Este es más que un relato, una leyenda urbana, quizás, o quizás sucedió en realidad.
Juan era un hombre casado, con dos hijos, el típico padre de familia. Un día tuvo que desplazarse a una convención de trabajo, lejos de su ciudad. En algunas ocasiones tenía que hacer acto de presencia en congresos y exposiciones para conseguir nuevos clientes. En esta ocasión viajó junto a otros compañeros a una ciudad que desconocemos.
Como sucede en estas convenciones, Juan acudió a la salida del congreso a una cena con los compañeros y con algunos conocidos clientes. Después de la cena acudió a una sala de fiestas a tomar la última copa. Estando en la barra vio aparecer una chica bastante bella, de las chicas que no suelen verse muy a menudo. Todo el mundo quedó maravillado por su belleza, pues no solo tenía un rostro precioso, sino que también su cuerpo era perfecto. Al parecer la chica venía sola y parecía algo triste. Ella se acercó a la barra donde estaba Juan y pidió una copa.
Sus miradas se cruzaron y una leve sonrisa dio pie a cuatro palabras de cortesía. Juan no era de los típicos hombres que intentan seducir a las mujeres de forma descarada. Él simplemente quería conversar con esa preciosa mujer. Comenzaron a hablar, a reír, se contaron sus vidas y los vasos vacíos iban acomodándose en la mesa.
Juan, seducido por tan maravillosa chica le ofreció tomar una última copa en el bar del hotel donde estaba hospedado. Ella aceptó con una mirada de complicidad. Como era de esperar, Juan y la chica misteriosa pasaron la noche juntos.
Cuenta el relato que se dejaron llevar por los instintos más carnales, sin pensar, sin tomar precauciones, puro instinto sexual.
Al día siguiente Juan abrió los ojos y vio que la chica no se encontraba a su lado. Se levantó con los ojos entre abiertos y un leve dolor de cabeza a causa de la resaca. Juan fue al baño para ver si la preciosa chica estaba en él.
Fue entonces cuando el hombre vio que en el espejo del baño había un texto escrito con pinta labios.
Cayó al suelo, pálido, con cara de terror, un grito de miedo surgió de todo su ser. Pero ¿Qué texto había escrito en el espejo del baño?
En el espejo se podía leer claramente:
"Bienvenido al mundo del SIDA".
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