domingo, 30 de junio de 2019

Sobrevive

Había considerado las opciones, no iba a salir a comprar un arma y a estas alturas ya tenia demasiada tolerancia a las pastillas, como para no estar seguro de con cuantas seria suficiente. Además siempre había tenido una aversión particular a la idea de ahorcarme y era demasiado cobarde como para cortarme las venas. 

Así que decidí saltar… 

Había considerado la idea de que si una, incluso solo una persona me sonreía en el camino, daría la vuelta e intentaría conseguir ayuda, supongo que esa era la última parte dentro de mí que se aferraba a alguna esperanza en el futuro, pero como era de esperarse, eso no ocurrió en todo el camino. 

Así que decidí saltar… 

Caminé tranquilamente hasta la mitad del puente, me pase hacia el borde de la baranda y miré las correntosas aguas de abajo y ahí vi un rostro… No era un pez y tampoco era humano, estaba contemplándome con una sonrisa que lejos de ser gentil, como esperaba de algún transeúnte, tenía algo que me hacía sentir desagrado. 

Verás, había decidido saltar… 

Pero algo en esa sonrisa me salvó la vida, porque me sugería: “Anda, no puedo esperar para conocerte”.






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