sábado, 20 de junio de 2020

Nada

Pasos, más pasos... Cada vez más rápidos. Parada en seco y… silencio. Ningún ruido. Un hombre casi llegando a la vejez yace tendido en la oscuridad, con un hacha clavada en su anciana espalda. En la oscuridad.

A 120 kilómetros, en New York, una familia acogedora formada por un padre cabeza de familia, por su esposa y por sus dos hijos, para ser exactos, un varón de nueve inocentes años, y una adolescente de apenas catorce, viven en un piso de extrema minimización.

Se escuchan pasos de estable irregularidad que se acercan a la puerta, hasta que con unos fuertes nudillos, alguien golpea sin ver que a un lado se encuentra el timbre.

El padre abre la puerta y se muestra un hombre vestido elegantemente con un maletín de cuero, que sin previa invitación entra en el reducido cuarto, toma asiento y activa la clave del maletín para abrirlo. Al hacer esto se pudo comprobar que a pesar de tener la apariencia de un maletín, no era más que un ordenador. El hombre tecleó una contraseña.

Mientras, la cabeza de la familia iba preguntándole algunas cuestiones, ¿quién era? ¿qué hacía?.. etc.
El hombre no contestó y solo habló cuando acabó de abrir un programa en el que salió la imagen de un hombre. Dijo entonces:

Este es su tío señor Miller, ha fallecido hace poco y ha dejado una propiedad a su nombre. Cuando quiera nos dirigimos a la dicha mansión y le hago entrega de las llaves del inmueble. El padre no se opuso, ni mucho menos puso excusas y toda la familia se dirigió a la mansión. Era enorme, gigantesca y muy oscura, toda negra.

Está construida con madera negra, por eso tiene ese aspecto tan oscuro y el techo tiene incorporadas placas solares para obtener luz— informó el hombre de negro.

A seguir de ese comentario el hombre le entregó las llaves al padre, el cual no tardó en entrar con toda su familia.

La casa era enorme, gigantesca, cuadrilátera; contaba con una larga ramificación a la mitad del lado inferior, que daba a la entrada y con una habitación en cada una de las esquinas del cuadrado (si es que intentas imaginártela desde arriba). Entraron pero ya era muy tarde para explorar la casa o hablar así que localizaron la cocina y cenaron.

Después cada uno tuvo que elegir una habitación diferente para dormir pues las camas eran tan justas a las medidas de un cuerpo humano, que incluso el matrimonio debió dormir separado.

Pronto se apagaron las luces cuando se hizo de noche y las placas solares no pudieron utilizar más la energía recogida por el sol, pues eran de poca potencia. Todo estaba inundado por eterna oscuridad, y un silencio espectral comenzó a conquistar habitación por habitación como si fuera un maquiavélico plan para gobernar un estado.

Todos conciliaron el sueño y no tuvieron ninguna pesadilla, solo el hijo menor de apenas nueve años no podía dormir, pero aun así tenia los ojos cerrados por miedo a abrirlos y tenía tanto miedo como para no poder cerrarlos más. No aguantó, y acabó por abrir los ojos. Todo estaba oscuro, no había diferencia en tener los ojos abiertos que cerrados y el silencio culminaba la acumulación de horror que tenía el niño. No podía aguantar más, y en la oscuridad, se bajó de la cama, y notó el suelo tremendamente helado, pero el miedo superaba a esa sensación tan polar, pues no exagero al decir que podría enfermar del frío, pero no dejo dominarse y se fue corriendo a una máxima velocidad para su edad, hasta que se volvió a hacer el silencio. No se oyeron mas pasos.

No se oyó nada más.

Al día siguiente, la familia llamó a la policía por la desaparición de su hijo, pero la policía no quería perder el tiempo y no se entregó en su trabajo de buscar al niño por la casa. Mataron el tiempo hasta que tuvieron que irse. Volverían al día siguiente para continuar la búsqueda.

Se hizo de noche pero esta vez las luces siguieron encendidas, pues había hecho un día tremendamente soleado. Toda la familia se fue a dormir con sus corazones encogidos.

El padre acabó conciliando el sueño, y la madre también acabó por dormirse, pero la hija no pudo dormir. Sufría demasiado. Ella había sido la sombra de su hermano, su mitad. Ella había compartido todos los momentos de su hermano, todas sus tristezas y todas sus alegrías.

Y en el silencio de la noche, la niña oyó una voz, y aunque hablaba en su idioma, no la entendía. Le pareció un timbre de hombre, después de mujer, después de niña, pero no, no era ni de hombre, ni de mujer, ni de niña, era la voz de su hermano, y aunque era clara y alta, no la entendía.


Parecía como si ella estuviera utilizando un idioma completamente diferente al de su hermano. Seguidamente, una sombra se pasó delante de su habitación a una velocidad trepitosa, se levantó para ver quién era, y de repente, se acabó la energía solar acumulada, y se hundió la mansión en las sombras, la niña volvió a acostarse. Y de nuevo silencio. Silencio en su habitación. Ni ruido.

Ni pestañeo. Ni respiración.

Al día siguiente también desapareció su hija, y la policía estuvo buscando en los mismos sitios en los que buscó el día anterior, pues querían acabar de una vez la jornada de trabajo.

Aquella noche, el padre y la madre tenían muy claro que no se iban a ir de esa mansión, no sin sus hijos.

El marido cogió una linterna y la encendió. El matrimonio pasó el tiempo en la misma habitación hablando de cosas poco importantes, hasta que la mujer rompió a llorar por la pena de sus hijos. Era una mujer sabia, fuerte emocionalmente, con mucha fortaleza, y su marido al verla llorar también soltó alguna lágrima, cuando de repente, su mujer al ver que su marido compartía al máximo su dolor le confesó:

No deberías llorar, pues nuestro hijo no es tuyo, lo concebí una noche que salí hacia los bares y me emborraché, una de aquellas noches en las que me lleno de cólera por nuestras discusiones…

El hombre quedó pálido, pero como era de esperar en una persona adulta, adoptó una firme compostura y le dijo a su mujer:

No te preocupes, que aunque no sea hijo mío yo le vi nacer, yo le vi crecer, y eso es lo que debe hacer un padre, compartir los momentos de la vida de su hijo.La madre al oír esas nobles palabras rompió a llorar y salió de la habitación corriendo, enfadada con ella misma por esa traición a su marido.

De repente, la linterna dejo de funcionar, y el padre la guardó en su bolsillo boca abajo antes de salir corriendo a buscar a su mujer.

La esposa se encontraba llorando, sola, en la oscuridad, en el silencio.

No se veía nada.

No se escuchaba nada. El terror y la pena iban aumentando, intentaba gritar, pero no se oía nada, el silencio era mas potente que su voz se hundió en la desesperación. Seguía gritando, pero solo un grito se oyó, un solo grito, un último grito. Después… SILENCIO.

El padre al oír el grito supo que se supone que había ocurrido, y supo también que ya no tenia nada, nada. Notó lo helado que era el suelo, pero no le dio importancia, estaba pensando, en lo solo que se había quedado. Sin nada.

Entonces, la linterna, de repente, pareció recuperar la luz, y al estar boca abajo en su bolsillo produció un resplandor el cual iluminó el suelo. El hombre miró al suelo, hacía sus pies. Sonrió mientras una lágrima resbalaba a través de su arrugado rostro. Después, se oyeron tres golpes. Después, el silencio…

Los policías al no encontrar a nadie, comenzaron a registrar auténticamente la mansión, pero sin hallar vida alguna. Se le mandó un informe de los hechos a la asociación parapsicológica de los estados unidos, la cual bautizó la mansión, como ‘’El hogar de las sombras’’.

Un médium con poderes psíquicos al tacto quiso investigar la casa, y se quedó una noche. Se hundió en la oscuridad y silencio, y al tocar el suelo vio todo lo sucedido. Vio como toda la casa se volvía un espejo al anochecer, y como se volvía metálico, de un metal reflejador, de un espejo.

Vio como el tío moría al caerle una hacha del retumbo de apoyarse en la oscuridad de la noche en un mueble, vio como el niño perdía la vida al estamparse contra la pared, dura, con una capa de mas de cinco centímetros de espejo, por correr en la oscuridad, vio como la niña perecía al sin darse cuenta por el silencio y negrura, dejar su cabeza de nuevo en la cama después de ver la sombra imaginada por su mente, en la puerta, se clavó la esquina formada por el espejo al aferrarse a la forma de la almohada.

Vio como la mujer caía en tragedia, pues era una hipócrita y se hacía la fuerte para que los demás no vieran lo débil y frágil que es, le dio un infarto, y el marido, murió al ver a su mujer muerta reflejada en el espejo de debajo suyo, se dio golpes con las paredes hasta perder la vida. Lo más sorprendente es que todos los cadáveres quedaban atrapados en los espejos, sus almas quedaban encerradas.

El médium al ver tal horror decidió salir de esa mansión rápidamente, pero, a través de esa oscuridad, y con la inseguridad de tormentoso silencio, se tropezó con un muebles convertido en espejo, y se dio un golpe en la cabeza con el suelo, pereció.

Al día siguiente demolieron la casa.

Dicen que las mansiones tienen alma, y dicen que hay vida detrás de la muerte, y también dicen que los espejos atrapan las almas de los muertos.

Quien sabe… puede que la mansión se reencarne. Pues si es así, tengan cuidado, la casa sigue viva, buscando más víctimas para capturar sus almas y ofrecerlas en sacrificio, para la resurrección de Satanás.

Tranquilo, no debes temer a nada, porque el mayor miedo, es el que se crea uno mismo.


Calificación:


#248 El Holder del Egoismo

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que puedas ingresar. Cuando llegues a la recepción pide que te lleven con quien se hace llamar "El Portador del Egoísmo".

El trabajador comenzará a llorar inmediatamente y te conducirá a un pasillo más tiempo del que puedes notar, alejandote del edificio. Te pedirá entre sollozos rotos que entres por la puerta noventa y ocho, que está a tu izquierda y luego te alejes, pero solo la locura te espera en esa puerta. En lugar de eso debes caminar por el pasillo hasta que escuches una voz familiar que te llama. Detente. Luego abre la puerta a tu derecha, dentro estará el Portador y atada a la pared verás a la persona que más aprecias.

Debes entrar en la habitación con una solemne calma, ignorando cualquier cosa que te diga tu
"amigo", levantar un cuchillo de la mesa a la derecha y matarlo sin mostrar piedad o remordimiento. Si llegas a romper la mirada solemne o lloras, el Portador te arrancará las extremidades y las devorará una a una mientras tu miras y sientes todo. Esa persona gritará y rogará por su vida, pero debes continuar. Cuando finalmente muera ábrele el pecho, saca su corazón y córtalo.



La pequeña perla rojo sangre que encontrarás dentro es un símbolo de cómo no necesitas a nadie; pero lo más importante; es el Objeto N°248 de 538 y ahora nadie puede consolarte.

viernes, 19 de junio de 2020

Buenas noches

Cuando el niño se fue a dormir, empezó el terror; la luz no funcionaba, el techo temblaba y la puerta se cerraba. En ese instante, desde la oscuridad salió aquel "monstruo".

Lo primero que escuchaba eran sus pasos, rápidos pero silenciosos. Después se veía su espantosa forma, su piel blanca, su boca abierta, mostrando los dientes; además de chorrear un montón de sangre.

Sólo le tomaba unos segundos acercarse a su víctima, el niño empezó a llorar, él lo miraba aunque no era lo único que hacía.

El monstruo agarró su propio brazo derecho y lo empezó a mover hacia atrás, lentamente, hasta torcerlo, después movió su mano lentamente, agarró su propio ojo izquierdo y violentamente lo arrancó de su cuenca. Ya con un brazo torcido y el ojo quitado, formó una sonrisa y empezó a reír.

El niño se asustó tanto que se desmayó.

En unos minutos se despertó, prendió la luz y miró debajo de la cama, miró por todas partes. No estaba aquel monstruo en la habitación, la madre vino desesperada y escuchó como el niño el niño le contó todo, obviamente la madre no le creyó nada.

El niño se volvió a dormir.

En unos instantes, un leve sonido lo despertó; trató de mover su cuerpo, pero estaba todo paralizado.

Miró hacia la izquierda, no había nada, miró hacia la derecha, no había nada.

Cuando se fijó en la oscuridad, quedó “petrificado”. Era el monstruo, que lo miraba con una gran sonrisa.

El monstruo se acercó un poco a la cama y con una macabra voz susurró:

“Buenas noches”.



Calificación:

#232 El Holder de la liberación

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier callejón o calle residencial en una metropolis.

  • Agua y nieve
  • Fantasma
  • Buscando Blancanieves
  • Cambiado
  • Respuestas
  • La bibliotecaria
  • Generosidad
  • Participación
  • Susurros
  • Sangre y aceite
  • Entregado





El Péndulo es el Objeto N°232 de 538. La liberación se lleva a cabo solo por aquellos que lo han ganado.

jueves, 18 de junio de 2020

Recuerdos

Una madre decidió un hacer un paseo por su antiguo vecindario donde aún se encontraba la vieja casa en la cual ella creció, llena de hermosos recuerdos y anécdotas que quería contarles a sus dos pequeños hijos mellizos, un varón y una niña de apenas unos años, así que los llevó consigo.

Al entrar al barrio ya eran mas de las 6 de la tarde. A medida que su memoria se llenaba de recuerdos de cómo ella caminaba por esas calles y de como pasaba el día con sus dos muñecos, curiosamente, un varón y una niña, al parecer siempre había sido su sueño tener hijos gemelos, y esos dos muñecos los representaban en su infancia, y ahora sus hijos eran una realidad.

Sin embargo, no todos sus recuerdos eran hermosos, también había uno que la aterraba, y no fue hasta que llego a su antiguo hogar, cuando todo regreso a su mente. Al llegar ella le pidió a sus hijos que la esperaran en el auto, mientras ella entraba a la vieja casa, ahora abandonada y descuidada por la familia, al subir las escaleras para llegar hasta su habitación, con cada paso que daba, podía ver sombras de ella misma corriendo y jugando con sus muñecos por todas partes, era como ver imágenes transparentes que le contaban una historia, se recordaba feliz, pero ademas también empezó a recordar una figura oscura de pequeño tamaño, algo que parecía seguirla en su infancia, parecía ser otra niña mas o menos de su misma edad, pero alguien que no existía porque ella era hija única.

Esta figura misteriosa tenia la costumbre de esconderle sus muñecos, era como si ella también quisiese jugar, pero al ver que la ella siendo una niña muy recelosa de sus cosas no le prestaba sus juguetes, entonces comenzó a volverse violenta, mover las cosas, golpearla y hasta darle pesadillas, tanto así que un día estando ella sola en casa jugando con sus muñecos, esta figura, la cual pudo determinar que era otra niña como ella, la saco del cuarto con una gran fuerza, haciéndola dejar sus dos muñecos solos, para cuando logro entrar devuelta, los dos muñecos habían desaparecido, nunca mas los volvió a ver, ni a ellos ni a la sombra, y así creció, y su familia se fue de aquel lugar, nunca mas volvió hasta ahora, ya siendo una mujer adulta y con familia propia.

El recordar eso la puso un poco incomoda y algo nerviosa, no era normal haber vivido eso, así que retrocedió para salir de su vieja habitación, y regresar a buscar a sus dos hijos, al salir del cuarto, le pareció ver aquella vieja sombra, pero fue como ver un relámpago, tan solo paso frente a ella, y ya no era tan pequeña como antes, esta vez podía ser de su mismo tamaño, esto le heló la sangre y se apresuro a bajar y al llegar a la sala, ahí, en el suelo estaban aquellos dos muñecos que perdió en la infancia. Misteriosamente se los habían dejado en ese lugar , para que los recuperara, visiblemente estaban muy maltratados, estaban rotos, desgarrados, como si en vez de manos hubieran sido navajas las que los cuidaron todo este tiempo, incluso uno no tenia cabeza y al otro le faltaban los ojos.

La madre se agacho para recogerlos, asombrada y aterrada por lo que veía, pero al levantarlos había una nota escrita con una letra muy fea y extraña, como si fuera una persona con problemas para comunicarse, o alguien que jamas escribió antes, pero la madre pudo leer lo que decía:

—¡Gracias por dejarme jugar con ellos!

La madre dejo caer los muñecos y la nota de la impresión, y por fin reacciono para salir de aquel lugar, solo que al levantar su cabeza, afuera, cerca de su auto donde estaban sus hijos, su verdadera pareja de gemelos, había esta figura siniestra, que ya no era una niña, ahora parecía ser también una adulta, era como si se manifestara exactamente igual a la atormentada madre, que aunque corrió con todas sus fuerzas para llegar hasta el auto junto a sus hijos, al abrir la puerta, solo encontró otra nota que le decía:

— ¿PUEDO AHORA JUGAR CON ELLOS?

La madre busco por todas partes pero nunca encontró a sus hijos, así que solo le queda sufrir por su perdida y su error en regresar para revivir recuerdos, aprendió que aveces es mejor dejar ciertas cosas en el olvido.

Aunque, lo mas seguro, es que alguna vez le devuelvan a sus hijos cuando ya no se pueda jugar con ellos, tal vez en el mismo estado en el que devolvieron sus viejos muñecos.


Calificación: