Mi mejor amigo murió la noche anterior y sé que la culpa fue de esa maldita cosa a la que llaman el despellejador. La primera vez que me habló de él fue hace dos semanas, cuando lo soñó por primera vez.
En aquella ocasión, me relató que había visto una figura andrógena y alta, con una multitud de extremidades alargadas; y que en lugar de pies solo tenía manos. Aquella cosa estaba desnuda, con piel que parecía desprenderse, como la de una serpiente mudando. No tenía ojos, solo una boca que se alargaba tanto como él quería.
Recuerdo el terror que expresó cuando me contó todo sobre él, especialmente el miedo en sus ojos al rememorar un episodio en uno de sus tantos sueños en el que la horripilante criatura demostraba su velocidad, como si quisiera advertirle que no podría escapar de él por más rápido que corriese.
Luego siguió confiándome otras cosas, me dijo que comenzó a verlo más seguido, ya no aparecía solamente en sus sueños si no en cada lugar al que iba. Narraba como siempre se manifestaba con aquella sonrisa siniestra, desapareciendo al instante, y volviendo a aparecer acto después aunque más cerca en cada ocasión.
Así que ayer decidí pasar la noche en su casa para que no estuviera tan aterrado mientras sus padres salían de paseo, esperando que quizás yo pudiera consolarlo y decirle que todo estaría bien, que tal vez aquella cosa que creía ver no era real.
Fue a media noche cuando desperté y mi amigo me tomaba de la mano.
"Sé lo que quiere" susurró.
Recuerdo como habló suavemente, con miedo en sus palabras. Volteé para verlo, pensando que estaría mirándome; pero en lugar de eso sus ojos estaban fijos en el techo. Así que hice la peor cosa posible: miré hacia arriba y finalmente lo vi por mí mismo, supe lo que quería.
La puta monstruosidad estaba adherida al techo sonriendo, con sus colmillos afilados como agujas, brillando en la oscuridad. La criatura llevaba "parches" de piel de varios colores y cada uno tenía un rango distinto de "frescura".
Averigüé más tarde que la cosa despellejaba a sus víctimas provocándolas y fastidiándolas antes de tomar su piel.
Observé como la criatura se dejó caer en la cama, ignorándome y dándole especial atención a mi amigo, quien gritaba de terror. Cerré los ojos tan fuerte como pude, pero aún así fui capaz de escuchar lo que ocurrió... Pude oír los gritos de mi amigo mientras la criatura lo arrastraba de la cama hacia el pasillo más allá de la puerta.
Tal vez podría haberlo ayudado, pero creo que eso ya no importa.
Han pasado dos semanas y esa cosa está ahí afuera, la puedo mirar desde de la ventana. Está con aquella maldita sonrisa. Y sé lo que quiere.
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