En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador de la realidad". El empleado te llevará por unas escaleras muy largas, tanto que parecieran recorren mucho más alto de lo que aparenta el edificio, antes de finalmente llegar al piso superior, donde encontrarás nada más que una sola puerta. A medida que te acerques al final de las escaleras, el empleado irá disminuyendo la velocidad de su marcha, hasta que la sobrepase tu vista y finalmente tu audición. En este punto, podrías sentirte tentado a darte la vuelta, pero no lo hagas, solo conseguirás distraerte y perderte en los pasillos de la institución mental para siempre. En cambio, abre la puerta y continua, ve hacia adentro.
Dentro de esa "habitación", encontrarás a un hombre sentado en una silla de oficina, jugando un videojuego en una vieja consola de cartuchos que nunca habías visto antes. La consola tiene un diseño extraño, con forma de una caja, hecha de hierro forjado, con grabados y pintada con diseños retorcidos y demoníacos. Dentro del videojuego, estarán torturando a una persona encadenada con métodos demasiado horribles como para ser descritos con palabras. Inevitablemente empatizarás con el prisionero y una vez que lo hagas te convertirás involuntariamente en la víctima de las mutilaciones, te convertirás en el avatar del videojuego y deberás soportar todas las torturas que tu propia mente pueda idear, tu único consuelo puede ser que eventualmente la tortura acabará.
El juego solo puede terminar de dos maneras. Si te vuelves loco, el portador se alimentará de tu alma, extraída puramente para su propio deleite. Sin embargo, si soportas con éxito la tortura, tendrás el privilegio de hacerle una sola pregunta.
¿Por qué juegas?
Dichas esas palabras, comenzará a gritar de agonía y la consola se reiniciará.
Parpadearás y súbitamente estarás sentado en una silla de oficina dentro del instituto, la consola de videojuegos y su mando yacerán en el piso cerca de ti. Delante tuyo estará tu reflejo, mirandote confiado a través de la pantalla de la televisión. No intentes empatizar con él y por tentador que parezca, no juegues. Probablemente sea mejor ni siquiera tocar el mando, ni siquiera con el pie. Simplemente apaga la consola y retira el cartucho con cuidado, puedes llevártelo contigo.
Ese cartucho contiene el Objeto 56 de 538. Estuviste dentro de él una vez; recuerda eso antes de pensar en jugar.
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