Los otros vampiros piensan que comprenden a los Seguidores de Set o Setitas. Son los proxenetas y los traficantes, la escoria que satisface los más aspectos depravados más bajos de la naturaleza humana y vampírica. Y existe esa cosa del culto a las serpientes. Los sires advierten a sus chiquillos a que se mantengan alejados de los Setitas y sus tentaciones viles. Y no obstante… los vampiros siguen acudiendo a los Seguidores de Set a pesar de todas estas advertencias. Si otros vampiros comprenden tan bien a los Setitas, ¿cómo es posible que ellos atrapen y “corrompan” a alguien? “Veamos, vendes cada vicio conocido por el hombre, adoras al Dios del Mal egipcio, y dices que deseas ser mi amigo especial. Sí, claro. A otro con ese cuento”. Sin embargo, los Setitas no son el Clan de la Corrupción. Son el Clan de la Serpiente. Reclaman para ellos mismos un símbolo antiguo casi universal de la sabiduría y el poder: a veces benévolo, a menudo peligroso.
Como la serpiente en Edén, los Seguidores de Set incitan a otros Vástagos y al ganado a un terrible conocimiento prohibido. “Conocimiento prohibido”. La frase suena extraña en el amanecer del siglo XXI. La ciencia penetra hasta los más lejanos abismos del tiempo y el espacio, desentraña el átomo y reescribe el código de la vida. ¿Qué conocimiento puede parecer “prohibido” para cualquiera excepto para unos pocos chiflados religiosos reaccionarios? El conocimiento del mundo es lo suficientemente seguro. Los frutos de tal conocimiento no pueden hacer nada peor que matarte, no hay mucho que temer en absoluto. Aprender que deseos y depravaciones terribles acechan tras cada rostro humano, especialmente el propio, esto es el conocimiento ante el cual la mente huye.
Sí, algunos Seguidores de Set vuelven a la gente adicta a las drogas, dirigen prostíbulos y chantajean a sus clientes. Todo el mundo tiene que vivir de algo. Sin embargo, el crimen y el vicio sirven meramente como un cebo tentador, atrayendo a estos clientes de las Serpientes a su mercancía verdadera, el conocimiento del bien y el mal. Especialmente el mal. Entra en la guarida de la serpiente. Adéntrate más allá de los adolescentes de ojos vidriosos con brazos llenos de marcas de agujas, de las mujeres y hombres tan ansiosos por venderte sus favores, de los hombres de negocios y políticos desesperados por una ventaja ante la competencia. Entra en el templo del Dios Oscuro, donde la luz de las antorchas resplandece en el oro y el ónice pulido. No temas. Aquí nada puede dañarte… excepto lo que traigas contigo.