En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución mental o casa desolada donde puedas llegar por ti mismo. Ningún recepcionista hablará contigo; ellos están conscientes de tus motivos ocultos. No importa, de hecho, porque no será requerida su ayuda en la caza de este Objeto. Debes estar totalmente preparado para continuar, si deseas no sufrir una maldición eterna durante tu búsqueda. Tu mente debe estar absolutamente libre de orgullo, carente de ego, porque si no es así, no tendrás posibilidad de vencer a este Portador y deberás irte.
Sin embargo, si te sientes seguro de tu estabilidad mental, ignora las miradas incriminatorias de la gente a tu alrededor y explora el edificio en el mapa más cercano. Memoriza la disposición de la sala; busca una puerta que no está en el mapa. Estará sin marcar.
Una vez encuentres la puerta, que debería ser completamente invisible y podría aparecer en cualquier pasillo de la institución, lentamente alcanza el enfoque necesario para vencer a tu oponente no presentado, y abre la puerta. Camina silenciosamente dentro de la celda, y siéntate en la alfombra ensangrentada al otro lado del piso cubierto de bilis.
No olvides primero cerrar la puerta, o mucha gente al otro lado estará absolutamente molesta contigo por permitir que tu “nuevo compañero” escapara. El hombre que duerme encadenado en forma medieval en el centro de la habitación se llama Jim, y es el Portador de la Espera Infinita. No dejes que el demacrado Jim se forme o desescame, ya que puede arrancarte la carne de cualquier forma; por cierto, la alfombra carmesí en la que estás sentado está dentro del radio de alcance de las cadenas de hierro de Jim. Él no ha jugando con nadie en probablemente mucho tiempo.
Cuando tu aroma entre en sus fosas nasales, Jim saltará emocionado por la nueva compañía, la cual ha esperado en sus cadenas desde que el propietario de tu propia sangre te permitió estar ahí hoy. La peor cosa que podrías hacer en esta situación es entrar en pánico. No lo hagas. La alegría de Jim sólo pude ir más lejos; tu miedo no le agrada. Cualquiera de sus víctimas te diría que lo último que hicieron antes de conocer los retorcidos extremos de sus uñas fue entrar en pánico, después que ellos fueran arrojados por toda la eternidad a una habitación idéntica a ésta, fría, con cadenas de hierro alrededor de ellos, con fuego filtrándose a través de la celda por medio de pliegues invisibles, quemando sus miserables cuerpos.
No, en lugar de eso, mira a Jim directo a sus ojos, sin moverte, sin pensar, sin romper el contacto visual. Por cada signo de miedo o duda que muestres llegará una tremenda posibilidad que arribe tu maldición total. La mejor estrategia aquí es sólo no temerle, sin importar que tan repugnante huela su carne, en locura y decadencia.
Si crees fervientemente que tu mirada muerta detendrá a Jim de que seas su nuevo juguete, y funciona, él se calmará. Aprovecha este momento para dirigirte a él por su nombre y preguntarle: ¿Por qué te ha puesto aquí?
Jim podría caer presa de la emoción, si preguntaste en el momento adecuado y tu mente está lo suficientemente estable para hallar coherencia a sus palabras. Dolorosamente se quejará, y contará su historia. De cómo lo detuvieron ilícitamente y su posterior encarcelamiento, de como su mundo fue destruido en un pequeño y deshumanizado instante, y llorará, asumiendo que aún conserva sus lagrimales en el momento en que llegaste.
No trates de consolar a este hombre devastado; no hay nada que puedas hacer para remediar una eterna tortura de aislamiento. Tampoco trates de poner fin a sus sufrimiento asesinándolo; si fuera una opción y éste fuera mortal, habría acabado hace miles de años. La única cosa que puedes hacer es preguntarle claramente a este pobre hombre si puede darte lo que lleva.
Él te ofrecerá un puñado de sí mismo. Tómalo y vete. No mires atrás.
El trozo de carne ofrecido es el Objeto 171 de 538. Una eternidad de sufrimiento reside en su interior.