lunes, 15 de junio de 2020

#193 El Holder del Beso

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a alguna institución de salud mental o alguna casa de acogida a la que puedas llegar por tus popios medios. Acércate a la recepción y di que vienes a visitar a quién se hace llamar "El Portador del Beso", el empleado te mirará con una mezcla de confusión y lástima, su aspecto te desconcertará, pero no debes pensar mucho en ello o te encontrarás perdido sin jamás poder hallar lo que buscas.

Espera sin moverte, luego de unos segundos el empleado te señalará una puerta rosada hacia la izquierda. Acércate pero no entres, toma el pomo de la puerta con la mano derecha; si sientes una descarga o shock al hacerlo, corre lo más rápido que puedas y aléjate de ese lugar, no te detengas ni siquiera para dormir porque si te detienes te encontrarán. Si logras escapar del país sin sufrir daños estarás a salvo por el momento.

Si la perilla se siente suave al tacto eres libre de entrar, aún no es demasiado tarde para irte. Pero si eliges continuar debes abrir la puerta con mucho cuidado. Al entrar deberías escuchar un coro cantando una melodía que acariciará los placeres más íntimos de tu alma. No digas una sola palabra y solo si se llega a detener el canto por alguna razón, grita inmediatamente: "¡Por favor continúen, no deseo entrometerme!". Si el silencio persiste, ruega por una desaparición indolora de la criatura inimaginablemente horrible que asecha en la oscuridad. Si siguen cantando puedes continuar tu búsqueda.

Después de lo que parecerán horas de deambular en la oscuridad deberías tropezar con una puerta roja del color de un Rubí. Golpea su marco tres veces... si escuchas una ininteligible voz demoníaca hablando un idioma que ningún humano conoce, sabrás que la criatura ha sido convocada y es ahora el fin de tu vida; si no hay respuesta continúa adentro.

La habitación tendrá las paredes hechas con las almas de seres queridos que has perdido y en el centro de la habitación habrá una hermosa mujer mirándote. No te atrevas a apartar la mirada de ella o se te lanzarán horrores que no eres capaz de imaginar siquiera. Acércate a ella pero guarda al menos 3 metros de distancia, te hablará en un idioma que no serás capaz de comprender, pero aún así te transmitirá paz y calma. Ella solo responderá a una pregunta: "¿Alguna vez encontrarán la paz?". La mujer se mantendrá en silencio mientras te observa y tu tampoco deberías apartar tu vista de ella.

Ella no contestará la pregunta, pero se moverá lenta y agraciadamente hacia ti. No intentes moverte. Te besará la mejilla apasionadamente para luego desaparecer en las sombras. En el lugar donde te besó encontrarás un rubí incrustado.

Ahora sostienes su objeto




Este Rubí es el objeto N°193 de 538. Debe permanecer contigo el resto de tus días mortales, intentar eliminar la gema será uno de los peores errores que cometerás.

domingo, 14 de junio de 2020

#164 El Holder de la Devoción.

Encuentra la casa de peor reputación en tu ciudad, no es una tarea fácil o particularmente agradable, pero solo la más antigua que siga en pie funcionará. Una vez que llegues ahí habla con la primera persona que encuentres y dile que tienes una cita con "El Portador de la Devoción". Si lo haces correctamente esa persona te mirará fijamente como si se encontrara en un trance, dará la vuelta y se meterá al prostíbulo sin dirigirte una palabra, debes seguir a esa persona a través de un largo pasillo de oscuridad.

A medida que entras, escucharás murmullos de voces seductoras que susurrarán placeres indescriptibles en tu oído y a medida que avanzas, sentirás suaves manos que entre caricias intentarán hacerte ingresar en alguna de las habitaciones que se encuentran a ambos lados del largo pasillo. Si no deseas abandonar tu búsqueda, no te dejes seducir por ninguna de estas habitaciones, ya que las manos y voces que sientes son realmente femeninas, pero no son humanas y los placeres que prometen tienen un alto precio, uno que ningún hombre está dispuesto a pagar.

Finalmente llegarás al final del pasillo ante una gruesa cortina y la persona que te trajo hasta aquí, a ningún lado. Si estás listo pasa la cortina hasta llegar a una espaciosa habitación con las paredes cubiertas de cortinas y el piso lleno de cojines. A medida que tus ojos se acostumbren al crepúsculo de la luz de las velas y tus demás sentidos sean entumecidos por el espeso incienso de la habitación, podrás distinguir la forma de una mujer tendida perezosamente sobre los cojines en el otro extremo del cuarto, con el rostro completamente cubierto por un velo. Ella te indicará seductoramente con un dedo que te acerques y debes hacerlo sin dudar. Cuando se encuentren frente a frente, sentirás como te examina desde detrás del velo, espero que te considere digno, porque si no lo hace se levantará el velo de la cara destruyendo tu mente.

Sin embargo, si ella te considera digno te indicará que te acuestes a su lado, una vez que lo hagas estará sobre ti y sentirás como miles de manos acarician desesperadamente tu cuerpo proporcionándote un extraño deleite, antes de perder la cabeza procura preguntarle: "¿Nos necesitan como nosotros los necesitamos?". Si lo haces correctamente, tu mente verá indescriptibles visiones de tiempos perdidos de adoración corrupta y cultos prohibidos mientras un placer profano hace vibrar tu cuerpo que se aparea con ella. Si logras mantener tu cordura, un poderoso orgasmo te sacará del trance dándote un momento de claridad mental. Aprovecha ese momento para huir de la habitación y el edificio lo más rápido que puedas sin siquiera detenerte a pensar en tu ropa. Tienes preciosos segundos antes de desmayarte y debes estar muy seguro de estar lo más lejos posible cuando lo hagas.

A la mañana siguiente despertarás en tu cama preguntándote si todo fue un mal sueño, sin embargo, descubrirás algún día que te volviste estéril. Algún día dentro de los próximos nueve meses después de tu búsqueda serás despertado de tu sueño con un fuerte sonido en la puerta, cuando la abras descubrirás una pequeña cuna con una niña bañada en sangre.



Cría a tu hija con amor porque ella es el objeto N°164 de 538. Nunca hablará ni hará ruido, pero sus grandes y adorables ojos siempre estarán fijos en ti, siguiéndote. Mientras ella esté a tu lado nunca te sentirás solo o deprimido y nunca anhelarás otro amor o copañía. Sin embargo, por el mundo y tu propia vida miserable no debes dejarla vivir hasta su décimo cuarto cumpleaños. Buena suerte matando con tus propias manos a la encarnación de tu amor.

sábado, 13 de junio de 2020

Sus últimas palabras

—¡Qué susto! Creía que eran ladrones, ¿lleva mucho tiempo aquí?.

Una sexagenaria rolliza asomó la cabeza, mostrando un periódico enrollado en una mano y un manojo de llaves en la otra.

—¿Edna?... no, ¿verdad?

La mujer gorda, que llevaba un camisón verdusco y unas zapatillas con borlas, giró levemente la cabeza de lado a lado —¡Sherman, eso!. Gedicht —Apuntó ella Gedicht. 
—Claro que sí, señora Gedicht. Porque será señora, ¿no? ... ¡tampoco!... Bueno, eso tiene fácil arreglo, mañana mismo nos ponemos manos a la obra y ya verá como eso se consigue. Cosas más difíciles se han logrado llevar a cabo y ya ves, no se ha hundido el mundo.

La vecina del piso de arriba, frunció el ceño y regresó al pasillo. En su rostro se reflejó la marcada expresión de una mujer solterona, entrada en Años y con algunos kilitos de más, horrorizada por su comportamiento descarado. Pero a él, no le importaba. Qué frunza el ceño todo lo que quiera. Eso ocurría con las personas que como ella se pasaba la vida entre cuatro paredes, haciendo un completo caso a los chismes de los demás.

Se lió un cigarrillo y empezó a fumar con profusión, cuando volvió a su estudio y de ahí a la ventana. Aparecía abierta, con las cortinas recogidas y agitadas por la suave corriente. De la calle, se sentía el fuerte olor a especias y el pesado ritmo de un piano de cola que imprimían sus melodías, y ante aquello, tan sólo bajó el cristal y, al pulsar un interruptor de la pared, accionó el ventilador. Las aspas que caían del techo y que giraban a gran velocidad, suponían en cierto sentido, un alivio al sofocante calor del estío, pero en cambio el nuevo ruido hizo desear el anterior sonido de la música. Había empezado con una obra lenta de Albinoni, para pasar luego a Pachelbel, Bach y Bheethoven, y cuando por fin estuvo en la pieza de Wagner, se le crispó los nervios y, arrojando los papeles por encima del escritorio, expulsó un bufido y golpeó la mesa, con el puño.

Desde hacía un buen rato se estaba estrujando los sesos, con sus dedos enfrascados en la máquina de escribir, pero con un nuevo se incorporó de su asiento como por un puro resorte. En su cabeza sólo habría entonces un pensamiento y este marcaba el paso de sus pisadas sobre el suelo de parqué, la mirada extraña de su rostro y sus brazos, tensos, muy tensos, más sobre todo si se tenía en cuenta su tremenda delgadez. Era la segunda interrupción de esa mañana y sus ojos desorbitados componían, junto a la mandíbula desencajada, una expresión aterradora. Había sido demasiado para unas horas. Dos interrupciones. Entonces, le vino una imagen a la mente.

—¡Señora Gedicht! Queridísima señora. —Bramó —¡Le dije que no quería nada!. Nada.

Tomó la bola de la puerta y la giró bruscamente, pero entonces quedó en silencio. No había nadie a fuera. El rellano y el pasillo, que llevaba a las escaleras, aparecían a oscuras, con una pálida lucecita brillando de una bombilla. Y ante el sombrío eco que escupía la empinada caída de escalones, con la baranda rojiza, le sobrecogerá el ruido de alguna puerta lejana, que tronase de pronto, en medio de ese barullo mudo. El portazo y su mirada de soslayo le llevarían, sin embargo, a bajar la cabeza, tan repentino que apenas distinguió algo más en el suelo que la oscuridad del piso. Pero con el incesante gesto de su cuerpo, mustiándose, ahora, que quedaba tontamente en silencio, terminó rozando algo con el pie y moviéndolo escasos centímetros.

Se fijó entonces en una cesta, envuelta en una tela rojiza, y la estuvo delimitando con la vista un segundo. Quiso abrirla, esperaba encontrar una sabrosa tarta de manzana o pastel de frutas de alguna vecina que quisiera ganarse algún punto con el recién llegado. Sus manos la tuvieron a su alcance y sus dedos comenzaron a retirar el paño de la cesta cuando se quedó extrañamente quieto, impávido, dejando a su pesado cuerpo atravesar el escalón de la puerta blanquecina. Como San Juan Bautista en una bandeja, la cabeza de la señora Gedicht empapaba de sangre la canastilla que la guardaba, con sus ojos abiertos y su rostro ensangrentado. Se le hizo un nudo en la garganta. Un segundo. Porque vio venir hacia el un mazo. Este se elevaba y caía, se elevaba y caía golpeando la cabeza del hombre, machacándole sus sesos.

En su estudio, una hoja estaba engarzada a la máquina de escribir. En lo poco que había escrito, se leía "El asesino del mazo reaparece de nuevo...".



Calificación:

#153 El Holder de la Estructura

En cualquier ciudad, en cualquier país, encuentra los cimientos de algún edificio demolido y párate en el centro. Gira lentamente siete veces en sentido antihorario, mientras estás girando, lleva lentamente tus brazos sobre tu cabeza, tus manos deben tocarse en el momento exacto en el que completes la séptima vuelta.

Si has hecho todo bien te encontrarás de frente al oeste y habrás sido transportado a un gigantesco edificio; sin embargo si terminas mirando otra dirección, es tiempo de que grites cada blasfemia que tu dios jamás haya escuchado ya que él te acaba de abandonar.

La construcción se extenderá aun más alta que las nubes, más alto de lo que te puedas imaginar y su cara frontal será de más o menos 1.5 kilómetros hacia cada lado. El edificio parecerá estar hecho de acero pero si lo miras con detenimiento notarás que en realidad está echo de alguna especie de piedra. De otra forma su estructura no podría sostenerse debido a la cantidad de ventanas que no dejan de verse en toda la extensión que puedes apreciar.

Hay una puerta, una enorme entrada de piedra que es tan alta como un estadio de fútbol que se abrirá lentamente dejándote ver una luz cegadora. Parecerá que el sol es prisionero al otro lado de la puerta y es posible que escuches los pasos de alguien acercándose hacia ti, pero no podrás ver la figura a contraluz hasta que esté a unos pasos de donde te encuentras. Arrodíllate lo más rápido que puedas en cuanto sea visible, se sabe que da castigos algo extremos cuando percibe una "falta de respeto".

Mientras camina hacia ti, el suelo debajo de tus pies parecerá transformarse en el mismo material del que parece estar construida la torre. Entonces ella te hablará, contándote de los esfuerzos arquitectónicos más ambiciosos de la historia humana, un relato que hará que tu mente considere cosas que antes creía imposibles. Las ideas que ahora concibes podrían destruir tu mente, arrastrándote bloque por bloque hacia reinos de fantasía y especulación que nunca terminarán si no tienes la fuerza de voluntad necesaria para volver a la realidad.


