viernes, 19 de junio de 2020

#232 El Holder de la liberación

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier callejón o calle residencial en una metropolis.

  • Agua y nieve
  • Fantasma
  • Buscando Blancanieves
  • Cambiado
  • Respuestas
  • La bibliotecaria
  • Generosidad
  • Participación
  • Susurros
  • Sangre y aceite
  • Entregado





El Péndulo es el Objeto N°232 de 538. La liberación se lleva a cabo solo por aquellos que lo han ganado.

jueves, 18 de junio de 2020

Recuerdos

Una madre decidió un hacer un paseo por su antiguo vecindario donde aún se encontraba la vieja casa en la cual ella creció, llena de hermosos recuerdos y anécdotas que quería contarles a sus dos pequeños hijos mellizos, un varón y una niña de apenas unos años, así que los llevó consigo.

Al entrar al barrio ya eran mas de las 6 de la tarde. A medida que su memoria se llenaba de recuerdos de cómo ella caminaba por esas calles y de como pasaba el día con sus dos muñecos, curiosamente, un varón y una niña, al parecer siempre había sido su sueño tener hijos gemelos, y esos dos muñecos los representaban en su infancia, y ahora sus hijos eran una realidad.

Sin embargo, no todos sus recuerdos eran hermosos, también había uno que la aterraba, y no fue hasta que llego a su antiguo hogar, cuando todo regreso a su mente. Al llegar ella le pidió a sus hijos que la esperaran en el auto, mientras ella entraba a la vieja casa, ahora abandonada y descuidada por la familia, al subir las escaleras para llegar hasta su habitación, con cada paso que daba, podía ver sombras de ella misma corriendo y jugando con sus muñecos por todas partes, era como ver imágenes transparentes que le contaban una historia, se recordaba feliz, pero ademas también empezó a recordar una figura oscura de pequeño tamaño, algo que parecía seguirla en su infancia, parecía ser otra niña mas o menos de su misma edad, pero alguien que no existía porque ella era hija única.

Esta figura misteriosa tenia la costumbre de esconderle sus muñecos, era como si ella también quisiese jugar, pero al ver que la ella siendo una niña muy recelosa de sus cosas no le prestaba sus juguetes, entonces comenzó a volverse violenta, mover las cosas, golpearla y hasta darle pesadillas, tanto así que un día estando ella sola en casa jugando con sus muñecos, esta figura, la cual pudo determinar que era otra niña como ella, la saco del cuarto con una gran fuerza, haciéndola dejar sus dos muñecos solos, para cuando logro entrar devuelta, los dos muñecos habían desaparecido, nunca mas los volvió a ver, ni a ellos ni a la sombra, y así creció, y su familia se fue de aquel lugar, nunca mas volvió hasta ahora, ya siendo una mujer adulta y con familia propia.

El recordar eso la puso un poco incomoda y algo nerviosa, no era normal haber vivido eso, así que retrocedió para salir de su vieja habitación, y regresar a buscar a sus dos hijos, al salir del cuarto, le pareció ver aquella vieja sombra, pero fue como ver un relámpago, tan solo paso frente a ella, y ya no era tan pequeña como antes, esta vez podía ser de su mismo tamaño, esto le heló la sangre y se apresuro a bajar y al llegar a la sala, ahí, en el suelo estaban aquellos dos muñecos que perdió en la infancia. Misteriosamente se los habían dejado en ese lugar , para que los recuperara, visiblemente estaban muy maltratados, estaban rotos, desgarrados, como si en vez de manos hubieran sido navajas las que los cuidaron todo este tiempo, incluso uno no tenia cabeza y al otro le faltaban los ojos.

La madre se agacho para recogerlos, asombrada y aterrada por lo que veía, pero al levantarlos había una nota escrita con una letra muy fea y extraña, como si fuera una persona con problemas para comunicarse, o alguien que jamas escribió antes, pero la madre pudo leer lo que decía:

—¡Gracias por dejarme jugar con ellos!

La madre dejo caer los muñecos y la nota de la impresión, y por fin reacciono para salir de aquel lugar, solo que al levantar su cabeza, afuera, cerca de su auto donde estaban sus hijos, su verdadera pareja de gemelos, había esta figura siniestra, que ya no era una niña, ahora parecía ser también una adulta, era como si se manifestara exactamente igual a la atormentada madre, que aunque corrió con todas sus fuerzas para llegar hasta el auto junto a sus hijos, al abrir la puerta, solo encontró otra nota que le decía:

— ¿PUEDO AHORA JUGAR CON ELLOS?

La madre busco por todas partes pero nunca encontró a sus hijos, así que solo le queda sufrir por su perdida y su error en regresar para revivir recuerdos, aprendió que aveces es mejor dejar ciertas cosas en el olvido.

Aunque, lo mas seguro, es que alguna vez le devuelvan a sus hijos cuando ya no se pueda jugar con ellos, tal vez en el mismo estado en el que devolvieron sus viejos muñecos.


Calificación:


#223 El Holder de la Ecuación

Ve a algún colegio o universidad y encuentra el departamento de matemáticas, dirígete a la oficina del profesor principal y dile que estas buscando al "Portador de la Ecuación". Si te responde que no puedes estar hablando en serio agrega: "He estado estudiando toda mi vida". Sacudirá la cabeza y te llevará a un aula de niños, donde éstos están rindiendo un examen. 

Pasa si lo deseas, pero cuida no mirar con demasiada atención las preguntas del examen, si lo haces puedes darte cuenta de que dos mas dos no es necesariamente "cuatro" en este ámbito y este conocimiento destruirá las frágiles estructuras que mantienen tu mente unida en este lugar.

