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jueves, 2 de enero de 2020

Jeff the Killer vs Jane the Killer

Jeff caminaba con sus sudadera por las oscuras calles de la ciudad, llevaba su típica ropa de siempre y como siempre llevaba su cuchillo en sus bolsillos escondido. Eran ya mas de las 1 de la madrugada cuando sintió que alguien lo seguía, volteo rápidamente, y no vio a nadie detrás. Siguió caminando y la sensación de seguir estando perseguido también persistía. Volteo otra vez, y otra vez nada. Por un momento pensó que podría ser un animal callejero. Acelero el paso. Su ira se estaba desencadenando. Hace solo unas horas que había cometido un asesinato, pero aun tenia ganas de mas. Convencido de que estaba siendo perseguido, Jeff se detuvo en seco y de dio la vuelta

-¡No me vengas a joder, mierda! Aparécete, si eres tan valiente -grito a la calle vacía.

Vio como nada cambiaba, hasta que una niña de mas o menos su edad, salio de entre los arbustos que estaban a un lado de la calle. Ignorándola, siguió su camino.

-¡Aparece! ¿por qué te vas? ¿eres tan cobarde que huyes, Jeff? -le grito la niña.

Se detuvo y volteo. Jeff nunca a nadie le aguantaba que lo ofendiera, ni menos que una mujer lo hiciera, saco el cuchillo de su bolsillo y se dio media vuelta para pelear con la mujer que estaba al otro lado de la calle, parada, confiada de lo que estaba haciendo.

-¿Como fue que me llamaste? -dijo amenazador amente a la mujer.

-Cobarde  -le contesto la chica- Al fin te encuentro, Jeff the Killer, me presento, me llamo Jane -le dijo burlona mente.

¿Quien se supone que era esta niña para tratarlo así? ¿Quien se creía? ¿Acaso quería morir? Jeff rió por lo bajo, era realmente estúpido que una mujer le estuviese insinuando. Aunque hubiera sido quien fuese, Jeff nunca perdonaría a nadie. Le puso su cuchillo justo a la altura de la garganta y le hablo.

-Te arrepentirás de haberme insinuado -le dijo-, si juegas con fuego, te quemas.

-No me vengas con tus habladurías baratas, llevo mucho buscándote, te haré pagar, bastardo, pagaras por todo lo que has hecho -le hablo Jane, muy confiada.

La ira de Jeff estaba ya por explotar, Jeff iba a clavare el cuchillo que tenia contra la garganta de ella , pero fue muy lento, y Jane aprovecho para sacar su cuchillo que traía escondido. Sabia que esta seria la noche en que mataría a quien tanto mal había causado. Le apunto con su cuchillo justo en la cara.

La paciencia de Jeff se había esfumado, no soportaría jamas que alguien lo amenazara, y menos ese alguien saldría vivo de haberlo hecho. Jeff la empujo violentamente, haciendo que Jane cayera violentamente contra el suelo de la dura calle. Ella no se quedo ahí, se puso de pie antes de que Jeff hiciera otro movimiento y le lanzo lo primero que vio: una piedra. A Jeff le llego en la cara, pero en vez de lamentarse por el dolor causado, este golpe le dio mas coraje para asesinar a la patética niña que estaba tratando de pelear con el. Se toco la frente, y noto que le corría sangre.

Corrió contra Jane, y le hizo un corte en un brazo. Esta, grito y empujo a Jeff para alejarlo. Jeff rió al ver su cara de dolor, lamió la sangre de su cuchillo, satisfecho de lo que estaba haciendo y volvió a atacar a Jane. Esta vez, ella fue mas rápida y le enterró su cuchillo en una pierna. Jeff grito, y luego abofeteo a la niña. No por ser mujer le tendría mas cuidado o le dejaría que hiciera lo que quisiera. El no perdonaba.

Jeff recordó la navaja que traía en su otro bolsillo, así que la tomo rápidamente y la lanzo hacia Jane. La puntería de Jeff era impresionante y logro clavársela a la altura del apéndice. Jane cayo. Jeff reía, lo que a Jane le daba mas coraje para enfrentarlo y lograr deshacerse del maldito Jeff. Se levanto, aunque su sangre le corriera, y lanzo la navaja de Jeff hacia el mismo, que se alejaba de ahi caminando. La navaja se le clavo un brazo. Jeff maldijo y se volteo. Su primer intento de matarla fallo, el segundo no lo haría.

-¿Por que huyes? -le hablo ella- ¿no puedes conmigo?

La ira de Jeff había alcanzado un nivel impresionante. Corrió hacia Jane y le pateo en el estomago haciéndola caer. Luego, sin darle oportunidad de nada, le tomo del cabello y la golpeo contra el suelo. Jane le agarro uno de los pies y se lo tiro para hacerlo caer. Jeff no soltó del cabello a Jane y con toda su fuerza, se paro y la lanzo contra el suelo. Jane se paro, aunque su cuerpo y mente estuviesen agotados.

-¿Crees que me daré por vencida? Estás muy equivocado, me desharé de ti -le grito.

Jane tosió sangre y se limpio la boca. Miro hacia donde se supone estaba Jeff y no lo vio.

-Cobarde, huiste -grito a la calle absolutamente vacía.

Se dispuso a caminar por la calle para ir a buscar a Jeff, decidida a matarlo. Caminaba con su cuchillo en la mano, cuando de su lado derecho, un cuchillo salio de la nada, y se clavo en su espalda.

Jeff salio de su escondite. El sabia que Jane iría a buscarlo, y aprovecho eso para así atacarla sin que se diera cuenta. Jane cayo al suelo y se empezaba a desangrar. Jeff se agacho a su altura, la tomo del cabello mirándola a la cara. A pesar de que Jeff también sangraba de la boca y la herida de su frente, al parecer estaba mucho mejor que ella.

-Bastardo, eres un ... -le dijo Jane.

Jeff, aprovechando que la tenia del cabello, la hizo darse un golpe contra el pavimento, tomo su otra navaja y se la clavo en la espalda igualmente. Jane grito.

-A mi, nadie me insulta. A mi, nadie me gana -le dijo.

Hizo por ultima vez que Jane se golpeara contra el pavimento y le saco los cuchillos que tenia clavados, ademas de llevarse el de ella. Le seria útil en algún momento, ademas, recordaría como fue que venció a la tal Jane.

Jeff se puso de pie, se dio la media vuelta y, antes de desaparecer de la vista de Jane, le dijo, concluyendo lo que estaba diciendo antes.

-Porque yo, soy Jeff the Killer -Y desapareció de las oscuras calles.

viernes, 12 de julio de 2019

Homicidal Liu

Todo comenzó una noche, la noche que Jeffrey Woods enloqueció completamente y asesinó a sus padres y a su querido hermano Liu Woods. Jeff dejó de ser el joven que era, para convertirse en un monstruo sin alma que solo se mueve por el deseo de matar, pero, ¿en serio había muerto su hermano Liu después de recibir múltiples cortes y puñaladas?

—No, sobreviví al ataque de mi hermano, quedé medio muerto, desangrándome mientras sentía cómo estallaba mi corazón por el esfuerzo, sin embargo, resistí deseoso de vivir, para cazar a Jeff. Luego todo se volvió negro y me desmayé.

Pasó mucho tiempo antes que despertara, estaba en un cuarto bastante iluminado, lleno de tubos y medicinas. Apenas sentía mi cuerpo, no podía hablar, no podía comer, me alimentaban a través de un tubo, respiraba por medio de un pulmón artificial, apenas podía distinguir quién era yo; pero uno de esos días escuché a un doctor hablando con una enfermera: "Este paciente puede que no sobreviva, necesita muchos trasplantes, su pulmón izquierdo colapsó, su corazón está muy delicado y sus riñones están fallando, el pronóstico es muy malo". Esas palabras me quitaron toda la esperanza de sobrevivir a lo que me había pasado.

Llegó el esperado día de los trasplantes que necesitaba, pero estaba sedado y aún no podía comunicarme, no pude expresar mi alegría en ese momento, así que la guardé para cuando me recuperara. La enfermera me saludó: “Hola, mi nombre es Susan y te deseo la mejor de las suertes, eres muy fuerte apenas sobreviviste a ese intento de asesinato. Yo personalmente me quise encargar de ti, porque admiro mucho tu fortaleza. Me gustaría que cuando salgas del hospital salgamos alguna vez”. Besó mi mejilla y se sonrojó, no podía negar que era una muchacha muy hermosa, pero no sabía si saldría vivo de esto.

Llegó la hora, la hora donde se decidiría si viviría o moriría. El doctor me dijo que como era un joven muy fuerte y había sobrellevado bien los tratamientos, lo más probable era que la intervención fuera un éxito. Me puso la mascarilla y me pidió que contara de diez a uno, me dormí ¿pero por qué aún sentía lo que me hacían? En ese momento, sentí cómo una hoja fría me perforaba un lado del corazón, el primer corte fue lo más doloroso, luego algo abrió mi piel, el dolor era más intenso a cada segundo que pasaba, cada corte era más doloroso que el anterior, para cuando estaban trabajando en mi corazón creí que no se podía sentir más dolor, pero eso fue solo el comienzo de mi tortura, horas de un dolor insoportable, cada corte, cada parte de mi que reemplazaban, cada sutura, todo el dolor que recorría mi cuerpo destruía la poca cordura que me quedaba, hasta quedar hecha añicos.

Pasaron días en esa cama sin poder moverme, sin poder hablar, solo escuchando la voz de aquella enfermera, quien estaba conmigo día y noche, hablándome, diciéndome que resistiera, que me quería con vida, que quería conocerme en verdad y que esperaba hablar conmigo y escuchar mi voz. Pasó una semana y ella venía más a menudo, venía y me cantaba, me leía, pero un día, antes de poder mover mi cuerpo, me susurró: “Ya quiero que despiertes”. Me besó al terminar esa frase y empecé a sentir mi cuerpo, logré abrir mis ojos y pude admirarla. Ella lloraba de alegría al verme despertar y lo primero que hice fue intentar hablarle: “Hola Susan, soy Liu Woods”. Ella quedó atónita. “De verdad, eres… ¿El hermano de Jeff Woods? Él estuvo aquí hace un tiempo, quedó muy mal, me enteré de que se volvió loco y atacó a su familia, ¿cómo es que sobreviviste, Liu? También supe que hace 3 días raptó a una joven y la quemó viva con lejía y gasolina, luego escapó de allí y no se le ha vuelto a ver, pero en la casa, o lo que queda de ella, no se encontraron más que 2 cadáveres. 
Algunos decían que se lo llevó, pero en el cuarto donde dormía su hermano, o sea, donde dormías, encontraron escrito con sangre en la pared “Ve a dormir” y en el baño escrito “Sonríe” en el espejo. Lamento mucho la muerte de tus padres, en serio, y, como no creo que quieras volver a ese lugar, ¿querrías quedarte a dormir en mi casa por un tiempo? Bueno, cuando salgas de recuperación, vivo sola desde que mis padres murieron en un accidente de auto, así que me sobra un cuarto”.

Acepté la oferta de Susan: “Cuando salga de aquí, quiero llevarte a cenar, a donde quieras, solo necesito que un día me acompañes a mi viejo hogar a buscar mi ropa, aunque no creo que siga allí”. Aceptó con un poco de miedo. Los siguientes días ella me visitaba todos los días, reíamos juntos, éramos muy cercanos, casi parecía que éramos pareja, así que le pregunté si quería ser mi novia. Ella dijo: “Sí, Liu, quiero ser tu novia, yo te lo iba a preguntar, pero no sabía cómo hacerlo”. Se me acercó y nos besamos. Estaba tan feliz, las cosas se estaban arreglando para mí, tenía una persona que sería mi nueva familia.

Al salir del hospital, Susan me recibió con los brazos abiertos y como era de día, pensamos en ir por mi ropa para llevarla a mi nuevo hogar, dijo “Sí, pero hay que llevar algo para protegernos por si tu hermano sigue rondando por ahí”. Le contesté “De acuerdo, un par de cuchillos de carnicero, una jeringa, un poco de calmantes, también un poco de equipo de emergencias por si necesitamos suturar, a ti o a mí, en caso de que un vidrio pueda causar una herida que necesite sutura, una botella de agua recién sacada de la nevera y una lata de gaseosa por si tenemos sed”.
Fuimos a su casa y recogimos todo lo necesario, además de una maleta para llevar mis cosas. Ya en mi antiguo hogar, sujetó con fuerza mi brazo, le dije “No temas, todo estará bien.” La besé para que se calmara, abrí la puerta de una patada, estaba cerrada, entramos y vimos que las paredes de mi casa estaban llenas de sangre, la sangre de mis padres, encontramos en la cocina un galón de gasolina, un frasco vacío de lejía y unos cerillos, seguimos recorriendo la casa, vimos el baño, que estaba con la puerta abierta, y vimos el espejo, con la palabra “Sonríe” escrita con sangre, el lavabo y el suelo llenos de sangre, toda mi casa estaba igual, llena de sangre. Al final, entramos al lado, estaba el cuarto de mis padres y encontramos las sábanas llenas de sangre, toda mi casa estaba igual, llena de sangre.

Finalmente, entramos al lugar más perturbador de mi casa, mi antiguo cuarto, la frase “Ve a dormir” estaba escrita con sangre en la pared, tal como se rumoreaba. Busqué en mi ropero mis pertenencias, mi portátil, mp3, celular y ropa, solo lo que no estaba manchado de sangre, cuando volteé para ver mi cuarto, recordé la perturbadora cara de Jeff viéndome con esos ojos llenos de locura sosteniendo un cuchillo ensangrentado en la mano diciéndome “Shh, solo ve a dormir”. Ese recuerdo fue lo que terminó de romper la poca cordura que me quedaba, le dije a Susan que me diera la mochila donde llevábamos las cosas, fui al baño, tomé el cuchillo y dije “Jeff… te veré en el maldito infierno cuando los dos hayamos muerto.”




Terminada la frase, le hablé a Susan, la besé, le dije “Adiós amor mío, pero, necesito encontrar a Jeff para vengarme de lo que me hizo, vengarme por la muerte de mis padres y que casi me mata a mí, te amo Susan, pero, no te podré ver después de que muera, lamento mucho esto”. Estuve a punto de matarla, pero, no lo hice, no me convertiría en mi hermano, le rogué a Susan que me perdonara, que venir a mi viejo hogar me había afectado, ella contesto “Esta bien, Liu, yo te amo, y sé que estar tan cerca de la muerte puede afectar, vámonos a casa”. Me besó, pedimos un taxi y nos fuimos a casa, y me metí a bañar.

Mientras me bañaba, no paraba de pensar en todos los momentos que pasé con mi familia, con mamá, con papá, mi infancia con Jeff, las travesuras que hicimos, todo lo que pasamos juntos, la alegría de tener a mi familia cerca, comencé a llorar, pero, el sonido del agua cayendo ahogaba mis sollozos, así que, no importaba.

La primera noche fue traumatizante para mí, tenía claras pesadillas donde podía ver a Jeff, como era antes del accidente, siendo asesinado brutalmente por el nuevo Jeff, luego éste me volteó a ver y me diciendo “Liu, ¿por qué no te fuiste a dormir como te lo pedí?” Desperté con un susto terrible, Susan fe corriendo a mi cuarto, me dijo, “¿Qué pasó Liu? ¿Estás bien?” le respondí “Sí… Solo fue una pesadilla, no te preocupes”.

Al día siguiente, al despertar, sentí un aroma que hacía mucho que no disfrutaba, era el olor a hot-cakes recién hechos, fui al comedor y ahí estaba Susan, preparando el desayuno, tal y como mamá lo hacía, me dio los buenos días, se sentó y empezamos a comer, ¿cuánto tiempo había pasado desde que no comía hot-cakes hechos con amor?, no lo sé, pero, el sabor… era tan agradable, me sentía amado una vez más, pero, la felicidad no duraría mucho.

Me estaba volviendo loco, cada día que pasaba, Susan me recordaba más a mamá, así que, tomé un cuchillo de la cocina y corrí hacia su cuarto, se estaba arreglando para salir conmigo a una cita, se veía tan hermosa, no me sentí capaz de matarla, no así, no sin que supiera cuánto la amaba, no sin que sintiera amor por última vez en su vida… Yo la amaba, pero, me estaba volviendo cada vez más loco, la idea de clavarle un cuchillo en el corazón no me dejaba vivir en paz y no podía estar así, no quería matarla, pero, no tenía otra opción, o eso creía.


Al salir del cine, caminábamos a casa, le decía “Te amo Susan, pero, hay algo dentro de mí que me… me está matando y no sé si pueda soportarlo más, así que, quiero que sepas que yo te amaré pase lo que pase”. Terminada la frase, un malviviente salió de un callejón y tomó el bolso de Susan hiriéndola, me enfurecí, quería matarlo por lastimar a Susan, lo perseguí con el cuchillo que había guardado en mi chaqueta, lo arrastré al callejón donde robó el bolso de mi amada, en frente de ella lo obligué a disculparse, quería tomar su vida, pero antes, le dije a Susan “Corre, no quiero que veas esto, te amo, y no debes ver esto”. Ella obedeció y se alejó lo más que pudo, cuando supe que era el momento, le dije al tipo “No te perdonaré por haber lastimado a Susan, ella es tan buena, tan pura, herirla es un crimen muy grave, por eso, tomaré tu vida, y solo así pagaras por tu ofensa”.
Levanté el cuchillo y lo apuñalé repetidas veces, podía ver sufrimiento en la mirada de ese hombre, pero, aún así seguí clavandole el cuchillo hasta que murió por múltiples puñaladas, limpié la sangre de mi chaqueta de cuero, la cual quedó bastante manchada. Aún así el día era cálido, por lo que pude quitarme la chaqueta y doblarla, dejando solo el exterior visible, logré ocultar el asesinato del ladrón. Salí del callejón y me encontré con Susan en la cafetería de la esquina tomando un expreso bien cargado.


Ella estaba bien, la gerente había limpiado su herida, al llegar se lo agradecí ocultando mi chaqueta. Llevé a Susan a casa con mucho cuidado, entramos a su cuarto y la recosté en su cama, le dije “Susan, no quería que esto te pasara, pero, me he dado cuenta de una cosa, no dejaré que nadie te haga daño, a partir de hoy, nunca volverás a tener miedo, nadie te volverá a lastimar, lo juro”. La besé y me fui a dar una ducha, me di cuenta de que no podía matarla, ella era todo lo que tenía en el mundo, era la única persona que amaba, aunque de todos modos había disfrutado matar aquel tipo del callejón, pero no podía matar a cualquier persona así que decidí solo atacar a personas que lastimaran a inocentes, personas que hicieran el mal a quienes que me importara y sobre todo, que mataría a cualquier persona que tratara de dañar a Susan.

Pasaron los días y como cada vez mataba a más personas me molestaba tener que usar un pantalón lleno de sangre, así que decidí comprar un pantalón de cuero, entonces, matar fue menos molesto...una chaqueta y un pantalón, ambos de cuero, los cuales fácilmente podía limpiar con gasolina blanca que había comprado hacía tiempo.

Matar se volvió un hábito cada vez más aburrido, matar con simples puñaladas era muy repetitivo, así que fui empleando modos cada vez más retorcidos, a algunos los quemaba vivos con gasolina, a otros los operaba sin anestesia, a otros los obligaba a comerse sus propias tripas, a otros los cortaba en pedazos y se los echaba a los perros callejeros, pero nunca maté a ningún inocente, solo mataba criminales y malvivientes, eso me hacía un héroe, ¿no? Acabar con los criminales haciéndolos sufrir de las formas más horribles, cada día usaba formas más horribles y retorcidas para matar, llegaba a casa, limpiaba mi ropa de la sangre de los criminales y pasaba tiempo de calidad con Susan, hasta que un día la invité a cenar, como yo tenía un empleo de cocinero en un restaurante y ganaba bastante dinero la llevé a un lugar muy bello, a la luz de las velas le dije “Susan, ya llevamos casi un año juntos, sé que eres el amor de mi vida, pues no sabría cómo podría vivir sin ti, quiero proponerte algo”. Me puse de rodillas y saqué una sortija de mi saco “¿Quieres casarte conmigo?” Se emocionó, y con lágrimas en los ojos me dijo “Sí, Liu, quiero casarme contigo”. Salimos del restaurante, no me había sentido tan feliz en toda mi vida, pero, un maldito llegó con un arma y le disparó.

Me llené de ira y odio... no podía dejar a Susan allí sola, desangrándose, muriendo, corrí y la lleve al hospital más cercano, los doctores me dijeron “Está muy delicada, quizá no despierte, hay que esperar lo peor”. Fui a buscar al maldito que le había disparado, nunca olvidaría su rostro, pasé horas recorriendo las calles hasta que lo encontré, lo golpeé hasta dejarlo casi inconsciente, “Me darás tu vida maldito bastardo, por tu culpa mi Susan está al borde de la muerte, y pagarás con tu vida”. Murió en el momento que terminé la frase.

Llegué al hospital, el médico me dijo que Susan ya había despertado, que fuera a hablar con ella, y eso hice. Ya en el cuarto de Susan, ella me vio y dijo “¿Liu? ¿Eres tú? Me alegro de que vinieras, espero poder resistir así como tu lograste resistir a lo que te pasó, te amo Liu, no quiero morir, pero si lo hago, no quiero que te suicides, te amo demasiado como para que mueras por mí, yo sé lo que hacías, yo se que matas criminales, y aunque no sea un método muy noble, la misión que tienes lo es, no dejes de hacer lo que haces Liu.”

Pasó una hora en la que estuvimos hablando, en la que le dije todo lo que le tenía que decir, no quería perderla, no quería perder a la única persona que me quedaba en este mundo. El doctor entró y dijo “Necesitamos operarla, señor Woods, se recuperará”. Se la llevaron a la sala de operaciones, fueron 3 horas que parecían eternas, quería sacarme los ojos de la desesperación pero la esperanza de que Susan sobreviviera era lo me mantenía en pie. Terminó la operación, el doctor que se encargó de todo me dijo “La operación fue todo un éxito, ella está estable, mañana despertará y en 2 semanas podrá salir del hospital”. Esas palabras me emocionaron tanto, me sentía tan tranquilo por saber que Susan estaría bien.

Estuve en su cuarto todo el día esperando a que despertara, despertó y me dijo “¿Quién eres y dónde están mis padres?” esas palabras me llenaron de tristeza, Susan me había olvidado, tenía que hacer que me recordara. Cuando se recuperó, la llevé al hospital donde nos conocimos, dijo “¿Eres tú, Liu? Como has cambiado”. Ella comenzó a recordar, la llevé a mi vieja casa, y recordó lo que pasamos allí, seguí llevándola a todos los lugares significativos para nosotros en el transcurso de la semana, hasta que llegamos al restaurante en el que le propuse matrimonio, ella lo recordó todo, me abrazó y me dijo “Liu, ahora lo recuerdo todo, gracias por estar conmigo hasta que me recuperara”. Y le respondí, “Tú hiciste lo mismo por mí, te debo muchas cosas, Susan.” La besé, pero cuando nos separamos, empezó a convulsionar, me asusté mucho y la lleve al hospital, no podía seguir así, pero, yo la amaba.

No la dejaría sola cuando me necesitaba, me quedé allí a esperar las noticias del médico y éste me dijo “Lo lamento señor, pero su novia ha muerto”. Esa frase me llenó de tristeza y odio, tomé al doctor y le troné el cuello ya no había razón para contenerme, comencé a matar a todos en el hospital hombres, mujeres, niños y enfermos, los maté a todos, no podía soportar que ellos vivieran y mi Susan no, ella no podía morir así no dejaría que eso pasara, pero era inevitable, mi ropa estaba llena de sangre de inocentes, mis manos estaban llenas de sangre y mi mirada había cambiado así que decidí hacer algo, fui por un bisturí y empecé a cortar un corazón en mi pecho, con la iniciales de Susan y su hora de muerte, nuestro aniversario y la fecha en la que nos conocimos, luego fui por una aguja y un hilo y cosí los extremos de mis labios formando una sonrisa, para que nadie viera como sufro por dentro.

Cuando terminé fui a casa, tomé mi ropa de cuero y las cosas con las que acostumbraba a matar y salí de allí para no volver jamás, ahora vivo matando a las personas que sean felices... sé que cuando muera, no podre verla... matar me consuela, si me ves corre y no muestres tu felicidad o morirás de la forma más despiadada y retorcida, no podrán distinguir tu cuerpo de cómo era antes de encontrarte conmigo, el sobreviviente de Jeff The Killer.




Calificación: 

jueves, 30 de mayo de 2019

Jeff The Killer

Después de semanas de asesinatos inexplicables, el desconocido asesino todavía ronda por este lugar. Tras las escasas pruebas encontradas, una joven afirma que sobrevivió a uno de los ataques del presunto asesino. Con valentía, nos cuenta su historia.

"Tuve un mal sueño y me desperté en medio de la noche", dice la joven, "vi que por alguna razón la ventana estaba abierta, aunque recuerdo que la cerré antes de irme a la cama. Me levanté y la cerré una vez más. Luego, simplemente me metí debajo de las sábanas y traté de volver a dormir. Fue entonces cuando tuve una sensación extraña, como si alguien me estuviera observando. Miré hacia arriba y casi salto de la cama".

Ahí, descubiertos por el pequeño rayo de luz que iluminaba entre las cortinas, había un par de ojos. No eran ojos normales, sino oscuros y siniestros, bordeados de negro. En ese momento vi su boca. Una sonrisa ancha, tan horrenda que hizo que todos los pelos del cuerpo se me erizaran. La figura se quedó allí, mirándome. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, habló. Dijo algo, una simple frase, pero dicho de una manera que solo un loco podría hacerlo:

"Ve a dormir."

Se me escapó un grito. Él sacó un cuchillo. Su objetivo era mi corazón, saltó a mi cama, pero yo me defendí. Le di una patada, que él esquivó, en seguida me derribó de un golpe y me sujetó. Fue entonces cuando mi padre entró.

El hombre lanzó su cuchillo, como respondiendo a un acto reflejo, que atravesó el hombro de mi padre. Probablemente habría acabado con él de no ser porque uno de los vecinos alertó a la policía, quien había sorprendido al intruso cruzando el techo de nuestra casa.

La policía descendió de sus coches patrulleros. Incluso yo me quedé anonadada cuando escuché sus pisadas en el césped de la entrada: había sido muy silenciosa y precavida, por alguna razón que no tardaría en conocer. El hombre se volteó, mientras la puerta principal se quebraba ante los golpes de los policías armados, y huyó por el pasillo. Escuché un ruido, como si se hubiera roto un cristal. Cuando salí de mi cuarto, vi que la ventana que estaba apuntando hacia la parte posterior de mi casa se había roto. Lo vi desaparecer en la distancia.

Te puedo asegurar una cosa: nunca olvidaré esa cara, aquellos ojos fríos y esa sonrisa psicótica nunca saldrán de mi cabeza.

La policía todavía está en la búsqueda de este hombre. Si ves a alguien que encaja con la descripción del sujeto de esta anécdota, por favor, ponte en contacto con su departamento de policía local. Ahora que sabes un poco sobre Jeff, seguramente te preguntarás por qué lo hace. Para saberlo, tendremos que retroceder un poco más en el pasado.




Historia

Jeff y su familia acababan de mudarse a un nuevo vecindario ya que su padre había conseguido un ascenso en el trabajo y pensó que sería mejor vivir en una de esas casas de "fantasía". Jeff y su hermano Liu no podían quejarse, mientras desempacaban, uno de sus vecinos pasó por allí, era una mujer relativamente joven.

-Buenos días, soy Bárbara, vivo al otro lado de la calle, solo quería presentarme a mí y a mi hijo- se da la vuelta y llama a su hijo- Billy, estos son nuestros nuevos vecinos.

Billy dijo hola y corrió de nuevo a jugar en su patio.

-Bueno- empezó la madre de Jeff, -Yo soy Margaret, este es mi marido Peter y estos son mis hijos, Jeff y Liu.

Cada uno de ellos se presentó, Bárbara los invitó al cumpleaños de su hijo. Jeff y su hermano intentaron protestar, pero su madre aceptó encantada. Cuando Bárbara por fin se fue, Jeff encaró a su madre.

-Mamá, ¿por qué una fiesta infantil? Por si no lo ha notado, ya no soy más un niño.

-Jeff- replica su madre -Nos acabamos de mudar aquí, debemos demostrar que queremos pasar tiempo con nuestros vecinos, no está en discusión, iremos a esa fiesta.

Jeff intentaba protestar, pero se detuvo, sabiendo que él no podía hacer nada, cuando su mamá decía algo era definitivo, se encerró en su cuarto y se dejó caer sobre su cama. Siempre se recostaba allí mirando el techo, pero esta vez poco a poco lo invade una extraña sensación. No es tanto un dolor, pero sí una sensación extraña. Él ignora y lo confunde con un sentimiento al azar, de esos que te persiguen cuando experimentas una duda muy profunda.
Al día siguiente, se prepara para la escuela. Mientras estaba sentado, tomando su desayuno, una vez más padece esa sensación, esta vez más fuerte. Y le afligió un dolor, como un leve tirón, pero nuevamente lo ignoró.
Liu y él terminaron su desayuno y se dirigieron hasta la parada de autobús. Mientras aguardaban, un chico montado en una patineta salta sobre ellos, a solo unos centímetros por encima de sus rodillas. Ambos se sobrecogen por la sorpresa.

-¡Hey! ¿Qué diablos?

El chico se cayó y se volteó hacia ellos, pateó la patineta y, al rebotar esta por uno de sus costados, la sostuvo con sus manos. El chico parece tener cerca de doce años, un año menor que Jeff, lleva una camisa de Aeropostal y pantalones azules algo rasgados.

-Bien, bien, bien, parece que tenemos un poco de carne nueva- De repente, aparecen otros dos chicos, uno de ellos es muy delgado y el otro es enorme. - Bueno, ya que son nuevos aquí, me gustaría presentarnos, el de ahí es Keith y el otro es Troy, yo soy Randy. Ahora, para todos los niños en este barrio hay un pequeño precio por el pasaje, si es que me entienden.

Liu se puso de pie, listo para golpear al chico, pero sus dos amigos levantan sendas navajas hacia él, en actitud ofensiva.

-Esperaba que fueran más cooperativos pero parece que tendremos que hacerlo de la manera difícil.

Keith le pegó un puñetazo en el estómago a Liu, y Troy lo estrechó contra el piso. Randy se acercó a el, rebuscando en sus bolsillos y extrajo, al fin, una billetera. Jeff, inmóvil, padecía esa sensación desagradable, fría, erizada de ardores insoportables, ahora ha sido muy potente, demasiado potente. Se pone de pie, pero Liu le hace gestos para que vuelva a sentarse en la banca de espera, Jeff lo ignora y se acerca a los chicos.

-Escúchame bien, pequeño punk, devuélvele la billetera a mi hermano, de lo contrario…

Randy guarda la billetera en su bolsillo y saca su cuchillo.

-¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer?- se mofa, mientras desfila su cuchillo frente a la cara de Jeff. Pero este, en un movimiento rápido, toma la muñeca de Randy y se la rompe. Randy soltó un terrible grito. De inmediato, Jeff tomó el cuchillo caído. Troy y Keith se asustaron, indecisos ante los chillidos de dolor de su líder, y trataron de huir, pero Jeff es demasiado rápido. Lanza a Randy al suelo y arremete contra Keith, apuñalándolo en el brazo.
Keith se arranca el cuchillo y lo deja caer al piso, cayendo al suelo en medio de gritos espantosos. Troy continúa corriendo, pero Jeff logra alcanzarlo. No necesita ni siquiera el cuchillo, le aprieta la garganta y con la otra mano le da de lleno en el estómago una serie de puñetazos, que obligan a Troy a vomitar incluso la cena de la noche pasada. Liu está perplejo, mudo de asombro.

-Jeff, ¿cómo?- susurra brevemente.

Saben que serán culpados por todo el asunto, así que comienzan a correr tan rápido como les es posible, en tanto corren, miran hacia atrás y logran ver al conductor del autobús corriendo hacia Randy y sus compinches.
Cuando Jeff y Liu llegaron a la escuela, no se atrevieron a contar lo que pasó, solo se limitaron a sentarse y escuchar. Liu se tranquilizaba pensando en que su hermano solo había golpeado a unos cuantos chicos, pero Jeff disfrutaba del oscuro goce de sentirse poderoso, superior, la necesidad de lastimar por el mero placer de demostrarlo. Cuando llegó a casa, sus padres le preguntaron cómo había sido su día, a lo que Jeff respondió con una voz un tanto desanimada -Fue un día maravilloso.
A la mañana siguiente, oyó que llamaban a su puerta. Caminó hacia abajo para encontrar a dos policías en la puerta y a su madre mirándolo con expresión de enojo.

-Jeff, estos oficiales me dicen que atacaste a tres niños, que no fue una pelea normal, los heriste con un cuchillo- La mirada de Jeff se sepultó en el suelo.

-Mamá, fueron ellos los que nos atacaron a Liu y a mí.

-Hijo- se pronunció uno de los policías -encontramos a tres chicos, dos apuñalados y uno tiene un moretón en el estómago, tenemos varios testigos de que los vieron huyendo de la escena. Ahora, ¿qué tienes que decir ante esto?.

Jeff sabía que era inútil, podía decir que él y su hermano habían sido atacados por ellos, pero no había pruebas de tal hecho. No podría decir que no estaban huyendo, porque a decir verdad sí lo hacían, así que Jeff no podía defender ni a Liu ni excusarse a sí mismo.

-Hijo, llama a tu hermano- dijo tranquilamente su mandre.

Jeff no podía hacerlo, ya que fue él quien golpeó a todos los niños.

-Señor... fui yo- declaró Jeff - yo fui quien atacó a los niños, Liu trató de detenerme, pero no pudo- El policía miró a su compañero y ambos se sorprendieron.

-Bueno, chico, parece que te espera un año en prisión...-

-¡Esperen!- gritó Liu. Todos se sorprendieron al verlo sosteniendo un cuchillo, los oficiales sacaron sus armas y apuntaron a Liu -Esperen por favor, no disparen, Jeff es inocente yo hice todo, perdí el control, me golpearon un poco esos punks y me enojé, tengo las marcas para probarlo- levantó su camisa para revelar heridas y moretones, como si hubiera estado en una lucha.

-Hijo, solo tienes que dejar el cuchillo- dijo el oficial.

Liu soltó el cuchillo, levantó las manos y se acercó a los oficiales.

-No, Liu, fui yo, ¡yo Lo hice!-  gemía Jeff con lágrimas corriendo por su rostro.

-¿Eh?, pobre hermano, tratando de tomar la culpa de lo que hice- sonrió tristemente Liu mientras la policía lo subia a la patrulla.

-¡Liu, diles que fui yo, diles, yo fui quien golpeó a los niños!- La madre de Jeff puso las manos sobre sus hombros.

-Por favor, no tienes que mentir, sabemos que fue Liu, puedes detenerte.

Jeff observa con impotencia cómo la patrulla se aleja. Unos minutos más tarde, su padre se detiene en el camino de entrada, examina rápidamente la cara de su hijo y sabe que algo anda mal.

-¿Qué sucede?

Jeff no puede responder, sus cuerdas vocales están tensas por el llanto mientras, su madre lleva a su esposo a una habitación aparte mientras Jeff llora sin descanso. Tras una hora de pensamientos extraviados y deseos fallecidos, vuelve a entrar a la casa. Sus padres están tristes y decepcionados.
Él solo quiere a dormir, en la esperanza de que el sueño le haga olvidar sus males. Pasaron varios días, sin noticias sobre Liu y tampoco tiene amigos para distraerse, solo tristeza y culpabilidad; por lo menos, hasta el sábado, día en que se despertó y vio a su madre jovial y risueña.

-Jeff, hoy es el día"- saluda mientras abre las cortinas y la luz alumbra su habitación

-¿Qué, qué día es hoy?- pregunta Jeff semidormido.

-Hoy es el cumpleaños de Billy- le responde su madre.

El joven se despierta rápidamente -Mamá, debes estar bromeando, ¿verdad? Cómo puedes esperar que vaya a una fiesta después de...”- hay una larga pausa.

-Jeff, ambos sabemos lo que pasó, creo que esta fiesta podría ser lo que ilumine estos últimos días, ahora, vístete.

La madre sale de la habitación y baja para prepararse, mientras Jeff lucha por levantarse, realmente no tiene ánimos de hacerlo, elige al azar una camisa y un par de jeans y baja por las escaleras. Su madre y padre se han vestido muy formalmente.

-¿Es eso lo que vas a usar? Mejor ve y busca otra cosa- le recomienda su madre, disimulando su fastidio con una sonrisa.

-Hijo, a esta fiesta tienes que ir bien vestido, si quieres causar una buena impresión- explica su padre.

El joven empieza a gruñir y vuelve a subir a su habitación -¡No tengo nada de ropa elegante!- grita desde las escaleras.

-Solo tienes que elegir algo decente- insiste su madre.

Mira a su alrededor, pero no encuentra nada "decente", en su armario hay un par de pantalones de vestir negros que tenía para las ocasiones especiales, pero le hace falta una camisa que combine perfectamente.Hurgando durante unos minutos todavía, lidiando con que eso sí encaja y aquello no, logra toparse con una sudadera con capucha blanca, tendida en una silla, le sienta bien, así que la usa.

-¿Eso es lo que llevarás?- le preguntan sus padres, mientras su madre mira el reloj.

-Oooh, no hay tiempo para cambiarse, vámonos de una vez.

Cruzan la calle hacia la casa de Bill, tocan a la puerta, siendo recibidos en el acto por Bárbara junto y su esposo, quienes los invitan a pasar, dentro de la casa abundan los adultos, pero Jeff no descubre el menor indicio de un niño.

-Los chicos están en el patio, Jeff… ¿Qué te parece si conoces a algunos de los niños?- le invita Bárbara alegremente.

En efecto, los niños están corriendo por el patio en trajes de vaqueros y se disparan los unos a los otros con pistolas de plástico. Jeff se queda de pie, algo incómodo, entonces un chico se le acerca y le entrega una pistola de juguete y un sombrero -Hey, ¿no quieres jugar?

-Ah, no creo, eso es para niños, estoy demasiado viejo para estas cosas- El chico lo mira con expresión de cachorrito enternecedor.

-Por fa- suplica.

-Está bien- murmura Jeff- Se pone el sombrero y finge dispararle a los niños. Al principio piensa que es totalmente ridículo, pero luego comienza a sentir que es realmente divertido, tal ves no sea algo genial, pero es la primera vez que él ha hecho algo que tiene fuera de su mente a Liu, así que juega con los niños por un rato hasta que escucha un ruido, como de pesadas y diminutas ruedas girando en sus ejes. Luego, algo lo golpea en la nariz, parece una piedra, cuando reacciona, se encuentra ante Randy, Troy y Keith, todos acaban de saltar a través de la valla, balanceándose en sus patinetas. Jeff deja caer el arma de juguete y se quita el sombrero, Randy le clava en los ojos una mirada llena de ardiente odio.

-Hola, Jeff, tenemos algunos asuntos pendientes.

-Creo que estamos a mano, después de todo, los vencí a todos ustedes… ¡Son una mierda!- le espetó Jeff.

-Oh, no, no hay manera, te patearé el culo ahora mismo.

Randy se lanza sobre Jeff, los dos caen al suelo. Randy lo golpea en la nariz, y Jeff lo agarra por las orejas y le da de cabezazos, luego lo aparta de un fuerte empujón. Los niños gritaban, corriendo donde sus padres, quienes aún estaban dentro de la casa. Troy y Keith desenfundan pistolas de sus bolsillos:

"Será mejor que nadie nos interrumpa."

Randy saca un cuchillo y apuñala a Jeff en su hombro, quien pierde el equilibrio al intentar evitar la hoja fría del arma. Randy se le abalanzó sin darle tiempo de respirar, cubriéndole el rostro de patadas. Jeff hizo fuerzas y tomó del pie a Randy, torciéndolo a sangre fría. Mientras Randy chilla, hecho un ovillo, Jeff se levanta y se dispone a retirarse cuanto antes. Pero entonces la mano de Troy le detiene, cogiendo su hombro herido.

-No lo creo.

Toma a Jeff por el cuello, sin dejar de apretar la herida de su hombro, y lo lanza contra el piso. Cuando trata de ponerse de pie, recibe una patada por parte de Randy, descargando más patadas hasta que le obliga a escupir sangre.

-Vamos, Jeffy, ¡pelea conmigo!- toma a Jeff del brazo y lo lanza fuera del patio, a la cocina. Toma una botella de vodka, puesta sobre la mesa, y rompe el cristal en la cabeza de Jeff.

-¡Pelea!- vocifera Randy, fuera de sí, empujando a Jeff a la sala de estar a fuerza de patadas y puñetazos -Vamos, ¡mírame!- Jeff levanta la vista, con el rostro ensangrentado.

-¡Conseguí que tu hermano fuera a prisión, y ahora solo vas a sentarte aquí y dejar que se pudra allí durante un año entero! ¡Deberías avergonzarte!-Jeff empieza a levantarse- Oh, ¡por fin! Parece que ya quieres pelear.

Jeff permanece en silencio, con la sangre y el vodka goteando de su rostro, esa extraña sensación carcome su corazón, arde en sus venas, ese impulso animal de supervivencia que se pervierte, que adquiere el fuego de la locura primitiva.

-Por fin, ¡vamos, arriba!

En ese momento algo sucede dentro de Jeff, todo pensamiento piadoso ha muerto, toda represión racional ha desaparecido, excepto el deseo de la muerte, la capacidad de engendrar dolor por el placer de saborear el sufrimiento ajeno. Incluso experimenta un vigor, una energía poderosa que alimenta sus músculos, que frunce su entrecejo y oprime su cerebro al máximo de adrenalina. No, no hay pensamientos, no hay siquiera una palabra en su mente, solo instintos, impulsos terribles e insondables como la naturaleza. Alza el puño y derriba a Randy, quien ha estado desprevenido, hablando de más. Instantáneamente, en cuestión de segundos, concentra la fuerza de su cuerpo en su puño y lo imprime directo en el corazón del pobre diablo.
Randy jadea, cubierto de abundante sudor, agitándose con desesperación. Golpe tras golpe, Jeff le arrancó su último aliento.
Todo el mundo está mirando a Jeff ahora. Los padres, los niños llorando, incluso Troy y Keith, a pesar de que esos dos tiemblan sin control ante su horrible mirada, sostienen sus armas, apuntándolo. Jeff, veloz, se precipita sobre las escaleras, mientras Troy y Keith abren fuego hasta agotar inútilmente sus balas. Jeff se encierra en el baño, toma el pequeño estante donde reposan utensilios higiénicos, y lo arranca de la pared.

Troy y Keith golpean la puerta del baño, forcejeando. Jeff, entonces, los recibe con el estante en la cabeza, el cual desploma a Troy, dejándolo inconsciente. Keith, que es más ágil, se inclina y toma impulso sobre sus pies, esquivando los puños de Jeff y reteniéndolo contra la pared, hundiendo las uñas en su garganta. Desde lo alto de un escaparate superior, el recipiente de lejía se tambaleó por el impacto y terminó por derramarse. Ambos se quemaron, chillando alocadamente por el escozor. Jeff se secó los ojos con el dorso de su manga y, a ciegas, le propinó a Keith unos cuantos golpes en el cráneo con el estante arrancado, que recogió del suelo. Mientras se desangraba lentamente, a Keith se le escapó una sonrisa siniestra.

-¿Qué es tan gracioso?- preguntó Jeff, desconcertado- Keith sacó un encendedor.

-Lo que es gracioso-  dijo, en tanto activaba el aparato y la llama ardía en la punta del encendedor -es que tú estás cubierto de lejía y alcohol."

Keith tiró el encendedor sobre Jeff, tan pronto como la llama entró en contacto con él, encendió el alcohol del vodka,  lo quemaba... La lejía le blanqueaba la piel... Jeff dejó escapar un grito terrible, sintiéndose desmayar del dolor, corrió por el pasillo desesperado aullando, y cayó por las escaleras. Todo el mundo empezó a gritar, despavorido, procurando auxiliar al adolescente en llamas, casi muerto, tendido en el piso.
Lo último que vio Jeff era a su madre y a los otros padres de familia tratando de apagar las llamas. Cuando despertó, tenía un yeso envuelto alrededor de su rostro. No podía ver nada, también sintió el peso de otro yeso en su hombro. Trató de levantarse, pero se desplomó, se sentía tan débil y enfermizo... Una enfermera se apresuró a ayudarlo.

-No creo que puedas salir de la cama todavía- le dijo. Jeff se sentó en su lecho, confundido. Finalmente, después de unas horas, oyó la voz de su madre.

-Cariño, ¿estás bien?

Jeff no podía responder, su rostro estaba cubierto por el yeso: era incapaz de hablar.

-Cariño, tengo una gran noticia. Después de que todos los testigos le dijeron a la policía lo que pasó en la fiesta, ellos decidieron liberar a Liu, el estará aquí mañana. Volverán a estar juntos de nuevo."

Jeff por poco pega un salto de alegría que le habría retirado el tubo que conectaba su brazo al suero. Su madre lo abrazó y le dijo adiós. Las siguientes semanas lo visitaron sus familiares y, al cabo de unos meses, llegó el día en que sus vendas habrían de desplegarse. Su familia se reunió para presenciar cómo removían el último vendaje de su rostro.

-Esperemos lo mejor- dijo el médico.

Rápidamente tiró de la última venda, dejando expuesto su rostro. La madre de Jeff dio gritos. Él notó los rostros atemorizados de Liu y su padre

-¿Qué? ¿Qué pasó?-susurró. Salió corriendo de la cama y corrió hacia el baño, se miró en el espejo y comprendió la angustia de su madre y el temor de su padre y su hermano. Su rostro, su rostro es horrible, sus labios se han quemado, semejantes a una sombra profunda de color rojo; la piel que se extiende sobre su faz es blanca como la nieve, y su pelo chamuscado ofrece a la vista el negro marchito que reemplazó a su cabellera castaña. Deslizó una mano por su rostro, se sentía como cuero. Volvió a mirar a su familia y luego al espejo.

-Jeff", suspiró Liu, -No está tan mal...

-¿No es tan malo?- murmuró Jeff- ¡Es perfecto!

Su familia quedó completamente sorprendida. Jeff comenzó a reír incontrolablemente, sus padres notaron que sus manos temblaban.

-Uh... hijo, ¿estás bien?

- ¿Estar bien? ¡Nunca me he sentido más feliz! Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, mírenme, este rostro combina a la perfección conmigo!- No podía parar de reír, se acarició el rostro, mientras se miraba en el espejo. ¿Por qué se comportaba así?

Ustedes recordarán que cuando Jeff peleó con Randy su mente fue devastada por la locura, una que dormía en su espíritu y que se alzó infernal y demoníaca cuando su juicio crítico no pudo contener más los instintos oscuros de Jeff.

-Doctor- inquirió la madre de Jeff- ¿Está bien mi hijo... Bueno, ya sabe, de la cabeza?

-Oh sí, este comportamiento es típico de los pacientes que han tenido grandes cantidades de calmantes para el dolor. -Si su comportamiento no cambia en unas pocas semanas, tráiganlo de vuelta aquí y le realizaremos un examen psicológico.

-Oh, gracias, doctor- La madre de Jeff se acercó a este- Cariño, es hora de irse.

Jeff mira hacia otro lado del espejo, su cara todavía se ensancha en una sonrisa loca.

-Ay mamá, ja, ja, jaaaaaaaaaaaa!- Su madre lo tomó del hombro y lo condujo despacio a tomar su ropa.

-Esto es lo que traía- se limitó a decir la señora de la recepción.

Los pantalones de vestir negro y la sudadera blanca se hallaban libres de rastros de sangres. La madre de Jeff lo vistió dentro de una habitación pequeña.
El crepúsculo de la tarde enrojecía el cielo cuando la familia volvió a casa, ignorantes de que ese sería su último día. Más tarde, a mitad de la noche, su madre despertó por causa de un sonido proveniente del cuarto de baño. Parecía el ruido de llanto y de suspiros entrecortados, intrigada, se aproximó al baño y abrió la puerta. El espectáculo era horrendo: Jeff había tomado un cuchillo y se había tallado una sonrisa de oreja a oreja, surcando sus mejillas exageradamente.
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-Jeff, ¿q-qué estás haciendo?

Miró a su madre. -No podía seguir sonriendo mamá- Me dolió un poco, ahora puedo sonreír para siempre.

La madre de Jeff notó sus ojos, rodeados de negro, ni siquiera pestañeaba.-¡Jeff tus ojos!

-No podía ver mi rostro, me cansé y mis ojos comenzaron a cerrarse, me quemé los párpados. Ahora siempre podré ver..., mi nuevo rostro. La madre de Jeff retrocedió lentamente.

-¿Qué pasa mamá? ¿Acaso no soy hermoso?

-Sí, sí lo eres... d-déjame ir a buscar a papá para que pueda ver tu bello rostro - Ella corrió a la habitación y sacudió al padre de Jeff.

-Mi amor, saca el arma que...- se detuvo cuando vio a Jeff en la puerta, con un cuchillo.

-Mami me mintió- Eso es lo último que dijo Jeff, antes de lanzarse contra ellos con el cuchillo de carnicero en alto.

Su hermano Liu despertó de improviso con un desagradable sabor en la boca y el corazón palpitándole a mil por hora. Creyó que era cuestión de un mal sueño, así que cerró los ojos.

Cuando se encontraba a un paso de sumirse en el sueño, tuvo la extraña sensación de que alguien lo estaba observando. Miró hacia arriba, pero antes de poder decir algo, la mano de Jeff cubrió su boca. Poco a poco, su propio hermano levantó el cuchillo, con la muerte sombría en sus ojos, Liu se esforzó por incorporarse, luchó y pataleó, pero el oxígeno huía de su pecho, ahogándose. Entonces su hermano le susurró con una sonrisa gigantesca y retorcida:

"Shhh, ve a dormir."

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