lunes, 15 de junio de 2020

Placer con dolor

Las miradas se dirigían precipitadamente hacia el cielo, el cual oscilaba con bolas de fuego, sus mentes divagaban en constantes reflexiones de por qué tendrían razones para cambiar todo su pueblo, las mujeres corrían frenéticas al desnudo, mientras, cual cerdos rapaces le seguían los hombres buscando saciar su libidinosa sed, jóvenes y ancianos, niños y niñas, todos parecían contorsionarse y envolverse en masas desesperadas con angustiosa realidad por saciar las emociones más profundas y bajas que despertaban los instintos impúdicos e inmorales, emociones que se habían perdido hace ya bastante tiempo.

Del cielo descendían bolas de fuego candentes que caían sobre los incautos y desenfrenados, muchos solamente se quedaron pasmados mirando como idiotas el extenso firmamento, pocos pensaron en solamente escapar, pero aun muchos más desearon sucumbir en lecho de muerte cumpliendo con fantasías que rebasan el pensamiento humano y lo trasformaban en uno miserable y carente del dolor ajeno, no importase su dolor, no importase sus gustos o disgustos, muchos fueron obligados a envolverse en retorcidos montones de carne expresados en orgías.

En el aire un intenso humo recorría los poblados trayendo consigo olores de carne quemada y azufre, su éxtasis no llegaba a su fin y a un viendo como todo se consumía en fuego y agonía seguían impulsados a cumplir con sus instintos, algunos al verse aun insatisfechos mataban a sangre fría a quien era su acompañante y seguían en sus actos con quien cruzase en su camino.

Del cielo un resplandor mas intenso que el Sol descendió gradualmente hasta cubrir cada centímetro de la ciudad, todos habían cesado, sólo se encontraban inmóviles mirándose los unos a los otros.

Sus gritos desesperados al unísono se mezclaban y confundían formando cantos a la agonía, sus cuerpos como papel con roses de desprendían, el viento los esparcía por los valles y collados.

Son estos los condenados a mirar con desagrado como los vivos se dirigen a ocupar su mismo lado, susurran en los abismos, impulsando al hombre a efectuar actos acordes con sus actos discordantes tal como vio dante su agonía es infinita, sólo les queda observar, mirar y observar, con desdicha como el hombre sufre, padece, ama y se crece, envidiando el sentir y expresar humano.


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