En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier cementerio que puedas encontrar. Cuando llegues al lugar, ignora a cualquier empleado de ropa formal, dirígete al primer trabajador con aspecto de sepulturero que veas y pídele amablemente visitar a aquel que se hace llamar "el portador de los restos". Al comienzo, él no te tomará en cuenta. No digas ninguna palabra. Sólo quédate allí y míralo. Pronto, tomará una pala y una linterna, e irá hacia una tumba. Síguelo, y sé respetuoso con las tumbas mientras caminas. Si las perturbas de alguna manera, enfurecerás a las almas enterradas allí. Después de una larga caminata, el hombre se detendrá en una tumba aislada, sin marcas, y empezará a cavar. Mientras lo hace, caerá la noche, las luces se apagarán, y pronto, todo estará completamente oscuro, siendo la única fuente de luz, la linterna del sepulturero.
Si, por cualquier razón, el hombre deja de cavar, debes decir: "¡Esto debe hacerse! Yo sólo quiero hablar". Si continúa la excavación, estás a salvo, sin embargo, si el sepulturero no reanuda su actividad, corre y no te detengas por ninguna razón. Aléjate del cementerio, lo más lejos que puedas. Corre hasta que amanezca, si llega la mañana, has escapado. Él no se detendrá hasta que termine la noche.
Varias horas pasarán hasta que él termine. Saldrá arrastrándose de la tumba, que ahora será profunda. En el interior, habrá un sencillo ataúd de madera. Deberás bajar y abrirlo. Dentro, habrá una hermosa mujer. Su piel será fría como la muerte y blanca como la luna. Sólo podrás preguntarle una cosa, si dices o haces cualquier otra cosa, el hombre te golpeará con su pala y te enterrará vivo.
¿Qué les espera?
En el momento en que termines la pregunta, el cuerpo de la mujer se deteriorará rápidamente ante tus ojos. Ni se te ocurra desviar tu mirada en señal de disgusto, más bien, deberás honrarlo y ver su retorno a la tierra, el ataúd se pudrirá y sus huesos se desintegrarán. Aunque será de noche, la luz de la linterna será suficiente para ver.
Cuando se complete el proceso, una rosa blanca crecerá desde el suelo. Será hermosa, con un prístino botón blanco y un tallo largo y verde. Los pétalos serán fríos al tacto. Ten cuidado con sus espinas. Arráncala y sal de la tumba. No verás al sepulturero por ninguna parte, la pala y la linterna también habrán desaparecido. Si hueles la flor percibirás su olor divino, calentando tu alma desde dentro. Si examinas la tumba de la que acabas de salir, encontrarás que se ha vuelto a llenar de tierra, luce como si nunca se hubiera excavado en aquel lugar. Sobre la lápida, que antes no tenía nada escrito, se podrá leer:
Ellos nunca deben estar juntos.
Nunca.
La rosa blanca es el Objeto 99 de 538. Crece únicamente de los restos de una tumba. Incluso después de la muerte, su vida persiste.
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