Shaun se acostó en la cama, solo y con el corazón hecho pedazos. El funeral de su esposa había sido por la mañana, y tan solo consiguió dormirse mirando el espacio vacío de su cama.
Se despertó con una voz susurrando a su oído. “Dijiste que estaríamos juntos para siempre”.
Sus ojos se abrieron con rapidez al reconocer la voz de su esposa muerta y al sentir su mano helada sobre su hombro. Intentó levantarse, pero la tapa del ataúd se lo impidió.
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