En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o casa desolada donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete al escritorio principal y pide sin vacilar reunirte con aquel que se hace llamar "el portador de la oscuridad". El empleado se burlará de ti, pero debes mantenerte lo más calmado posible. Sigue preguntándole hasta que se canse de negarlo y salga de su puesto para guiarte por los corredores. Ponte en guardia, si escuchas provenir de él un pequeño y siniestro siseo, tienes que correr y huir lo más lejos que puedas cubriéndote los oídos. Si no escapas a tiempo, el sonido fatídico se volverá un gruñido terrible, que pronto será un chillido continuo de dolor uniforme, hasta que la locura te inunde y te deje morir en una agonía ensordecedora.
Si el empleado permanece en silencio, te llevará hasta una puerta sin manilla ni cerrojo. Cuando la empuje se abrirá sin esfuerzo, y verás una escalera ascendente que no puede ser posible que lleve a ningún piso superior del establecimiento. La puerta se cerrará detrás de ti y no podrás empujarla de nuevo. Pasado este punto, sube y no mires atrás, o caerás en un foso sin fondo que está a la espera de una presa viva para masticarla. Conforme sigas tu paso, un escalón crujirá y deberás detenerte. Otra puerta aparecerá a tu izquierda.
Entra lentamente en el cuarto y una oscuridad total caerá sobre ti. Prosigue tu camino. Sabrás que habrás llegado cuando el frío te congele. En este momento, quédate quieto, o morirás en las manos del Portador que está parado frente a ti. En completa oscuridad, ni cerrando tus ojos evitarás ver su horrible apariencia. Su aliento fulminante y constante mascullo podría ser suficiente como para hacerte llorar, pero estás advertido de no hacer ningún ruido más allá de un sollozo, o podrías despertar a lo que no debe ser despertado. La única pregunta que podrás susurrar será:
¿A qué le temen?
Sentirás movimientos alrededor de ti, como temblores de ánimo de tus oponentes. Oirás qué enfermedades innombrables e incurables atacarán al mundo si alguna vez se sintiesen amenazados; los incontables terrores que se liberarían en aquellos con mentes más débiles que las suyas. Entre las numerosas atrocidades que el mundo sufrirá, podrás oír la más simple, casi ridícula, pero implacable verdad que todos temen. Permanece silente de nuevo. Y cuando sientas que tu cabeza estará a punto de explotar, se detendrá. Si aún puedes moverte, encontrarás una puerta frente a ti que lleva fuera del lugar. Allí, en la intemperie, en el suelo, un reloj de arena roto esperará por ti.
Eres libre de tomarlo. Es el objeto 13 de 538. Recae en ti compartir el conocimiento de sus miedos, pero puede que no quieras usarlo como un arma contra ellos.