martes, 24 de diciembre de 2019

Dendrofobia

El camino se siente inestable. La carretera se tambalea con cada paso que doy, y es como si las casas se movieran entre los callejones para huir de mí. Quizás me pasé de copas esta noche; cada trago que raspó mi garganta me quitó una pizca de valor como persona, y ahora parezco un simple indigente borracho…

Pero valió la pena, o por lo menos así es a mi parecer. Años que no dejaba a mi cuerpo y mi mente escapar al libertinaje de una fiesta desenfrenada con los viejos colegas, como las que hacíamos en nuestros tiempos de estudiantes. ¡Ah! Voy a vomitar… La resaca me matará mañana, definitivamente. Se supone que debo salir rumbo a la central al primer canto del gallo, como dicen por ahí, y para eso faltan unas… ¿Qué hora es?

¡Cinco y media de la mañana! ¿Tanto tiempo duramos? Perdí la noción del tiempo por completo… Al Diablo, no tengo ganas de ir a trabajar. Que se joda el jefe, tiene unos cincuenta, o cien, o quinientos o mil trabajadores más, ¡qué sé yo! El punto es que alguien puede tomar mi lugar, ¿no?

Pero para que sea esta hora… Es extraño que esté tan oscuro. Ni una pizca de luz celeste, ni de sol ni de luna; no veo estrellas, tampoco, ni el asomo del amanecer. Nada. Está como la boca de un lobo.

¡Bah! No me interesa… Quizás algún Dios en las alturas me esté dando la oportunidad de llegar a casa para conciliar el sueño. No falta mucho, he caminado un buen tiempo, debería estar a un par de calles…

¿Dónde está la casa de la señora Malavé? ¿Y las casas en general? O mejor, ¿dónde demonios estoy? Seguí el camino que era, ¿cierto? No… ¡Debí distraerme demasiado! Joder, despierta un poco, hombre, has terminado muy, muy lejos… No veo un carrizo, ¡está demasiado oscuro, maldita sea!

¿¡Qué fue eso!? Maldición, ¡algo me ha arañado el brazo! Creo que está sangrando… No veo nada, no veo a nadie… Sólo puedo percibir leves siluetas, pero, ¿de qué?

Se mueven… Se sacuden, hay un siseo, ¿murmullos? No, es… ¿el viento? ¿Dónde dejé mi celular? Sería bueno si pudiera iluminar un poco alrededor de mí… Vamos, vamos, estúpido aparato. ¡Aquí! Bien, bien… Ilumino con la pobre luz de mi viejo celular alrededor, pero no hay nada raro. Aunque ahora puedo confirmar lo mucho que me he perdido…

Lo único que hay alrededor son árboles. Enormes árboles, por donde quiera que vea, frondosos hasta el punto de ocultar el cielo. Se sacuden y sisean con el viento… Es como si hablaran… como si hablaran a costa de mí.

No estoy a gusto en este lugar, joder… Mi cabeza da vueltas, y siento que en cualquier momento vaciaré todo el contenido de mi estómago. Camino, camino y camino y no encuentro la salida. ¿Con qué me topo? ¡Más árboles! Aquí, allá, ahí, acá; están en todas direcciones, como una barrera. Me aprisionan… ¡No me dejan salir!

Se cierran sobre mí, no me permiten respirar… Se roban mi espacio, me aplastan, sus malditas ramas me arañan y las enormes raíces no me dejan avanzar.

Y murmuran, susurran entre ellos. ¡Al Diablo con el viento! Una brisa no suena así, no como voces… Tengo que salir de aquí rápido, ahora mismo. Me siento mal, me están observando. Estoy seguro de eso. Me miran, no apartan la vista de mí. Pero, ¿quiénes? ¡Los árboles, claro! Son los únicos aquí, sólo ellos saben que me he perdido en este jodido lugar.

Empiezo a sudar a pesar del inmenso frío. Sigue sin llegar rayo alguno del sol, no parece que se acercara el amanecer nunca… ¿Dónde está la salida? ¡Malditos sean esos estúpidos árboles!

¿Y ese sonido? Es como si algo se arrastrara… ¿Qué será? Miro en todas direcciones pero no hay nadie. No veo animales, ni personas, sólo… Oh, Dios, ¡Dios mío! Son ellos, alzan sus raíces, ¡vienen hacia mí! No, no, no me van a alcanzar. ¡Nunca! Corre, joder, ¡corre! ¡Me arrepiento de haber bebido tanto! ¡Maldita sea, maldita sea! Apenas puedo mantener el equilibrio, más aún por culpa del terreno traicionero…

¡Más cerca, más cerca! Se aproximan, casi llegan, siento que me pisan los talones. La adrenalina me da fuerzas, aparta el alcohol de mis sentidos por unos instantes para ayudarme a correr. Pero a donde sea que vaya, están ellos. En frente, detrás, a mis lados, ¡sus copas están encima de mí, y sus raíces se arrastran por debajo!

Van a matarme, lo sé, eso desean; no sé el porqué. Quizás para alimentar sus suelos con mi cadáver como un maldito abono putrefacto, o regar sus parásitas enredaderas con mi sangre.

¡Joder! Me atacan, sus ramas no permiten que llegue, como si en realidad estuviese yendo a alguna parte. Desconozco el camino, y ellos no me permiten ver más allá con sus fuertes troncos… Enormes y rústicos, a diferencia de mí; me aplastarán, me triturarán si no me muevo. No sé dónde quedó mi celular, se ha caído después de uno de sus golpes; pero poco me interesa.

No sé cuánto tiempo llevo corriendo, pero estoy exhausto. No puedo respirar en definitiva por el cansancio y por su cercanía abrasadora, y siento que me voy a desmayar…

Pierdo las fuerzas, me detengo y doy un último vistazo detrás de mí. Ellos están ahí, quietos, murmurando; se burlan de mi desgracia. Sus ramas se retuercen hacia mí como si el viento las moviese, en calma, pero yo sé que sólo intentan alcanzarme… ¡Malditos! No deberían disimular, ¡sé lo que intentan! ¡Sé lo que hacen!

Tengo una última oportunidad y tomo fuerzas. Un nuevo arranque, mayor impulso; el miedo me apoya en mi carrera. Al fin, al fin veo algo de luz lejana: un claro, y ningún árbol en él. Sólo tengo que apresurarme, que correr.

Están justo en mis espaldas, pero ya casi llego. Subo a la parte más alta del terreno, sólo tengo que bajar la ladera para llegar al fin a los hermosos rayos del sol. ¡No podrán conmigo! Eso me lo repito una, y otra, y otra y otra vez en mi mente, pero repetírmelo no es suficiente. Mi cuerpo me traiciona y mi vista se nubla unos instantes; la descarga de adrenalina habrá acabado, y el mareo vuelve a mí.

Doy unos pasos torpes, pero ellos me alcanzan… Sus raíces se enredan en mis zapatos ya agujereados, me jalan al suelo, caigo y ruedo por la ladera.

Las raíces y pequeñas ramas sobresalientes se ensartan en mi piel, la destrozan, la rasgan, la tiñen al rojo vivo de mi sangre. Los golpes no se quedan atrás, el dolor es inmenso. Lo último que vi al tomar valor para abrir los ojos mientras caía, fue la punta filosa de aquella garra frondosa de uno de mis enemigos, instantes antes de que atravesara mi ojo y ensartara mis sesos en una muerte rápida, pero dolorosa…


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lunes, 23 de diciembre de 2019

#169 El Holder de la Mortalidad

En una próspera ciudad que ha sobrevivido más de tres siglos en su ubicación actual, alquila una habitación lo más cercana al centro que puedas. Si definitivamente debes tener el objeto de este Portador, ya habrás pedido al gerente del hotel que te lleve con quien se hace llamar "El Portador de la Mortalidad" y si de echo ya lo hiciste, sinceramente te deseo la mejor de las suertes, porque si fallas en obtener este objeto las consecuencias podrían incluso arrastrar a la locura a otros portadores.

Permanece en esa habitación tres días sin entablar contacto verbal con cualquier otro residente del lugar y ni siquiera pienses en irte, no importa cuantos solitarios cadaveres lleguen a roer tu sensible piel. Si en algún momento un llanto de piedad se escapa de tus labios mientras estás en tu prisión voluntaria, puedes hacer lo que desees para evitar tu inminente secuestro y posterior tortura. En este punto tu "Cubierta de piel" ya debe haber desaparecido casi por completo, y los secuaces hambrientos pronto serán liberados de tu propio subconsciente y mientras deambulen por este mundo estarán buscando alimentarse de tu marcada y deseable carne.

Si por algún milagro del ingenio humano logras permanecer en este cuarto por los tres días sin perder el juicio, felicidades, sal de ahí, ahora tienes trabajo que hacer.

El mundo ha sufrido muchos cambios desde que entraste a ese cuarto, verás lo que quiero decir cuando te alejes. Presta atención al comportamiento de la gente que te rodea, por ejemplo, puedes notar que al parecer todos están comiéndose entre ellos. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo observando a mis compañeros.

Mantente caminando, tu destino es el centro absoluto de la antigua ciudad, esperemos que el sol brille durante tu viaje, de lo contrario debes cuidar tus pasos, el Portador que estás a punto de conocer tiene muchísimos dedos y el odia que lo pisen.
El centro de la ciudad se distinguirá por dos cosas, primero, el nido de un pájaro en un árbol blanco y delgado ; y segundo, una masa horrible y de aspecto carnoso que se retuerce en el suelo.
No te dejes intimidar por su estatura u olor, ya que la más mínima duda o miedo en tu mente es todo lo que él necesita para descubrir tu presencia y tus motivaciones.

Los pasos restantes deberían ser fáciles si haz llegado tan lejos sin ninguna pizca de miedo en tu ser. Solo acércate a la masa silenciosamente e introduce algo afilado en su suave vientre.

Si no lo has herido tu existencia se convertirá en alguno de los elementos disuasorios para los futuros buscadores, sin embargo, si lo hiciste de la manera correcta, debe salir un líquido amarillento pálido de la herida y estarás libre de peligro en tanto la masa se desinfle encogiendo una forma casi humana.

Ahora es totalmente inofensivo (De todos modos no te recomendaría pisarlo) y debería ser seguro preguntarle: "¿Morirán alguna vez?". Debes escuchar atentamente su respuesta ya que sus labios están cubiertos de capas de arrugada piel. Su respuesta será muy breve, al terminar siéntete libre de buscar entre la masa del Portador, su objeto. Mi último consejo es que cierres la boca y cualquier otro orificio mientras realizas esta tarea. No lo querrás dentro de ti.



El Parásito es el objeto 169 de 538. Mantén lo fuera de tu estómago.





domingo, 22 de diciembre de 2019

Grabaciones Nocturnas

Eran una familia muy feliz, una pareja y dos hijos de 4 y 9 años. Su principal entretenimiento era asistir al circo y muy seguido iban a visitar los distintos shows que llegaban a la ciudad.
Una noche se enteraron de la llegada de un nuevo circo, por lo que el padre decidió llevar a su hijo menor. La noche transcurrió normal, risas y diversión hasta que el cansancio los invadió, a penas llegaron a casa cayeron dormidos sin siquiera cenar.

Al día siguiente los padres fueron a despertar a sus hijos para ir a la escuela, pero al llegar a su habitación , notaron que el más pequeño no estaba. Pensaron que se había ocultado para jugarles una broma, pero después de buscarlo un rato la desesperación comenzó a invadirlos.

Como muchas familias, tenían cámaras de seguridad en su casa, así que comenzaron a revisar las grabaciones nocturnas... entonces encontraron algo espeluznante.
Un payaso había entrado a la casa y secuestrado al menor.

—¡Es el payaso de anoche!— identificó su padre.

