No hables. No suspires. Apaga cualquier dispositivo de sonido; aplástalo si es necesario. Envía lejos a tus amigos y familiares. Nunca los vuelvas a ver. Y sofoca a ese maldito perro.
Dispara a los vecinos. Quieren romperlo.
El silencio ¿lo oyes?. Puro y dorado, todo para ti. No habrá clamor, jadeo ni lucha, mientras mantengas el silencio.
Camina al instituto. No hagas ruido y no permitas que otros arruinen tu silencio; sus puños, pistolas y balas no deben detenerte.
No deben romper el silencio.
Cuando llegues al instituto, entrégale al empleado de la recepción un papel en blanco, ellos lo entenderán.
Serás llevado profundamente al instituto. Mientras tanto, disfruta de tu silencio: aplastándote, enloqueciéndote. Quiere destruirte para que puedas ser parte de él.
¿Escuchas eso? ¿La sangre corriendo por tus venas? Eso debe ser silencioso. Arráncate ese ruidoso corazón, pues ofende con sus latidos al letal silencio y debe ser dejado de lado.
Continúa caminando, debes caminar, y estar rodeado de silencio.
Levanta muros en tu mente para defender el silencio; crea castigos para quienes lo rompan.
Cuando llegues a tu celda, tendrás la necesidad de hablar una última vez, pero no querrás hacerlo. Simplemente querrás mantener el silencio, que te rodeé, que esté cerca de ti. Lo harás por un rato.
Porque ese silencio es el objeto 31 de 538. No debe romperse.
Arte por Brian Luong. |
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