domingo, 5 de abril de 2020

Desde la Ventana

A veces pienso que son solo ideas mías, observo por la ventana y veo cuánto ha cambiado todo; observo por la ventana y veo que las personas visten de manera distinta, incluso su forma de caminar ha cambiado. Antes usaban los pies y ahora utilizan extraños objetos metálicos con ruedas. Las calles han cambiado, la tierra ha sido reemplazada por un material gris. Veo como las casas se han levantado hasta ser enormes gigantes que casi tocan las nubes. El ruido ahora es abundante, no tengo ni idea como la gente ni se inmuta por tan alarmantes sonidos. Las personas que veo siempre llevan extraños objetos en sus manos, que en ocasiones los llevan a sus oídos, ¿aliviaran algún problema? Mucha gente incluso camina sin ver hacia delante, solo concentrados en el extraño objeto, muy raro, ¿no? 
Veo que las disputas en las calles son algo cotidiano, el mundo ha llegado a un punto en el que es normal pelear en la calle y hasta se reúnen a ver eso, me río de ellos, veo regresión en su evolución, pero aun así los observo.

Por eso analizo gente, veo sus cambios, veo sus caras, en cada instante, en cada época; he pasado mucho tiempo observándolos, no sé cuánto ha pasado desde entonces, no sé cuándo comenzó ni cuándo terminará, ya perdí la noción del tiempo. Puede que te haya observado, o tal vez a algún pariente.

Al parecer los demás no pueden verme, no pueden notarme, ni siquiera sé si en realidad existo; lo único que me queda, es seguir observando gente desde mi ventana...



Calificación: 

jueves, 2 de abril de 2020

La llamada del Vacío

Es así como lo llaman, ¿Verdad? Ese sentimiento que tienes cuando estás justo en el borde y tienes la necesidad de saltar. Es bastante común, casi todo el mundo tiene esa sensación. Pero lo que mucha gente no sabe es que no siempre se supera.

A veces ese deseo de abalanzarte sobre el abismo se adueña de ti, y es cuando comienza. Tal vez ocurra cuando estas conduciendo hacia casa y sientes la necesidad de cruzarte de carril o puede que pase cuando vas al trabajo y quieras lanzarte delante de uno de esos trenes.

La única opción razonable es ignorarlo, pero dentro de ti sabes que ya es imposible deshacerte de esta sensación, y estas en lo correcto. Tan sólo puede ir a peor. Tras unas semanas el deseo se convertirá en una constante dentro de tu cabeza, empujándote en contra de ese instinto de la evolución por sobrevivir.

Pronto dejarás de poder concentrarte en las pequeñas tareas, como disfrutar de la cena, porque te estarás preguntado como sería cortarte las muñecas con el cuchillo de la carne.

La misma cosa me pasó a mí. Me estaba quedando sin opciones, así que decidí volver al principio. Me quedé plantado en el borde ante el vacío, suplicándole que me dejara en paz.

Entonces es cuando escuché ese susurro.

“Salta.”


Calificación: