Todo ocurrió muy rápido, exponencialmente rápido.
Primero aparecieron en las noticias, al minuto siguiente estaban caminando por los pasillos y habitaciones del hospital en el que trabajaba. Podía ver las calles inundadas por los muertos vivientes, sus destrozados rostros demandaban almas, sus gemidos eran la melodía del fin del mundo.
Tenía que salir de aquí antes de ser la siguiente, si pudiera llegar hasta la ambulancia al menos tendría una posibilidad de escapar de esta ciudad. Llegué tan rápido como pude a la unidad prenatal y rescaté a todos los bebés que pude, no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir aquí solos. Los coloqué en una larga camilla, abrí las puertas y corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron al ascensor.
Podía escuchar como ellos se alimentaban y luego los vi en las habitaciones, no se cuantas veces apreté el botón del elevador suplicando que llegara rápido. Una de esas cosas se percató de mi presencia y se abalanzó sobre mi. Sin pensarlo mucho tomé uno de los bebes de la camilla y se lo lancé. El zombie se detuvo para devorarlo mientras la criatura chillaba. Las puertas del ascensor se abrieron a mis espaldas.
Sería una carrera salvaje y difícil hasta la ambulancia, pero gracias a dios aún me quedan cuatro bebes.
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