miércoles, 28 de octubre de 2020

Debajo de la cama

La imagen que más le había impresionado en toda su vida pertenecía a una película de la cual no recordaba ni el título. Había una niña tumbada sobre su cama. Poco más allá, a su izquierda, había un espejo, y ella podía verse dormir. La luna reflejaba su imagen, y cada noche, por aquello del miedo que atenaza a los niños, la cría se miraba en el espejo y aprovechaba para ver si debajo de su cama había algo de lo que debiera tener conocimiento. Tras ver que no había nada se quedó tranquila. Unas escenas más adelante volvió a hacer lo mismo y luego cerró los ojos. Su mano cayó hacia el suelo. En un momento dado notó una humedad viscosa en su mano lacia y abrió los ojos sin atrever a moverse un ápice. Giró la cabeza hacia la izquierda y miró el espejo. Bajo su cama había un hombre con ojos de sádico, que lamía su mano con la boca sangrienta en un rictus perverso. 

Aquella escena era la que más terror le producía, pero ella no tenía un espejo al lado de la cama para mirar si estaba sola en la habitación, y por más que había pedido a sus padres que le pusieran un espejo estos siempre le habían dicho lo mismo: no hay sitio. A un lado tenía el balcón y al otro un armario y la puerta. No cabía esa posibilidad, y ponerlo enfrente no tenía sentido. 

De modo que Leticia miraba debajo de su cama nada más entrar en la habitación, con las luces abiertas y la puerta del cuarto abierta, por si tenía que gritar y ser escuchada por sus padres. Una vez comprobaba que no habia nada, cerraba la puerta para asegurarse de que nadie podía entrar, y tras leer algunas páginas de un libro de la colección del Barco de Vapor, se dormía con la luz de la lamparilla encendida. Más tarde, como cada noche, entraría alguno de sus padres para darle un beso en la frente y cerrar la luz. También cerraban la puerta por expreso deseo de ella. Si antes no habían entrado, después tampoco lo harían. 

Una noche entró e hizo su rutina habitual. Cuando terminó abrió el libro que estaba leyendo, sus ojos consumieron ávidamente unas páginas y cayó rendida. Su madre entró veinte minutos después, besó su frente, cerró la luz y se marchó, dejando cerrada la puerta. 

Leticia no pudo ver como media hora más tarde el pomo de su puerta giraba lentamente. La puerta no chirribaba, de modo que tampoco se enteró cuando ésta se abrió lentamente y “algo” que no tenía forma ni color se deslizó por el suelo sin hacer ningún ruido. Ella permanecía inerte sumida en sueños cuando la sábana que la cubría comenzó a deslizarse hacia sus pies. Un pequeño cosquilleo producido por el movimiento de las sábanas hizo que moviera las piernas incómodamente, casi en un arranque nervioso, pero no llegó a despertarla. Cuando las sábanas terminaron en el suelo Leticia comenzó a tener una pesadilla. Sus ojos, ocultos tras los párpados cerrados, se movían rítmica y velozmente. Mientras tanto un ser invisible a la vista humana, deslizaba parte de sí por las piernas desnudas de Leticia, provocando que toda su piel se estremeciera y el bello de todo su cuerpo se erizara. Un frio glacial recorrió sus pies, sus piernas, su cintura, su pecho y sus brazos y terminó llegando hasta su rostro como un suspiro mortal. Leticia sintió que el corazón se le congelaba y abrió los ojos en un rictus de horror. Respiró hondo y comenzó a hiperventilarse mientras sus manos se agarraban fuerte a la sábana de fondo. Cuando logró aminorar la velocidad de su respiración y su corazón volvió a su número de palpitaciones habitual, Leticia parpadeó un par de veces más y se centró. Algo fallaba. No era solo la pesadilla que le había despertado, había algo más. Era un presentimiento. En un moviento tan rápido como el miedo le permitió, encendió la luz de la habitación. 

Sentada aún en la cama se miró las propias piernas y encontró la respuesta a su pregunta. La sábana que cubría su cuerpo ahora no estaba. Miró a un lado y otro de la cama sin apenas mover más músculo de su cuerpo que el del cuello, y no encontró la pieza que faltaba. De un bote se puso de rodillas y se acercó hasta los pies de la cama. Allí abajo, de forma circular, estaba toda la sábana que debía haber estado cubriendo su cuerpo. Comenzó a sentir otra vez el miedo que la había hecho hiperventilarse y su respiración volvió a agitarse. De haber sido asmática ya habría sufrido un ataque. Era una suerte ser una niña sana. Si hubiera tenido setenta años probablemente aquella noche habría muerto de un ataque al corazón. 

Alargó el brazo para recuperar su sábana y se la echó por encima. Todavía luchaba por recuperar también la serenidad. Tenía tanto miedo que apenas le salió un susurro de la boca cuando creyó estar gritando “mamá”. Su carne de gallina y su bello erizado no la tranquilizaba en absoluto. Tras gemir comenzó a llorar. Si las palabras no salían de su boca, tendría que ir hasta la habitación de sus padres para dejarse consolar... y aquello también le provocaba pavor. La habitación estaba dos cuartos más allá, al fondo del pasillo. Pero si quería que hubiera alguien con ella hasta que consiguiera volver a dormirse, tendría que salir de su propia habitación. Con todo el valor que una niña de doce años podría tener, Leticia localizó primero las zapatillas para ponérselas lo más rápido posible y salir corriendo de allí. Pensó que si corría llegaría antes a la habitación de sus padres y podría meterse entre ambos para recuperar la tranquilidad y el sueño. Sólo sus padres tenían esa capacidad de devolverle la paz. Ella era muy joven, no podía hacerlo todo sola. Necesitaba dos adultos a los que amaba y en los que confiaba. 

Decidida, tras localizar sus zapatillas, se abrazó a la sábana, se calzó y corrió hacia la puerta de su habitación. Fue entonces, cuando al alargar el brazo para abrir el pomo, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. El miedo la paralizó de nuevo y sus ojos bailotearon de terror. No se atrevía a girarse y en el umbral permaneció el tiempo que a ella le pareció una eternidad. Sus pies no se atrevían a dar un paso más. Comenzó a hiperventilarse de nuevo y sintió marearse, y en un arranque último de valor extendió el brazo y abrió la luz del pasillo. ¿Iba a morir de miedo? Aquella duda consiguió que echara a correr hasta la habitación de sus padres pero fue tan rápida y torpe que se estampó contra la puerta semiabierta. 

Cayó al suelo y se dañó un tobillo, pero provocó el suficiente ruido como para que su padre se despertara y abriera la luz. 

- ¿Leticia? 

La niña alzó su rostro poco a poco. Primero vio las baldosas del suelo, luego llegó hasta las zapatillas de su padre, y entonces miró debajo de la cama de matrimonio. 

Antes de que la habitación comenzara a darle vueltas y cayera al suelo había podido ver que debajo de la cama de sus padres estaba su madre sobre un charco de sangre y un ser etéreo, como el cristal, al cual sólo se podía con los ojos de la infancia, lamía la barbilla sangrienta de su madre.


lunes, 26 de octubre de 2020

#070 El Holder del Mapa

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier institución de salud mental, manicomio o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Cuando llegues al escritorio de la recepción pide ver a quién se hace llamar "El Portador del Mapa". El hombre o mujer detrás del mesón no levantará la vista de su lectura, echa un vistazo y memoriza el número de página en la que se encuentra. Repítele tu demanda con firmeza, entonces la persona hará un comentario sarcástico. Si escuchas "otro idiota" te encuentras en el lugar correcto, si hace cualquier otro tipo de comentario debes saber que es una mentira.

En ese momento el recepcionista comenzará a darte instrucciones, no te molestes en tratar escribirlas ya que es imposible sin importar cuanto lo intentes. Si no eres capaz de seguir exactamente las instrucciones te perderás, para cuando lo notes estarás fuera del edificio y este será el peor destino que te puedas imaginar. Si sigues bien las indicaciones deberías escuchar el sonido de una innumerable cantidad de manos escribiendo sobre un papel, a medida que te acerques a tu objetivo el sonido de hará más fuerte. En caso de que el sonido llegue a detenerse respira profundo y grita toda la información que tengas sobre dónde comenzaste, incluidas las instrucciones de cómo llegar ahí. La escritura debería comenzar nuevamente, pero de no ser así, tendrás que volver al punto de partida y comenzar de nuevo con tu búsqueda, no te pierdas.

Cuando llegues al final de las indicaciones deberías encontrarte con una puerta de metal con números dibujados en sangre, detente inmediatamente y escucharás una risita. No voltees a mirar, una voz comenzará a hablar bajo en ensordecedor sonido de los lápices, ignóralo y susurra una pregunta: "¿Dónde terminaré?". La voz entrará en los grotescos detalles de un campo de batalla, en el momento que deje de hablar ingresa el número de la página que estaba leyendo el recepcionista.

Despertarás en la iglesia más cercana a la institución, estarás recostado sobre un Mapa.


Ese mapa es el objeto N°070 de 538. Te llevará a cualquier lugar al que desees ir, pero no a la ubicación de los otros objetos.



sábado, 24 de octubre de 2020

#090 El Holder del Buscador

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador del buscador". Una mirada aburrida se extenderá por el rostro del empleado y te preguntará: "¿Amigo o Familia?" mientras revisa sus papeles. Responde con prontitud, pero con calma: "Soy el que busca". Te lanzará una mirada de reproche, que te hará sentir irresponsable, como si tuvieras algún compromiso pendiente. El empleado te echará, alegando que no tiene tiempo para bromas. No presiones, solo lograrás que aparezcan los guardias y tu intento fracasará. Sal de inmediato y coloca tu mano en la puerta del edificio. Muchos de los que han buscado a este Portador recuerdan claramente haber llorado amargamente en este punto, aunque dudo que sea necesario. Grita a todo pulmón, con una voz lo suficientemente fuerte como para sacudir las piedras 

¡Sé que son reales! ¡No dejes que esto termine aquí!

Sentirás una mano en tu espalda. Tal vez te toquen el hombro o el brazo, o tal vez te tiren de la pernera del pantalón. Gira para mirarla, aunque ella no estará allí. Encontrarás una choza en ruinas directamente enfrente o al final de la carretera. Si un aire inhóspito parece querer alejarte de allí, has llegado el lugar correcto. Si deseas ahorrarte los innumerables horrores de los 2538 objetos, regresa ahora. Nadie pensará menos de ti por hacerlo. Sin embargo, si eres valiente, prepárate y golpea la puerta hecha de plástico.

Se deslizará hacia atrás, revelando a una hermosa mujer con un vestido elegante. Sus ojos estarán enrojecidos por la falta de sueño y haber llorado durante tantos años. Muchos años. Ella te preguntará si realmente crees en ellos. Di la verdad, ella sabrá si estás mintiendo y tu búsqueda terminará allí. Si le dices la verdad y le gusta tu respuesta, te invitará a pasar. Quítate los zapatos una vez dentro. Ella es un fanático de la limpieza y se enojará si encuentra algo en la alfombra. Sí, el interior de este destartalado lugar será opulento, adornado con mármol, oro, sedas y maderas nobles.

No toques nada mientras te acompaña a su salón. Especialmente los cristales. Una vez dentro del salón, siéntate en la mesa baja frente a ti mientras ella se ubica en el lado contrario. Esta mesa tendrá una forma octagonal, con una bola de cristal en el centro y con efigies de otros Objetos decorando los pies de la mesa. No los mires. No toques la bola. Ya habrá tiempo para eso. Ella te hará preguntas profundas sobre tus más oscuros secretos. Preguntas que pondrán al descubierto todos tus pecados y fallas. Si ella comienza a llorar, ten en cuenta esto: no llora por ti. No la consueles.

Después de un rato, tocará la bola de cristal. Hazlo también y te preguntará cómo te llamas. Dile tu nombre completo. Mientras lo pronuncias, letras comenzarán a formarse dentro de la esfera y tu nombre se desviará por el curvo borde del cristal. Te preguntará tu fecha de nacimiento. Dáselo y éste también se irá a la deriva. Ella te pedirá tus apodos, tus seudónimos, te pedirá que recuerdes cada uno de las formas en que te han llamado. Todo flotará lejos de ti y se difundirá en el nacarado interior de la bola de cristal. Cuando te pida que te levantes, hazlo y síguela a su dormitorio. Allí, ella te dejará ropa sobre la cama y saldrá, todavía con la bola de cristal en sus manos. Desnúdate. No dejes un solo anillo en tus dedos. Tu piel debe estar despojada de toda prenda o artilugio que no haya nacido contigo. Tira tu ropa en la chimenea apagada y vístete con la ropa que la mujer te preparó. Tu destino estará sellado por los colores de las prendas.

Recuéstate en la cama. No te acuestes de costado o boca abajo, si lo haces, permanecerás allí por toda la eternidad, nunca podrás dormir, pero experimentarás todas las pesadillas que alguna vez tuviste, incluso las que no recuerdas. Quédate quieto durante cuatro minutos y trece segundos. Si te mueves, ella no vendrá. Si lo haces correctamente, vendrá vestida con la misma ropa que tú y su cabello negro azabache estará hábilmente cepillado. Su maquillaje estará hecho a la perfección y se verá muy hermosa. Este es el último destello de la verdadera belleza antes de su largo viaje de horror. Ella arrojará tus zapatos a la chimenea y la encenderá, quemando toda tu ropa y pertenencias. Luego se acostará a tu lado en la cama y alisará tu cabello hacia atrás como una madre haría con su hijo. Observa en silencio cómo cientos de sirvientes grotescos entran en la habitación. No los mire a sus ojos atormentados por el dolor. No escuches sus murmullos hoscos. Porque si lo haces, emitirán sonidos que derretirán lenta y dolorosamente todos tus huesos. Luego te tomarán de la cama y te consumirán vivo, por haber sido considerado indigno.

Mientras no hagas estas cosas, y permitas que ella te acaricie, podrás ver cómo estos sirvientes con sus ropas negras traerán todas tus pertenencias y las arrojarán al fuego. No llores por la pérdida de estas cosas. Lo peor está por venir. Cuando todas tus cosas se hayan reducido a cenizas, ella se dará la vuelta y se sentará a horcajadas sobre tu cintura. Luego pinchará y pinchará sus músculos y nervios. A veces, parecerá que te pica la médula. Luego se elevará a su altura máxima y dirá:

"Sabes qué es lo que debes preguntar. Pregúntalo"

Pregúntale:

"¿Soy yo el elegido para buscarlos?"

Este puede ser tu último momento con tu mente, corazón, alma y cuerpo intactos. Es probable que ella empiece a llorar. Sus lágrimas caerán sobre tu pecho y comenzará a restregarlas sobre tu piel. Si en este punto sus uñas se clavan en ti, debes saber que todas tus mentiras de este día han sido descubiertas. Criatura repugnante, ¿cómo pudiste mentirle? Sus lágrimas se filtrarán por tus venas y disolverán tu voluntad en una cáscara que gritará y servirá únicamente para llevar las pertenencias de las personas por toda la eternidad, pero nunca tendrás las tuyas.

Puede que te mire con lástima, porque has llegado tan lejos y has experimentado horrores inimaginables, e incluso le has dicho la verdad absoluta, pero no eres el Elegido. Ella se disculpará por lo que te han hecho y por lo que te has visto obligado a hacer. Luego te preguntará:

"¿Quieres olvidar?"

Puedes responder de tres formas. Si dices que sí, se te devolverán todas tus pertenencias. Serás regresado a tu hogar y no recordarás a los Portadores, los Objetos ni los horrores que has presenciado por buscarlos. Si dices que no, como hacen algunos, su habitación y el edificio desaparecerán de tu alrededor. No tendrás ropa ni pertenencias, pero tendrás intacto el conocimiento que tengas de los Objetos. Si busca recolectarlos para beneficio personal, esta será tu opción a elegir. Sin embargo, puedes decir:

"No, pero deseo ayudar al Elegido"

En este caso, te dirá el nombre y la ubicación del Elegido. Deberás comenzar a buscarlo de inmediato, hablarle de la Novia y entregarle los Objetos que poseas. Después de esto, al igual que con la respuesta "Sí", serás devuelto a tu casa con todas sus pertenencias y sin recuerdo alguno de los Portadores.

Sin embargo, si ella se inclina y te besa en los labios, y tu ropa blanca toca la suya, deberás saber que has sido elegido. Ella te hablará de todos los Objetos que se han perdido y que no alcanzaron a ser documentados. Ella te dirá el orden correcto en el que debes acercarte a los Portadores, para que puedas buscarlos. Y encontrándolos, podrás buscarlo a Él. Ella te susurrará al oído tu nuevo nombre, Buscador de Portadores. Debes saber que desde ahora todas las personas que te conozcan no podrán retener en su memoria ningún nombre, seudónimo, apodo o alias que les recuerde a ti, salvo tu nombre como Buscador de Portadores. Si te alejas unos metros de cualquier institución mental o centro de rehabilitación y pides al viento que te traiga a la Novia del Buscador, su hogar aparecerá delante de ti como un refugio para escapar de tus problemas.

Ahora eres el objeto 90 de 538, el Buscador de Portadores. Ya sea que busques reunirlos o destruirlos, nosotros, los que fuimos antes, oramos por tu alma.

No nos decepciones.



#068 El Holder de lo Negativo

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier institución de salud mental o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Llama la atención de la recepcionista y pide visitar a quién se hace llamar "El Portador de lo Negativo". Si la persona de recepción se niega rotundamente a ayudarte, gira inmediatamente, deja la institución y toma la ruta más rápida posible a casa; Después de quince días de esconderte sabrás si tus rastreadores te han encontrado. Sin embargo si la recepcionista simplemente asiente con la cabeza con una expresión pétrea y te indica que la sigas, hazlo. Te llevará a una habitación de hospital aparentemente inocente y luego se irá.

Tan pronto como la puerta se cierre debes mover la camilla a un lado para revelar una trampilla de madera decrépita en el piso. Usa la cama para bloquear la entrada, el tiempo corre y los centinelas están en camino. Abre la trampilla y encontrarás un polvoriento ataúd gris de metal que se encuentra en un pozo poco profundo excavado en el suelo. Abre las cerraduras laterales y levanta la tapa: si está vacío acuéstate dentro y cierra la tapa; si ya hay gente ahí te recomiendo intentar romperte el cuello antes de que lo haga el residente del interior del ataúd.

Debes permanecer dentro del ataúd exactamente cuatro minutos y trece segundos, antes de ese momento no debes abrir la tapa, lo que sucedería si lo haces escapa a la comprensión de tus oídos mortales. Cuando haya pasado el tiempo indicado golpea dos veces la tapa metálica, si no tienes respuesta golpea 3 veces más, si el ataúd tiembla levemente en respuesta puedes abrir la puerta. En cambio si el ataúd permanece en silencio, debes saber que tu esperanza de vida en este momento es cuanto más de un minuto. 

Empuja a un lado la tapa para emerger en lo que parecen los oscuros y destruidos restos de un extraño taller de máquinas subterráneo. Las paredes de color ocre con manchas y el polvo gris del tiempo sobre los apagados y silenciosos dispositivos informáticos hablan a su propia manera de los cientos y miles de batallas que se planearon, se organizaron y se perdieron miserablemente en la misma habitación en la que ahora estás tu sentado. No pierdas el tiempo ya que la maquinaria puede ser extraña e intrincada. Ponte de pie y extiende la mano derecha para encontrar una pared y da vueltas hasta que encuentres una palanca de metal que sobresale de ella aproximadamente a la altura de tu hombro. Si la habitación comienza a emitir un zumbido cada vez más fuerte, no te asustes, en cambio grita a la oscuridad: "Es el último conocimiento que necesitamos". Si el zumbido se apaga puedes continuar con tu búsqueda, si no es así la maquinaria comenzará su última rutina de integración contigo como objetivo. Una vez que encuentres el interruptor bájalo.

El último generador operativo se marchará con un doloroso gemido, alimentando poco más que los escuetos buenos artefactos de iluminación del suelo. El centro de la sala todavía está en penumbras y verás un enorme dispositivo de color latón, increíblemente complejo, que se asemeja a un cruce entre un opulento trono de metal y un sistema de soporte vital de la era victoriana. En medio de los tubos de Zig Zag, las tuberías, las válvulas, los engranajes y las placas podrás ver un cadáver demacrado e inhumanamente frágil aferrándose a penas a lo que le queda de vida. Por muy intimidante que pueda ser el trono, debes entrar con toda naturalidad en presencia de la criatura y preguntarle: "¿Quién los dispersó por primera vez?".

Tu pregunta enciende una nueva luz en sus lechosos y grises ojos y con el despecho y la frustración de innumerables generaciones, en su voz ronca y mecánicamente amplificada te recitará todas las historias de heroísmo, todas las historias de heroísmo vano, cada alianza rota y todos los fracasos desgarradores y decepcionantes de todos los que vinieron antes de ti. Su contagiosa desesperación atravesará tu piel, se deslizará más allá de tu carne y atravesará tus huesos; pero debes tener cuidado de no perder la concentración: él sigue siendo su esclavo y su lado corrupto te consumirá fácilmente si le das la oportunidad. Entonces te contará la historia de aquellos que supieron por primera vez de su convergencia, cómo dispersaron los objetos y rompieron su impía unión, también te dirá qué hizo que fracasaran y perecieran.

Cuando haya terminado te extenderá lenta y dolorosamente la mano desde el interior de la carcasa metálica, no tomes su mano. Lo que debes hacer es cruzar tus brazos sobre el pecho y exclamar: "¡Tus ruinas defectuosas no son mías para abrazarlas!". Apoyado en uno de los misteriosos dispositivos de la sala, hay un delgado bastón de metal de dos puntas. Tómalo y usando todo el poder que logres reunir, dirígelo a la única parte vital que está expuesta en su cuerpo: la cabeza. Su muerte será rápida.

En el momento que su cuerpo podrido y el dispositivo infernal permanezcan en silencio, introduce tu mano en el caparazón de metal que protege al cadáver y busca el mecanismo que mantiene funcionando internamente a la máquina, en cuanto tu mano toque una pieza de calor punzante tómala y arráncala, debería desprenderse fácilmente. Corre lo más rápido que puedas al ataúd de metal, has matado a la única entidad que mantenía el orden del lugar y no pasará mucho tiempo hasta que la habitación en la que estás comience a deshacerse y se desmorone en el vacío. Cierra la tapa, cierra los ojos y si tienes suerte te dormirás instantáneamente.

Al despertar estarás en tu propia casa, en tu propia cama, abrazando fuertemente contra tu pecho un objeto caliente de metal. Es prudente que te deshagas inmediatamente del ataúd que está junto a ti, no quieres lidiar después con preguntas incómodas.


El engranaje dorado corrupto que abrazabas es el Objeto N°068 de 538. Ahora sabes cómo fallaron tus predecesores y es tú responsabilidad asegurarte de que esos errores no se repitan. 


viernes, 23 de octubre de 2020

#536 El Holder del Autocontrol

Antes de comenzar te sugiero que estés cerca del final de tu búsqueda, idealmente ya deberías conocer unos 500 portadores. Si intentas encontrar al "Portador del Autocontrol" cuando tu resistencia y cordura no se han llevado reiteradamente al límite, no es posible que hayas fortalecido lo suficiente tu determinación como para lograr esta hazaña. 

En cualquier ciudad, en cualquier país; encuentra la reunión pública más cercana que puedas encontrar, pregunta por el "Portador del Autocontrol". La mayoría de los presentes no sabrá de qué estás hablando, pero una de las personas presentes fruncirá el ceño o dejará de sonreír, para luego mostrar una estoica expresión. Siempre habrá uno, sin importar la ocasión. Cuando encuentres a esta persona desnúdate completamente y suelta lo que sea que estés sosteniendo. Mantén tus brazos extendidos para que cada pulgada de tu piel esté expuesta, cuando hayas terminado esa persona te guiará entre la multitud. La gente inevitablemente te mirará fijamente, hará comentarios sarcásticos y te castigará; pero no debes prestarles atención. Permanece completamente estoico y no apartes tu vista de la persona a que te guía.

Luego de más o menos una hora de caminata ya no estarás entre la misma multitud en la que comenzaste, el cambio será sutil y muy gradual pero, eventualmente te darás cuenta de que estás caminando entre una multitud de demonios. Se burlarán de ti, se burlarán de tu desnudez y algunos tal vez lleguen a tocarte, pero aún así no les prestes atención. Mientras sigas caminando no pueden hacerte daño, pero insisto, debes permanecer inexpresivo y siempre mira de frente a la persona que te dirige.

Cualquier vergüenza, enfado o cualquier otra emoción que puedas sentir durante este viaje, se intensificará hasta el punto que te sentirás paralizado completamente con los demonios. Tu guía llegará eventualmente a una pared y la atravesará pero tu no podrás hacerlo, quédate completamente quieto y espera pacientemente mientras los demonios continúan acosándote sin cesar. Ignora a los demonios, ignora tu hambre, ignora tu sed y tu cansancio; permanece completamente quieto durante días y una puerta aparecerá en la pared frente a ti. Pasa por el umbral hacia la habitación y la puerta se cerrará tras de ti.

Las paredes, el piso y el techo de esta habitación deberían ser del blanco más puro y la iluminación no parece pertenecer a la tenue luz que lo alumbra. La habitación está completamente vacía excepto por otro ser desnudo en el medio. Esta criatura humana o inhumana te parecerá la cosa más atractiva que jamás hayas visto, pero debes suprimir inmediatamente cualquier forma de excitación; la entidad no te ayudará, pues comenzará a tentarte primero verbalmente y luego en su desesperación físicamente. No caigas en la tentación, no consideres sus ofertas ni por un segundo y aunque te estimule físicamente no llegues al clímax. Si fallas estarás perdido eternamente en un estado de dicha e ignorancia, olvidando para siempre todo lo demás.

Sin embargo si tienes éxito, el seductor o seductora sonreirá, asentirá y te dirá que has fallecido. En un parpadeo te encontraras vestido con las prendas más finas que puedas imaginar. Ya no estarás cansado ni tendrás hambre aunque no hayas comido o dormido durante días. Ahora y solo ahora puedes relajarte y ceder ante tu emoción, se formará una puerta detrás de ti. Agradece e inclínate ante el Portador y sal por la puerta. No se si es necesario o no un signo de gratitud, pero después de todo esto sería una lástima fallar por falta de modales. Te encontrarás en la reunión donde comenzaste y la multitud que antes se burló de ti, ahora rugirá en aplausos aunque no sepan por qué lo hacen.


Tus nuevas prendas son el objeto N°536 de 538. Con ellas puestas nunca tendrás hambre, nunca te cansarás y nunca caerás en la locura. Es una lástima que solo las vengas a obtener ahora que tu búsqueda casi termina.

Pero no estoy Amargada

El verano pasado tuvimos una fiesta enorme para mi hermanito por su sexto cumpleaños, había castillos inflables, guerras de bombas de agua, una barbacoa y por supuesto un gigantesco pastel.

Mi fiesta será mucho más pequeña, en realidad será solo un pastel e incluso para eso, mamá no tenía harina para hacer la masa.

Pero no estoy amargada. Troto enérgicamente por el camino que lleva a casa de los Parker. "Solo baja al pueblo rápidamente y mira si tienen algo de harina, apresúrate en tu regreso"—dijo mamá.— Y ponte tu impermeable y tus guantes Laura.

Levante la mirada hacia las sombrías nubes grises que siempre parecen estar cubriendo el suelo, dudo que un impermeable y guantes me vayan a ofrecer mucha protección.

Llamo a la puerta principal de la casa de los Parker cuando llego, sintiéndome un poco tonta. La Sra. Parker probablemente estará en el mismo lugar en el que estaba cuando vine la última vez: extendida sobre el piso de la cocina, cubierta en supurantes llagas con algunas ratas mordisqueándole la cara... Y es ahí donde está aún, pero dado que ya ha pasado una semana desde que vine, ahora es en su mayoría huesos con algunos pedazos cartilaginosos colgándole y no le importa en lo absoluto cuando agarro el bote de harina y la bolsa de azúcar que tenía guardada en la alacena. Las bombas, cos sus vapores venenosos y nubes infecciosas nos encontraron desprevenidos a casi todos nosotros, pero la Sra. Parker creía en que siempre había que contar con una alacena bien surtida ante cualquier eventualidad.

Me retiro rápidamente sin comprobar si el Sr. Parker sigue con vida, la última vez que lo vi estaba llorando mientras me rogaba que lo trajera conmigo, pero no pude bajar su silla de ruedas por las escaleras y perdí completamente el control de ella; el Sr. Parker terminó en el fondo y luego lo escuché gruñendo mientras salía corriendo por la puerta, por eso pienso que entonces estaba vivo.

Probablemente las ratas ya lo han reclamado en este punto, ni siquiera reviso, me limito a salir corriendo por la puerta nuevamente y voy hacia mi casa con el harina y el azúcar.

Mamá termina de preparar mi pastel y enciende la fogata para poder hornearlo. Mientras tanto comienzo a aplicar Desitin en las peores llagas del rostro y brazos de mi pequeño hermanito y luego medico las mías. Hoy están peor y dudo que haber salido hoy haya ayudado, incluso con el impermeable. En un mes, más o menos, de seguro estaremos muertos al igual que los Parker, quienes no tenían un sótano en el cual refugiarse cuando cayeron las bombas.

Mi pastel huele cada vez mejor a medida que se hornea, mi hermano me hizo un dibujo genial de nosotros dos pescando juntos y mi mamá incluso encontró las velas para mi pastel. Estoy segura de que esta será mi última fiesta de cumpleaños... Pero no estoy Amargada.



Calificación:


Desde las Sombras [Micropasta]

Ellos te observan desde las sombras, esperando el momento idóneo para atacar cuando tú no los miras, ya que si llegaras a dirigir tu mirada hacia ellos, te aseguro que lo que encontrarías no sería muy agradable de ver.

jueves, 22 de octubre de 2020

#522 El Holder de Incógnito

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a algún institución de salud mental, manicomio o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios, lleva contigo una máscara o antifaz completo de cualquier tienda de manualidades que puedas conseguir. Ve a la recepción y pídele al empleado que te lleve con "El que esconde sus rostros" si el trabajador te pregunta de qué estás hablando, retírate e inténtalo otro día.

Sin embargo si el empleado pone su mano bajo el escritorio y presiona el botón de seguridad, ponte la máscara, los guardias de seguridad irrumpirán corriendo de un lado a otro. Te estarán buscando, te arrestarán, te llevarán a una celda de detención y te dejarán pudrirte ahí dentro. Tu única esperanza será el mimo Portador. Si logras captar su interés es posible que sientas su sombra pasar a tu lado, ahora estarás bajo su protección. Mira de cerca, estará ahí vestido de guardia de seguridad y con la misma máscara que tu. Será el único que podrá verte, después de mirarte un segundo, saldrá por una puerta cercana, debes seguirlo rápido.

Luego de que él te guíe por el complejo terminarás en una gran habitación iluminada por una sola vela tenue. Él está allí detrás de la vela, vestido con una capa; no le quites los ojos de encima o se transformará en otra persona, alguno de tus seres amados. Estará soñando despierto, puede que no lo parezca pero ese sueño es todo lo que se avecina, sus pensamientos se convertirán en los tuyos, sus recuerdos se convertirán en los tuyos y cuando los vuelvas a ver se volverán locos, locos de atar y sabrán que es tu culpa.

Levanta la vela, el pasará su mano a través de la llama y debes hacer lo mismo, la luz parpadeará dejando escapar una estela de humo en el aire que se convertirá en imágenes de personas que hacen el mal, el se quitará la capa y la pondrá sobre tus hombros. La tela fluye como si estuviera hecha de la seda más ligera pero parece pesar quince kilos, está cargado con el peso de los engaños del Portador. El te hablará:

"Hoy estás atado a servirles, atado a esconderlos, atado como uno de ellos. Escúchalos hablar, escúcha al mundo, déjalos reunirse solo cuando sea el tiempo"

Pregúntale entonces: ""¿Cómo se ocultan ahora?"

Se quitará la máscara, sonreirá y te dará su respuesta. Vete, no te quedes a ver como el regresa a su vida original. No te gustará lo que verás, debes quitarte la máscara tan pronto como llegues a la luz del sol. Cada vez que la uses eres libre de decir el Nombre de cualquier otro Portador escucharás sus pensamientos, ganarás su semblante y conocerás sus secretos. Es tu trabajo usar esa máscara para mantenerlos ocultos del resto del mundo.



Esta Máscara es el Objeto N°522 de 538, la máscara de las Grandes Mentiras. Cuidado: La humanidad no estaba destinada a ahondar en la mente de seres retorcidos.


Eisoptrofobia

Sara clavó sus ojos tristes en la pulida superficie del espejo, en el vestíbulo. Estaba a punto de salir para ir a trabajar, pero algo la había retenido al pasar hacia la puerta de la calle, algo indefinido, gélido y arrebatador: un impulso. Vio en su reflejo aquella imagen de sí misma a la que estaba tan acostumbrada, distante y extraña, la de cada día. Entrecerró los ojos tratando de atisbar a través de la figura escuálida que veía algo de humanidad, de sentimiento, pero su reflejo evidenciaba que estaba vacía, hastiada y cansada.

Giró hacia la puerta con gran desgana, la abrió y salió en silencio.

De camino a su estudio, aferrada al volante del viejo coche que conducía desde hacía cuatro años, no dejaba de preguntarse qué clase de maldición se había apoderado de su alma. No lograba sentir nada, vivía sin emociones, se limitaba a pasar por la vida como si nada pudiera afectarla a ella, ni ella pudiera afectar a nada ni a nadie… como un fantasma. Separada, sin hijos, sin amigos, lejos de su familia, vivía inmersa en la marea de actividad que agitaba su ciudad, anónima e impasible.

Miró por el retrovisor, hacia la larga cola que llenaba la carretera. Allí estaba el bullicio rutinario… el rumor de los coches, los pitidos, el desasosiego… Sara suspiró, concentrada por si de aquel gesto normal escapaba algún indicio de cordura, pena o exasperación, pero sólo era aire que ella forzadamente exhalaba.

Alguien pitó por detrás y Sara aceleró. Estaba resignada a pasar un largo día en su estudio, enfrentada a sus lienzos en blanco, sin poder pintar porque no podía transmitir, ni imaginar, ni sentir. Hacía mucho que sus cuadros estaban desprovistos de todo significado. Ya estaba contando las horas para regresar a casa.

Por la tarde, al llegar la ansiada hora de regresar a su seguro refugio, siguió un impulso, por el solo hecho de haberlo sentido. Decidió entrar en un café cercano por el que solía pasar cada día: "El Cafelito". Al cruzar la puerta de cristal del local sintió algo parecido a la ansiedad, y aunque no logró identificar su origen se sorprendió conservando esa pequeña dosis de emoción… Cruzó entre las mesas sin prestar atención a las parejas que charlaban, las amigas que se juntaban, el caballero solitario leyendo un periódico… Se conducía como una autómata, sin objetivo, excepto que había decidido entrar allí por hacer algo distinto. Se acercó a la barra y pidió un café descafeinado de máquina. Su voz sonó fría y monótona y el camarero la miró con indiferencia.

–Uno diez, por favor…

Sara pagó, se tomó el café y preguntó por el baño.

–Al fondo a la izquierda.

Entonces, sorprendentemente, por segunda vez aquel día, Sara sintió algo al dirigirse hacia los aseos… De nuevo algo negativo, una vaga inquietud, que venía a sumarse a la ansiedad de antes. Abrió la puerta del aseo para mujeres y entró en un baño amplio y moderno, excepcionalmente limpio. Sin quererlo se miró de reojo en el espejo: estaba pálida. ¿Por qué? ¿Por qué después de tanto tiempo sin sentir nada lo primero que la embargaba era un temor injustificado?

–Ten cuidado, niña. Vigila dónde miras.

Sara dio un respingo al oír aquella voz ronca muy cerca y descubrió a su lado a una vieja gitana toda vestida de negro que la miraba fijamente.

–Déjeme en paz, señora.

–Óyeme niña, no te lo vuelvo a repetir. Ten cuidado dónde miras. Un peligro te acecha.

Los profundos ojos azabache de la mujer la traspasaban como si de dos ascuas hirientes se tratase. Se acercó un poco a ella y bajó aquella voz gutural que parecía emerger del averno.

–Lo que ves, no siempre es de este mundo, y los espejos suelen encerrar terribles visiones. Aléjate de los espejos niña y guarda esto –le cogió la mano derecha por sorpresa, la sujetó con férrea determinación, y colocó en su palma una ramita de romero–… Llévala contigo y no busques más donde no debes.

–¿Qué dice señora? –Sara retiró la mano espantada, pero no se deshizo del romero–. ¡Métase en sus asuntos…

De pronto el corazón empezó a batir en su pecho como si ahogara un tropel de tambores resonando a la vez; le faltó el aire y no quiso permanecer allí más tiempo. Salió apresuradamente, sin volver la vista atrás. Cruzó el local, pálida como un muerto, y llegó a la calle. En su mente martilleaban las enigmáticas palabras de la vieja gitana, palabras sin sentido, siniestras.

Miró a ambos lados de la calle. Todo parecía tan normal… La gente caminaba a su alrededor, cada uno con su vida a cuestas, perdida la mirada.

Sara decidió regresar a casa cuanto antes, tratar de olvidar lo ocurrido y procurar recobrar la compostura. Casi echaba de menos su anterior apatía, no sentir miedo, no sentir nada. ¿Qué había querido decir la gitana?

Aquella noche la soledad se abatió sobre ella de forma despiadada. Sentada en la quietud de su salón apretaba en la mano la delicada ramita de romero, y lo hacía sin saber por qué, asombrada de prestarle atención a aquel absurdo trozo de superstición. Una agradable penumbra difuminaba los objetos a su alrededor; había puesto un disco para que llenara el vacío ambiente que tanto la oprimía y también había encendido la tele, que resplandecía emitiendo cambiantes destellos de colores, sin sonido. Acababa de cenar, y tras una larga ducha bien caliente reflexionaba a solas, acurrucada en su sofá color café. Aspiró el suave olor del romero y al instante acudió a su memoria la imagen de la gitana… y sus palabras.

–Mierda…

Se levantó y fue hacia la cocina, a por un vaso de leche caliente.

Fue muy consciente de que acababa de pasar por delante del espejo del recibidor. Retrocedió. ¿Por qué se detenía junto a él? ¿por qué se miraba en él mientras apretaba la ramita entre sus dedos con frenesí? Allí estaba ella, rubia, delgada, ojerosa, de finos labios rojos y una graciosa barbilla… Se miró a los ojos, se inclinó un poco hacia el reflejo y miró más de cerca.

–Oh Sara, estás horrible –murmuró con cierto desdén por su abandonado aspecto–… ¿y por qué no iba a mirarme en el espejo? Menuda tontería…

Se apartó con brusquedad, fue a la cocina y arrojó la ramita de romero a la basura.

Tras ella, en el reflejo oscuro del espejo en el que acababa de mirarse, una sombra se agitó desde el fondo, enturbiando la pulida superficie, que se empañó como si alguien hubiese echado el aliento sobre ella. La música en el salón se detuvo y el silencio pareció retomar su lugar con irrefrenable dominio, tan opresor que Sara dejó el vaso de leche que acababa de calentar y se volvió algo cohibida. Acababa de darse cuenta de que la másica ya no sonaba, porque precisamente había estado tarareando una de sus canciones favoritas mientras bebía la leche. Se asomó por la puerta y miró hacia el sombrío salón, donde la tele continuaba destellando intermitentemente. El aire estaba enrarecido, como si el mundo entero hubiese contenido el aliento.

Sara se negó a que ideas demasiado imaginativas inundasen su mente, así que salió con decisión, fue hasta la mesita de centro en el salón, cogió el mando de la tele y subió el volumen. Necesitaba oír algo, lo que fuese. Al instante la voz del hombre del tiempo se alzó con claridad, y al poco la música de los anuncios publicitarios llenó el ambiente. Permaneció con el mando en la mano unos segundos, contemplando absorta las imágenes de la pantalla. ¿Por qué estaba temblando? ¿Tenía algo que ver con el hecho de haberse deshecho del romero?

–Qué tontería…

Pero no se atrevía a volver a recogerlo, ni a pasar por delante del espejo. Ni siquiera era capaz de acercarse al recibidor. Se arrepintió de pronto, con espanto supersticioso, de haber tirado a la basura la ramita de romero protectora que la gitana le había dado. ¿Y si realmente servía de algo?

–Joder, pero si yo no creo en estas tonterías…

Dio un paso y luego otro, forzándose a caminar hacia el recibidor. La entrada de la casa se le antojó ahora mucho más sombría de lo normal, y por alguna razón la luz de la cocina no lograba desterrar las sombras. Sara frunció el ceño y apretó los dientes. Se colocó de frente al espejo, y se obligó a mirarse en él. Sólo para demostrarse que no ocurría nada.

Por alguna razón, al volver a mirar su reflejo pensó en su triste vida, en la soledad que pincelaba cada largo día, en la forma anodina que tenía de dejar pasar el tiempo. Estaba tejiendo una amarga sinfonía en torno a sí misma, y empezaba a ser incapaz de apartarse, de tomar otro camino, víctima de su encierro. ¿Cómo había llegado a estar tan aislada? ¿Qué había sido de sus amistades, de su risa, sus ilusiones, su buen humor, su gusto por las tertulias, por la compañía… ¿Quién era esa desconocida que le devolvía la mirada desde el otro lado? Aquella no era ella, aquel era el reflejo de una mujer solitaria, apática y depresiva.

–Maldita seas, estúpida –gruñó furiosa. De repente volvió a sentir, y con tanta intensidad que todo su cuerpo se agitó, como si una sacudida eléctrica lo hubiese recorrido de los pies a la cabeza. Una oleada de sensaciones embargó su mente y su corazón, rabia, ansiedad, frustración, desesperación… todo aquel cúmulo de emociones negativas que con tanto esmero había ido acumulando bajo una aparente indiferencia, emergió con violencia, aturdiéndola–… Joder...

Fijó unos ojos llorosos en los de su reflejo, y vio tristeza. No podía seguir así…

Mientras pensaba en su desdicha algo le llamó sobrecogedoramente la atención. Acababa de ser consciente de que el sonido de la tele, como la música, había cesado. ¿Desde cuándo? Al volverse a mirar se percató de que el aparato estaba apagado, y el salón a oscuras.

–¿Qué…

El silencio se le antojó espantoso, atronador. Hubo un movimiento fugaz en la superficie del espejo.

–No puede ser…

Se acercó de nuevo y entonces descubrió, aterrada, que no se veía en él. En vez de su reflejo, la brillante superficie mostraba un fondo oscuro y difuso…

…y entre aquellas negras sombras algo se movía…

Un grito ahogado agarrotó su garganta. Poco a poco, del mismísimo fondo de su espejo, una figura fue emergiendo, contorneándose sus formas… Unos ojos hueros se clavaron en ella, hirientes. La casa quedó atrapada en la pesadilla, un silencio mortal se adueñó de ella, Sara no lograba moverse. La figura pareció adquirir volumen, de su informe cuerpo surgieron brazos y piernas, sin dejar de ser una sombra ominosa que atravesó el cristal y se vertió hacia la joven como una marea envolvente cuya gélida esencia pronto se apoderó de ella, la rodeó, la cubrió…

Mientras engullía a la frágil Sara en un abrazo raptor y la arrastraba consigo de nuevo hacia las tinieblas, ella sólo pudo recordar las palabras de la gitana: “…ten cuidado dónde miras, un peligro te acecha…”.

En unos segundos la sombra y ella desaparecieron. La luz regresó, el televisor de plasma volvió a encenderse, pero la casa quedó vacía… Vacía de tiempo y sonrisas, de color, de momentos, de historias… Apareció consumida y triste, como si jamás la hubiesen habitado, desprovista de espíritu.

El espejo del recibidor quedó opaco, como una negra boca sin fondo.




Calificación:

miércoles, 21 de octubre de 2020

#510 El Holder de la Alianza

 En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a alguna institución de salud mental, manicomio o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Cuando estés adentro ve hacia la persona detrás del mostrador y pídele que te lleve con quién se hace llamar "El Portador de la Alianza". La primera vez que le preguntes sonreirá y entrará por la puerta que se encuentra detrás de él, no lo sigas, debes permanecer en el mismo lugar hasta que regrese. En cuanto vuelva tendrá en la mano un pequeño papel, tómalo y sigue al hombre hacia una puerta que no viste originalmente, el la abrirá, te guiará y te dará una palmada en la espalda deseándole suerte a tu alma desgraciada.

Luego de que el hombre cierre la puerta, comienza a recorrer el pasillo. Estará muy oscuro y la única luz que verás será la de la puerta de enfrente iluminando ténuemente, parecerá una distancia corta pero te tomará exactamente una hora avanzando constantemente alcanzarla. Si te detienes aunque sea por un instante desearás la muerte más rápida e indolora. Cuando llegues a la puerta debes entrar para descubrir una habitación muy iluminada, te invadirá una sensación de paz y luego el cuarto quedará a oscuras, debes buscar por la pared hasta que encuentres una perilla. ¡No abras la puerta! a menos que quieras liberar a las bestias que contiene, debes tocar la puerta cuatro veces. Si te devuelven los golpes del otro lado debes tocar tres veces más y entonces la puerta se abrirá y verás un hombre rodeado por los cadáveres de personas que crees conocer.

Lentamente caminará hacia ti. Si corre hacia ti debes huir lo más rápido que puedas porque tu no eres el indicado para este objeto en particular. En caso de que tengas la suerte de que camine lentamente hacia tu dirección, mira solo sus piernas hasta que deposite una mano sobre tu hombro ya que entonces tu cuerpo te obligará a mirarlo directamente a los ojos. Recibirás visiones de todas las guerras que han sucedido y las que alguna vez sucederán. Si tu corazón y tu cordura pueden sobrevivir a este infierno, entonces eres libre de preguntarle: "¿Ellos causan la guerra?".

Entonces te contará historias sobre las guerras de antes de que el mundo fuera lo que es ahora, luego te dirá algo en una lengua que no podrás entender aunque comprenderás por completo su significado. Después de eso te llevará hacia una puerta, en el interior habrá un papel, un tratado en un pedestal junto a una pluma. Firma el documento, enróllalo y guárdalo; atraviesa la puerta por la que entraste y te encontrarás nuevamente en la institución en la cual iniciaste tu búsqueda. Ve a casa y nunca abras el tratado.



Este Tratado es el Objeto N°510 de 538. Con él conocerás a otros Buscadores, pero ellos también te conocerán a ti. Cuida tu espalda.


 

El Baño de sus Padres

Mi amiga solía contar que en su casa sucedían cosas extrañas, que las luces se encendían solas, escuchaba como las puertas se cerraban pero cuando iban a revisar seguían abiertas y otras cosas así.

Pero lo que más llamaba mi atención era el baño de sus padres, ella relataba que la llave del grifo se abría sola y se podía escuchar el agua correr además de que se escuchaban sonidos extraños en la ducha. Yo no creía en sus historias, la verdad pensaba que las inventaba, pero, un día me invitó a su casa para que viéramos una película y yo acepté ir.

Después de un rato viendo la película me dieron ganas de ir al baño, le pedí que me mostrara donde está el baño, pero al estar descompuesto el de visitas, tendría que ir al baño de sus padres. Cuando llegamos le dije que no le pondría seguro a la puerta, aunque no le creía seguía sintiendo miedo.

Ella se quedo afuera cuidando la puerta y esperando a que yo saliera. En el momento que entré sentí una presencia extraña conmigo, pero decidí no hacerle caso, me quité el pantalón y comencé a sentir mucho frío y pude oir a alguien acercándose a mi desde la ducha. No soporté y corrí hasta la puerta y la encontré trabada, grité con todas mis fuerzas mientras mi amiga intentaba abrir a golpes del otro lado.

Sentía que esa "cosa" se acercaba cada vez más, lloraba sin saber que hacer y pensaba que estaba sola, luego de unos segundos que me parecieron eternos. Mi amiga abrió la puerta tranquilamente mientras me preguntaba qué me pasaba. Entre lágrimas y suspiros le dije que había algo ahí dentro, que la puerta estaba trabada y no podía abrirla, me miró extrañada y me contestó que cuando ella abrió la puerta estaba sin seguro y que no había escuchado nada.

Le conté lo que me pasó y ella dijo que mejor no volviera a entrar a ese baño porque una presencia extraña estaba ahí. Ese día no pude dormir, de solo pensar en qué habrá sido "eso" que estaba conmigo en el baño.

Desde ese día cada vez que voy a su casa recuerdo lo que pasó, fue horrible y nunca más volví a entrar al "Baño de sus padres"...





martes, 20 de octubre de 2020

#502 El Holder de la Incertidumbre

¡Ha ha ha ha!

Tic, tac, tic, tac... Click, clock, click, clock...

¡Ding, Ding!

¿Lo quieres? Apuesto que si, apuesto que si... Es una lástima que no lo conseguirás. Nunca, nunca; Ellos me lo dieron a mi y yo soy su guardián.

Es mío, siempre ha sido mío y jamás dejará de serlo. ¿Lo entiendes? Jamás podrás quitármelo. ¡No te diré cómo! ¡Mío, mío, todo mío para siempre!

¡Y eso significa que estás atascado! No tengo pistas de dónde ir, ni a quién debas preguntarle cuando necesites verme, no podrías llegar a mi aunque alguien te explique el procedimiento por completo ¿o si? Diablos, de todos modos si me vieras jamás lo sabrías.

Perdiste, todo este tiempo tu búsqueda fue inútil pues estás ciego y no hay nada que pueda ayudarte. ¿Aun así quieres intentarlo? ¡Sería como jugar ajedrez sin piezas! o sin alguna pista de como se han movido las otras piezas...

Te encontraré, se quién eres y también el resto de tus patéticos amigos buscadores. No pierdas tu tiempo en tratar de encontrarme antes de que yo te encuentre a ti. Puedes intentar huir si lo deseas pero no te será de ayuda, me refiero a que no te servirá realmente ni siquiera intentar esconderte en otro reino si me entiendes.

No lo recomiendo.

Además, no es como si supieras lo que quiero. ¡Ya tengo lo que quiero!, sin embargo no es así. Esa es la parte divertida de esto, nunca obtendrás lo que realmente deseas.


Lo que quieres es el objeto N°502 de 538, ¿Estás seguro de que lo quieres?


Room #002

Gmær [User] Posted on 01/06/2020 12:03 am

REPLY: F0-bos [Sólo para consumidores] *SECUELAS*(Abro hilo) 

Me gusta la idea de cooperar y compartir mi experiencia. Antes de esto, pasaba mis días de manera aburrida y monótona, no tengo familia en esta ciudad y francamente me alegra, no he llegado al punto de sentirme solo. Probar F0-bos fue mi panorama de fin de semana, en mi primera semana de vacaciones, el mejor día de mi vida. Siempre había tenido problemas de jaqueca y desde que esa sustancia se mezcló con mis sentidos, siento que mi mente ya no me oprime, nunca me he sentido mejor.

Durante todas mis pesadillas me persiguen sombras. He leído en muchas partes a demás roomers y no creo que sea normal, me siento perseguido y ahora veo sombras en mi casa. Mi amigo que me preparó la dosis desapareció hace unos días, él no toleraba muy bien las pesadillas.

Ya había entrado en la Room #002 pero una vez dentro, olvidas todo lo que te hace tú. Al principio es relajante, tanto que te dejas llevar, estás en tu casa de la infancia tranquilamente un día de verano, lo sé porque hace mucho calor y está bien llevar ropa liviana. Me muevo por mi casa buscando platos y poniéndolos sobre la mesa, pongo seis platos.

Notó como faltan los cubiertos y me dirijo a donde sé que queda la cocina, el ambiente en la casa es cálido pero de pronto me da frío. Estoy descalzó y el piso de cerámica me enfría tan rápido que siento que me lastima. El sonido chirriante de una mecedora llama de inmediato mi atención, ésta a menos de dos pasos de mi y no me había dado cuenta de la oscura silueta que ocupaba la silla. De pronto me aterro, recuerdo que la casa está vacía y que nadie podría ayudarme si necesitara ayuda.

La persona que se mece en ella parece no prestarme atención, intentó caminar en la punta de mis pies para hacer el menor ruido posible, pero uno de los bordes quebrados de la loza de cerámica se entierra en la planta de mi pie, como un frío y afilado aguijón. Estalló en gritos mucho antes de perder el equilibrio y caer aparatosamente sobre la mecedora. 

Durante unos segundos entró en pánico y despierto con todos los músculos del cuerpo tensos. Escribo esto todavía con escalofríos. Ahí veces que la mecedora no está, pero siempre está la sombra. Normalmente me molestan poco las pesadillas y es la primera vez que siento que estoy en un cuerpo distinto, más pequeño, es nostálgico. Cuidado que pueden volverse adictos a esa sensación.


Nadie

A todos nos suena “Nadie”; solemos usarlo cuando somos niños. Cuando derramas tu bebida por la alfombra blanca, cuando se te cae un vaso y se rompe… nuestros padres nos preguntan qué quién ha sido y contestamos cosas como no lo sé, yo no he sido, no estaba aquí… o la mejor de todas: Creo que ha sido “Nadie”.

La mayoría de niños ni se preocupan por “Nadie”, están más preocupados en esquivar una bronca, ahorrarse unos azotes o que les quiten su Play Station. Pero no los más listos y despiertos.

Esos que se quedan la noche de reyes despiertos para ver a Baltasar (o al menos un camello) o que ponen trampas para atrapar al Ratoncito Pérez, esos mismos son los que buscan la oportunidad de demostrar los muchos crímenes sin castigo de “Nadie”.

Mi hijo es uno de esos niños. Gastó semanas en su búsqueda personal de “Nadie”: escondiéndose por horas en los armarios, colocando trampas… Incluso le pillé alguna vez robando la cámara de video que usamos en las vacaciones para grabarlo. Siempre estaba orgulloso de ello, contándome lo cerca que estaba de atraparlo. Un día, simplemente dejó de hacerlo. No más preguntas ni cacerías, decidió que era mejor idea jugar fuera en el porche.

Al principio pensaba que se estaba haciendo mayor, olvidando juegos infantiles.

Ayer por la noche uno de los platos de la vajilla de mi madre cayó al suelo. Mi hijo dijo que fue él, recogió los trozos rotos y me pidió que le castigara por ello. Estaba en el porche cuando ocurrió, así que no vi nada… pero sé que no fue mi hijo, él estaba en el porche conmigo.


Calificación:





lunes, 19 de octubre de 2020

#495 El Holder del Placer

En cualquier ciudad, en cualquier país; dirígete a cualquier escuela pública en un horario extraordinario a su funcionamiento normal. Si alguien te saluda debes irte inmediatamente ya que esa persona conoce tus intenciones y se llenará del más profundo deseo de matarte y tu muerte será la más sangrienta que puedas imaginar. Si nadie se entera de tu llegada acércate lo más rápido que puedas a la puerta más apartada que puedas encontrar, acércate, toca y espera afuera por aproximadamente un minuto; luego di: "Sólo busco placer...nada más". En ese instante caerá sobre ti un silencio infernal.

Si escuchas algún sonido vocal de cualquier hombre o bestia, indícale tu nombre y los motivos que tienes para buscar al "Portador". Si tu declaración es sincera podrás seguir; Si escuchas otro sonido debes correr tan rápido como puedas hacia la dirección en la que viniste, sabrás a la luz del amanecer si has logrado escapar o no. De ser así podrás vivir toda tu vida en el reino de la normalidad, sin embargo perderás toda memoria sobre algún objeto, procura no encontrarte con algún otro buscador u objeto o te volverás loco. La simple mención de tu búsqueda anterior traerá horrible sumisión y culpable placer.

La frase pronunciada será muy importante, debes memorizarla y guardarla con cariño en tu mente porque en caso de que la olvides una eternidad en el infierno sería una bendición para ti. En este momento la puerta se transformará y sentirás el repentino impulso de mirarla, someterte a este deseo revelará una pequeña parte de tu alma: tu mayor defecto.

Entra por la puerta y camina hacia adelante hasta que sientas una sensación de desesperación, para algunas personas lleva minutos y para otros, días. Tras sentir la desesperación aparecerá un final a la enloquecedora monotonía del pasillo. Pasar por este portal revertirá los sentimientos de dolor y placer, te encontrarás en una habitación llena con muchos de los instrumentos de tortura utilizados a través de la historia, en medio de esta muestra de terror encontrarás a tu verdadero amor. Ésta persona no será capaz de reconocerte.

Debes amenazar a tu compañero con torturarlo con el objeto que creas que le infringirá el mayor "placer", mientras implora por su vida deberás cumplir con tu amenaza. En el clímax de su dolor debes mirar profundamente al ojo que corresponda a tu mano dominante y pronunciar la frase que memorizaste anteriormente.

De la manera que puedas debes arrancar el ojo de tu actual víctima. Mira fijamente al órgano incorpóreo. Verás el dolor y la repugnancia de todas las atrocidades cometidas a través de la historia del hombre en nombre del placer. Si aún estás sano te encontrarás de regreso en la escuela. Debes salir del edificio lo más rápido posible y no permitas que nadie vea el objeto en tu mano. Si alguien lo ve deseará tenerlo aún a expensas de tu vida.



Este ojo es el objeto N°495 de 538. Cuando estén unidos disfrutarás del sufrimiento de quienes te rodean, encontrarás emoción y euforia en el dolor que trae. Sin embargo tu muerte vendrá de manos de tu verdadero amor.


La Reencarnación

Una pareja recién casada tuvo su primera hija a los pocos meses de gestación; sin embargo, la niña nació con deformaciones que llamaron la atención de sus vecinos. A causa de eso, se produjeron chismes y que hablaran mal de la joven pareja.

La pareja cansada de los chismes, en un momento de desesperación, se llevó a la criatura y la tiró a un río. Por un tiempo, la culpa acechaba a la pareja, pero las cosas empezaron a mejorar para ellos, ya que a los pocos años tuvieron otra hija; esta vez la criatura era saludable y hermosa. Aquel oscuro evento que representaba el hórrido asesinato de su hija, fue desapareciendo con el pasar del tiempo y así comenzaron a vivir en completa felicidad.

Un verano, la familia decidió salir de viaje en un crucero. La nave zarpó y no tardó mucho antes de que dejaran de observar tierra a su alrededor. Se encontraban los tres observando el paisaje desde el barandal del buque y sin esperárselo, la pequeña volteó su mirada hacia sus padres.

Su voz tan dulce y suave, cargaba un aterrador mensaje:

—Mami, papi... No volverán a tirarme al agua de nuevo, ¿o sí...?


Calificación:


domingo, 18 de octubre de 2020

#156 El Holder del Escudo

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador del escudo". El empleado te mirará casualmente y luego al reloj. "¿Sin aliento, señor?" preguntará. Responde con sinceridad y luego pregúntale de nuevo. Él asentirá con la cabeza y te llevará a una trampilla en el piso, hecha de roble fino, que no debería estar allí. Sacará un manojo de llaves y abrirá la trampilla. Te pedirá que entres, pero que él no te seguirá.

Al bajar por la escotilla, te encontrarás en un pasillo muy estrecho. Continúa por el corredor hasta que encuentres una pequeña puerta hecha de carne humana. Toca una vez. Si oyes que un niño muy pequeño te susurra: "Puedes entrar", dí con mucha claridad: "Sólo deseo hablar". Si te consideran digno, la puerta se derretirá lentamente, revelando un pequeño campo de hierba con una fogata en el medio.

Camina hacia el fuego. El niño pequeño te volverá a susurrar, pero con un mensaje diferente: "¿Cuánto tiempo te quedarás?" No respondas. En cambio, mira hacia el fuego y no apartes la mirada. Sentirás unos brazos pequeños rodeando tu cintura. "¿Eres mi papi?" la voz susurrará de nuevo. Responde solo con un "No", a menos que desees morir.

Entonces el niño te soltará y el área a tu alrededor comenzará a moverse; cierra los ojos mientras esto sucede, porque a medida que las habitaciones cambien, podrás ver el abismo, y eso te llevará al borde de la locura, si no al límite. Cuando la habitación termine de moverse, oirás el martilleo del metal; puedes abrir los ojos. Habrá un círculo de nueve escudos. Cada uno tiene un símbolo diferente en un idioma sobrenatural.

El niño aparecerá entonces ante ti, desnudo y ensangrentado. El niño señalará el escudo más cercano y asentirá. No hagas ningún movimiento. Simplemente pregunta: "¿Hay alguna salida?" Si el niño se ríe de ti, destrúyelo rápidamente. Si el niño llora, ora para que tu muerte sea rápida.

Una vez que el niño esté muerto, aparecerá una pequeña daga detrás de ti. Tómala y despelleja al niño, luego toma el escudo más cercano y colócalo sobre los restos despellejados. Si no pasa nada, inténtalo con otro escudo hasta que haya encontrado el correcto. Lo sabrás cuando lo tengas.

Cuando tengas el escudo correcto, debes decir fuerte y claro: "¡Yo soy el desafiador!" Aparecerá ante ti una gran estatua de un hombre con armadura negra que sostiene un escudo; inclínate ante él. Si vuelves a ser digno, él se inclinará también, sacará su poderosa espada y te atacará con ella. Levanta el escudo. No dejes que tus pensamientos se conviertan en vacilaciones; ten fe en que el escudo no flaqueará.

Si logras desviar el golpe que acabaría con tu vida, el escudo y la espada se derrumbarán. La estatua se inclinará una vez más y te ofrecerá su propio escudo como compensación. Inclínate y luego toma el escudo. Una puerta de luz aparecerá sobre ti. Sal de allí.

El escudo es el Objeto 156 de 538. Hay cosas más peligrosas que una espada.



El silencio de Luis

En ocasiones las historias de terror no necesitan tener algo paranormal para dar miedo ya que la crueldad humana es suficiente. Esta es la historia de un chico que recibió un gran trauma, que ha tratado de olvidarlo por años.

El joven se llamaba Samuel, él trató de suicidarse varias veces por lo cual sus padres decidieron internarlo en un hospital psiquiátrico prometiéndole que mejoraría y no volvería a intentar quitarse la vida nuevamente. 

Dentro del hospital conoció a un chico muy raro que estaba en silencio todo el tiempo. Solía estar en las esquinas de los cuartos con la cabeza agachada, no hablaba: solo movía la cabeza para decir sí o no. Samuel comenzó a hablarle, siempre había buscado a alguien que lo escuchara sin interrumpirlo ni juzgarlo. Todo el tiempo se quejaba con aquel chico, él se llamaba Luis, le decía todos los problemas que tenía con su familia, lo que no le gustaba, cualquier cosa. Luis solo asentía moviendo la cabeza, o incluso no hacía nada.

Así pasaron los días y siempre se podía ver a Samuel junto a Luis. Los doctores notaron una mejoría en Samuel y que le tenía un gran afecto al joven callado. Un día, Samuel le dijo al doctor que su amigo no merecía estar en ese hospital, que él no tenía ningún trastorno, solo era callado y reservado. 

Por varios días Samuel le insistió al doctor que dejara ir a Luis con su familia. Después de tanto insistir el doctor aceptó. Dejó ir a Luis. Luis saldría de ahí dos días antes que Samuel. Samuel le entregó una carta con su nombre, teléfono y dirección, lo abrazó y dijo:

Sé que eres muy callado, pero me harías muy feliz si algún día me visitas Luis tomó el papel y se fue.

A los dos días Samuel salió del hospital algo tarde porque lo festejaron por la gran mejoría que presentó, la celebración terminó tarde y a esa hora fue a su casa. Al llegar, abrió la puerta y notó algo raro: 3 cuerpos sobre la mesa. No pudo fingir nada, pues conocía a su familia y sabía que sobre esa mesa estaban su mamá, su papá y su hermana. Se acercó en silencio, y se dio cuenta que en la casa estaba alguien más. En una esquina, en la obscuridad, se encontraba Luis.

Luis se acercó lentamente a Samuel y, extendiendo su brazo lleno de sangre, le dio el mismo papel que le había entregado con su dirección. Pero había algo más, un mensaje por parte de Luis escrito en la parte de atrás que decía: "Todas las personas de las que tanto te quejaste... ¿Estás feliz?"



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