Cuenta la leyenda que se podía ver a un anciano muy triste vagando por las calles de una pequeña ciudad en el norte de los Estados Unidos. Hacía mucho que el anciano andaba sin un rumbo, siempre con esa incertidumbre que por momentos tenemos, de no saber lo que vamos a hacer.
Cierta noche, el anciano caminaba por una calle oscura que finalizaba en una encrucijada. Sin rumbo, perdido en el medio de la negrura de la noche que lo rodeaba, comenzó a escuchar una voz, al inició distante e indistinguible, pero que pronto aumentó y daba la impresión de que se estaba acercando. En la penumbra, el anciano logró ver la forma de una mujer, que cantaba sus palabras, y asustadiza se aproximaba en dirección al anciano diciendo, “¿Cuál es tu tercer deseo?”
El viejo, bastante aturdido, hacia un esfuerzo por ver a la mujer. Continuó su camino, pensando que no se dirigía a él. Pero la mujer se volvió, bailando y tarareando las palabras en torno al anciano: “Ahora tu tercer deseo. ¿Cuál es? ”
El hombre, ya enojado, se detuvo. Trató de enfocar su mirada sobre la agitada mujer y preguntó:
– “Maldita sea, ¿Qué quieres mujer?”
Ella nuevamente le dijo cantando:
-“Tu tercer deseo.”
-“¿Tercer deseo?” – El viejo estaba confundido – “¿Cómo puedo tener un tercer deseo si no he tenido un primero ni un segundo?”
– “Ya has tenido tus dos deseos” – tarareo la mujer- “pero tu segundo deseo fue que yo volviera todo a como era antes de que pidieras tu primer deseo. Es por eso que no recuerdas nada; porque todo es como era antes de cualquier deseo.”
Ella continuó, apresurando al pobre hombre. “Entonces, tienes un deseo restante. ¿Qué vas a pedir?”
– “Está bien” – exclamó el anciano – “Yo no creo en esto, pero no hay nada de malo en desear. Yo deseo saber quién soy.”
“Que divertido,” – dijo la mujer mientras cumplía el deseo y desaparecía – . “ese fue tu primer deseo.”
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