lunes, 8 de junio de 2020

Mi Primer Beso

Soy una chica tranquila, siempre lo he sido y nunca he tenido problemas con nadie (que yo recuerde) tengo algunas amigas y no me junto mucho con hombres, tal vez esa es una de las causas por las que nunca he tenido novio… ni tampoco he dado un beso. En mis 15 años de vida no he salido a muchas fiestas, se puede decir que nunca he hecho alguna locura, siempre que sentía esa especie de impulso para hacer alguna maldad, por muy pequeña que fuera me la reprimía “no, está mal, no debo hacerlo” me decía a mí misma, así calmaba la adrenalina que sentía acumularse poco a poco en mi interior, sabiendo que algún día explotaría.

Era habitual que a principio de año me empezara a gustar un niño, lo miraba de lejos pero él nunca se fijaba en mí, así pasaba todos los años y en todos me interesaba en alguien diferente esperando ha que este sí se fijara en mí.

Cierto día comenzó a gustarme un chico que conocí a principio de ese año, era el amigo de una amiga de otro curso y con el tiempo comenzamos a hablar, nos volvimos amigos (mi primer amigo hombre cercano) lo empecé a conocer mejor y me comenzó a gustar más y más. Me tenía confianza, era muy simpático y muy tierno conmigo, incluso prefería pasar recreos conmigo que con sus amigos, lo que me hizo pensar que yo también le podía gustar (¡Por fin! ¡Por fin alguien que me gustaba se fijaba en mí!) pero no había nada confirmado. Una vez me confesó que nunca había tenido novia y que tampoco había dado un beso, me conmovió por que sentía lo mismo que yo.

A final de año pasábamos mucho tiempo juntos, me gustaba mucho pero aún no me atrevía a decírselo, aunque la mayoría ya se había dado cuenta… menos él. Una vez estábamos conversando por facebook (era la última semana de colegio y yo estaba desesperada pensando cómo decírselo) y de la nada me escribió “eres linda”, entonces le escribí de vuelta “gracias, tu también” y él me respondió “¿en serio?” y entonces le contesté “sí, me gustas” era la única forma de declararme, en persona no me hubiera atrevido, “tú también me gustas” me contestó.

Mi corazón comenzó a latir muy fuerte y sentí que una alegría desbordante se apoderaba de mí, quería saltar de alegría pero no, me calme, me controle y solo me digne a sonreír -aún estando sola en mi habitación- no imaginaba como lo haría mañana, como podría verlo ha la cara, como controlaría mi impulso por correr, abrazarlo y besarlo. Sabía que si lo hacía me verían raro, pero si no ¿Qué creería él?.

Al día siguiente lo mire de lejos y él se acercó a mí sonriendo (yo tampoco pude evitar hacerlo) me llevó a un rincón algo más privado y dijo que le confirmara en persona lo que el día anterior le había confesado por Internet, lo hice y él también lo confirmo, lo mire, quería besarlo pero me daba miedo, no sé por qué, no por mi sino por él, era una sensación extraña y no muy agradable, pero la ignoré.

Durante los últimos días de clases pasábamos de la mano, aún no nos besábamos. Decidimos juntarnos un día cuando saliéramos por fin de clases. Ese día llegué, nos encontramos, caminamos un rato de la mano hasta llegar a una plaza alejada donde casi no circulaba gente, nos sentamos en el pasto, nos abrazamos y conversamos un rato.

Hasta que en un momento ambos quedamos en silencio y nos miramos ¡Me robo un beso! Un corto beso que me llevó a robarle yo uno, y otro, y otro, y otro más...era la sensación más rica que había sentido en toda mi vida, no quería parar de besarle, de apretar sus labios con mi boca, sus jugosos y carnosos labios. Sentí esa adrenalina, la que siempre había sentido, que aparecía cada vez que quería hacer algo malo, pero esta vez no pude reprimirla y se apoderó de mí, todos estos años guardándola en mi interior provocaron que explotara en algo mortal. No pude detenerme, él trato de alejarme, lo estaba dejando sin aire, sin poder respirar, cada vez apretaba más sus labios...los mordía fuerte, eran tan deliciosos, sentía que quería comerme su boca, mordí tan fuerte sus labios que llegaron a sangrar y él trato de gritar y de empujarme pero no pudo.

Mi adrenalina fue tal que lo tenía atrapado entre mis brazos, abrazado entre mis garras, esa sangre de sus labios me éxito más, lo mordí más fuerte, desgarre la carne de sus labios , esos exquisitos labios, los mastiqué sabrosamente mientras él gemía terriblemente de dolor, moviendo su lengua desesperadamente tratando de lograr concebir una palabra ”¡Suéltame!”, lo mordí fuertemente y se la extirpé de su boca, chorreaba la sangre de su garganta a la vez que un último grito desgarrador salía de ella, era tan deliciosa, húmeda y carnosa, su sangre brotando de la carne colgante de su boca muerta, estaba tibia aún, la bebí, la mordí para beber más de la sangre de quién por fin se había fijado en mi.

Era tan delicioso sentir su sangre desbordante en mi boca, la cual chorreada de la sangre de quién tanto me había gustado… ¡Por fin! ¡Por fin había dado mi primer beso!


Calificación:

#136 El Holder del Hecho

En cualquier ciudad, en cualquier país, dirígete a alguna institución mental o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Cuando llegues al escritorio pregunta por la persona a quién llaman "El Portadir del Hecho", el trabajador levantará lentamente la cabeza dejando de lado los papeles inevitables que miraba con atención hasta entonces y verás una astuta sonrisa deslizarse por sus rasgos como una silenciosa burla. Se parará lentamente y te conducirá hacia la entrada de la institución, verás entonces una escalera gótica que antes no estaba ahí.

Mientras subes las escaleras, escucharás blasfemias y locuras emitidas por voces entrecortadas. Oirás la voz de alguien gemir con dolor tu nombre desde el pie de las escaleras, mientras te implora que detengas esta locura, pero es de vital importancia que continúes subiendo las escaleras ya que solo el horror espera a tus pies ahora.

Eventualmente llegarás a una gran puerta en la parte superior de las escaleras, agarra el marco con fuerza y entra, solo debes seguir caminando hacia adelante. No importa lo que escuches, lo que sientas o lo que creas, no debes abrir los ojos. No importa que dirección tomes, te encontrarás con un callejón sin salida; delante de tí habrá un estante con un libro de cuero encima, tómalo y avanza hasta la última página, en ella se encuentra la foto de una llave. Ahora puedes mirar. Deberías encontrarte frente a una gran puerta de piedra con las palabras: "Deux es Insania" grabadas en ella.

Extiende tu mano y abre la puerta mientras intentas no esparcir en toda la habitación el polvo centenario que la cubre. Agachado en una esquina, casi oculto completamente por la tormenta de polvo que generó tu intrusión se encuentra el titular, garabateando locamente mientras el chirrido de la pluma en sus manos forma palabras en el subconsciente de tu mente, mientras el Portador las escribe.

La pluma te habla de antiguos horrores, locura inmemorial, la amargura infinita del cosmos indiferente y también te cuenta sobre tu diminuta e insignificante existencia sin sentido, que es como una mancha de tinta en el infinito que se encuentra expandiéndose en cada segundo y finalmente el cincel loco te dirá la información que ha dejado a muchos buscadores como un cascarón vacío de lo que antes fue un ser humano. La pluma te dirá su verdadero nombre.



Ese nombre es el objeto N°136 de 538. Conócelo para conocerlos.

domingo, 7 de junio de 2020

Bridget Cleary

En Irlanda se conserva una vieja canción infantil, todavía muy popular entre los niños de aquella tierra, que alude a un caso donde se inscriben temas tan perturbadores como la violencia de género, el asesinato, y la creencia en hadas:


Are you a witch, or are you a fairy

Or are you the wife of Michael Cleary?

¿Eres una bruja, un hada,

o la esposa de Michael Cleary?


Bridget Cleary nació en Clonmel, condado de Tipperary, Irlanda. Fue torturada y asesinada por su esposo en 1895, quién aseguró que las hadas habían robado su alma, dejando en su lugar a un Changeling.

Los Changelings, según los mitos celtas, son aquellos hijos de las hadas que sustituyen a los niños humanos. Naturalmente, las hadas proceden a sustraer al niño humano para criarlo en sus costumbres.

Normalmente los Changelings son bastante torpes. Tienen un apetito voraz, se meten en problemas constantemente, y nunca logran adaptarse del todo al mundo de los humanos. Pueden ser muy afectuosos con las personas que quieren pero su amor termina siendo destructivo, y en muchos casos violento.

En marzo de 1894, Michael Cleary, un hombre que hasta el momento era considerado un buen vecino y un excelente marido, comenzó a pensar que algo extraño le ocurría a Bridget, su esposa, de veintiséis años de edad.

De modales delicados, que por momentos rozaban el más exquisito refinamiento, Bridget Cleary comenzó a mostrarse más reservada. Algunos sostienen que creció varios centímetros de altura en una sola noche, síntoma que para muchos irlandeses del siglo XIX significaba una sola cosa: Bridget mantenía algún tipo de relación con la gente pequeña, es decir, las hadas.

Michael confrontó a su esposa y realizó toda clase de acusaciones, entre ellas, que ya no era la Bridget de siempre sino un Changeling.

Bridget negó estas ridículas afirmaciones. Sostuvo, aún en los momentos de mayor dolor físico, que creía en las hadas, pero que ella era simplemente una mujer mortal. Sin embargo, pronto quedaría demostrado que una creencia aparentemente inocente como la fe en las hadas podía justificar el más atroz de los crímenes.

Michael Cleary no actuó en soledad, como uno podría fácilmente suponer, debido a lo absurdo de sus acusaciones. Por el contrario, comenzó a torturar metódicamente a su esposa en complicidad con varias personas, entre ellas, tres primos de la muchacha: James, Patrick y Michael; una tía, Mary; dos amigos, John Dunne y William Ahearne; y el propio padre de Bridget, Patrick Boland.

La intención de este grupo nefasto era quebrar el alma del Changeling para permitir el regreso de la verdadera Bridget.

Después de varios días, la gente de Clonmel advirtió la desaparición de Bridget. Una vecina, Johanna Burke, se presentó en el domicilio de la muchacha para verificar si estaba enferma. Fue acompañada por otros dos vecinos que estimaban a Bridget, William Simpson y su esposa. Al principio se les negó la entrada, pero después de algunas insistencias finalmente lograron convencer a Michael Cleary que los dejara pasar.

La pequeña comitiva de vecinos pronto cambió la preocupación por el más siniestro estupor: Bridget se encontraba atada a la cama, con los brazos y las piernas abiertas, vestida apenas con un camisón y con el rostro transfigurado por el dolor.

Los torturadores, lejos de sentirse culpables por ese acto aborrecible, intentaban que Bridget bebiera una especie de tónico, un remedio casero en base a leche y hierbas, con propiedades supuestamente repelentes para las hadas.

Lo peor de la escena, declaró luego Johanna durante un juicio que mantendría en vilo a toda Irlanda, es que el grupo se refería a Bridget directamente como bruja.

¡Bebe, bruja!

E inmediatamente después de que Bridget tragara gota a gota el infame antídoto se le preguntaba:

¿Eres Bridget Boland, esposa de Michael Cleary, en el Nombre del Señor?

Prácticamente ahogada en vómito, producto de los litros y litros de tónico que los torturadores la forzaban a beber, Bridget asentía desesperadamente, ya sin fuerzas para llorar.

Michael Cleary y el resto de los torturadores no le creyeron.

John Dunne, un sujeto especialmente sádico, sugirió la posibilidad de colocar la cabeza de Bridget sobre el fuego, lo cual fue admitido en seguida por los demás. En vano gritó la muchacha mientras su cuero cabelludo literalmente era abrasado por las llamas.

El fuego, según las viejas leyendas de hadas, era considerado una prueba sustancial para verificar si alguien era o no hijo de estas criaturas. Al ser expuesto a las llamas el Changeling revelaba su verdadera naturaleza y retornaba inmediatamente a los brazos de su verdadera madre.

A pesar de los esfuerzos de los vecinos, en este punto, retenidos contra su voluntad por el grupo de torturadores, las maniobras continuaron hasta bien entrada la madrugada.

Por fin, ya devastada, Bridget fue llevada a la cama, donde quedó inconsciente.

Al día siguiente, Michael Cleary fue hasta la casa de William Simpson. Necesitaba un revólver, afirmó.

Luego explicó que Bridget había confesado que se reunía periódicamente con las hadas en Kylegranaugh Hill, sitio donde podría recuperar a su verdadera esposa. Para probarlo le enseñó las extrañas ropas que ella guardaba en el sótano, telas con propiedades asombrosas que cambiaban de color según la luz; también una escoba de bruja e incluso el estiércol típico de los corceles grises que las hadas emplean para moverse en la noche.

Simpson creyó firmemente en estas absurdas evidencias; no obstante, no poseía ningún revólver para prestarle.

Horas después, según el testimonio de algunos vecinos, Michael Cleary fue visto dirigiéndose a Kylegranaugh Hill armado con un cuchillo.

Esa noche, Johanna Burke regresó a casa de Bridget. La encontró sentada junto al fuego, rodeada por sus hermanos, quienes la obligaban a beber té y comer pan, quizá para seguir buscando pruebas de su supuesta procedencia sobrenatural: las hadas mueren en el acto si consumen cualquier comida hecha por mortales.

Michael Cleary, recién llegado de su expedición a Kylegranaugh Hill, comenzó a golpearla y a exigir que revele su verdadera identidad. Bridget, una y otra vez, juraba entre llantos que no era un Changeling pero que creía en las hadas.

Completamente loco, ausente de toda lógica, incluso del más ínfimo registro de afecto y compasión, Michael Cleary bañó a su esposa con aceite de lámpara y la quemó viva.

Michael Cleary y Patrick Burke llevaron los restos calcinados de Bridget al cementerio local, en medio de la noche, y los enterraron en un foso.

Si bien la violencia doméstica, y especialmente la violencia de género, no eran motivos válidos de denuncia, o al menos no los suficientes como para que las autoridades policiales tomaran cartas en el asunto; el asesinato sí lo era.

Michael Cleary, Boland, los Kennedy, Ahearne y Dunne, la tía, y hasta el herbolario local, Dennis Ganey, fueron arrestados y llevados a juicio.

En menos de dos semanas Michael Cleary fue sentenciado a veinte años de prisión, de los cuales sólo cumpliría quince. El resto de los torturadores recibieron penas mucho menos severas.

La prensa tituló el caso como la última bruja quemada de Irlanda, a pesar de que Bridget Cleary jamás haya tenido nada que ver con la brujería. Su nombre, aún después de padecer las mayores atrocidades, continuó en la muerte asociada a lo sobrenatural.

La única justicia que recibió Bridget Cleary provino del sitio menos esperado.

Los niños de Clonmel, al parecer mucho más sabios que los adultos, poco a poco fueron limpiando la reputación de la muchacha; de tal forma que su nombre quedara separado de una vez y para siempre del reino de las hadas:

Are you a witch, or are you a fairy

Or are you the wife of Michael Cleary?

¿Eres una bruja, un hada,

o la esposa de Michael Cleary?

