Nuevo Edén

—¿Cómo será en Marte, papá?

El padre de Kelley se acercó a su cama después de encender la luz de noche. Se sentó al borde del colchón.

—Oh, será todo lo que dicen en la televisión... y más. La NASA ya ha realizado una serie de viajes exitosos de un año de duración, dejando hombres y suministros para empezar a trabajar. Llevará mucho tiempo, por eso quieren empezar lo antes posible. ¿Sabes en qué están trabajando, Kel?

—¡Sí! —exclamó Kelley, sus ojos brillando con aprensión y asombro en la habitación semioscura.

—¿Qué están construyendo?

—¡Una co-lo-nia! —exclamó—. ¡La señora Lyons de la escuela nos enseñó todo sobre eso!

—¿Ah, sí? —su padre se recostó, imperturbable.

—¡Sí, papá! Una co-lo-nia es donde mucha gente va a vivir a otro lugar. ¡También nos dijo que Marte es el cuarto planeta desde el Sol, y que es rojo y muy frío, pero para cuando llegue la primera gente, los constructores habrán hecho posible que podamos vivir allí!

Ella respiró hondo.

—¡Vaya, eso es muy bueno! —respondió él, arqueando una ceja—. Apuesto a que vas a extrañar mucho la escuela pronto, ¿eh?

—Supongo que sí —pensó en todos sus amigos del patio de la escuela y los niños del vecindario que echaría de menos. Era probable que nunca los volviera a ver—. ¿Por qué los otros niños no pueden venir con nosotros, papá?

Su padre no respondió.

—¿Por qué somos los únicos que podemos ir? —insistió ella.

—No somos las únicas personas que van a ir, sabes —respondió él con incomodidad; tendría que elegir sus palabras con cuidado.

—Papá, dime por qué nadie de la escuela puede venir con nosotros —preguntó ella. Su padre esperaba no tener que responder a esa pregunta esta noche. Se aclaró la garganta. 

—Kelley, la gente de la Junta de Eugenesia dijo que seríamos personas necesarias para el futuro de la humanidad. No creas que no querían que ellos fueran. En cambio, piénsalo como nuestro privilegio de ir. Deberías considerarlo una bendición.

Sonrió cálidamente, dándole una suave palmada en la frente.

—¿Y mamá? —lo miró a los ojos, buscando una respuesta adecuada. Por una fracción de segundo, su compostura casi vaciló, reprimiendo su sincera opinión para otro momento.

—Sé que esto requerirá un poco de adaptación, cariño —respondió suavemente, mirando hacia un marco de fotos de su feliz familia—. Mamá entiende lo... importante... que es esto para nosotros, y James también. Somos muy afortunados, ¿sabes? Mamá y James querrían que fuéramos. Por favor, piénsalo de esa manera.

—¿Por qué pasó esto? —preguntó ella, con un leve matiz de decepción en su voz.

—Bueno, sería demasiado difícil explicártelo esta noche —dijo él—. Pero hace mucho tiempo, antes de mi padre, y antes de su padre, y antes del padre de su padre, la gente aprendió a construir cosas gigantescas con los recursos de la Tierra. Eran cosas maravillosas que nos ayudaron a vivir como lo hacemos hoy. Pero con el tiempo, estos recursos comenzaron a agotarse.

—¿Cómo cuando en la escuela aprendimos a cuidar el jardín, a menos que ya no puedas usarlo más? —interrumpió Kelley. Era una niña muy brillante.

—Así es —continuó su padre—. Bueno, con el tiempo, los adultos no aprendimos una lección tan valiosa. Así que ahora tenemos que empezar de nuevo. Lo llaman Nuevo Edén, Kelley. Será un lugar hermoso, y harás muchos amigos nuevos, y crecerás hasta convertirte en una excelente adulta. Y si te preguntan por la Tierra, si te preguntan "¿Cómo era la Tierra?" ¿Sabes cómo responderías?

—Claro, papá —respondió ella con ternura—. Era un lugar hermoso. —La sinceridad emanaba de esa afirmación.

—Claro que lo era, Kelley —respondió su padre, dejando traslucir una voz temblorosa que Kelley pudo o no haber notado—. Por favor, duerme un poco para mañana. Será un día ajetreado.

—Buenas noches, papá.

—Buenas noches, cariño.

Calificación: ⛧⛧