jueves, 14 de noviembre de 2019

Frío

Hoy es uno de esos días en los que la soledad te aprieta hasta dejarte sin aire. Sentado en la barra de un bar de mala muerte, intento ahogar mi melancolía en una buena dosis de alcohol.

Todo es igual que ayer, que el mes pasado, que hace tantos años; es decir, nada de especial, nada que valga la pena el seguir viviendo. Solo un milagro podía salvar aquella miserable existencia; y el milagro estaba a punto de producirse. De repente se abre la puerta del local y apareció ella.

Misteriosa, bellísima, con un aire nostálgico y soñador. No era de aquí, o al menos no la había visto con anterioridad, así que me propuse conocerla. Me costó acercarme a ella, no tenía ninguna base de partida para romper el hielo, para poder aproximarme. Me parecía distante, lejana... Casi imposible que un ser tan hermoso como ella se pudiese fijar en un despojo humano, que era exactamente en lo que me había convertido. Sé tú mismo pensé; no pretendas impresionarla; simplemente que vea tal y como eres. La estrategia dio resultado; ella también estaba pasando por unos momentos difíciles, muy similares a los míos; no tardó en haber entre nosotros un lazo estrecho de complicidad.

Pasamos el resto de la noche juntos; hablamos de mil cosas, de nuestras vidas, de nuestros sueños que nunca cumplimos, de los que nos gustaría hacer realidad. Nos conocimos a fondo; nuestros miedos, nuestras inquietudes... No sé si se podía definir como amor, pero lo cierto es que entre aquella misteriosa dama y yo, se había creado una fuerte corriente de sentimientos.

Cuando los primeros rayos de sol se reflejaron sobre nuestra desnudez, comprendí que había llegado el momento de la despedida. Con la voz entrecortada me susurró que había sido una noche maravillosa, pero que tenía que marchar. Intenté disuadirla, retenerla; había encontrado un ser maravilloso con quien compartir mi soledad, y como siempre iba a volar de mi lado. Aquello había sido la tónica de mi vida.

Tengo frío, me comentó entre susurro; toma mi cazadora, ya me la devolverás, de este modo tendremos una excusa para volver a vernos; ¿Te parece? Ella accedió con una sonrisa. Se colocó mi cazadora sobre los hombros, al tiempo que escribía en una pequeña hoja una dirección. Toma, pasa esta tarde por aquí y te devolveré la cazadora. La idea me pareció genial, ese gesto significaba que la volvería a ver, que quizás en esta ocasión no perdería a alguien que me parecía importante.

—¿Cómo te llamas? No me lo has dicho.

—Claudia, me llamo Claudia.

Nos dijimos adiós con la promesa de volver a encontrarnos aquella tarde. Las horas se me hicieron eternas, esperando que llegara el momento de encontrarnos de nuevo. Cuando llegué a la dirección que Claudia había escrito, me quedé desconcertado. Estaba delante de un cementerio. Al principio imaginé que se trataba de un error; quizás lo había escrito mal; seguro que había una explicación lógica.

Algo me empujaba a entrar en el recinto, notaba un extraño magnetismo que me empujaba a cruzar la puerta. Entré, y sin saber bien porqué, busqué compulsiva mente por todas las calles del cementerio. Nicho por nicho, tumba por tumba. Una lápida de mármol blanco, una sencilla foto, y una breve inscripción:

"Claudia Serrano, abril del 65; enero del 2004. Nunca te olvidaremos".

Noté como algo dentro de mí se rompía en mil pedazos. La chica de la foto sin duda, era aquella muchacha que había conocido horas antes. Al lado de un marchito ramo de flores; mi cazadora impecable mente doblada.



Calificación:       

miércoles, 13 de noviembre de 2019

#037 El Holder de la Confusión

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de acogida donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador de la confusión". Inicialmente, la empleada te ignorará, pero si esperas un minuto, se levantará y te indicará que la sigas. Te adentrarás por una serie de pasillos tenuemente iluminados, llegando a un corredor sin salida ni puertas. La empleada te acompañará hasta el final del pasillo y regresará sin decir una palabra.

Debes caminar hasta el final del pasillo. Una vez hayas llegado, coloca tus manos sobre la pared para revelar que es una ilusión por la que puede caminar. Si tienes miedo, o no estás seguro de lo que hay detrás del muro cuando cruces, o tienes alguna duda, simplemente saldrás del plano de la existencia para siempre, nunca más se volverá a saber de ti.

Pero si crees en ti mismo y crees que las respuestas se encuentran más allá de la pared, cuando cruces aparecerás en una habitación blanca y brillante con muchos caminos. Algunos conducen a la distancia, otros parecen no conducir a ninguna parte, mientras que otros parecen desafiar la comprensión y conducir a un sufrimiento que solo las almas más condenables pueden comprender.

El camino que buscas es el que tienes por delante. Parece continuar por la eternidad. Tómalo con calma, no debe decir nada, no importa cuánto tiempo parezca tomar el viaje, y si el lugar comienza a oscurecerse a la mitad del viaje, tu única opción es sentarte y llorar en silencio, porque ya no eres más que alimento para un grotesco demonio.

Sin embargo, si la habitación sigue siendo de un blanco casi insondable, tu viaje por el camino será tranquilo, y seguramente llegarás a una puerta. En este punto, no necesita hacer nada, ya que la puerta se abre para revelar una habitación que parece imposible. No es grande, pero tampoco pequeña. No está iluminada, pero no está oscura. Parece ser todo y nada. Iguales y opuestos, nada tiene sentido en esa estancia. La mayoría de los que ingresan son conducidos a una locura enloquecedora y comienzan a rasgar su propia carne, o se destripan con sus propias uñas, todo mientras se ríen maníacamente. Nunca muriendo, este será su destino para la eternidad.

En caso de que no seas conducido a la locura, notarás una figura indescriptible en el centro de la locura. Parece ser humano, pero al mismo tiempo, algo mucho más infernal. No podrás comprender esta entidad visualmente, pero no debes rechazar su vista, ni puedes decirle nada. Comenzará a hablarte sobre muchos eventos. Algunos de los cuales sabes son ciertos. Otros que conoces son mentiras. Algunos de los cuales no estás seguro. La entidad se agitará cada vez más por ignorar sus tonterías. Debes abstenerte de decir algo, hasta que la entidad se quede en silencio brevemente y luego pregunte:

¿Qué harías si todos se unieran?

A esto, debes responder firmemente:

Todo lo que harías. Incluyendo lo que no harías.

La entidad te mirará fijamente por un momento. Si no te cree, simplemente se irá y te dejará allí, para siempre en la oscuridad. Sin embargo, si te cree, extenderá su mano y te dará un pequeño objeto brillante aparentemente inmaterial. Esta es la "Resolución de la Bestia".

Ese es el Objeto 37 de 538. No importa cuán indeciso seas, no importa cuán inseguro se vuelva el mundo, solo tú debes saber qué hacer si todos se unen.


lunes, 11 de noviembre de 2019

Aluxes

Nombre: Alux, Aluxo'ob
Origen: Mitología Maya
Fecha: Siglo XVI
Temperamento: Travieso
Tamaño: Pequeño
Raza: Elfo
Ubicación: Sureste de México, Belice y Guatemala.





Antecedentes:

Son el equivalente maya a lo que conocemos comúnmente como duendes. Son pequeños seres que no sobrepasarían los 40 cms de estatura, con una apariencia semejante a la de una pequeña persona y la vestimenta típica maya. 

Según los relatos, los aluxes son invisibles para la mayoría de la gente, pero suelen asumir forma visible para comunicarse, asustar humanos o congregarse entre ellos. 

Suelen ser asociados con lugares abundantes en naturaleza como selvas, grutas y campos, pero también pueden llegar a moverse a zonas urbanizadas para buscar ofrendas.

Algunos mayas contemporáneos aún creen que los aluxes son convocados en cuanto un campesino construye en su propiedad una especie de altar en una casita conocida como kahtal alux o "la casa del alux", normalmente en su milpa. Durante siete años, los aluxes ayudarán a crecer el maíz, llamar la lluvia y vigilar los campos de noche, silbando para espantar a los animales de rapiña o delatar a los ladrones. Al final de los siete años, el granjero debe cerrar las ventanas y las puertas de la casita, sellando al alux dentro. Si esto no es así, se puede perder el control sobre el alux y éste empezará a comportarse de forma agresiva en contra de las personas.

Algunos mayas contemporáneos aún consideran que los altares les son útiles en sus labores de campo (aunque sus orígenes y el propósito verdaderos de estos les sean desconocidos).

Existen también antiguos relatos que indican que los Alux'ob se detienen en los caminos para pedir ofrendas, si se les niegan el Alux causará mala suerte, enfermedades y estragos; pero si se le recompensa, el Alux protegerá a la persona de cualquier peligro del camino y le traerá buena suerte.



#036 El Holder de la Fe

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o religiosa donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción, cierre los ojos y solicita visitar a aquel que se hace llamar "el portador de la fe". El empleado te mirará con una confusión abstracta, sacudirá la cabeza y volverá a su trabajo. Si esperas durante 3 minutos, él suspirará y te guiará al armario del conserje. Te pedirá que entres y te encerrará allí. La puerta no se abrirá y estarás completamente a oscuras. Poco a poco la oscuridad comenzará a describir, en la más blanca de las palabras blancas, en un idioma que nunca has leído y voces que nunca has escuchado, hablando de las más terribles blasfemias que tu cuerpo puede soportar.

Si el soliloquio alguna vez se detiene, arrodíllate y junta las manos, gritando cada oración que conoces. Si la escritura no continúa, maldice al dios que lo ha creado.

Si la escritura continúa, párate rápidamente y corre hacia la oscuridad, ya no habrá puerta ni paredes. Allí, distinguirás que estás en un túnel que se abre en una gran cúpula, verás a una joven vestida de blanco, mirándote con el pelo caído sobre la cara. No mires tus manos, o comenzarás a desgarrar la carne de tu rostro con ellas y no podrás detenerlas. La joven solo responderá a una pregunta: 

¿Por qué temen?

Ella te admirará y su boca dejará escapar cada error que haya ocurrido en nombre de un dios, y algunos que debes creer sucedieron más allá de tu realidad. Luego caerá al suelo gritando en horrible agonía mientras es consumida por una llama blanca.

Sus cenizas son el Objeto 036 de 538. Algún día se mezclará con la tuya



domingo, 10 de noviembre de 2019

El Niño del Bote

Se cuenta que en un domicilio que se ubica en Calle Galeana 1976, cerca de lo que es hoy el puente sobre la avenida ayuntamiento. Vivía un matrimonio con su pequeño hijo.

Hubo un tiempo en que el pequeño se mostraba sumamente nervioso y preguntaba a sus padres—¿Quién juega y llora en la azotea todas las noches?— los padres no le tomaban ni la mas mínima importancia, y contestaban: 

—ha de ser un gato ¡duérmete!—, el pobre niño despertaba a media noche, asustado, porque sobre el techo de su cama se escuchaban gemidos, y el sonido de una lata rodando continuamente de un lugar a otro. Llamaba a sus padres, pero estos desde su habitación le ordenaban volver a dormir. Incluso intentaba dormir con ellos, pero también se lo impedían.

Una de tantas ocasiones, el matrimonio fue despertado a mitad de la noche por un grito de terror proveniente de la habitación del niño, y después de eso no pudieron encontrarlo por ningún lado. 

Dieron aviso a las autoridades y al siguiente día, al volver a casa después de un largo día buscando a su hijo hasta que notaron un bote atado con un lazo colgar desde la azotea. Con algo de enojo el hombre logra subir al cobertizo y ve otro bote tirado sobre el techo de la recamara de su hijo, al acercarse encuentra a su hijo en un rincón sentado en cuclillas, abrazando sus piernas con el cuerpo totalmente arañado y su rostro mostrando un gesto de infinito terror…¡Sin vida!.

El matrimonio terminó por mudarse, pero en su nuevo hogar al llegar la media noche los despertó el sonido de un bote rodando en la azotea de la casa nueva y parado frente a su cama, vieron a su hijo quien les decía:

 —Me asusta el ruido de allá arriba.

Después de eso no lo volvieron a ver, pero cada año en el aniversario de su muerte, se escucha el ruido del bote y el llanto del niño.




Calificación: