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domingo, 8 de septiembre de 2019

X-Virus

Mi verdadero nombre es Cody, mi nacimiento fue no deseado y nunca conocí a mi padre porque mi madre era prostituta, pero temprano aprendí que ella no estaba muy interesada en mí.

Ella no estaba conmigo durante días, a veces semanas; así que me quedaba solo en casa. Por lo que me lo pasaba con mis vecinos, me han ayudado mucho.

Nunca he tenido demasiados amigos. Y eso es todo lo que diré de mí por ahora.

Pues bien, una vez vino una trabajadora social y me apartó de mi madre. Fui a un orfanato, lo que significaba que tenía que ir a otra escuela.

Primero me fue perfecto, pero entonces algo salió mal y los demás empezaron a intimidarme.

Por lo que pasó, yo no hablaba con nadie, tenía miedo de hacerlo. Me acostumbré al hecho de que yo no era normal y que no encajaba en ninguna parte. Me sentaba en una silla y me decía a mí mismo que soy diferente.

Después me dijeron que yo sería adoptado. Me sorprendió mucho, porque, ¿quién querría a un niño de 13 años de edad? Casi todo el mundo quiere a los niños pequeños.

Me llevaron a una casa muy grande y lujosa.¡Hermosa! Me dieron un recorrido guiado, después me mostraron mi habitación y todo era simplemente hermoso.

Después de unas semanas me enteré de que mi "padre" trabajaba en un laboratorio de estudio de bacterias. Y era un reto, empecé a aprender acerca de él e incluso a veces ayudaba a mi padre en su trabajo, en el que me explicó cómo funcionaba todo y que las bacterias son perjudiciales. Hice una nota en el diario, he realizado varios bocetos y cosas por el estilo, yo volvía a casa tarde por la noche.

Unos años más tarde, cuando yo tenía 17 años y sabía mucho acerca de las bacterias y cómo usarlas, las personas de la escuela empezaron a llamarme psicópata, pero no hice caso. Casi todos los días me iba con mi padre a su trabajo.

Me empezó a gustar hacer experimentos con ratas y otros animales. Por lo general, el experimento terminaba con la vida del animal, pero cuando morían hacían sonidos agudos, tales como la sofocación o como si tuviesen agallas para explotar. Fue simplemente increíble. Me preguntaba qué sonidos harían los humanos, pero cada vez que buscaba a alguien para preguntarle me respondían que no sabían o que yo estaba loco.

Bien, pero todavía no me había rendido.

Una vez, cuando estaba con mi padre en el trabajo y nadie estaba mirando, tomé una jeringa y la llené de las bacterias de los fangos. Entonces me fui a casa. Por la noche, cuando todos dormían, me vestí con chaqueta negra y jeans azules, luego fui al sótano.

Yo estaba interesado en un bate de béisbol y un frasco de clavos, así que tome el bate y algunos clavos. Clavé algunos en el palo y así cree un arma simple pero mortal. Más tarde saqué del armario una mascara de gas vieja y unas gafas con lentes azules. Luego fui a la ciudad, fui a una casa antigua, pasé a través de la ventana y maté con el bate a todos los que vivían en la casa. Pero a la última persona, le inyecté con la jeringa que tenía en la mano y esperé hasta que las bacterias se propagaran por todo su cuerpo. El hombre se quejó. Al cabo de un rato empezó a gemir en voz alta y se cayó al suelo. Estaba muerto y eso causó que yo soltará una risa. Me fui de la casa.

También tuve que matar a mis padres porque sabían lo que había hecho y querían llamar a la policía.

Fui al laboratorio de investigación donde mi padre trabajaba. Tomé una bolsa que estaba fuera del armario y empecé a agarrar jeringas, vías de bacterias y otras grasas. Cuando ya tenía todo fui a la ciudad, maté a unas pocas personas, y luego fui al bosque.

Necesitaba un refugio. Noté a un chico, tenía una sudadera gris con una capucha azul oscuro y llevaba consigo dos hachas. Llevaba gafas con lentes naranjas y un bozal en la boca. Tenía miedo de que me hubiese notado, así que empecé a volver y me escondí detrás de un árbol. Miró en mi dirección, yo estaba muy asustado, pero después de un tiempo salió detrás de un árbol y saltó detrás de una roca, donde se escondió. Después de un momento el chico dijo:

—Hey sal, te conozco, no tienes nada que ocultar —tentativamente me miró, no parecía como si quisiera atacarme así que salí.

Me puse de pie frente a él. Estaba aterrorizado cuando le pregunté:

—¿Quién eres?

Inmediatamente me dijo:

—Mi nombre es Toby.

Pensé por un momento y dije vacilante:

—Mi nombre es Cody, pero dime X-Virus.

Me esperaba lo que sucedería. Me miró y dijo:

—Bueno, X-Virus, ven conmigo.

Comenzó a caminar y yo lo seguí. Me llevó a su casa, donde estaba familiarizado con los demás. Desde entonces Toby llegó a ser como mi hermano, y gracias a él llegué a aprender técnicas sobre el asesinato.




Calificación: 

sábado, 29 de junio de 2019

El origen de Ticci Toby

El largo camino a casa parecía seguir y seguir. La carretera se extendía delante del vehículo, infinita. Los rayos de luz que atravesaban las copas de los árboles daban en la ventanilla, lastimando sus ojos.

El entorno estaba lleno de profundos árboles verdes que formaban un bosque alrededor de la carretera. El único sonido era el ronroneo del motor de los coches. Era un día tranquilo. Aunque el viaje parecía agradable, estaba muy lejos de serlo.

La conductora, una mujer de mediana edad, vestía una camiseta de cuello en V y un par de pantalones vaqueros. Adornaba sus orejas con pendientes de diamantes, que soltaban destellos de vez en cuando. Tenía los ojos de un tono verde oscuro, cuyo color resaltaba gracias a su camiseta y a la iluminación. Ella sería como cualquier madre de mediana edad de no ser por sus profundas ojeras color berenjena. La expresión de Connie Rogers era sombría y triste, a pesar de que sus líneas de expresión sugerían que sonreía a menudo.

De vez en cuando miraba hacia atrás en el espejo retrovisor para poder ver a su hijo en el asiento trasero, que estaba encorvado parcialmente, tenía sus brazos apretados alrededor de su pecho y su cabeza presionada contra la ventana fría. El muchacho carecía de apariencia normal, cualquiera podría ver que algo andaba mal con él. Su cabello castaño desordenado estaba en todas las direcciones, y su piel pálida, resaltaba por la iluminación. Tenía ojos oscuros, a diferencia de su madre, el llevaba una camiseta y pantalones blancos que habían sido puestos a su disposición por el hospital. La ropa que había usado antes, manchada por lo destrozado y la sangre, no se podía usar más. El lado derecho de su cara dejaba al descubierto unos cortes a lo largo de la ceja. Su brazo derecho estaba vendado desde la muñeca hasta el hombro, que había sido destrozado cuando había golpeado el cristal roto.

Sus heridas parecían ser dolorosas, cuando en realidad él no podía sentir nada en absoluto. Eso fue sólo una de las glorias acerca de ser él. Uno de los muchos desafíos que tuvo que enfrentar creciendo; crecía con una rara enfermedad que le llevó a ser completamente insensible hacia el dolor. Nunca antes en su vida llegó a sentirse herido. Podría haber perdido el brazo y aun así, no sentía nada. Este y otro trastorno del que se había enfrentado, fue al que gracias a él, le pusieron muchos apodos insultantes en el poco tiempo que asistió a la escuela primaria, antes de ser trasladado a la educación en el hogar, era el Síndrome de Tourette, lo que le causaba tics de una manera que no podía controlar. Él movía su cuello y temblaba incontrolablemente de vez en cuando. Los niños se burlaban de él y le llamaban Ticci Toby, riendo a carcajadas.

Él se puso tan mal que decidieron educarlo en su hogar, ya que era muy difícil para él estar en un ambiente de aprendizaje común con niños normales. Toby se quedó mirando por la ventana, su rostro estaba vacío de toda emoción, y cada pocos minutos sus hombros, el brazo o el pie le temblaban.

Cada golpe que el coche daba, le revolvía el estómago. El nombre de este muchacho era Toby Rogers. Y la última vez que Toby recordó que montaba un coche, fue cuando se estrelló. Eso es todo en lo que él pensaba; Inconscientemente reproducía todo de lo que se había acordado antes de desmayarse, una y otra vez. Toby había sido el afortunado, mientras su hermana no había tenido tanta suerte. Oh, cuando llegó el pensamiento de su hermana mayor, no pudo evitar que unas lágrimas salieran de sus ojos, los horribles recuerdos se reproducían en su mente. Su hermana gritando, cuando se hizo una cortada, la parte delantera del coche rompiéndose. Todo se quedó en blanco por un momento. Después Toby abrió los ojos para ver el cuerpo de su hermana, con la frente perforada con fragmentos de vidrio, las caderas y las piernas rotas, las cuales estaban aplastadas bajo el volante, su torso empujado por la bolsa de aire inflada tarde. Esto era lo último que había visto de su querida hermana mayor. El camino a casa continuó durante lo que pareció una eternidad.

Después de pocas horas, al fin habían llegado a casa. Era un barrio antiguo, con casitas pintorescas cada una junto a la otra. El coche pasó por delante de una pequeña casa azul, con cristales blancos. Ambos se dieron cuenta rápidamente del viejo vehículo que estaba estacionado frente a la casa, y la figura familiar que se destacó en el camino de entrada.


Toby sintió que su cuerpo era consumido por la rabia y la frustración al ver... A su padre. ¿Padre? Él nunca fue su padre, él solo fue su progenitor, y si alguna vez fue su padre, nunca estuvo ahí con él, apoyándolo. Su madre estacionó el coche en el camino de entrada antes de apagar el motor y se preparó para salir y enfrentarse a su marido.

—¿Por qué está aquí? —Dijo Toby en voz baja mientras miraba a su madre que abría la puerta del coche.

—Él es tu padre, Toby, él está aquí porque quiere verte. —Su madre respondió con una voz monótona, tratando de parecer menos inestable.

—Sin embargo, él no pudo haber conducido hasta el hospital a ver a Lyra antes de morir —Dijo Toby, mientras entrecerraba los ojos por la ventana.

—Estaba borracho, no podía conducir.

—Sí, y no se acordó de su hija después—, Toby abrió la puerta antes que su madre y se tambaleó al salir a la calzada donde se encontró con la mirada de su padre, antes de mirar a sus pies con una expresión severa.

Su madre salió detrás de él, luego, la miró a los ojos antes de caminar alrededor del coche. Su padre abrió los brazos, esperando un abrazo de su esposa, pero ella se acercó a él pasó, y le pasó el brazo por los hombros a Toby y le influyó para comenzar a caminar en el interior. Su esposo comenzó a decir con una voz ronca:

—¿Qué hay de un abrazo de bienvenida a casa?, ¿eh? —La mujer hizo caso omiso a las desagradables palabras de su marido, y caminando, pasó con su hijo bajo el brazo de su esposo.

—Hey, él tiene 16 años, puede caminar por sí mismo —dijo su padre y empezó a seguirlos.

—Tiene 17 años —Connie fulminó con la mirada antes de abrir la puerta de la casa y entrar dentro—. Toby, ¿por qué no te vas a tu habitación para que descanses bien? Voy a buscarte cuando la cena está lista.

—No, tengo 16 años, puedo caminar por mí mismo —dijo Toby con sarcasmo, le devolvió a su padre la mirada y se fue a su habitación, donde cerró la puerta violentamente.

En su pequeña habitación no había mucho. Sólo una pequeña cama, un armario, una ventana, y sus muros, que estaban adornados con fotos enmarcadas de su familia. Bueno, en la época en que era una familia. Antes de que su padre se convirtiera en un alcohólico, y actuara con violencia hacia el resto de su familia. Toby recordó cuando su padre estaba discutiendo con su madre, la agarró por el pelo y la tiró al suelo, y cuando Lyra trató de levantar a su madre, el borracho la empujó y ella se golpeó la espalda en la esquina de la cocina. Toby no podía perdonarlo por lo que le hizo a su madre y hermana, a Toby nunca le importó lo mucho que su padre lo golpeara, después de todo él no podía sentir, lo que le molestó y lastimó fue cómo él intencionalmente dañó a las únicas dos personas que le importaban, además, cuando estaba en el hospital, donde su hermana respiró por última vez, la única persona que no tenía prisa ni dolor era su padre.

Toby estaba junto a la ventana y miró hacia la calle. Podría haber jurado que vio algo en el rabillo del ojo, pero rápidamente le echó la culpa a la medicación que le habían puesto. Un momento después, cuando la cena estaba lista, su madre lo llamó. Toby bajó las escaleras rápidamente y se sentó vacilante en la mesa frente a su padre, y en medio de su madre y una silla vacía. De algún modo estaba tranquilo, ya que sus padres podían comer bien, pero él no quiso comer. 

En lugar de eso, sólo vio a su padre con una mirada vacía, miró a su madre un poco y vio hacia abajo a su alimento no consumido, el que nunca tocó. Toby se fue a su habitación con desaliento, se sentó en la cama, tiró unas mantas sobre su cabeza y se quedó mirando hacia la ventana. Estaba muy cansado, pero no había modo de que él se quedara dormido, no porque no quisiera, solo que no podía, no había mucho en que pensar. Él se había estado debatiendo consigo mismo: seguir a su madre y perdonar a su padre, o seguir guardándole rencor. Se alteró al oír la puerta abriéndose, luego se calmó al ver a su madre, esta, caminó hacia la habitación y se sentó en la cama junto a él. Ella se acercó y con una calurosa mirada le acarició la espalda.

—Sé que es difícil Toby, lo entiendo, pero te prometo que todo va a mejorar, confía en mí —dijo en voz baja.

—¿Cuándo va a irse? —dijo Toby con un tono un tanto inocente en su voz temblorosa.

—No estoy segura aún cuanto tiempo se quedará, cariño —respondió ella con tono amable.

Toby no respondió, él sólo siguió mirando hacia delante en la pared, sosteniendo su brazo dañado cerca de su pecho. Después de varios minutos de silencio, su madre suspiró, antes de que ella se inclinara para besarle la mejilla y se puso de pie para salir de la habitación.

—Buenas noches, cielo —dijo mientras cerraba la puerta.

Las horas pasaron lentamente, Toby no podía dejar de dar vueltas en su cama; cada vez que él dejaba que su imaginación asumiera el control, podía oír el chirrido de los neumáticos y los gritos de su hermana. Al recordarlo apartó unas mantas, sacó una almohada, se la puso sobre la cara y lloró en ella. Podía sentir cómo su pecho subía y bajaba mientras dejaba escapar cada temblorosa respiración mientras lloraba. Podía oír su llanto lastimero. Él habría estado gritando y llorando si no hubiera presionado la su almohada sobre su cara. Después de unos segundos se sacó la almohada de la cara y se sentó, encorvado, respiraba dificultosamente, con lágrimas en sus ojos, no podía dejar de llorar. Aunque trató de evitarlo, pero aun así no podía dejar de quejarse y gemir mientras estaba allí sentado temblando.

Aspiró un poco, se puso de pie y caminó alrededor de su cama hasta la ventana y miró hacia fuera, tratando de respirar profundamente, tratando de calmarse. Se frotó los ojos y miró hacia el grupo de altos árboles de pino en la calle. De repente se detuvo, su mirada se centró en algo que estaba de pie bajo la luz de la calle. No podía apartar la mirada de esa Cosa que se situó al lado de la luz de la calle, entonces, notó que eso tenía largos brazos y que lo miraba con ojos inexistentes. Eso no tenía rasgos; No tenía ojos, ni boca, ni nariz, sin embargo, mantenía la "mirada" hipnotizada en Toby. El zumbido en sus oídos se hizo más fuerte y más fuerte cada segundo que miraba, de repente todo se volvió negro.

A la mañana siguiente Toby se despertó en su cama. Se sentía diferente, no estaba cansado en absoluto, y cuando conscientemente se despertó, se sentía como si hubiera estado allí tendido, despierto durante horas. Ningún pensamiento le fluía a través de su mente. Se incorporó lentamente y se tambaleó hacia la pared, pero apenas se levantó, se sintió mareado automáticamente. Se tambaleó hacia la puerta y bajó las escaleras. Sus padres, estaban sentados en la mesa, su padre estaba viendo las noticias en el pequeño televisor que estaba en la sala, y su madre estaba leyendo el periódico. Ella rápidamente miró cuando sintió la presencia de Toby detrás de ella.

—Buenos días dormilón, has estado durmiendo mucho —dijo y lo saludó con una sonrisa. Toby lentamente miró el reloj y se dio cuenta de que eran las 12:40 p. m.

—Quería desayunar, pero hacía frío, me iba a despertar, pero sentí que necesitaba dormir—dijo y la expresión de la mujer pasó de feliz a preocupada, porque su hijo se resistió responder a ella.

—¿Estás bien? —Toby bruscamente tropezó y se sentó junto a su padre. Sentía como si estuviera en reposo, y no tenía control sobre sus acciones. Veía todo lo que hizo, pero no parecía registrar todo en su cerebro correctamente. Extendió la mano y sin querer tocó a su padre, pero terminó siendo abofeteado. Su padre se volvió hacia él bruscamente y empujó su silla con el pie.

—¡No me toques muchacho! —Gritó el hombre. Su madre se puso de pie enojada. 

—¡Para! ¡Esta es la última cosa que necesitamos! —Gritó con una mirada de desprecio a su esposo.

Pasaron los días, y las cosas continuaron mal. Connie pasó la mayor parte de su tiempo limpiando la casa, y su desagradable marido pasó la mayor parte de su tiempo desordenando a su alrededor. Era lo que solía ser antes del accidente. Toby nunca salió de su habitación. Se sentaba junto a su cama, y temblaba. Su mente se preguntaba, pero sus pensamientos lo contradecían. Se paseaba alrededor de su pequeña habitación como un animal enjaulado, o miraba por la ventana. Continuó el ciclo insalubre. Connie siguió siendo empujada por su marido, era demasiado sumisa a él, y Toby se quedó en su habitación. Antes de que pudiera pensar dos veces, empezaba a masticar sus manos, rasgando la carne de sus dedos. Él roía sus manos hasta que sangraran. Cuando su madre lo vio ella reaccionó horriblemente. Corrió escaleras abajo y agarró una venda, envolviendo sus manos en ella. Le prometió que no iba a dejarlo solo desde entonces.

Él se aisló tanto que llegó a odiar estar en contacto con otros. Su memoria decreció también. Empezó con faltas de memoria de minutos, horas, días, y así sucesivamente. Comenzaba diciendo tonterías, de cosas que no tienen relación a las conversaciones que tenía. Veía tiburones en su fregadero mientras lavaba los platos, oía gritos en su cabecera y veía fantasmas fuera de la ventana del dormitorio. Todas estas tonterías lo llevaron al psiquiatra. Su madre se preocupó demasiado por su salud mental, ella decidió que sería bueno para él para hablar con un profesional acerca de lo que estaba sintiendo.

Connie y Toby entraron en el edificio, sosteniendo su mano y guiándolo. Ella lo acompañó hasta la recepción y comenzó a hablar con la señora que estaba sentada detrás de él.

—¿Mrs. Rogers? —Preguntó la señora.

—Soy yo —Connie asintió—. Estamos aquí para ver a la doctora Oliver, estoy aquí con Toby Rogers. 

—Sí, por aquí —Respondió la señora.

La señora se puso de pie y se dirigió con ellos hacia abajo, donde había un largo pasillo. Toby miró la obra de arte enmarcada por los pasillos en sintonía con el sonido de los tacones de la señora en el piso de madera dura. Ella abrió la puerta a una habitación con una mesa y dos sillas.

—Quédense aquí, voy a buscar a la doctora, volveré pronto —ella sonrió y abrió la puerta.

Toby tropezó en la habitación y se sentó al lado de la mesa. Miró a su madre y la señora antes de cerrar la puerta lentamente detrás de ellos. Toby miró alrededor de la habitación e intentó quitarse el vendaje de sus manos, pero fue interrumpido cuando la puerta se abrió y una mujer joven con un vestido blanco con manchas negras y el pelo rubio claro intervino, sosteniendo una libreta y un bolígrafo.

—¿Toby? —Preguntó con una sonrisa. Toby la miró y asintió con la cabeza.

—Encantada de conocerte Toby, mi nombre es Olivia.

Ella puso su mano para que la saludara, pero vacilante la apartó cuando notó sus manos vendadas.

—Oh —sonrió nerviosamente antes de aclararse la garganta y sentarse en la silla a la mesa frente a él—. Voy a hacerte algunas preguntas, trata de responderlas lo más honestamente posible, ¿de acuerdo? —Toby asintió lentamente y puso sus manos en su regazo—. ¿Cuántos años tienes Toby?

—Diecisiete —respondió en voz baja. Ella comenzó a escribir en la libreta.

—¿Cual es tu nombre completo?

—Toby Erin Rogers.

—¿Cuando es tu cumpleaños?

—El 28 de abril.

—¿Quiénes son parte de su familia?

Toby se detuvo por un minuto antes de contestar la pregunta.

—Mi mamá, mi papá, y... —se detuvo un momento—, mi hermana. —Escuché lo de tu hermana, querido... Lo siento mucho —su expresión se desvaneció en una mirada triste, llena de compasión. Toby asintió con la cabeza—. ¿Recuerdas algo del accidente Toby?

Toby apartó la mirada de ella. Su mente se quedó en blanco por un momento. Bajó la mirada hacia su regazo, y en los alrededores, oyó un zumbido tenue. Sus ojos se agrandaron y se congelaron en su lugar.

—¿Toby? —Preguntó la doctora— Toby, ¿me estás escuchando? Toby sintió un escalofrío por la espalda hasta que se congeló de nuevo y lentamente miró a la pequeña ventana. Se quedó mirando, los ojos como platos, el sonido cada vez más fuerte hasta que de pronto la voz fuerte del consejero rompió su trance.

—¡Toby! —Ella gritó.

Toby saltó y cayó de lado de la silla y una copia de seguridad en la esquina. La doctora Olivia sujetó fuerte su libreta. Había una mirada de sorpresa en sus ojos. Toby la miró a los ojos, su respiración era rápida.

Esa noche Toby se sentó en la cama. Sus ojos estaban aturdidos mientras miraba hacia el techo. Podía sentir que empezaba a quedarse dormido, cuando escuchó la dispersión de los pasos hacia abajo su pasillo. Se sentó y miró hacia la puerta, la puerta de par en par. No había luz, todo estaba iluminado por el resplandor azul luminiscente de la luna por la ventana, dejando una luz fría. Se puso de pie y lentamente se dirigió hacia la puerta, cuando de repente la puerta, que antes estaba abierta, se estrelló en su cara y él cayó. Cuando cayó al suelo, empezó a respirar pesadamente, con los ojos bien abiertos. Esperó unos segundos antes de volver a estar arriba en pie. Él extendió la mano y agarró el pomo de la puerta fría con la mano vendada. Miró hacia el pasillo oscuro y salió de puntillas de la habitación.

La ventana al final del pasillo iluminó la oscuridad con la luz de la luna, él caminó hacia abajo. Podía oír los pasos a su alrededor y una risa leve, sonaba como que un niño había quedado delante de él, riendo y corriendo. El pasillo era mucho más largo que lo que se había acordado. Parecía interminable... como el viaje a casa desde el hospital. Oyó un crujido la puerta delante de él.

—¡Mamá! —Gritó con voz temblorosa.

De repente la puerta se cerró de golpe a sus espaldas. Detrás de él se escuchó un largo y espeluznante gemido. Se dio la vuelta tan rápido como pudo, quedando cara a cara con nada más que su hermana muerta. Los ojos de Lyra eran de un blanco opaco y su piel tenía la palidez característica de la muerte. El lado derecho de su mandíbula colgaba, sostenido por un frágil hilo de tejido y músculo. Un cristal sobresalía de su frente y la espesa sangre goteaba por su cara. Su pelo rubio estaba amarrado en una cola de caballo como siempre, vestía una camiseta gris y pantalones cortos de atleta sucios y manchados de sangre. Sus piernas se doblaban en formas en las que no deberían estar. Se veía igual como cuando había sucedido el accidente.

La chica se puso de pie, a sólo unos centímetros de la cara de Toby, que gritó y cayó hacia atrás. Él empezó a gatear hacia atrás, lejos de ella, sin ser capaz de apartar la mirada de sus ojos muertos. Se arrastró hacia atrás. Se detuvo por un segundo. Reinaba un tenso silencio, sólo roto por su llanto. Poco a poco alzó la mirada para encontrarse con la cara en blanco de una figura alta y oscura que se alzaba por encima de él. Detrás de la masa oscura de gran altura había filas de niños, que parecían tener entre 3 y 10 años de edad, con los ojos completamente negros y un fluido negro como el alquitrán chorreando de sus cuencas. Toby soltó un alarido y se puso de pie lo más rápido que pudo, volviendo a caer. Trató de gritar, pero no podía hacer un sonido. Entonces todo se volvió negro.

Toby se despertó con un sobresalto. Se incorporó, hiperventilando. Él jadeó y se sostuvo el pecho con las manos vendadas. Había sido sólo un sueño... Sólo un sueño. Se levantó de su cama. Sentía como un peso enorme. Se puso de pie y caminó hacia la ventana. No vio nada. No había nadie por ahí. No hay fantasmas. No hay niños. Nada. Oyó el susurro y la tos de su padre por la puerta. Su puerta estaba cerrada. Se acercó y la abrió. Mirando hacia el pasillo una vez más.

Caminó por el pasillo hasta la cocina, donde encontró a su padre de pie y mucho humo en su sala de estar. Toby esperó un segundo y lo observó desde la esquina antes de que una sensación de ardor empezara en lo profundo de su pecho. Profundo en su corazón, la ira se hizo cargo de él. Oyó las pequeñas voces imaginarias en la cabeza. Hazlo, hazlo, hazlo, gritaban. Se volvió y extendió los brazos. Se sentía como si en realidad tenía control sobre sí mismo, a diferencia de las últimas semanas desde que llegó a casa del hospital. De hecho tuvo pensamientos completos por sólo breves momentos, pero fueron nublados por el canto de las pequeñas voces en su cabeza.

—Mátalo, él no estaba allí, él no estaba allí, mátalo, mátalo —continuaron adelante.

Toby tembló. No. No, no iba a hacerlo. ¿Se estaba volviendo loco? No. Él no va a matar a nadie. No puede. Odiaba a su padre, pero no había manera de que lo matara. Eso fue todo. El último pensamiento que tenía antes de caer en un estado de inactividad, una vez más. La influencia de las voces en su cabeza era demasiada. Comenzó a caminar en silencio detrás de su padre. Se acercó al mostrador hacia el soporte de las cuchillas en la cocina y sacó el cuchillo más grande que había. Lo agarró lo más fuerte que pudo. Sintió una sensación de hacerse cargo de su pecho. Dejó escapar una risita.

—Eh... Hehe... ¡Hehehehe! ¡HAHAHAHAHAHA!

Comenzó a reír tan fuerte que tuvo que jadear para respirar. Su padre se dio la vuelta bruscamente antes de sentir una fuerza bruta empujarlo al suelo. Él gruñó.

—¡Cómo! —Miró al chico que estaba a su lado, agarrando el cuchillo de cocina en la mano—. ¡Toby!, ¿qué estás haciendo? —Fue a buscar un cuchillo y lo puso delante de él en forma de defensa propia, pero Toby estaba encima de él. Él lo agarró del cuello, pero su padre se le acercó y le cerró la mano agarrándole la muñeca.

—¡Alto! ¡Suéltame, pequeño cabrón! —Gritó, y con la otra mano tiró un punzón hacia el hombro de Toby, pero él no se detuvo. En la expresión de los ojos de Toby se veía que no estaba cuerdo. Parecía como si un demonio se había apoderado de él. Él gritó y iba a apuñalar a su padre en el pecho, pero él lo bloqueó y agarró su muñeca una vez más. Fue a empujarlo hacia atrás, pero Toby puso su pie frente a él y aterrizó un duro golpe directo a su cara. Su padre retrocedió, pero Toby regresó y clavó el cuchillo directamente en su hombro.

Su padre dejó escapar un fuerte grito y fue a sacar el cuchillo, pero antes de poder hacerlo, Toby lanzó su puño derecho en su cara. Él comenzó a golpear con los puños en la cabeza de su padre, riendo a carcajadas. Agarró el cuchillo y lo arrancó de su hombro. Él clavó profundamente el cuchillo en el pecho de su padre y lo apuñalo varias veces en el torso, la sangre se derramaba y salpicó por todas partes. No se detuvo hasta que el cuerpo de su padre se quedó inmóvil. Tiró el cuchillo a un lado y se inclinó sobre su cuerpo, tosiendo y jadeando. Miró a su padre destrozado en la cara y se sentó nervioso, hasta que un grito rompió el silencio. Miró a ver a su madre de pie a unos metros de distancia, cubriendo su boca, con lágrimas en los ojos.

—¡Toby! —Gritó ella— ¿Por qué hiciste esto? ¡¿Por qué?!

Toby se puso de pie y comenzó a alejarse del cuerpo ensangrentado de su padre. Él comenzó a retirarse de la cocina. Se miró las vendas empapadas de sangre en sus manos y miró a su madre por última vez antes de que él se volviera y salió corriendo de la casa. Corrió hacia el garaje y golpeó su mano contra el panel de control en la pared y pulsó el botón para abrir la puerta del garaje.

Antes de que él se fuera se quedó con dos hachas de su padre que había estado colgando en el estante de herramientas sobre una mesa llena de frascos, lleno hasta el borde con viejos clavos oxidados y tornillos. Una de las hachas era nueva, tenía un mango de color naranja brillante y una hoja brillante, la otra era vieja con un mango de madera y hoja roma antigua. Tomó ambos y miró la mesa y sus ojos se encontraron con una caja de cerillas, y debajo de la mesa había un tanque de gasolina de color rojo.

Él llevó las dos hachas en su mano y agarró los fósforos y gasolina antes de salir corriendo del garaje, por el camino y en la misma calle. Al acercarse a la luz de la calle que él podía ver su propia ventana de la habitación, oyó las sirenas de policía a la distancia. Se dio la vuelta y las luces rojas y azules entraron corriendo por la calle. Toby se detuvo un segundo, antes de que él abrió la tapa del depósito de gasolina y salió corriendo por la calle, derramó gasolina sobre la calle, y se volvió a correr hacia los árboles. Sacó un fósforo. Él la golpeó contra la caja e inmediatamente cuando este se prendió lo dejó caer. En un instante, las llamas estallaron a su alrededor.

El fuego estaba en los árboles y arbustos a su alrededor y antes de darse cuenta, estaba rodeado por el fuego. Las siluetas de los coches de policía no eran visibles a través de las llamas, mientras retrocedía hacia el bosque a su alrededor, miró a su alrededor, pero su visión era borrosa, su corazón latía con fuerza y cerró los ojos por un momento.

Esto fue todo, este fue el fin. Toby sintió una mano en su hombro. Abrió los ojos y miró a ver una gran mano blanca con dedos huesudos largos que descansaban sobre su hombro. Siguió el brazo hasta ver a una oscura figura imponente. Parecía estar vestido con un traje negro oscuro, y su rostro estaba completamente en blanco. Toby tenía su visión borrosa y estaba rodeado por el sonido de zumbido en los oídos. Todo se quedó en blanco. Eso fue todo. Ese fue el final. Así fue como Toby Rogers murió, pero así fue también como Ticci Toby nació. Unas semanas después Connie se sentó en la cocina de su hermana. Su hermana, Lori se sentó a beber una taza de café. Hace unas tres semanas, Connie perdió a su marido y a su hijo, y unas semanas antes, ella perdió a su hija en un accidente de coche. Desde entonces se fue a vivir con su hermana.

En la televisión el periodista empezó a introducir el nuevo titular:

¡Tenemos noticias de última hora! Ayer por la noche se ha producido un asesinato. Las víctimas, 4 niños que habían estado acampando en el bosque anoche. Los niños habían sido apuñalados. Los investigadores han descubierto un arma en la escena del crimen que parece ser una vieja, hacha de filo embotado. Los investigadores han sacado el nombre de un posible sospechoso, Toby Rogers, un niño de 17 años que hace unas semanas había apuñalado a su padre y trató de cubrir su escape mediante la creación de un incendio en las calles y la zona de bosque alrededor del barrio. Aunque habían creído que el niño había muerto en el incendio, los investigadores sospechan que Rogers todavía está vivo, debido al hecho de que su cuerpo nunca fue encontrado".







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