jueves, 26 de septiembre de 2019

El Retrato Oval - E. A. Poe

Título Original: The Oval Portrait
Autor: Edgar Allan Poe
Nacionalidad: EEUU
Año de publicación: 1842

El retrato oval

El castillo en el cual mi criado se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme, malhadadamente herido como estaba, de pasar una noche al ras, era uno de esos edificios mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes en medio de los Apeninos, tanto en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe.

Según toda apariencia, el castillo había sido recientemente abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del edificio. Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y de ellos pendían un número verdaderamente prodigioso de pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco.

Me produjeron profundo interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no solamente en las paredes principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura caprichosa del castillo hacía inevitable; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho.

Lo quise así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y analizaban. Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.

Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas candelas dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? No me lo expliqué al principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar. Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que mi vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el lienzo fijamente.

No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer sobre el lienzo, había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos, haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.

El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. se trataba sencillamente de un retrato de medio cuerpo, todo en este estilo que se llama, en lenguaje técnico, estilo de viñeta; había en él mucho de la manera de pintar de Sully en sus cabezas favoritas. Los brazos, el seno y las puntas de sus radiantes cabellos, pendíanse en la sombra vaga, pero profunda, que servía de fondo a la imagen. El marco era oval, magníficamente dorado, y de un bello estilo morisco.

Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la excepcional belleza de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer que mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza por la de una persona viva. Empero, los detalles del dibujo, el estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron dudar ni un solo instante.

Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los ojos fijos en el retrato. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y descripción de los cuadros. Busqué inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el retrato oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:

"Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba.

Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible:

"¡En verdad, esta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada:

¡Estaba muerta!"


miércoles, 25 de septiembre de 2019

Malkavian

Sigo soñando durante el día. Creía que eso dejaba de suceder... no es que ninguno de los otros haya dicho nada de los sueños, así que tampoco es que tenga nada en lo que sustentar esta asunción, aparte de un poco de sentido común. Por lo menos, creo que es de sentido común. Hace veinte años que estoy muerto. Tendría que haber dejado de soñar. Aunque claro, tampoco es que se pueda decir que "duerma"... que durmamos durante el día. Dormir te restaura. Se supone que al despertar tienes más energía, pero eso no ocurre a menos que...

Ésa es la parte que más me molesta. Cuando se pone el sol, suelo sentirlo. En parte es el regreso de mi fuerza, tanga lo que tenga; sobre todo es debido al hambre. Levantarse con hambre... eso no ha cambiado con el tiempo. Pero incluso cuando me ruge lo que me quede de estómago, me parece que es mejor que despertarse alrededor de la medianoche y no sentir ningún apetito.

Los otros no dejan de decir, al menos cuando piensan que no puedo oírlos, que todos los de mi... familia están locos. Chiflados. Nunca me he tenido por loco, ni cuando estaba vivo, ni cuando me convertí en... esto. Pero es muy difícil estar seguro. ¿Qué ocurre cuando sueño? ¿Estaré despierto en realidad, haciendo cosas que luego no recuerdo? ¿Tendrán razón? ¿Estaré loco?


martes, 24 de septiembre de 2019

El Faro - E.A. Poe

Título Original: The Light-House
Autor: Edgar Allan Poe
Nacionalidad: EEUU
Año de publicación: 1909


El Faro


1º de enero de 1796

Hoy, mi primer día en el faro, hago esta anotación en mi diario, según lo acordado con De Grät. Llevaré el diario con la mayor regularidad posible, aunque Dios sabe lo que podría sucederle a alguien tan solitario como yo... Podría enfermar, o algo peor...

Hasta ahora, todo bien. La balandra se salvó por poco, pero ¿por qué pensar en ello si estoy aquí sano y salvo? Mi ánimo mejora sólo con pensar que estaré- al menos una vez en mi vida- completamente solo, pues por grande que sea Neptuno, es obvio que no se le puede considerar parte de la “sociedad”. Sabe el cielo que nunca he confiado en la sociedad ni la mitad de lo que confío en este perro. Si lo hubiera hecho, la “sociedad” y yo no nos habríamos separado ni siquiera por un año... Lo que más me sorprende es la dificultad que tuvo De Grät para conseguirme este puesto... ¡a mí, un noble del reino! No es probable que el consejo tuviera dudas sobre mi capacidad para dirigir el faro. Un solo hombre lo había atendido antes y se las ingenió tan bien como los tres que por lo general asignan a la tarea. Las obligaciones son nimias, y las instrucciones absolutamente claras. No sería lo mismo si me hubiera acompañado Orndoff. Jamás habría podido avanzar con mi libro teniéndolo cerca, con su intolerable cotilleo, por no hablar de su sempiterna pipa de espuma de mar. Además, quiero estar solo... Es curioso que nunca hasta ahora hubiera reparado en el triste sonido de la palabra “solo”. Casi me parece que hay algo extraño en el eco de estos muros cilíndricos..., ¡pero no!, es absurdo. Sé que mi aislamiento me inquietará, pero no lo permitiré. No he olvidado la profecía de De Grät. Ahora, a trepar al fanal y a echar un vistazo para “ver lo que pueda ver”... Ver lo que pueda ver, en efecto..., no demasiado. Creo que la marea está bajando un poco, pero de todos modos la balandra tendrá un viaje de regreso turbulento. Difícilmente avistará la tierra del norte antes de mediodía de mañana, aunque sólo está a 190 o 200 millas.


2 de enero

He pasado el día en una especie de éxtasis casi imposible de describir. Mi pasión por la soledad no podía haber tenido mayor gratificación. No digo satisfacción, pues dudo que pudiera sentirme saciado de una dicha como la que he experimentado hoy... El viento amainó al alba y por la tarde el mar se había retirado... No se veía nada, ni siquiera con el telescopio, salvo océano, cielo y alguna que otra gaviota.


3 de enero

Calma chicha durante todo el día. Hacia el atardecer, el mar parecía de cristal. Avisté unas cuantas algas, pero absolutamente nada más en todo el día, ni siquiera el menor rastro de una nube... Me entretuve explorando el faro... Como compruebo a mi pesar cada vez que tengo que subir por sus interminables escaleras, es muy alto; casi cincuenta metros, diría yo, desde la marca inferior del nivel del agua hasta lo alto del fanal. Sin embargo, desde el fondo del foso debe de ser de al menos cincuenta y cinco metros, puesto que el suelo está a unos cinco metros por debajo de la superficie del mar, incluso con la marea baja... Creo que deberían haber rellenado el fondo hueco con mampuestos. En tal caso el edificio sería mucho más seguro..., pero, ¿en qué estoy pensando? Una estructura como esta es lo bastante segura en cualquier circunstancia. Debería sentirme a salvo incluso si arreciara el más furioso huracán. Sin embargo, he oído decir a los marineros que ocasionalmente, con viento del sudoeste, el mar ha subido más aquí que en cualquier otro punto del globo, con la sola excepción del paso occidental del Estrecho de Magallanes. Pero el mar por si solo no podría con este sólido muro roblonado en hierro que, a quince metros de la línea de aguas altas, tiene un espesor de al menos un metro veinte... La base sobre la cual descansa la estructura se me antoja tiza...




Edgar Allan Poe


domingo, 22 de septiembre de 2019

#481 El Holder del Universo

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a alguna institución mental o casa desolada en medio del camino, a la que puedas llegar por tus propios medios. Cuando llegues a la recepción pregunta por quien se llama a si mismo "El Portador del Universo", el hombre en el escritorio te mirará como si estuvieras loco (Lo que probablemente para este entonces es verdad) y pretenderá no saber de que estas hablando. Luego de unos minutos de examinarte comenzará a bajar por un pasillo, debes seguirlo.

Hacia el final del pasillo el te contará sobre su paciente, si lo hace relatará que el hombre mató a toda su familia: 5 niños, su esposa y sus dos perros. Te contará como el hombre ató primero a los niños y su mujer, luego tomó a los dos perros y les cortó la garganta para luego arrancarles toda la piel con los dientes. En este punto la familia estaba atónita por lo que "El Portador del Universo había hecho.
Entonces el se volvió hacia ellos cubierto en sangre, mientras miraba los ojos de su hija menor quien solo tenía 4 años en ese momento. La desató y la arrojó al suelo golpeándola hasta la muerte. El resto de la familia fue encontrada con reiterados disparos de escopeta en la cara por lo que no pudieron ser reconocidos. En ese punto ya deberían estar al final del pasillo.

"Bueno, aquí esta". Apuntará a una pesada puerta y te entregará una antigua llave antes de alejarse, cuando pongas la llave en la cerradura, la puerta se abrirá sola. En la habitación verás a un hombre común, sentado en una silla tras una mesa con otra silla a su lado, siéntate con el y salúdalo, aunque probablemente el lo hará primero. Es un hombre amigable que siempre sonríe.

Si tienes curiosidad puedes hacerle cualquier pregunta y el responderá del mismo modo que lo haría cualquier persona. Pero si le cuestionas: "¿Por qué sucedió esto? su rostro se volverá sombrío y verás las luces parpadear rápidamente. En ese instante las paredes estarán cubiertas de extraños escritos, algunos tallados en la pared y otros escritos con sangre. Ahora el hombre será viejo con sangre goteando de sus delgadas manos, el se pondrá de pie y arrojará la mesa al otro lado de la habitación, estrellándola con la pared y luego te lanzará la silla y te gritará la respuesta en un horrible idioma que jamás habías escuchado pero de todos modos entenderás. Cuando termine las luces volverán a parpadear y entonces todo estará igual que antes, el hombre se pondrá de pie y estrechará tu mano luego te entregará una cáscara de escopeta y te dirá con exactos, horribles y gráficos detalles y te dirá también para quién es el último disparo. Te advierto, el conocimiento que te entrega podría ser suficiente para volverte loco.



El último casquete de disparo es el objeto N°481 de 538. Sabrás cuando usarlo y debes hacerlo o toda esperanza estará perdida.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Un Niño Especial

Había un niño débil, solitario y enfermo.

Un día estaba en el hospital por su revisión semanal, el quería ser como los demás así que le pregunto al doctor si podía ser como los otros niños, si podía jugar como los demás, este le dijo que él no era como los otros niños, que era especial, así que no debía esforzarse en ser como los otros.

El niño en vez de entristecerse se alegró de oír eso, pensó inocentemente, que si tenía alguna peculiaridad por sobre el resto, dejarían de verlo como alguien aislado y pasaría a ser visto como alguien interesante, por lo que podría llegar a hacer amigos. Aun así no sabía en qué podía ser especial, se cuestionaba que quería decir el médico con sus palabras por lo que busco, busco y busco, pero no pudo encontrar en que era especial. Paralelamente los otros niños se dieron cuenta de que el chico no se les acercaba a ellos y que tampoco tenía intenciones de hacerlo como siempre hacia, eso les molesto ya que estaban acostumbrados a rechazar las peticiones constantes del joven para divertirse con ellos, así que decidieron hacerle una broma para hacerle entrar en la realidad.

Estos aprovecharon el día de padres e hijos que se celebraba en un parque ubicado en los límites del pueblo, alejándose aquellos niños previamente citando al muchacho al mismo lugar para que jugara con ellos encendieron una fogata. Este contrario a lo que pensaban los otros chicos si quería ser visto como uno igual por estos, por lo que acepto dicha invitación, en cuanto llego guiado por el humo proveniente de las llamas le ordenaron que antes de que se uniera a su grupo debería de poner la mano al fuego y mantenerla un buen rato, ya que estos también lo habían hecho previamente para acceder a la pequeña cofradía.

El niño que ya estaba desistiendo en su búsqueda de eso que le hacía especial y a la vez dichoso de la proposición que le hicieron, ingenuamente puso su pequeña mano al fuego, este al instante puso una cara de asombro que hizo reír a los demás niños, mientras se reían ellos veían que, a pesar del tiempo transcurrido el seguía manteniendo su extremidad en las brasas, con una extraña expresión en su rostro, nerviosos o más bien asustados le decían que la sacara que ya no era gracioso, que ya lo habían aceptado, pero el niño seguía inerte, absorto en sus pensamientos.

Dentro de la mente del niño este no sentía calor, no sentía dolor, no sentía nada, nada excepto las carcajadas de los demás niños y por un segundo eso lo hizo reaccionar y contemplo como las llamas de la hoguera habían incrementado y alcanzado a los otros niños, estos lloraban, corrían y gritaban pidiendo ayuda, pero él enseguida bajo la vista hacia su mano, que estaba intacta, luego los niños se tendieron al suelo y dejaron de llorar, correr y gritar.

El niño entonces formo una curva con su boca, había encontrado eso que lo hacía especial.




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