Una vez que la prueba termine el maestro recogerá los exámenes y comenzará a calificarlos. El es el Portador de la Ecuación y solo te amenazará si fallas su prueba. Acércate a el y pregúntale: "¿A qué se suman?". Te mirará con intriga y te entregará una prueba en blanco desde debajo del escritorio, tómala, busca un asiento y comienza a trabajar en ella.

Es bastante simple si llegas al final apruebas, si no puedes avanzar más el titular comenzará a enseñarte cómo se resuelven los problemas escritos en el examen, puedes estar aquí mucho tiempo. No hay un límite, no sentirás sed o hambre, no tendrás que hacer nada más excepto resolver estos problemas que se ven cada vez más difíciles. Innumerables buscadores se han quedado atrapados en esta prueba y muchos simplemente se resignan a su destino, mirando fijamente el problema que nunca pudieron resolver mientras esperan una chispa de conocimiento que no llegará.

Después de lo que parecerá una eternidad, descubrirás que ya has resolvido todos los problemas matemáticos que hayan existido o que existirán y una vez que hayas aprobado el exámen ponte de pie y grita: "¡He aprobado tu prueba Portador! ¡Entenderé su respuesta!". El portador se pondrá de pie, se acercará a tu escritorio y te explicará cómo resolvió la ecuación por primera vez y qué se necesito para probar su solución; te explicará cómo los objetos son soluciones y por qué su existencia da sentido a las cosas como Pi, golden, E y Rad. Luego sacará un viejo pedazo de papel doblado de su bolsillo y te lo entregará. Cierra tus ojos, estarás en un ascensor en el edificio donde comenzaste tu búsqueda y sus puertas se abrirán al vestibulo.



En ese papel está la ecuación, Objeto N°233 de 538. Cuando logres resolverlo sabrás cómo juntarlos.


miércoles, 17 de junio de 2020

Muñecas [Micropasta]

Poco a poco paso el hilo por las aberturas para cerrarlas y formar una nueva costura. Sí, ya pegué el brazo. ¡Es tan bonito hacer muñecas! Por más de que sean de carne, claro.

Desde un lugar horrible

Durante una noche tormentosa mi abuela se sintió mal y la llevé a un hospital. Esperábamos a un lado de la sala de emergencias, llovía copiosamente y el estruendo era constante. Los pocos que entraron chorreaban agua y se quejaban del mal tiempo.

—¡Que tormenta, parece que se abrió todo el cielo! Y esos relámpagos… —comentó un señor a la vez que se peinaba el cabello empapado con las manos. Sostuve el bolso de una joven mientras se quitaba el impermeable. La túnica blanca me indicó que era una doctora. 

—Muchas gracias, que amable —me agradeció. 

—No es nada señora. 

—Señorita— me aclaró, y sonrió. 

—Señorita entonces, dije señora porque supuse que una mujer tan linda seguramente ya estaría casada. 

—¡Ay! Me vas a hacer sonrojar ¡Jaja!— agregó entre risas y se alejó por el corredor. Volteó un par de veces y se detuvo, e hizo un gesto indicando que me acercara. Di unas zancadas y estaba al lado de ella. 

—¿Me acompañarías por este corredor? Soy nueva aquí y todavía no me acostumbro al lugar, y es tan largo este pasillo y con esta tormenta, la verdad es que me da un poco de miedo. Que vergüenza, ¿no? Siendo médico y tan asustadiza ¡Jaja!.

—Te acompaño con gusto. No tiene nada de malo sentir algo de miedo, los médicos también son gente. 

—Bueno, gracias— contestó aliviada con mi respuesta. 

Al llegar frente a la puerta que era su destino quedamos charlando un buen rato. Consultó su reloj unas veces pero seguía hablando. Me miraba a los ojos y sonreía. Cuando me fui de allí tenía su número de teléfono en el bolsillo. Mientras atravesaba el largo corredor me acordé de mi abuela. La había dejado sentada en un banco. Al regresar vi que estaba sola. Tenía la cabeza recostada a la pared y miraba fijamente hacia la puerta. Cuando fui a hablarle hubo un estallido ensordecedor y se apagó la luz: había caído un rayo. El hospital no tenía generador propio o no funcionaba. Quedamos sumidos en la oscuridad. 

—¿Abuela? ¿Está bien abuela? —le pregunté, y casi al instante me sujetó el brazo una mano que sentí delgada, dura y arrugada, y por poco no grité, mas enseguida razoné que era la de mi abuela.

—¡Siento mucho calor!— me dijo con la voz llena de angustias —¡Mucho calor, mucho calor! ¡Me estoy quemando! ¡Aaahhh…!— En ese momento me pareció ver que unas siluetas deformes caminaban a nuestro alrededor, pero enseguida se borraron, desaparecieron en la oscuridad.

Pedí ayuda a gritos. Sentí que mi abuela me soltó. Alguien salió de la sala de emergencias con una linterna, mas no necesitó usarla pues la luz volvió en ese momento. Cuando un doctor me dijo que mi abuela estaba muerta me sentí terriblemente mal. Me invadió un sentimiento de culpa; la había dejado sola durante largo rato, ¡era algo imperdonable! Pero lo que sentí después fue peor aún. Al examinarla un poco más, el doctor dijo que llevaba muerta más de media hora; había fallecido apenas llegamos. Me había hablado desde el más allá, desde un lugar que todavía me niego a creer que fuera su destino.



Calificación: