domingo, 14 de febrero de 2021

Los Errantes

Goler y Belgor eran errantes, guerreros profesionales expertos en la lucha contra criaturas no-muertas. Nunca eran recibidos con alegría en las aldeas o ciudades donde trabajaban, pues su llegada siempre significaba problemas. Pero eran necesarios, y las personas los toleraban, sobre todo porque los errantes gozaban de inmunidad y protección del rey y de todos sus vasallos.

En aquellos días, Goler y Belgor habían sido enviados a una villa llamada Villaespino. Dicha villa era propiedad de un señor muy poderoso, lo suficiente como para costear el trabajo de dos errantes. Las calles de Villaespino habían sido regadas con la sangre de muchos de sus habitantes, todos varones, adultos y sanos. Sus cuerpos siempre aparecían al amanecer en alguna plaza concurrida, con las vísceras colgando y el cuello completamente abierto. Los dos errantes tenían claro quién era el culpable, todo apuntaba a un súcubo, un tipo de demonio bastante común en los grandes centros de población; y el que las victimas fueran solo hombres y que se hubiera licuado toda su sangre, encajaba a la perfección con su modo de cazar.

Cuando llegaron a la villa, las calles estaban vacías, solo se dejaba ver el humo de alguna chimenea distante, o la luz tenue de una vela proveniente de alguna habitación. Fueron directos a la posada El Ciervo Feliz. Ya los estaban esperando; tenían ordenes de concederles asilo con todos los gastos pagados, cosa que no agradaba al obeso posadero y su casi adolescente esposa.

Goler era mayor que Belgor, hacía tiempo que había pasado los 40, su vientre era más grueso, su pelo ya escaseaba, pero su mirada seguía igual de dura, al igual que sus ojos azules, fríos e inquisitoriales. Belgor por el contrario contaba con 20 años menos, era su segunda misión, sus ojos eran más inquietos, aunque a ojos inexpertos parecerían seguros y tranquilos; era alto, de constitución atlética, rasgos agradables y ojos marrones.

Goler se acercó al posadero y le pidió la cena.

—Espera sentado en la mesa y vigila quién entra y quién sale —le dijo Goler con aire sombrío a su joven compañero.

Belgor asintió y se dirigió a la mesa no sin antes recorrer con sus ojos el cuerpo de la esposa del posadero, una pelirroja de amplias curvas y busto generoso. El posadero gruñó muy alto, tanto, que hasta le temblaron los bigotes. Goler le lanzó una mirada gélida a sus compañero, y finalmente se sentó en una mesa destartalada cerca de la chimenea central. Belgor se quedó sentado fingiendo que aseguraba las correas de su armadura negra de cuero reforzado, no sin dirigir alguna que otra mirada a la pelirroja. Goler suspiró y llevó hasta la mesa una bandeja con dos codornices asadas, caldo aguado con huesos de pollo, pan duro, y queso más duro aún. Para ellos aquello era un manjar, pues el camino siempre era duro y escaso en privilegios.

—No deberías haberla mirado así, no queremos problemas —recriminó Goler a su joven compañero.

—No hice nada malo, es la primera mujer joven y bella que no intenta destriparme desde hace mucho tiempo.

—Te entiendo, pero entiende por qué estás tú aquí. Cada segundo que pasa es más probable que estemos cerca del súcubo. A estas alturas ya sabrá que estamos en Villaespino, y en cualquier momento tendremos sobre nosotros a un monstruo rabioso, aunque sin apetito, pues lleva mucho tiempo comiendo de la cocina local, cosa rara ya que no suelen arriesgarse a acumular tantas víctimas en un solo lugar.

—Nos ha tocado el súcubo imbécil.

—Es un monstruo, un monstruo que te puede destripar con un sencillo giro de muñeca.

Belgor asintió mansamente y comenzó a comer con ganas. Goler barrió una última vez con la mirada la posada y acometió con ímpetu su propio plato.

Al terminar se despidieron del posadero y subieron a la habitación más amplia de que disponían. Era grande, con cuatro camas, y altos ventanales. Dejaron solo una vela encendida. Goler hizo la primera guardia.

Cuando los ronquidos de Belgor ya eran audibles, se sentó cerca de la ventana para observar las calles mal empedradas y los tejados torcidos de pizarra en busca de algún movimiento inusual. De pronto, un sonido grave proveniente de la parte baja hizo que los sentidos parcialmente aletargados de Goler se agudizaran como nunca. Bajó sin despertar a Belgor, con paso rápido y su mano derecha apoyada en el pomo de su estilete.

Al llegar abajo vio al gordo posadero tirado sobre los restos de la sopa que se había derramado con la caída. Se acercó hasta él y confirmó que aún tenía pulso. Antes de que le diera tiempo a hacer una sola conjetura, un grito ahogado atravesó su pecho desde el piso de arriba.

Subió corriendo, pero esta vez con el estilete desenvainado, acompañado por una preocupación que era más bien una certeza en su mente, una certeza que se vio confirmada al atravesar el umbral de la puerta que daba a la habitación. Belgor yacía en el suelo con el cuello abierto, y sobre él, la esposa del posadero le estaba drenando la sangre con sus largos colmillos ayudados por una lengua anormalmente larga y roja.

Los ojos del súcubo quedaron fijos en Goler que ya había desenvainado la espada dispuesto a batirse con él. Cada paso que Goler realizaba iba acompañado de una maldición y una punzada de culpabilidad, pero barrió aquellas emociones y se centró en la tarea que tenía entre manos. No era el primer súcubo que mataba, y aquella estúpida trampa tendría que haberla visto venir. El súcubo pelirrojo, sin pensárselo se abalanzó en busca del cuello de su nueva víctima, pero Goler desvió sus zarpas con el estilete, mientras golpeaba el costado derecho del monstruo con la empuñadura de la espada; finalmente se separaron. Ella estaba excitada por la proximidad de una nueva presa, él era frío y realizó bien sus cálculos.

Cuando el súcubo se abalanzó de nuevo, éste lo esquivo con una finta hacia la izquierda, fingió una ataque hacia su costado, ella lo esquivó con dificultad y justo en ese lapso de tiempo, Goler atravesó su vientre con la espada hasta la empuñadura, no sin recibir antes un mordisco en el hombro izquierdo aunque sin llegar a perforar el cuero.

Goler no quería esperar a que el súcubo se recuperara, debía cercenar la cabeza del monstruo, pero cuando ya estaba en posición con la espada sujeta con las dos manos sobre su cabeza, algo frío y afilado afloró sobre su pecho, un cuchillo largo de carnicero que atravesó con rabia cuero y costillas. Goler calló de rodillas, y antes de desvanecerse, vio cómo el obeso posadero, presionaba la herida abierta del súcubo.

Luego sobrevino el frío, y finalmente, la oscuridad.



sábado, 13 de febrero de 2021

Semyazza y los Grigori

En el libro de Enoc (libro que forma parte de la biblia y de la iglesia ortodoxa etíope pero rechazado por las otras iglesias cristianas) se narra acerca de los “Hijos de Elohim” (Elohim=Señor) que se enamoraron de las mujeres humanas y que por tal acto fueron castigados por Yahweh.

Los ángeles Grigori, que, traducido del griego, sería observadores o vigilantes, fueron un grupo de ángeles que siguieron a su líder Samyazza, en busca del afecto de las mujeres humanas según la mitología judeocristiana. Al parecer Samyazza sintió lujuria al ver a las mujeres y les dijo:

“Temo que no queráis cumplir con esta acción y sea yo el único responsable de un gran pecado"

Pero ellos le respondieron:

"Hagamos todos un juramento y comprometámonos todos bajo un anatema a no retroceder en este proyecto hasta ejecutarlo realmente"

Entonces todos juraron unidos y se comprometieron al respecto los unos con los otros bajo anatema, bajaron hacia Hermón. (Libro de Enoc, 6, 3-5).

Este monte Hermon fue nombrado en muchos parajes de la biblia con diferentes nombres como Senir, Sirión, Monte Baál Hermon o el monte Sion, de ahí sea por amor o lujuria probaron unirse con las mujeres y bestias del campo, de estas uniones salieron los Nephilim, que fueron mitad humanos mitad ángeles los cuales dominaron en los días de Enoc.

Según la biblia, la ira del señor se encendió por todos estos actos pues los Grigori también enseñaron al hombre diferentes clases de artes creativas, entre ellas el arte de la guerra, Azazel fue quien les otorgó este secreto del cielo. Pero según estos libros, lo que realmente enfureció al Señor fue que su espíritu permaneciera con los hombres pues se escribe también en el Génesis 6, 1-4: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; pero vivirá ciento veinte años"; los lectores de la biblia entienden que el Señor no estaba de acuerdo que su espíritu permaneciera con el hombre pues así serían más longevos de lo que él deseaba o tal vez serían eternos.

Sea cual fuere el caso, el Señor mandó al ángel Gabriel a castigar a estos ángeles caídos empezando por sus hijos los Nephilim pues no estaba de acuerdo con su increíble longevidad y menciona que los hombres pertenecen a la tierra y los ángeles al cielo y mando desapareceros.

Para Semyazza y los Gregori, por contaminarse con humanos los consideró impuros y declaró que verían a sus hijos perecer para luego ser encadenados durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el día de su juicio, donde serían enviados al abismo de fuego y encerrados en la prisión eterna. Así terminó este arranque de lujuria, después de la destrucción aparente de los Nephilim, el Señor mandó el diluvio universal, para purgar la tierra y a los humanos corrompidos, al parecer no le resultó bien porque aún se conoció el arte de la guerra y en parajes muchos años después aún fueron visto Nephilim en la biblia véase el ejemplo de Goliat el que peleó contra David.


viernes, 12 de febrero de 2021

La leyenda del jinete sin cabeza

Cuentan que en el año 1856; en uno de esos pueblos alejados de la montañas, Ciudad De Monterrey, Nuevo León, México. Sucedió que dos hombres lugareños se disputaban el amor de una bella mujer llamada Margarita.

Era tanto el amor y cariño que Ponciano Arriaga y Federico Loera le tenían a Margarita; que no había día que no se retaran y sus miradas retadoras no se cruzaran, pero el corazón de Margarita pertenecía en secreto a otro muchacho de ése mismo pueblo, su nombre era Lorenzo Antonio Sánchez, quien era un extraordinario jinete que montaba con gran facilidad los caballos de su rancho ¨La Cruceta", localizada al kilómetro 78 por la carretera a Reynosa, y precisamente, cuentan los bisnietos de los que fueron testigos, fue en ese rancho donde se protagonizó una de las terroríficas historias de la cual aún no se tiene una explicación lógica y científica de lo que en realidad sucedió ahí.

Dicen que cuando Antonio se dio cuenta del amor que Margarita en silencio le profesaba a el, le correspondió totalmente en sus sentimientos y se la llevo en una noche de luna llena, con previo consentimiento de ella y la llevo a su rancho, para ser felices solos y amarse profundamente, mas sin embargo, los padres de Margarita se negaban totalmente al romance entre el humilde Antonio y la Doncella, pues los predilectos para ella precisamente algunos de los otros 2 hombres en disputa; y Antonio, sin pelear alguna batalla gano el corazón de aquella bella mujer.

Solo que el padre de Margarita, y mucho menos aquellos 2 hombres se iban a quedar tranquilos y dejar en manos de aquel muchacho a Margarita, así que aquel viejo con complicidad de Ponciano y Federico acordaron un plan para deshacerse de Antonio y quitarlo del camino...

Fue así que aquella noche, y con algunos pesos de por medio, aquellos otros rivales y ahora compañeros irrumpieron en aquel rancho de las crucetas, Margarita se encontraba dormida mientras que Antonio terminaba de amarrar unos caballos, en eso cuatro poderosos brazos lo atraparon y una nube de puñetazos llovió sobre su rostro sin darle oportunidad de ver a sus agresores ni mucho menos de defenderse, la golpiza fue tremenda al grado de que los golpes y los gemidos de Lorenzo Antonio la despertaron, pero para cuando quiso salir, solo atino a ver que uno de los agresores agarraba a Antonio fuertemente el otro no dejaba de darle golpes hasta dejarlo caer como un guiñapo, la chica, del susto, se quedó paralizada ante tremenda golpiza y no sabia que hacer, como tiro de gracia, una filosa hoja de un machete que uno de aquellos desgraciados cargaba, brillo a través de la luna para pasar finalmente por el cuello de aquel joven brutalmente asesinado, la cabeza de Lorenzo Antonio rodó por el césped limpiamente ante el asombro mudo de Margarita, ahí fue cuando su garganta dejó escapar un grito de horror e impotencia, aquellos cobardes al descubrirla la tomaron y se la llevaron, no sin antes echar un vistazo al cuerpo decapitado de Antonio, y esbozando una cínica sonrisa en complicidad se retiraron de aquel lugar, sin darse cuenta; estos, que la cabeza del muchacho, con la leve luz de la luna, alcanzó a distinguir los rostros de sus asesinos...

La noticia del asesinato se dio a conocer a nivel regional, más nunca se supo de los asesinos y así, estos, recibieron el dinero acordado del padre de Margarita, y ahora solo quedaría pendiente la disputa entre ellos sobre quien seria el merecedor del corazón de aquella chica: quien por cierto, al paso de los días se le vio marchita y seca.

No pasó más de una semana, cuando en una noche se oyó y vio galopar cerca de aquel pueblo un caballo negro, pero la sorpresa es que los que lo vieron no daban crédito cuando vieron que el hombre que lo jineteaba ¡no tenía cabeza!.

Una hora después el cuerpo de Ponciano Arriaga se localizó decapitado y tasajeado en los atajos de aquel pueblo, mientras casi al mismo tiempo, cerca de la casa de Margarita; hallaron el cuerpo inmóvil, y con la misma suerte que el de Ponciano, de Federico Loera... ¡Los 2 fueron decapitados de la misma manera!

Afuera de la casa de Margarita, se encontraba un remolino de gente, entre curiosos, algunos de la policía montada y una avalancha de reporteros, pues la puerta principal de madera, de la casa; fue quebrada y dentro apareció el cuerpo del padre de Margarita, aparentemente su cuerpo sin sangre ni huellas de violencia, pero si su rostro reflejo antes de morir tuvo la impresión más fuerte de su vida que fue lo que le causó el infarto que lo condujo hacia la muerte, finalmente aquellos canallas pagaron caro sus malditas acciones y la osadía de invadir un amor puro, pagando con la misma moneda, la muerte... Pero, la gente extrañada se preguntaba ¿quién los mató?, ¿tenían algo que ver con el asesinato del joven Lorenzo Antonio?, ¿dónde quedo Margarita, se la llevó el jinete? ¿por qué desapareció?, ¿ella fue la causante de todo esto? o ¿esta muerta?... Nadie supo responderse a esas preguntas ni mucho menos con el paso del tiempo quedó aclarado.

Pero cuentan algunas versiones, y casi la mayoría coincide, que aquella noche el jinete sin cabeza apareció para vengarse de sus asesinos, y que si en vida le arrebataron el amor de Margarita, más allá de la muerte no pudieron lograrlo, pues el jinete sin cabeza además de cobrarse la mala jugada se llevó a su amada lejos muy lejos, cuentan que no volvieron a ver a Margarita y aquel jinete, extraño por el pueblo ni por lugares circunvecinos, dice que se marchó más allá, a todo galope; en brazos de su amado para seguirse amando como jamás lo hicieron en vida.

miércoles, 10 de febrero de 2021

La Navidad pasada me rompiste el corazón

Mientras me siento aquí mirando el árbol de Navidad, con sus luces y adornos, no puedo evitar pensar en nuestra primera Navidad juntos. ¿Recuerdas cuando nos mudamos aquí? Estabas decidida a ser cantante, incluso había empezado a trabajar en dos empleos para pagar tus clases de canto, pero valió la pena, para que tus sueños se hicieran realidad.

Esta época del año siempre fue nuestra favorita, como lo es para la mayoría de la gente. Caminábamos por el centro de la ciudad abrazados, mientras admirábamos las luces y los colores de los adornos navideños, Dios mío, eras tan hermosa. Recuerdo nuestro primer árbol de Navidad, era un árbol pequeño de aspecto horrible, pero era todo lo que podíamos pagar. Fuimos a compramos oropel y bombillas de todos los colores, ahí fue cuando viste la estrella, era hermosa como tú, y era la más brillante de todas, sabía que no podíamos permitírnoslo pero no podía decirte que no. Fue la Navidad más feliz que he tenido.

Eso fue hace mucho tiempo, y a medida que pasaron los años comenzaste a llamar la atención por sus talentos, ya estaban en camino a la cima. Aún así dijiste que me amabas y que para esto habíamos trabajado tan duro, quería creerte, pero en el fondo sabía que no era así. Te volviste más distante, entre las giras y las fiestas nunca estabas en casa. La Navidad pasada te rogué que me ayudaras a decorar el árbol, tenía la esperanza de que reavivaría esos viejos sentimientos que tenías por mí.

—Estoy muy ocupada —dijiste con una voz fría.

—Al menos cuelga la estrella —respondí—. Tengo un regalo para ti.

Esperé durante unos segundos que me parecieron eternos, solo para destruir el silencio con las palabras más horribles que he escuchado.

—Hemos terminado, adiós.

Me quedé allí conmocionado con el tono de marcado durante horas. Todo el mundo me dijo que esto iba a pasar, pero no me lo creí. La Navidad fue tan insignificante después de eso, me aplastó, me convertiste en la cáscara de un hombre, quiero decir que después de todos los sacrificios que hice por ti, no me merecía eso.

Esta Navidad, sin embargo, es diferente, he sido muy festivo, he hecho todo lo posible. Compré el árbol más grande que pude encontrar y más decoraciones de las que podía contar. Estaría feliz una vez más porque estuviste aquí en Navidad. La forma en que el rojo gotea por el árbol, es tan hermoso. Siempre habías querido ser una estrella, ahora lo eres y con las luces que he añadido, eres la más brillante de todas.



martes, 9 de febrero de 2021

Cuando los gatos lloran

Ten mucho cuidado cuando te encuentres en una situación similar. Piénsalo dos veces, porque te podrías arrepentir…

Era una noche tan oscura como tantas, pero extrañamente alumbrada por aquella impresionante luna llena que emitía ese resplandor tan fuerte como la lámpara de cualquier calle.

Por un angosto y desolado camino viajaban un conductor y su acompañante; un camino en donde solo existían grandes y majestuosos robles a los alrededores, viajaban serios y sin mencionar palabra alguna, tan solo ansiando silenciosamente terminar ese recorrido de aquel oscuro y tétrico camino.

Salían de una reunión anual de egresados universitarios, dirigiéndose hacia sus casas, así comenzaron a comentar sobre la reunión para hacer algo ameno el viaje y quitar esa extraña sensación de miedo… de pronto, entre pláticas y algunas risillas, a lo lejos uno de ellos logró ver entre tinieblas una polvareda inmensa, tan grande y tan espesa que parecía como si algo gigantesco hubiese chocado o volcado, el otro se percató y disminuye la velocidad, éste decidió detener su automóvil ya que por tanta oscuridad y polvo temía chocar también.

Lo primero que se imaginaban era que había ocurrido un accidente y decidieron bajar del auto y acercarse para ayudar en caso de encontrar a algún herido.

Conforme se iban acercando, comenzaban a escuchar unos sonidos muy peculiares; como aquellos que hacen los gatos cuando están en celo o cuando se dicen que están “llorando”.

Mientras más se acercaban, más fuertes y certeros se escuchaban los chillidos.

Por tanto polvo no lograban ver qué es lo que había ocurrido, así que con un aleteo de brazos trataban de abrirse vista y quitarse el polvo de enfrente…

Mientras uno seguía con el aleteo y medio tosiendo por tanto polvo, uno de ellos se quedó atónito.

Cuando su acompañante logró abrirse vista lo primero que ve es a su amigo… boquiabierto con la mirada al cielo…

¿Qué estará viendo tan atónito?… se pregunto. De inmediato, y sin mencionar palabra alguna, miró hacia la misma dirección y al igual se quedó boquiabierto… pasmados y paralizados miraron aterrados como dos “mujeres” que mientras flotaban dando vueltas como haciendo un remolino entre las dos, se peleaban a golpes y a tonadas. Los dos no podían creer lo que estaban presenciando, inmóviles e inertes se percataron también de que “ellas” eran las que hacían esos “chillidos” que provocaban escalofríos.

Después de unos momentos uno de ellos reaccionó y tomó por el brazo a su amigo y comenzaron a correr despavoridos… entre tropezones y caídas llegaron al automóvil, mirando a lo lejos sin aún poder creer lo que estaba sucediendo en aquel remolino de polvo.

Tan eterno aquel momento, por fin salió el sol y ellos, se encontraban ahí, en el auto, aterrados y muertos de miedo.

Las brujas pueden tomar muchas formas; si algún día, escuchas a unos gatos “llorar”, no salgas, no intentes callarlos, y mucho menos salgas en su búsqueda tan solo para “mirar”, porque no sabes con la sorpresa que te podrías llevar.



lunes, 8 de febrero de 2021

Promesa de Hermanos

Ya acababa el año y los estudiantes estaban a punto de salir del colegio. Justo cuando faltaba una semana para las vacaciones, un profesor decide poner un trabajo en parejas: habría sido la oportunidad perfecta para unos gemelos en la clase, como tantas otras veces, excepto por el hecho de que uno de ellos se encontraba fuera de la ciudad. A pesar de este aparente inconveniente, los hermanos ya se habían puesto en contacto para ponerse de acuerdo en todo lo relacionado con la tarea.

El hermano de viaje le comunicó a través de un correo que el vuelo de regreso a casa había sido cancelado, por lo que tendría que tomar otro avión que salía un poco más tarde. Y dado que el día de la entrega de trabajo coincidía con su llegada a casa, y en vista del poco tiempo restante, tendría que ir del aeropuerto directo a la escuela.

Pero te prometo que voy a ir, finalizaba el correo.

El día de la presentación del trabajo, los hermanos se encontraron en la escuela. Se abrazaron y compartieron recuerdos. Su presentación fue una de las mejores, como siempre. Al finalizar la clase, se dirigieron hacia su casa, pero antes de pasar por la puerta, el gemelo recién llegado le pidió a su hermano que se adelantase. Su hermano no se preguntó por qué y le hizo caso. Llamó a su madre, para que le diese la bienvenida a su hermano, pero esta apareció derramando abundante llanto.

Lo abrazó fuertemente y, llorando aún más fuerte, balbuceó:

—Me acaba de llamar tu padre. D-dice que el avión en el que venía tu hermano explotó en el aire, los restos cayeron al mar. N-no hubo sobrevivientes... ¡Tu hermano está muerto!



domingo, 7 de febrero de 2021

Tan dulce como la sangre

Ahí estaba yo, mirándote fijamente, estabas tan linda con ese vestido rojo, rojo sangre, el olor de tu cabello estremecía cada rincón de mi cuerpo, tu cabello negro y suave como la seda, tu piel pálida que parecía porcelana, tus mejillas rojas, tus ojos negros como la noche me envolvían, como tus brazos sin movimiento.

Aquí estás tú, sin movimiento, sin aire, sin decirme nada, eres mía, tan sólo mía y nadie más mi pequeño crimen. Tus carnosos labios los besaba frágilmente, pero mordías como una fiera devorando a su presa cuando estabas conmigo, como olvidar cuando te hice mía, tu cuello, tu perfecto cuello con ese perfume de Gardenia, degollado por mí, cada beso en la herida era deliciosa, probar tu dulce sangre, tus senos tal lindos, me gustaría que estuvieras aquí conmigo de nuevo, estar contigo entre tus brazos como lo soñé era estar en el cielo y en el infierno, mi pequeño crimen. 

Como no recordar el dulce sabor de tu sangre, como te lo prometí iría a los fines de la tierra sólo por ti, por hacerte sentir mi amor, espero que hayas pasado bien como yo, espero algún día poder volver a probar tu sangre tan dulce, mi pequeño crimen.


El contrato del espejo

Esto es un contrato.

Si firmas este contrato podrás hacer realidad todo lo que desees. (Siempre y cuando no contradiga las clausulas del mismo).

Firmar el contrato supone un ligero esfuerzo, no basta con estampar tu firma en un papel. Este contrato es algo distinto.

Los pasos para poder cerrar el trato y hacer realidad todos tus deseos son los siguientes:

Para empezar, espera a que anochezca y una vez que esté todo completamente a oscuras en tu casa, ponte delante de un espejo sin ni una luz encendida.

Una vez de cara al espejo, cierra los ojos y quédate en silencio.

Espera con los ojos cerrados durante 10 segundos. Si han pasado menos de 5 segundos y abres los ojos, te podrás echar atrás. Pero si han pasado más de 5 segundos y se te ocurre abrir los ojos, te quedarás ciego.

Durante la cuenta oirás unos pasos que se acercan hacia ti, pero no te asustes, mientras mantengas los ojos cerrados no te pasará nada.

Una vez pasen los 10 segundos la luz se encenderá, y cuando a través de tus párpados pases de percibir negro a ver un ligero tono rojo a través de tus párpados, abre los ojos.

Verás un ser en el espejo. Será aterrador para ti, pero él está dispuesto a escucharte.

Controla tu miedo, si sales corriendo él te perseguirá.

Cuando estén cara a cara, el ser sacará su mano por el espejo. Estréchala y el trato se cerrará.

A partir de entonces, todo deseo que pidas en voz alta se cumplirá.

Pero debes saber que a partir de entonces, el ser del espejo te seguirá a todas partes hasta el día de tu muerte.

Vayas a donde vayas él te seguirá, siempre pegado a ti, perturbándote. No volverás a dormir, él estará a tu lado, no te dejará. No podrás volver a mirarte delante de un espejo, porque lo seguirás viendo a él.

Por cada deseo que pidas tu vida se acortará, tu vista y tu percepción se irán trastornando y deformándose. El mundo cambiará, la gente que conoces cambiará. Oirás ruidos perturbadores, todo lo que antes te gustaba se volverá monstruoso poco a poco. No volverás a ver las cosas de la misma manera.

Pero siempre puedes solucionar esto.

Si quieres acabar con el contrato espera a que anochezca y ponte delante del espejo. Cierra los ojos y si los abres antes de haber pasado 5 segundos, ya no volverás a ver, y todo lo que te perturbaba, desaparecerá.

Ahora que lo has leído deberás aceptar el trato obligatoriamente. Si en 48 horas no has firmado el contrato, no volverás a ver la luz del sol.

¿Te atreves a firmar el contrato?


miércoles, 3 de febrero de 2021

Ickbarr Bigelsteine

Cuando era un niño pequeño, me aterrorizaba la oscuridad. Todavía le temo, pero cuando tenía alrededor de seis años no podía pasar una noche entera sin pedirle a alguno de mis padres que buscara debajo de mi cama cualquier monstruo que estuviera pensando en comerme. Incluso con una luz de noche, todavía veía formas oscuras moviéndose por las esquinas de la habitación, o caras extrañas mirándome desde la ventana de mi habitación. Mis padres hacían todo lo posible para consolarme, diciéndome que era solo un mal sueño o un truco de la luz, pero en mi mente joven estaba seguro de que en el segundo en que me quedara dormido, las cosas malas me atraparían. La mayor parte del tiempo me escondía debajo de las mantas hasta que me cansaba lo suficiente como para dejar de preocuparme, pero de vez en cuando entraba en pánico tanto que corría gritando a la habitación de mis padres, despertando a mi hermano y hermana en el proceso. Después de una terrible experiencia como esa, no hubo forma de que pudiera tener un noche de sueño completa.

Finalmente, después de una noche particularmente traumática, mis padres habían tenido suficiente. Desafortunadamente para ellos, entendieron la inutilidad de discutir con un niño de seis años y sabían que serían incapaces de convencerme de que me librara de los miedos infantiles a través de la razón y la lógica. Tenían que ser inteligentes.

Fue idea de mi madre coser a mi pequeño amigo para antes de dormir.

Ella reunió una gran variedad de piezas de tela al azar en su máquina de coser y creó lo que más tarde llamaría Señor Ickbarr Bigelsteine, o Ick para abreviar. Ick era un monstruo de los calcetines, como lo llamaba mi madre. Él fue hecho para mantenerme a salvo mientras yo dormía por la noche al marcar a todos los demás monstruos. Era bastante espeluznante, tenía que admitirlo. Honestamente, mirando hacia atrás en todo esto ahora, todavía estoy impresionado de que mi mamá pudiera pensar en algo tan extraño y perturbador. Ickbarr tenía el aspecto cosido de un gremlin de Frankenstein, con grandes ojos de botón blanco y orejas de gato caídas. Sus pequeños brazos y piernas estaban hechos con un par de calcetines a rayas blancas y negras de mi hermana, y la mitad de su cara que era verde estaba hecha con uno de los calcetines altos de fútbol de mi hermano. Su cabeza podría haber sido descrita como bulbosa, y para su boca mi mamá colocó un trozo de tela blanca y cosió en un patrón de zigzag para dar forma a una amplia sonrisa de dientes afilados. Lo amé al instante.

A partir de entonces, Ick nunca se apartó de mi lado. Siempre que fuera después del anochecer, por supuesto. A Ick no le gustaba el sol y se molestaba si trataba de llevarlo a la escuela conmigo. Pero eso estaba bien, solo lo necesitaba por la noche para mantener alejados a los hombres del saco, que era en lo que era bueno. Así que todas las noches a la hora de dormir, Ick me decía dónde se escondían los monstruos, y lo colocaba cerca de la sección de mi habitación más cercana al fantasma. Si había algo en el armario, Ick bloqueaba la puerta. Si había una criatura oscura arañando mi ventana, Ick se apoyaba contra el vidrio. Si había una gran bestia peluda debajo de mi cama, entonces él iba debajo de la cama. A veces, los monstruos ni siquiera estaban en mi habitación. A veces, se escondían en mis sueños e Ickbarr tenía que acompañarme a mis pesadillas. Fue divertido traer a Ick al mundo de mis sueños, ya que ambos pasábamos horas luchando contra gules y demonios. La mejor parte fue que, en mis sueños, Ick podía hablarme de verdad. 

¿Cuánto me amas? Él preguntaba.

—Más que nada. Siempre le respondía. 

Una noche en un sueño, después de perder mi primer diente, Ick me pidió un favor.

¿Puedo tener tu diente?

Le pregunté por qué.

Para ayudarme a matar las cosas malas Él dijo.