento, y Jane aprovecho para sacar su cuchillo que traía escondido. Sabia que esta seria la noche en que mataría a quien tanto mal había causado. Le apunto con su cuchillo justo en la cara.

La paciencia de Jeff se había esfumado, no soportaría jamas que alguien lo amenazara, y menos ese alguien saldría vivo de haberlo hecho. Jeff la empujo violentamente, haciendo que Jane cayera violentamente contra el suelo de la dura calle. Ella no se quedo ahí, se puso de pie antes de que Jeff hiciera otro movimiento y le lanzo lo primero que vio: una piedra. A Jeff le llego en la cara, pero en vez de lamentarse por el dolor causado, este golpe le dio mas coraje para asesinar a la patética niña que estaba tratando de pelear con el. Se toco la frente, y noto que le corría sangre.

Corrió contra Jane, y le hizo un corte en un brazo. Esta, grito y empujo a Jeff para alejarlo. Jeff rió al ver su cara de dolor, lamió la sangre de su cuchillo, satisfecho de lo que estaba haciendo y volvió a atacar a Jane. Esta vez, ella fue mas rápida y le enterró su cuchillo en una pierna. Jeff grito, y luego abofeteo a la niña. No por ser mujer le tendría mas cuidado o le dejaría que hiciera lo que quisiera. El no perdonaba.

Jeff recordó la navaja que traía en su otro bolsillo, así que la tomo rápidamente y la lanzo hacia Jane. La puntería de Jeff era impresionante y logro clavársela a la altura del apéndice. Jane cayo. Jeff reía, lo que a Jane le daba mas coraje para enfrentarlo y lograr deshacerse del maldito Jeff. Se levanto, aunque su sangre le corriera, y lanzo la navaja de Jeff hacia el mismo, que se alejaba de ahi caminando. La navaja se le clavo un brazo. Jeff maldijo y se volteo. Su primer intento de matarla fallo, el segundo no lo haría.

-¿Por que huyes? -le hablo ella- ¿no puedes conmigo?

La ira de Jeff había alcanzado un nivel impresionante. Corrió hacia Jane y le pateo en el estomago haciéndola caer. Luego, sin darle oportunidad de nada, le tomo del cabello y la golpeo contra el suelo. Jane le agarro uno de los pies y se lo tiro para hacerlo caer. Jeff no soltó del cabello a Jane y con toda su fuerza, se paro y la lanzo contra el suelo. Jane se paro, aunque su cuerpo y mente estuviesen agotados.

-¿Crees que me daré por vencida? Estás muy equivocado, me desharé de ti -le grito.

Jane tosió sangre y se limpio la boca. Miro hacia donde se supone estaba Jeff y no lo vio.

-Cobarde, huiste -grito a la calle absolutamente vacía.

Se dispuso a caminar por la calle para ir a buscar a Jeff, decidida a matarlo. Caminaba con su cuchillo en la mano, cuando de su lado derecho, un cuchillo salio de la nada, y se clavo en su espalda.

Jeff salio de su escondite. El sabia que Jane iría a buscarlo, y aprovecho eso para así atacarla sin que se diera cuenta. Jane cayo al suelo y se empezaba a desangrar. Jeff se agacho a su altura, la tomo del cabello mirándola a la cara. A pesar de que Jeff también sangraba de la boca y la herida de su frente, al parecer estaba mucho mejor que ella.

-Bastardo, eres un ... -le dijo Jane.

Jeff, aprovechando que la tenia del cabello, la hizo darse un golpe contra el pavimento, tomo su otra navaja y se la clavo en la espalda igualmente. Jane grito.

-A mi, nadie me insulta. A mi, nadie me gana -le dijo.

Hizo por ultima vez que Jane se golpeara contra el pavimento y le saco los cuchillos que tenia clavados, ademas de llevarse el de ella. Le seria útil en algún momento, ademas, recordaría como fue que venció a la tal Jane.

Jeff se puso de pie, se dio la media vuelta y, antes de desaparecer de la vista de Jane, le dijo, concluyendo lo que estaba diciendo antes.

-Porque yo, soy Jeff the Killer -Y desapareció de las oscuras calles.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Slendytubbies

Seguro que todos ustedes han jugado o escuchado hablar del juego de terror de estos simpáticos personajes sacados de una serie de televisión. Pero Slendytubbies esconde muchos secretos todavía no revelados. Cosas que, de darse a la luz, cambiarían la vida de miles de personas.

El juego, de por sí, es traumatizante y toca la fibra sensible de la gente a la que le gustaba aquella dulce serie que parecía no esconder nada extraño, pero que ocultaba mensajes subliminales.

Capítulos repetidos que pretendían soldar en tu mente todo lo que había ocurrido. Cuatro personajes que parecían venir de otro planeta y que utilizaban su sonrisa eterna para entrar en la mente de los niños hasta el punto de convertirse en una obsesión para muchos de ellos.

Pero, como todo, pasaron de moda. Hasta ahora.

A primera vista, parece un simple juego de terror al más puro estilo Slender, indagando, un último mensaje macabro que nos envían estos coloridos personajes...

Estás en un bosque, en TeletubbieLandia y tu misión es encontrar todas las tubbiepapillas. Entre medidas, se mezcla, imágenes impactantes con teletubbies mutilados, muertos, sangrando y la cara de Tinky Winky, la representación del mal del juego.

La pregunta es... ¿Es un simple juego? ¿O hay mensajes ocultos detrás de todo esto?

En el juego se representan los mayores miedos del ser humano: los sustos, los gritos, la oscuridad; te persigan hasta acabar contigo. Es una auténtica pesadilla hecha videojuego. Y utilizan aquello que en sus días te tranquilizaba como podía ver un capitulo de los Teletubbies en televisión, como algo que nunca más te dejará descansar durante el resto de tu vida.

Otros rumores cuentan que este juego utiliza sonidos de muerte reales a la hora de asustarnos. Sin ir más lejos, el grito de Tinky Winky es perturbador y totalmente real.

Las imágenes aparecen cada tanto no buscaban otro propósito que convencerte de que la muerte es el único final del juego, pero... ¿Se puede vencer?

Hay muchas posibilidades: conseguir todas las papillas y terminar con una sonrisa en la cara. ¿Quién sabe? Pero como pasaba con la serie, en Slendytubbies 3 este acaba con final estos son:

Final Bueno: Vences a Po en su ultima forma lo cual llegan los militares después de ello.

Final Malo: Po es su ultima forma te mata lo cual llegan los militares y encuentran tu cuerpo muerto.

Los demás finales los tendrás que averiguarlos tu.

Hay muchas mas incógnitas sobre ese juego. Quizás te acostumbres a sus gritos, quizás deje de asustarte. Pero el objetivo está cumplido: De nuevo, ellos son los dueños de tu mente.

Día tras día.

Como hace muchos años atrás....



Calificación: 

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Al apagarse las luces

Soy Jairo, tengo 25 años pero mi historia comienza cuando tenia 15. Yo era un niño inquieto, mis travesuras no eran tan problemáticas, todos me consideraban alguien valiente, no me asustaba nada... bueno, casi nada. Solo había una cosa que me asustaba más que nada: la oscuridad, era la cosa más horrible que podía pensar, siempre quería dormir con las luces prendidas pero mi madre no me entendía y apagaba las luces. El problema era que al apagarse las luces al dormir, estoy en una habitación donde hay un camino y una entrada a un lugar que no se adonde va y no quiero saber hacia donde va.

Cada vez tengo el mismo sueño pero una noche escuche algo que no estaba en mis sueños me decía:

—Al apagarse las luces estarás aquí en tu hogar, no intentes escapar por que tu vas a fallar.

Eso me asusto demasiado, jamás había escuchado algo así, la volví a escuchar varios noches seguidas, comenzó a atormentarme en mis sueños. Milagrosamente había ocasiones en que no escuchaba la voz durante semanas, pero los días tranquilos terminan antes de que descanse lo suficiente, volvía a tener el mismo sueño, el mismo lugar, vuelvo a escuchar esa voz, la maldita voz me volvía a hablar:

—Estás de vuelta después de algunos días, retornaste a tu hogar... ahora prepárate, vas a quedarte, no intentes escapar o sufrirás las consecuencias.

Un milagro sucedió aquella vez que, aparentemente, hice ruidos tan fuertes durante mi pesadilla que desperté a mi madre, que fue a despertarme. Le di un fuerte abrazo, ella habrá pensado que esa pesadilla era fuerte y me devolvió el abrazo, se le agradecí mucho pero escuché algo... era esa voz que me decía:

—Ese milagro no volverá a pasar mañana a la media noche tu me vas a encontrar y ese sera tu final.

Tuve mucho miedo le conté a mi madre de todo lo que estuvo pasando y solo me dijo que no debía creer en eso, yo le creí a mi madre por que no quería seguir con esa conversación así que me volví a dormir. Mi madre se fue y solo seguí durmiendo, volví al mismo lugar con la misma voz hablando y me dijo algo que me dejó con los pelos de punta: 

—Mañana a media noche me conocerás, ni se te ocurra decirle a tu madre o te dejaré ver lo que le haré.

Al día siguiente, sopesaba lo que había soñado. Mi madre me miro con una cara deprimida y me dijo que si me pasaba algo, solo le respondí que todo estaba bien, que no tuve una buena noche, no quería que algo le pasara a ella.

Cayo la noche y no quería dormir, estaba asustado pero sin querer me dormí y volví al mismo lugar de antes, pero esta vez me arme de valor e inmediatamente me desperté, estaba en mi cuarto tranquilo y relajado, solo era un sueño. De repente escucho a alguien que estaba en mi cama y ese monstruo cumplió su promesa que lo conocería esa media noche y no olvidare esa figura que el llamaba cuerpo y como me hablo:

—Ya estoy aquí así que prepárate, tu destino está escrito para mi, no intentes nada o tu madre será la siguiente.

Estaba asustado ni la oscuridad me dio este tremendo susto, solo por impulso grite con todas mis fuerzas. Sin embargo nadie me escucho, él habló:

—Te dije que no intentes nada pero que más da. Nadie te escuchara, eres mio y de nadie más, tu destino esta escrito tu madre vivirá pero tu eres historia.

Pensé en lo que dijo tal vez tenia razón pero yo no me daría por vencido así que intente mi ultimo recurso, encender la luz, salte de la cama y fui hacia la lampara pero el monstruo me dijo desesperado:

—!Espera espera¡ no hagas eso, te dejare en paz, por favor, no enciendas eso, mi vida perecerá.

Yo lo pensé unos momentos pero si lo dejaba ahí, me atormentaría así que hice lo que tenía que hacer, prendí la luz y solo escuche sus gritos de dolor, significaba que el monstruo había muerto y no volvería a atormentarme al dormir.

Pasaron 10 años, aún recuerdo a ese maldito monstruo, aún lo recuerdo. Me dormí una noche, volví a tener el mismo sueño que no había tenido en mucho tiempo, estaba asustado, solo veía una cosa, a él, el monstruo, que me preguntó:

—Dime ¿aun le temes a la oscuridad?

Le respondí que si, porque era verdad pero él solo se rió mucho. Después me dijo esto y fue lo ultimo que dijo:

—Sabes que el miedo te hace una persona, a mi me han dicho eso.

Yo supuse que el representaba mi miedo y era tanto el miedo que tenia, que manifiesto ese monstruo que en realidad yo lo cree sin saberlo. Cuando comprendí esto, no lo volví a ver nunca más, pero con lo que me dijo, solo tenía algo que hacer antes de dormir, apagar las luces y me fui a dormir con las luces apagadas.



Calificación: 

domingo, 8 de septiembre de 2019

X-Virus

Mi verdadero nombre es Cody, mi nacimiento fue no deseado y nunca conocí a mi padre porque mi madre era prostituta, pero temprano aprendí que ella no estaba muy interesada en mí.

Ella no estaba conmigo durante días, a veces semanas; así que me quedaba solo en casa. Por lo que me lo pasaba con mis vecinos, me han ayudado mucho.

Nunca he tenido demasiados amigos. Y eso es todo lo que diré de mí por ahora.

Pues bien, una vez vino una trabajadora social y me apartó de mi madre. Fui a un orfanato, lo que significaba que tenía que ir a otra escuela.

Primero me fue perfecto, pero entonces algo salió mal y los demás empezaron a intimidarme.

