En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier comedor comunitario o clínica óptica donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete al escritorio principal, ignora la fila y pregunta por aquel que se hace llamar "el portador de lo invisible". El empleado fingirá ignorancia, pero si repites el nombre en voz alta y con la frecuencia suficiente, dejará de fingir y te llevará a través de una puerta tapada con cortinas hacia una habitación trasera. La habitación será larga y estrecha, con una silla hecha de un solo bloque de madera en un extremo y una pared blanca en el otro. Se encenderá una bombilla que, solitaria y parpadeante, estará suspendida en el cielo raso.
La bombilla se apagará. No dejes la silla.
Escuchará chirridos, crujidos, como si mil escarabajos se arrastraran hacia ti en una alfombra movediza de negro quitinoso. El ruido se acercará más y más, hasta que se sienta como si estuvieran debajo de tus pies. El ruido es hambre. No dejes la silla.
Una voz, como ninguna que hayas escuchado desde las pesadillas de tu infancia, con palabras hermosas respirará en tu oído. Confundirlo con una alucinación será imposible; su cálido y húmedo aliento acariciará la piel de tu nuca y cuello. Con las palabras más gloriosas que existen, describirá lo que te hará a ti, como si ya lo hubiera hecho. No dejes la silla.
El mundo parecerá invertirse sobre ti: arriba será abajo, abajo será arriba, e instintivamente agarrarás el asiento o las patas de la silla en un impulso incontenible de evitar caer en la insondable oscuridad de abajo.
No sueltes la silla.
Colgando en la oscuridad total, serás asaltado con preguntas en voces aullantes. Prometen una recompensa de luz. Las preguntas parecerán fáciles; Incluso puedes saber la respuesta a algunas.
No contestes a ninguno de ellos.
Una voz sonará por encima de todas las demás. Te preguntará su nombre.
Debes responder: Matusalén. Pronúncialo correctamente, o se disgustará.
Comenzará a describirte el color que no puede ser visto. No ves este color con tus ojos, pero aún así lo percibirás donde mires. No puedes esconderte de este color detrás de tus párpados. Te llevará más cerca del siguiente objeto, si lo dejas.
No lo dejes.