domingo, 2 de febrero de 2020

#310 El Holder del Terror

En cualquier lugar, en cualquier país dirígete a un manicomio, cuando pases por delante de la repción y el trabajador te pregunte donde vas o qué crees que estás haciendo, dile que estás buscando al "Portador del Terror", el color del rostro del trabajador se irá súbitamente mientras te dice en un tono muy serio: "Sígueme, vas por el camino equivocado".

El te guiará por un descuidado pasillo, te advertirá que te alejes de las paredes porque otros buscadores que han fallado se han establecido aquí. Abrirá la puerta y te dirá que entres cerrando la puerta tras de ti. Un terror implacable te invadirá ya que solo puedes imaginar lo que sucederá después. Muchos mueren en sus propias manos en esta habitación negra otros mueren solo de el miedo que les produce estar ahí, tu debes mantener la calma.

Sentirás que tus miedos se vuelven realidad ante tus ojos, con una voz tranquila y en calma debes gritare a la visión "¡No te tengo miedo!". Si la sala continúa mostrando la pesadilla quiere decir que has fallado y tu destino es unirte a las filas del pasillo mal cuidado. Si has tenido éxito la habitación volverá a ser negra excepto por un pasillo que no se encontraba allí antes, debes avanzar por ese pasillo.

Cuando llegues al final, se revelará ante ti una terrorífica mujer. A ella le faltarán trozos de carne, sus heridas estarán exudando sangre algo que asumo es pus. Notarás que has perdido la capacidad de hablar, excepto para hacer esta pregunta: "¿Qué terror traerán estos objetos?". La mujer comenzará a describirte detalladamente todos tus viajes pasados y futuros hasta que obtengas el último objeto, entonces terminará su profecía y te dirá: "Lo que pase después de eso depende de ti"... Luego revelará un pequeño objeto que no tenía cuando comenzaste a hablarle.

Tal como apareció, desaparecerá y te encontrarás de pie en la recepción, el trabajador te preguntará si encontraste lo que buscabas, asiente con cortesía y retírate sin mostrarle el objeto.



El obsequio de la mujer es el objeto N°310 de 538. Lo que suceda a continuación depende de ti.



sábado, 1 de febrero de 2020

Como atrapar a un duende

Cuentan antiguas leyendas europeas que no estamos solos en nuestro hogar, que vivimos en compañía de seres mágicos, los duendes de hogar. Estos duendes se esconden en paredes o en lugares donde no pueden ser vistos, constantemente se alimentan de leguminosas. Son enamoradizos, muchas son las historias de campesinos que hablan de como estos duendes se han enamorado de niñas pequeñas y no las han dejado en paz, golpeando a cualquiera que toque a su amada. Suelen ser fetichistas y suelen robarse calzones y calcetines de sus amadas.

Las casas antiguas suelen tener duendes. Principalmente las que son limpias y pulcras. La mayoría de personas se dan cuenta de la presencia de duendes debido a que comienzan a desaparecer objetos brillantes, llamativos y de uso diario. Una forma de detectar la presencia de duendes en el hogar es colocando varios granos de arroz en una tapa de refresco o un dedal, puedes dejarlos toda la noche, en varios lugares de la casa. Al día siguiente, cuéntalos todos, si falta alguno, ya sabes quienes fueron.

La mejor manera de "hacer que dejen" tu casa, es identificar donde moran, esperar un día de luna llena, dejarles cerca ropa limpia y de la talla más pequeña que encuentres. A la mañana siguiente, la ropa habrá desaparecido, no te garantizamos que recuperes lo que te escondieron.

Nunca consideres gritarles o insultarlos, no se irán nunca más. Dependiendo de cuanto se hayan ofendido, podrían aparecer en tus sueños, transformándolos en pesadilla. Podrías amanecer con moretones o cardenales en la piel. No te conviene estar enemistado con los duendes que habitan tu hogar, en especial si tienes niños pequeños o recién nacidos, los duendes de hogar son funestamente conocidos por raptar bebés de sus cunas.


Instrucciones para atrapar un duende:

Consigue al menos tres semillas de avellana, nueces o almendras, retírales la cáscara y escribe en cada uno de ellos: tu nombre (lo que tú consideres tu nombre), debajo dibuja un pequeño garabato que representará el nombre del duende y una estrella de cinco puntas. Entiérralos en algún cementerio o cualquier lugar donde te conste que se descompuso un cuerpo humano, déjalos allí una semana.

Llévalos a tu casa y guardarlos en algún lugar seguro. Asegúrate de revisarlos periódicamente, el duende comerá los frutos secos, pero no se los comerá todos. A partir de entonces, ten las semillas siempre contigo y puede que el duende acuda a ti, en busca de una dosis de fruta seca exhumada. Desde aquí depende de ti, muchos recomiendan ser amistosos con ellos y no comportarse de manera brusca o miedosa. Que es bien recompensado ser amables con ellos.

Sin embargo, actualmente es difícil entablar comunicación con duendes, muchos desconfían y hasta temen de los humanos, y no podrás verlos... a menos que utilices caramelos con algún estupefaciente, eso nunca falla.




Calificación:

Sonidos Extraños

Esta historia tiene lugar en un barrio de Argentina llamado Palermo, sucedió en el año 2014 a principios de Febrero, a un mes de empezar las clases y digo esto porque el protagonista es un niño de 13 años llamado Franco.

Franco era un joven bondadoso y muy ambicioso, le gustaba pasar tiempo con sus amigos en la escuela, porque la escuela era un lugar especial para él. Se divertía y hacia bromas en el recreo con sus compañeros, la pasaban fenomenal. Pero Franco y sus amigos hacían algo constantemente cuando estaban en la escuela, hacían apuestas entre ellos a ver quién se animaba a explorar el edificio abandonado de enfrente.

Si, frente a la escuela había un gran edificio abandonado, tenía 3 pisos con ventanas rotas y viejas a cada lado. Resulta que aquel lugar era un museo antiguo, que cerró hace mucho tiempo por razones desconocidas, muchos en el barrio decían que había cerrado porque durante la noche las cosas cambiaban de lugar, los muebles aparecían y desaparecían de un día para el otro, algunos incluso aparecían en las casas de las personas del barrio. Pero ésto solo era una hipótesis así que nadie sabía en realidad porque el museo decidió cerrar.

A diario, Franco y sus amigos apostaban a ver quién era el valiente que se animaba a entrar en aquel y volver, obviamente nadie completo la apuesta ya que todos los que iban solo llegaban hasta la puerta de entrada y se volvían de nuevo. Pero el primer día de clases, Franco decidió apostar a que entraría en aquel lugar sí o sí, quería demostrar su valentía, así que saltó la reja del patio y salió corriendo hacia el museo, cuando llegó a la puerta, miró hacia atrás para ver sus compañeros que lo observaban desde el patio, allá a lo lejos.

Tomó aire y abrió la puerta, ante Franco se alzaba un gran salón dorado iluminado por la luz del sol que se filtraba por las ventanas, entonces comenzó a pasearse por el lugar, cosas viejas por aquí y por allá, nada importante, en una esquina había un espejo, que a Franco le llamó mucho la atención, porque este espejo a diferencia de las otras cosas que había en ese lugar, no estaba polvoriento ni sucio, ni siquiera tenía aspecto de ser antiguo, Franco se acercó y vio que en la parte superior del espejo había un mensaje en rojo escrito a mano que decía:

¡¡¡MÍRAME!!!

Pero antes de que Franco terminara de leerlo comenzó a escuchar a sus espaldas un ruido, un ruido que de hecho, se escuchaba muy cerca de él, intentó buscar de donde provenía y finalmente descubrió que era una caja musical sonando sola. Franco comenzó a asustarse y decidió salir del museo, al volver al patio de la escuela le contó a sus amigos lo que había visto, pero no lo del espejo ni lo de la caja musical, solo el salón.

El día paso volando, al salir de la escuela Franco caminó hacia su casa, pensando mucho en lo que había visto en el museo. Llegó a casa y almorzó, luego decidió irse a su computadora a hablar con sus amigos por Messenger, como hacían todos los días. Llegó la tarde, y como todos los días los padres de Franco salían a trabajar, Franco se quedaba solo en casa. Cansado ya de mensajearse con sus amigos, dejó el Messenger.

Durante este tiempo solo, Franco desearía jamás haber entrado a aquel museo abandonado. Franco se levantó de la silla de su computadora y se fue a la cocina, a merendar. Pero al abrir la nevera para ver que había de comer, comenzó a escuchar un ruido, un ruido que de hecho, hizo que a Franco se le pusieran los pelos de punta. Observo que, sobre la mesa de la cocina estaba la caja musical, la misma que se había encontrado anteriormente.

Sonando sola, Franco solo se quedó mirándola con horror y confusión durante un tiempo, y cuando se dio media vuelta vio que, apoyado contra la puerta, estaba el espejo. Confundido y a la vez asustado, Franco se tiró hacia atrás y salió corriendo hacia su cuarto. Pero las cosas empeoraron, porque cuando Franco pisó el umbral de la puerta de su cuarto, comenzó a escuchar la caja musical de nuevo, entonces miró hacia el interior, y vio sobre el escritorio de la computadora, la caja musical.

Franco sentía que el corazón le iba a estallar en cualquier momento, se dio vuelta de nuevo y vio ante él, el espejo. Se acercó lentamente, y leyó aquel mensaje que no había terminado de leer aquella vez:

¡¡¡MÍRAME!!!

Franco se miró así mismo en el espejo. Pasaron 20 minutos y sus padres arribaron a la casa con mucha urgencia, porque los vecinos le enviaron una llamada urgente diciéndoles que se habían escuchado gritos muy fuertes desde su casa. Al entrar, buscaron a su hijo por todos lados, pero Franco no estaba por ningún lado, había desaparecido. La noticia salió disparada por todo el barrio para que las personas se pusieran a buscarlo, pero el chico no aparecía. Su familia y amigos ya no podían contener sus lágrimas y nunca nadie en el barrio olvido este suceso...

Dos años después, los padres de Franco se divorciaron, y el matrimonio desapareció. Solo quedó la madre viviendo en la misma casa donde su hijo había desaparecido. Se puede decir que ella más que nadie podría jamás olvidar la desaparición de Franco, no porque sea la madre y se preocupe mas por su hijo, sino porque desde aquel día comenzaron a escucharse ruidos en la casa, ruidos de una caja musical sonando, que la madre podía oír por las noches, y que finalmente siempre la llevaba a dar con un espejo, un espejo que, si bien la madre se acercaba para verlo, solo se veía a ella misma y un extraño mensaje que decía:

¡¡¡MÍRAME, MAMI!!!


Calificación: 






viernes, 31 de enero de 2020

#048 El Holder del Sacrificio

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador del sacrificio". Una mirada de felicidad debería aparecer en la cara del empleado pero te ignorará. Debes pedírselo dos veces más. Luego serás llevado por otro miembro del personal al piso más alto del edificio, luego uno más alto. Estarás en una sección no utilizada, completamente oscura del edificio. Pareciera como si estuviera en construcción. Si escuchas los sonidos propios de una obra en plena jornada de trabajo, exige que te lleven con el supervisor. El empleado se dará cuenta de que no te ha engañado y te llevará al piso verdadero.

Escucharás un interminable gemido reverberar a lo largo de toda la pared, desde el área más alejada de ti. Es de suma importancia que escuches de dónde proviene el sonido. Si la fuente del ruido cambia, debes quedarte quieto durante 5 segundos y extender tu brazo derecho, dando tu palma hacia la oscuridad. Si sientes que, lo que parecen ser miles de insectos voladores, se arrastran por tu brazo, permanece inmutable, no llores, si lo haces, no hay nada que te pueda salvar. Si el sentimiento cesa, entonces sigue adelante. Al llegar al final del pasillo, algo activará las luces. La luz revelará decenas de cadáveres tumbados en el piso, para demostrarte los sacrificios que uno debe hacer para lograr la propiedad del objeto. Debería haber una puerta a tu derecha. Ábrela.

Una vez que cruce el umbral de la puerta, llegarás a una oficina. Habrá un hombre frente a ti, sentado en una silla en el extremo opuesto de la habitación. Hablará por un teléfono celular, éste goteará sangre, pero su voz será inexistente. Sin embargo, una vez que le hagas la pregunta, él hará una pausa.

¿Por qué he sido elegido?

Luego te ofrecerá el teléfono ensangrentado. Tómalo y escucha. Una voz rasposa te describirá el propósito de los objetos y por qué has sido elegido, temblarás incontrolablemente.

Este teléfono es el Objeto 48 de 538. Aquellos que puedan soportar escuchar recibirán la verdad.


jueves, 30 de enero de 2020

Los Muros

Llovía agua nieve y eran las dos de la mañana. Tiré mis huesos en el asiento de un camión de transporte público, recién salido de la guardia. Estaba muy cansado para manejar mi viejo armatoste. Me senté hasta el fondo esperando dormir. Había un par de muchachos darkis sentados hasta adelante. Recargué la cabeza en el vidrio y cerré los ojos mientras el camión aceleraba.

—Pensé que te encontraría aquí.

Abrí los ojos pensando que me hablaban. Eran dos hombres, vagabundos típicos vestidos con harapos. El de barba se había sentado. El alto, de gabardina, seguía de pie. No los había visto al subir, ni al sentarme. Estaban a dos lugares de mí. Temía que me pidieran algo de cambio o se dirigieran a mí. Estaba a nada de cambiarme de lugar cuando volvieron a hablar.

—Es un buen lugar, todos suelen estar muy ocupados.

—Si nos oyeran nos ignorarían —Gabardina se sentó junto a su interlocutor—, debemos estar locos, ¿recuerdas?

Ok. Me sentí muy intrigado, lo admito. Esto se veía con algo de potencial, al menos para pasar el tiempo. Así que cerré los ojos y simulé dormir mientras escuchaba con atención, esperando que nunca se dirigieran a mí. Este es mi mejor esfuerzo de recrear la conversación, de memoria (y créeme, he pensado en ella lo bastante):

Gabardina: Así que ahora que todo avanza, ¿qué sigue?

Barba: Es muy pronto para pensar en eso. Las cosas todavía no terminan de caer en sus sitio.

Gabardina: ¿Y de quién es la culpa? Mientras puedan tomar decisiones, las cosas nunca acabarán de caer en su sitio; eso sin contar el ritmo con el que se reproducen.

Barba: Sam, lo discutimos antes de comenzar, el libre albeldrio era conveniente.

Gabardina: Ya, ya: decisiones infinitas, paralelos infinitos, sí, brillante, ¿no te ha dado la impresión de que podrían echarlo a perder?

Barba: No mucho. Niños problema a los que no se les puede hacer confianza, nada más.

Gabardina: Claro, solo que me siento, no sé, estancado. ¿No deberíamos intentar algo?

Barba: (ríe) Tan impaciente como ellos. Es muy pronto.

Gabardina: Aún temes que él pueda entrar aquí, ¿verdad?

Barba: (molesto) ¿Tú qué crees? Ha logrado entrar siempre. ¿Cuántas veces hemos pasado por eso, Sam? He perdido la cuenta.

Gabardina: Pero todo eso fue antes de que supiéramos construir un infinito.

Barba: Sí. ¿Un infinito rodeado por qué, exactamente?; ¿qué crees que está esperando al otro lado?

(Silencio)

Barba: Construimos este refugio, establecimos las reglas y la agenda y dejamos que las cosas tomaran curso. ¿Ya te olvidaste de tu miedo, todo ese largo, largo tiempo que pasamos planeando, temblando de miedo de ser descubiertos?

Gabardina: No, claro que no, Lu. Tal vez tienes razón. Tal vez sea mejor que nos tomemos nuestro tiempo, que nos hagamos fuertes. Lo hemos mantenido fuera todo este tiempo, al menos, ¿por qué no un poco más, por qué no para siempre?

Barba: ¿No sales mucho, verdad?

Gabardina: ¿Qué estás insinuando?

Barba: Lo sabes. Está aquí. Ha estado aquí por mucho tiempo ya. La única cosa que nos ha mantenido a salvo es que incluso el infinito no puede matar al infinito; siempre hay otro lugar en dónde esconderse.

Gabardina: ¿pero cómo?

Barba: Siempre comienza igual. Algún idiota se pone a buscar respuestas, insatisfecho con los cuentos de hadas que siguen contándose. Creen que hay alguna gran verdad esperando a ser descubierta. Deberías escucharlos gritar una vez que entienden cuánta razón tienen, cuánta insoportable razón tienen.

Gabardina: ¿Lo buscan?; ¿por qué?… ¿quién haría algo así?

Barba: No lo conocen igual que nosotros, además, decidimos ser los villanos, para bien o para mal. Gracias a eso, habrá siempre quién quiera verlo con sus propios ojos. Los listos sospechan que algo no encaja, que hay algo que no embona del todo; los verdaderamente listos, hacen embonar las piezas ellos solos y dejan el asunto por la paz. La verdad es que me alegra que no lo hayas visto de primera mano: cómo se pudren las estrellas, cómo los mortales se arrancan la lengua y se sacan los ojos, aunque eso no los ayude mucho a dejar de ver. Estoy seguro que recuerdas cómo era aquello. ¿Fue en el séptimo ciclo, cuando se le ocurrió que era más entretenido que pudiéramos ver lo que nos hacía?

Gabardina: Sabía que era un error darles acceso. Te lo dije.

Barba: Una cosa por la otra. Era nuestra mejor oportunidad: darles aliento, darles acceso, darles mito y dejarles el trabajo pesado, ahora cada uno de ellos es un infinito en sí mismo; nuestra salvación y nuestra ruina, todo envuelto en este extraño empaque de carne.

Gabardina: Creí que los muros aguantarían esta vez.

Barba: Los muros nunca aguantan.

El camión rebotó por un camino lleno de baches por unos diez minutos hasta que llegó a la siguiente parada. Quería que dijeran algo más. Me sentía fascinado por la profundidad de sus alucinaciones compartidas y me pregunté si no habría alguna manera de detenerlos para realizarles una evaluación (habría vendido mi alma por la oportunidad de escribir un artículo de primera mano sobre su condición – psicosis compartida, un caso de folie a deux) pero nada de lo que escuché me hizo suponer que fueran peligrosos. En la parada, tomé mis cosas y me bajé del camión, detrás de los darkies, que bajaban para andar a un bar; cuidando de no mirar a los “ángeles caídos”. Me incliné delante del conductor y le comenté de paso que sería bueno no perder de vista a esos dos que se quedaban; añadiendo que trabajaba en el hospital de San Tomás. Dio un vistazo por el retrovisor y me devolvió un gesto de sospecha.

—Tal vez quiera aprovechar para que lo revisen doc —señaló con un dedo hacia atrás—. Usted es el último.

He pensado en esa conversación durante los últimos meses. Muchas de las noches, logro parar con el cansancio. He tenido sueños inspirados en esto. En muchas de las noches, la cosa queda ahí. En otras, lucho por sacar de mi cabeza cómo se vería una estrella que se pudre.



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