Por lo que pasó, yo no hablaba con nadie, tenía miedo de hacerlo. Me acostumbré al hecho de que yo no era normal y que no encajaba en ninguna parte. Me sentaba en una silla y me decía a mí mismo que soy diferente.

Después me dijeron que yo sería adoptado. Me sorprendió mucho, porque, ¿quién querría a un niño de 13 años de edad? Casi todo el mundo quiere a los niños pequeños.

Me llevaron a una casa muy grande y lujosa.¡Hermosa! Me dieron un recorrido guiado, después me mostraron mi habitación y todo era simplemente hermoso.

Después de unas semanas me enteré de que mi "padre" trabajaba en un laboratorio de estudio de bacterias. Y era un reto, empecé a aprender acerca de él e incluso a veces ayudaba a mi padre en su trabajo, en el que me explicó cómo funcionaba todo y que las bacterias son perjudiciales. Hice una nota en el diario, he realizado varios bocetos y cosas por el estilo, yo volvía a casa tarde por la noche.

Unos años más tarde, cuando yo tenía 17 años y sabía mucho acerca de las bacterias y cómo usarlas, las personas de la escuela empezaron a llamarme psicópata, pero no hice caso. Casi todos los días me iba con mi padre a su trabajo.

Me empezó a gustar hacer experimentos con ratas y otros animales. Por lo general, el experimento terminaba con la vida del animal, pero cuando morían hacían sonidos agudos, tales como la sofocación o como si tuviesen agallas para explotar. Fue simplemente increíble. Me preguntaba qué sonidos harían los humanos, pero cada vez que buscaba a alguien para preguntarle me respondían que no sabían o que yo estaba loco.

Bien, pero todavía no me había rendido.

Una vez, cuando estaba con mi padre en el trabajo y nadie estaba mirando, tomé una jeringa y la llené de las bacterias de los fangos. Entonces me fui a casa. Por la noche, cuando todos dormían, me vestí con chaqueta negra y jeans azules, luego fui al sótano.

Yo estaba interesado en un bate de béisbol y un frasco de clavos, así que tome el bate y algunos clavos. Clavé algunos en el palo y así cree un arma simple pero mortal. Más tarde saqué del armario una mascara de gas vieja y unas gafas con lentes azules. Luego fui a la ciudad, fui a una casa antigua, pasé a través de la ventana y maté con el bate a todos los que vivían en la casa. Pero a la última persona, le inyecté con la jeringa que tenía en la mano y esperé hasta que las bacterias se propagaran por todo su cuerpo. El hombre se quejó. Al cabo de un rato empezó a gemir en voz alta y se cayó al suelo. Estaba muerto y eso causó que yo soltará una risa. Me fui de la casa.

También tuve que matar a mis padres porque sabían lo que había hecho y querían llamar a la policía.

Fui al laboratorio de investigación donde mi padre trabajaba. Tomé una bolsa que estaba fuera del armario y empecé a agarrar jeringas, vías de bacterias y otras grasas. Cuando ya tenía todo fui a la ciudad, maté a unas pocas personas, y luego fui al bosque.

Necesitaba un refugio. Noté a un chico, tenía una sudadera gris con una capucha azul oscuro y llevaba consigo dos hachas. Llevaba gafas con lentes naranjas y un bozal en la boca. Tenía miedo de que me hubiese notado, así que empecé a volver y me escondí detrás de un árbol. Miró en mi dirección, yo estaba muy asustado, pero después de un tiempo salió detrás de un árbol y saltó detrás de una roca, donde se escondió. Después de un momento el chico dijo:

—Hey sal, te conozco, no tienes nada que ocultar —tentativamente me miró, no parecía como si quisiera atacarme así que salí.

Me puse de pie frente a él. Estaba aterrorizado cuando le pregunté:

—¿Quién eres?

Inmediatamente me dijo:

—Mi nombre es Toby.

Pensé por un momento y dije vacilante:

—Mi nombre es Cody, pero dime X-Virus.

Me esperaba lo que sucedería. Me miró y dijo:

—Bueno, X-Virus, ven conmigo.

Comenzó a caminar y yo lo seguí. Me llevó a su casa, donde estaba familiarizado con los demás. Desde entonces Toby llegó a ser como mi hermano, y gracias a él llegué a aprender técnicas sobre el asesinato.




Calificación: