En un lugar donde se reúnan presagios oscuros y donde la muerte haya maldecido la tierra, llama al cielo sin estrellas para pedirle consejo a "el portador de la crueldad". La tierra a tu alrededor que antes estaba contaminada comenzará a elevarse, un antiguo pedestal negro emergerá ante ti, con un cuenco tallado en un cráneo putrefacto.
En este punto, no hay retorno. Los ojos del cráneo en descomposición brillarán de un rojo sangre, y en tu mente, una voz perversa pero ronca zumbará:
Mors ultima linea rerum est
La noche se volverá aún más oscura, en el cuenco deberás reunir los corazones de los que más quieres, que comenzarán a latir al contacto con la superficie del recipiente. Si los corazones dejan de latir, te ennegrecerás. Si falla la solicitud, te ennegrecerás. Si decides suicidarte por haber esperado demasiado tiempo, te ennegrecerás.
Solo con los orgánicos latidos de unos corazones frescos, reunidos en el cuenco oscuro, el ennegrecimiento cesará. Los corazones empezarán a licuarse, formando una solución viscosa negra, profunda e impenetrable. Las voces de los ofrecidos te hablarán en una lengua desconocida. Aunque incomprensible, reconocerás sus voces, debes ser fuerte.
Concéntrate, ahora reúne los cadáveres de cinco de tus enemigos más odiados y llévalos al pedestal. Por sus gargantas deberán derramar su fluido contaminado. Ninguna gota debe caer en el suelo. Los cinco cadáveres se reanimarán como marionetas siendo levantadas por su maestro, cambiando de forma a seres retorcidos y ennegrecidos.
Para ellos, tú debes alimentarlos con cinco niños pequeños y vivos. No debes mostrar remordimiento de tus actos, esto no será tolerado ante sus ojos. A medida que la sangre de los niños sea bebida directamente de sus venas, deberás mirarlo todo, la agonía, los gritos, las lágrimas y el miedo, mientras se los devoran por completo. Soportarán el dolor de un siglo de tortura a medida que los consuman.
Cuando la prueba haya terminado, te rodearán. Exigirán solo una reliquia más: tu propio corazón. Sé apresurado: no sentirás dolor, no como los mortales. Cuando la ofrenda impía pasa de manos, también será consumida. Terminada la comida, las figuras se fusionarán y se disiparán en un aura negra brillante, eclipsando el cielo oscuro.
Los silenciosos susurros que ahora habitan tu mente forman el Objeto 55. Constantemente tratarán de consumirte. Cuando todo se haya ennegrecido, te guiarán hacia Él.