El hecho fue denunciado a la policía de inmediato y el menor de los hijos regresó eventualmente, pero nunca se obtuvo una clara respuesta de lo ocurrido esa macabra noche, los hechos quedaron en el olvido lentamente y el niño llegó a los 16 años de edad. El tema se descartó de las conversaciones familiares.

Una noche al rededor de las 2:45 am. un ruido que venía de la sala principal perturbó la casa. Alguién había ingresado y el joven decidió ir a revisar sin despertar a sus padres. Al bajar el chico se encontró de frente con el mismo payaso de su infancia, su cuerpo se heló completamente. Con una risa enfermiza, el payaso se acercó a el mientras desenfundaba un afilado cuchillo de carnicero.

El pintoresco intruso lanzó una puñalada directo al abdomen del joven, haciendo que cayera al suelo bruscamente. La sangre comenzó a correr por la herida y los gritos del adolescente eran horribles. Al escuchar esto los padres bajaron rápidamente a la sala. Al llegar se encontró con horror la imagen de su hijo con el estomago abierto a los pies del descontrolado payaso, quien al notar su presencia la apuñaló reiteradas veces. El padre, quien bajó luego, corrió el mismo destino y en silencio se apagaron las voces de la casa.

Los vecinos reportaron sonidos raros en la casa y contactaron a la policía, los reportes dicen que solo encontraron los cuerpos de la familia brutalmente asesinada, no se encontraron indicios de asesino alguno o el payaso. El caso jamás fue resuelto.




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sábado, 21 de diciembre de 2019

Dulce Navidad

La navidad, la dulce y horrenda navidad, como la detesto. Los padres siempre nos han intentado convencer de que existe un gordo inmundo que te trae regalos y te quiere mucho, pero para mi sólo es un invento para llenar los bolsos de esta inmunda sociedad y tener que soportar la falsa hipocresía de convivir con quien odias.

Desde que tengo uso de razón (3 años) mis padres me han convencido de que tenga que portarme bien para recibir regalos, pero yo nunca he hecho eso, me parece detestable que me obliguen a estar sujetas a códigos morales para que me regalen algo. Así que si, todas las navidades Santa solo me ha traído carbón, pero esta navidad no se saldrá con la suya.

Ahora que tengo 7 años estoy pensando seriamente en como arruinar la navidad este año. Todos los años siempre ha sido lo mismo, mis padres persuadiendome de alguna forma para evitar que me acerque a ese gordo inmundo y el siempre se sale con la suya, pues ya no será así ahora. Es 24 de diciembre y estamos todos felices celebrando, yo aunque lo odie y sé que no recibiré nada, sonrío hipócritamente ocultando mi verdad.

Como siempre los estúpidos de mis tíos y sus parásitos mayores (mis primos) ayudan a convencerme más de que la Navidad es una completa mierda. Resulta que pusieron un pesebre donde estaba el niño Jesús y los otros personajes, yo por supuesto, lo rompí todo. Mi madre me dio una cachetada, me mando a mi cuarto y me dijo que me quedaré sin cenar y sin postre, maldita puta... como sea, no puedo dormir porque siempre tengo insomnio (algo anormal para mi edad) pero gracias a eso estuve pensando fríamente como haré para deshacerme de ese gordo hipócrita.

Pensaba y pensaba hasta que de repente mi pequeño y diminuto cerebro se iluminó:


Cuando entre por la chimenea, donde hay carbón, pondré muchos alambres, cosa de que si el gordo barbudo ese entra por ahí no pueda salir fácilmente. Después gracias a mi agilidad usaré una larga cuerda para atarlo a una silla y que no pueda moverse, de paso uso cloroformo para que se duerma (y una cinta aislante pongo a su boca por si las moscas). Así el encadenado e inmóvil me da la oportunidad de hacer muchas cosas. En primer lugar me hago con el festín de muchos regalos que ese tipo me debía, en segundo lugar juego con la falsa inocencia de ese baboso, le saco el pantalón y le estiro el miembro de una forma dolorosa, hasta que llego a un punto el cual, simplemente decido usar un cuchillo de carnicero y cortárselo.

Veo que el hombre despierta, rayos y encima chilla demasiado el muy cabrón. Decido llevarlo rápidamente al sótano y cerrar la puerta para que nadie se entere. De paso voy cortando varios trozos de su cuerpo de a poco, finalmente cortando su cabeza. Algo de gracioso tenía ese tipo, la cara de horror que expresó por el shock fue algo excitante para mi, se lo merecía realmente. Tener que soportar años de recibir ese asqueroso carbón (lo único que podía hacer con eso era tragármelo), en fin terminado todo esto decidí limpiar toda mi casa y deshacer la escena del crímen.


Con excepción de que dejé ese horroroso rostro por el barrio para que la gente la viera, le puse un adorno adentro de la boca, un lindo carbón. Y como era muy narizón, también aproveché para poner mis lindos mocos ahí (si, tenía reservado mucho).

Con esto puedo concluir que la navidad no fue tan mala como lo esperaba, al final tuve lo que merecía, vengarme de ese viejo gordo hipócrita.


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viernes, 20 de diciembre de 2019

El hotel maldito

Corría el año de 1820, cuando se construyó un cementerio en un pueblo pequeño, ubicado al norte de México. En 1822 sin embargo, se optó por instalar un hotel sobre el terreno del camposanto. Los lugareños, molestos por esta falta de respeto, tomaron las armas para destruir el hotel e impedir que continuara interrumpiendo el descanso de sus difuntos. Más todo fue en vano. La rebelión se alargó por dos meses y de las ochocientas personas que peleaban, doscientos inocentes perdieron la vida.

Fue entonces cuando el gobernador del pueblo llegó a vivir con su familia dentro del lujoso sitio. Poco después empezó a sufrir extrañas pesadillas, en los que veía como la gente lloraba, agonizaba y era lastimada. En varias veces se vio a si mismo siendo torturado con un alambre de púas. Lo más raro era que al despertar, estaba lleno de heridas poco profundas pero perfectamente visibles.

Ningún médico le sabía dar explicación a dichos ataques paranormales, lo único que podían hacer era curarle las heridas. Pero los sueños siguieron y el alcalde estaba cada vez más asustado. Tanto fue el terror que se apoderó de él, que un día no lo soportó más. Asesinó a su mujer y a sus dos hijas, y acto seguido se quitó la vida.

Fueron sus guardaespaldas quienes encontraron su cuerpo inerte en su habitación, colgando desde una viga del techo con una soga áspera. Tenía la camisa desgarrada y los cortes en su piel estaban en carne viva, aun más grotescos que antes. En las habitaciones restantes hallaron a su esposa, degollada como a un animal, y a sus hijas apuñaladas.

Pero lo más escalofriante fue la nota que el gobernador dejó en su oficina, un mensaje en el que había escrito lo siguiente:

¡No quería hacerlo! Ellos me han obligado.

Al día siguiente se desató un incendio en el hotel que prácticamente lo redujo a escombros. De las veinte personas que conformaban el personal, solo dos sobrevivieron del siniestro, con terribles secuelas mentales. Afirmaban que habían visto cuerpos de desconocidos sin rostro, y siluetas oscuras que bailaban entre las llamas del fuego. Tan un solo par de días después de haber declarado ante la policía, ambas murieron y los doctores descubrieron con sorpresa, que les habían aparecido enormes heridas en la espalda.

Desde entonces, son pocos los que se atreven a acercarse al hotel en ruinas cuando se hace de noche. La gente del pueblo cuenta que, en el interior de la única habitación que quedó en pie, a veces se ve el cuerpo de un hombre colgando, así como dos niñas que ríen y juegan, y una mujer arrodillada en el suelo, que no para de llorar.

Los lugareños también han olido los sollozos de las niñas y su madre, gritos tenebrosos y cadenas que se arrastran por el suelo. Se cuenta que cada persona que ha tratado de ir a investigar, es hallada muerta a los dos días, con heridas en la piel y los pulmones perforados.



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