sábado, 21 de diciembre de 2019

Dulce Navidad

La navidad, la dulce y horrenda navidad, como la detesto. Los padres siempre nos han intentado convencer de que existe un gordo inmundo que te trae regalos y te quiere mucho, pero para mi sólo es un invento para llenar los bolsos de esta inmunda sociedad y tener que soportar la falsa hipocresía de convivir con quien odias.

Desde que tengo uso de razón (3 años) mis padres me han convencido de que tenga que portarme bien para recibir regalos, pero yo nunca he hecho eso, me parece detestable que me obliguen a estar sujetas a códigos morales para que me regalen algo. Así que si, todas las navidades Santa solo me ha traído carbón, pero esta navidad no se saldrá con la suya.

Ahora que tengo 7 años estoy pensando seriamente en como arruinar la navidad este año. Todos los años siempre ha sido lo mismo, mis padres persuadiendome de alguna forma para evitar que me acerque a ese gordo inmundo y el siempre se sale con la suya, pues ya no será así ahora. Es 24 de diciembre y estamos todos felices celebrando, yo aunque lo odie y sé que no recibiré nada, sonrío hipócritamente ocultando mi verdad.

Como siempre los estúpidos de mis tíos y sus parásitos mayores (mis primos) ayudan a convencerme más de que la Navidad es una completa mierda. Resulta que pusieron un pesebre donde estaba el niño Jesús y los otros personajes, yo por supuesto, lo rompí todo. Mi madre me dio una cachetada, me mando a mi cuarto y me dijo que me quedaré sin cenar y sin postre, maldita puta... como sea, no puedo dormir porque siempre tengo insomnio (algo anormal para mi edad) pero gracias a eso estuve pensando fríamente como haré para deshacerme de ese gordo hipócrita.

Pensaba y pensaba hasta que de repente mi pequeño y diminuto cerebro se iluminó:


Cuando entre por la chimenea, donde hay carbón, pondré muchos alambres, cosa de que si el gordo barbudo ese entra por ahí no pueda salir fácilmente. Después gracias a mi agilidad usaré una larga cuerda para atarlo a una silla y que no pueda moverse, de paso uso cloroformo para que se duerma (y una cinta aislante pongo a su boca por si las moscas). Así el encadenado e inmóvil me da la oportunidad de hacer muchas cosas. En primer lugar me hago con el festín de muchos regalos que ese tipo me debía, en segundo lugar juego con la falsa inocencia de ese baboso, le saco el pantalón y le estiro el miembro de una forma dolorosa, hasta que llego a un punto el cual, simplemente decido usar un cuchillo de carnicero y cortárselo.

Veo que el hombre despierta, rayos y encima chilla demasiado el muy cabrón. Decido llevarlo rápidamente al sótano y cerrar la puerta para que nadie se entere. De paso voy cortando varios trozos de su cuerpo de a poco, finalmente cortando su cabeza. Algo de gracioso tenía ese tipo, la cara de horror que expresó por el shock fue algo excitante para mi, se lo merecía realmente. Tener que soportar años de recibir ese asqueroso carbón (lo único que podía hacer con eso era tragármelo), en fin terminado todo esto decidí limpiar toda mi casa y deshacer la escena del crímen.


Con excepción de que dejé ese horroroso rostro por el barrio para que la gente la viera, le puse un adorno adentro de la boca, un lindo carbón. Y como era muy narizón, también aproveché para poner mis lindos mocos ahí (si, tenía reservado mucho).

Con esto puedo concluir que la navidad no fue tan mala como lo esperaba, al final tuve lo que merecía, vengarme de ese viejo gordo hipócrita.


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