No es infrecuente que las hadas adopten como hermanas, incluso como reinas, a todas las mujeres que murieron por creer en ellas.

Fácilmente podríamos caer en una atroz coincidencia etimológica: el nombre Bridget es el mismo que el de la diosa del fuego de la mitología celta. Significa literalmente «fuerza», la misma que hizo falta para que Michael Cleary despertara en medio de la noche con todos los dientes arrancados por dedos invisibles, que nunca olvidan.



Calificación:

#118 El Holder del Júbilo

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a alguna institución mental o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Cuando llegues a la recepción di que vienes a visitar a quien se hace llamar "El Portador del Júbilo". El empleado se estremecerá con violencia y te pedirá que lo reconsideres, pero debes insistir suavemente hasta que el acceda a regañadientes. Abrirá una escotilla que se encuentra justo sobre ti en el techo y te ofrecerá su ayuda para subir, acéptala.

Al salir por la escotilla verás lo que parece ser una antigua fábrica del siglo VIII , las que se ven en peliculas sobre la costa oeste de EEUU. El lugar está sucio, poco iluminado y el sonido de las máquinas es tán fuerte que casi parece no dejarte pensar. 

Debes caminar por una larga pasarela que se encuentra en medio de una gran cantidad de máquinas que trabajan incansablemente. Si observas bien verás que en esas calientes, infernales y ruidosas cosas, se encuentran niños pequeños, cansados y harapientos, que fácilmente podrían confundirse con personas mayores , ya que con la escasa luz a penas pueden distinguirse sus rostros suplicantes, llenos de desesperación  y con el único deseo de liberarse de ese tormento sin fin. Sigue caminando, ningún mortal puede ayudarlos y si intentas hacerlo, te unirás a ellos en su trabajo eterno e inútil. 

Te llevará un tiempo, pero finalmente llegarás a una puerta que dice "oficina del capataz". Entra por la puerta y encontrarás a un hombre sencillo, rudo y fuerte como un ladrillo que parece tener unos 40 años y viste una camisa blanca con botones. Cuando note tu presencia levantará la vista de lo que está haciendo y te mirará con disgusto. Hazle una pregunta con confianza: "¿Puede traer esto jubilo consigo?

Una vez que le hayas hecho la pregunta, el capataz se levantará y saldrá rápidamente de la oficina, debes seguirlo. Cuando ambos se encuentren nuevamente en la pasarela el le dará una instrucción a los niños, el ruido de la maquinaria hará que sus palabras se pierdan por completo, pero los pequeños trabajadores entenderán. Los niños se arrojarán uno a uno dentro de la maquinaria, aterando de una manera horrible el sonido de éstas, serás capaz de escuchar claramente los huesos rompiéndose, los músculos desgarrándose a medida que los niños van pasando y son aplastados por las máquinas a las que se arrojaron incuestionablemente. A lo largo de este horrible espectáculo de pesadillas, escucharás al Portador explicar la verdadera naturaleza del Júbilo y el dolor, solo los dignos pueden saberlo.

Cuando todos los niños hayan sido completamente triturados por la maquinaria infernal el capataz te pedirá que regreses a su oficina y lo esperes ahí. Haz lo que dice, al entrar por la puerta te encontrarás en el lugar en el cual duermes más seguido (tu cama, un sofá eso depende de ti) habrá una camisa blanca abotonada como la que usaba el capataz. Esta camisa generará sentimientos de familiaridad y camaradería con quienes hables. 



Esa camisa es el objeto N°118 de 538. Ahora conoces el verdadero Jubilo, y como tal, es probable que nunca lo obtengas.

sábado, 6 de junio de 2020

Esto Huele Extraño [Micropasta]

Hoy es una noche lluviosa y extraña, mi padre dijo que era un día horrible para su trabajo y para él. Él me ofreció un vino rojo con un olor peculiar, espero que no haya tenido problemas con su jefe...