En cualquier ciudad, en cualquier país del mundo, puedes ir a cualquier institución mental u hospital donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete al sector donde atiendan urgencias y dile al recepcionista que deseas ver a aquel que se hace llamar "el portador del yunque". Un momento, una hora, un eón pasará delante ti, verás cada fallo del mundo reflejado en sus ojos. Verás el final de las cosas: hijas arrancando tirones de carne de sus madres con ganchos de acero y hueso, padres festejando con los ojos de sus hijos moribundos, y entonces sabrás que te ha transmitido su tormento. Su angustia será tuya ahora y la única forma de escapar de ello es aceptarlo, dejar que tus lamentos se unan a los suyos, pero no des ninguna señal de entender lo que pasa o el recepcionista se alejará y toda tu esperanza con él.
Pasará un eón, una hora, un momento y el empleado, bajará los ojos en señal de derrota, se girará y abrirá la puerta detrás de él. Síguelo con cuidado; él es traicionero y te dejará en lugares oscuros donde tus gritos nunca serán escuchados, tus huesos nunca serán encontrados. Al final de este camino, cuando cráneos de bebés crujan bajo tus pies, encontrarás a un joven encadenado a una losa de hierro irregular. Tu guía dará media vuelta hacia ti, te ofrecerá un martillo y una daga, una en cada mano. Si tomas la daga, abandonarás tu búsqueda y deberías rogar por un final rápido, pero no pasará. Debes tomar el martillo y, cuando lo hagas, clavarlo en la cabeza del joven con todas tus fuerza. Aunque la víctima sea inocente, no permitas que la misericordia te venza, pasado esto, no volverás a sentirla nunca más, la sangre cubrirá los cráneos a vuestros pies. Serás devuelto a tu mundo fuera de la institución. El martillo aún estará en tu mano; la sangre nunca podrá ser lavada. Su sed ha sido satisfecha por ahora.
Ese martillo es el Objeto 53 de 538. Solo podrá ser usado una vez más, para dividir el mundo y encontrar el corazón secreto que late dentro. Ora para que la tuya no sea la mano que la maneja.
Pasará un eón, una hora, un momento y el empleado, bajará los ojos en señal de derrota, se girará y abrirá la puerta detrás de él. Síguelo con cuidado; él es traicionero y te dejará en lugares oscuros donde tus gritos nunca serán escuchados, tus huesos nunca serán encontrados. Al final de este camino, cuando cráneos de bebés crujan bajo tus pies, encontrarás a un joven encadenado a una losa de hierro irregular. Tu guía dará media vuelta hacia ti, te ofrecerá un martillo y una daga, una en cada mano. Si tomas la daga, abandonarás tu búsqueda y deberías rogar por un final rápido, pero no pasará. Debes tomar el martillo y, cuando lo hagas, clavarlo en la cabeza del joven con todas tus fuerza. Aunque la víctima sea inocente, no permitas que la misericordia te venza, pasado esto, no volverás a sentirla nunca más, la sangre cubrirá los cráneos a vuestros pies. Serás devuelto a tu mundo fuera de la institución. El martillo aún estará en tu mano; la sangre nunca podrá ser lavada. Su sed ha sido satisfecha por ahora.
Ese martillo es el Objeto 53 de 538. Solo podrá ser usado una vez más, para dividir el mundo y encontrar el corazón secreto que late dentro. Ora para que la tuya no sea la mano que la maneja.
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