Después de lo que parecerán días arrodillado ella mencionará la torre, si no has enfrentado al Portador de la Torre , sentirás un golpe aplastante en la parte de atrás de tu cabeza. Tu cerebro se verá obligado a salir a través de los orificios de tu cara mientras tu sientes cada desgarro en tu carne , cada fractura en tu cráneo y cada músculo y tendón desgarrado.

Por otro lado, si has obtenido el conocimiento de la torre donde estaban separados, debes levantarte inmediatamente voltearte. Una estatua exactamente igual a la mujer de antes estará ahí con los puños levantados, lista para golpearte la cabeza. Éste es el verdadero Portador de la Estructura, mírala a los ojos y exígele con la voz más estremecedora que puedas que te conteste: "¿De qué material fueron creados originalmente?".

Tan pronto como las palabras salgan de tu boca, la estatua emitirá un grito tan agudo que romperá todos los vidrios del antiguo monolito de piedra. No te estremezcas ni te cubras los oídos o los trozos de diamante molido podrían caer sobre ti y ensartarte. Cuando termine de gritar un último fragmento de vidrio con forma de lanza perforará a la mujer de carne y hueso que se encuentra detrás de ti; ella morirá en silencio, de pie, y en ese momento la estatua frente a ti se derrumbará dejando solo polvo y una piedra de un color rojo opaco cortada en miles de facetas. 



Esa gema falsa es el objeto N°157 de 538. Tal como los creó, también podría destruirlos.

viernes, 12 de junio de 2020

Cajas

El miércoles pasado noté que mi gato se portaba de forma extraña.

Shelley nunca fue ese tipo de gato que le gusta esconderse, probablemente era el único gato del planeta que aborrecía cualquier tipo de caja, nunca la vi escondiéndose en una. Pero el miércoles, Shelley desapareció.

La busqué en todos los rincones de la casa, cuando la encontré finalmente estaba detrás del sofá, escondida en una caja del tamaño de un microondas. En el momento que la tapé con las paredes de la caja, la cabeza de Shelley se escapó por el hueco que había quedado. Me miró y emitió un sonoro maullido, se escurrió de su prisión de cartón y saltó de nuevo al sofá.

Fue algo extraño, incluso me inquietó un poco. No dormí muy bien esa noche.

Al día siguiente, Shelly había desaparecido de nuevo. Esta vez la encontré hecha un ovillo en la caja del nuevo tostador. Esa misma noche me levanté a las tres de la mañana con la horrible sensación de que había alguien en la habitación.

Los días siguientes fueron similares. Shelly desaparecía por el día para acabar apareciendo en una de las muchas cajas que había por casa. Mis noches se convirtieron en sueños irregulares, girándome y despertándome con la sensación de que alguien me observaba.

Ayer, tras encontrar a Shelley en otra caja, me trajeron el nuevo congelador. Le dije que podía dejar la caja grande junto a la entrada y que yo misma la pondría en la basura mañana. En algún momento de la noche, me desperté escuchando un sonido en mi habitación. Me senté sabiendo que ya no estaba sola.

La cosa que había en la esquina de la habitación tenía la forma de una persona, pero sus brazos eran demasiado largos y su cabeza muy grande. Diablos, no sabía lo que era, pero definitivamente no era humano. Tras un grito del que no me siento orgullosa, salté de mi cama y corrí hacia las escaleras. Mientras bajaba por estas a toda velocidad, escuché a esa cosa seguirme tras de mí, sabía que no tendría tiempo de abrir la cerradura de la puerta de salida. Mi única opción, fue esconderme.

Apenas sin pensar, me metí en la caja del congelador y me tape con las paredes. Temblando, me coloqué en posición fetal, aguantando mi aliento para no hacer ruido mientras la oscuridad me envolvía. Casi escapo de mi escondite cuando sentí algo peludo rozando mi pierna. Cuando noté esos dos ojos brillantes, suspiré aliviada. Tan solo era Shelley, estúpida… Shelley se había escondido.

Pero después, mi mundo se rompió en pedazos de nuevo cuando mi gata abrió su boca y susurró en la oscuridad:

“No te preocupes, estamos a salvo. Ellos nunca miran dentro de las cajas.”



Calificación: