viernes, 19 de junio de 2020

Buenas noches

Cuando el niño se fue a dormir, empezó el terror; la luz no funcionaba, el techo temblaba y la puerta se cerraba. En ese instante, desde la oscuridad salió aquel "monstruo".

Lo primero que escuchaba eran sus pasos, rápidos pero silenciosos. Después se veía su espantosa forma, su piel blanca, su boca abierta, mostrando los dientes; además de chorrear un montón de sangre.

Sólo le tomaba unos segundos acercarse a su víctima, el niño empezó a llorar, él lo miraba aunque no era lo único que hacía.

El monstruo agarró su propio brazo derecho y lo empezó a mover hacia atrás, lentamente, hasta torcerlo, después movió su mano lentamente, agarró su propio ojo izquierdo y violentamente lo arrancó de su cuenca. Ya con un brazo torcido y el ojo quitado, formó una sonrisa y empezó a reír.

El niño se asustó tanto que se desmayó.

En unos minutos se despertó, prendió la luz y miró debajo de la cama, miró por todas partes. No estaba aquel monstruo en la habitación, la madre vino desesperada y escuchó como el niño el niño le contó todo, obviamente la madre no le creyó nada.

El niño se volvió a dormir.

En unos instantes, un leve sonido lo despertó; trató de mover su cuerpo, pero estaba todo paralizado.

Miró hacia la izquierda, no había nada, miró hacia la derecha, no había nada.

Cuando se fijó en la oscuridad, quedó “petrificado”. Era el monstruo, que lo miraba con una gran sonrisa.

El monstruo se acercó un poco a la cama y con una macabra voz susurró:

“Buenas noches”.



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