lunes, 15 de junio de 2020

La Mente

En 1983, un equipo de científicos profundamente piadosos condujeron un experimento radical en una facilidad no revelada.Los científicos habían teorizado que un humano sin acceso a ningún sentido o forma de percibir estímulos sería capaz de percibir la presencia de Dios.

Ellos creían que los cinco sentidos nos nublaban nuestra consciencia de la eternidad, y sin ellos, un humano podría establecer contacto con Dios por medio del pensamiento. Un hombre anciano que clamaba "no tener nada para vivir" fue el único sujeto de prueba para ser voluntario. Para quitarle todos sus sentidos, los científicos realizaron una compleja operación en la cual cada conexión de los nervios sensoriales al cerebro fue cortada quirúrgicamente. *Aunque el sujeto a prueba conservó la función muscular completamente, no podía ver, oír, saborear, oler, o sentir .Y no hay forma posible de comunicarse, o incluso sentir el mundo exterior, que estaba solo con sus pensamientos.

Los científicos lo monitorearon mientras él hablaba sobre su estado mental en desordenadas y arrastradas frases que ni siquiera podía oír. Después de cuatro días, el hombre afirmó estar escuchando voces silenciosas e incomprensibles en su cabeza. Suponiendo que fuera un inicio de psicosis, los científicos le prestaron poca atención sus problemas.

Dos días después, el hombre gritó que podía oír a su esposa muerta hablando con él, y aún más, que podía comunicarse con ella. Los científicos estaban intrigados, pero no convencidos, hasta que el sujeto comenzó a nombrar parientes fallecidos de los científicos. Él repitió información personal a los científicos que sólo sus cónyuges y padres fallecidos han conocido. En este punto, una parte de los científicos abandonó el estudio.

Tras una semana de conversaciones con los muertos a través de sus pensamientos, el sujeto comenzó a angustiarse, diciendo que las voces eran abrumadoras. Cada vez que despertaba, su consciencia era bombardeada por cientos de voces que se negaban a dejarlo solo. Frecuentemente se lanzó contra la pared, tratando de obtener una respuesta de dolor. Él suplicó a los científicos por sedantes para poder escapar de las voces durmiendo. Esta táctica funcionó por tres días, hasta que comenzó a tener severas noches de terror. El sujeto dijo repetidamente que podía ver y escuchar a los muertos en sus sueños.

Sólo un día después, el sujeto empezó a gritar y agarrar a sus ojos no funcionales, esperando percibir algo en el mundo físico. Ahora el sujeto histérico afirmaba que las voces de los muertos eran ensordecedoras y hostiles, hablaban del infierno y del fin del mundo. En un momento dado, le gritó "No hay paraíso, no hay perdón" por cinco horas seguidas. Continuamente pidió ser asesinado, pero los científicos estaban convencidos de que él estaba cerca de establecer contacto con Dios.

Después de un día más, el sujeto ya no podía formar frases coherentes. Aparentemente loco, comenzó a morder pedazos de carne de su brazo. Los científicos corrieron a la cámara de pruebas y lo contuvieron en una mesa para que no pudiera matarse. 

Después de unas horas de estar atado, el sujeto detuvo su lucha y sus gritos. Él se quedó mirando al techo mientras lágrimas silenciosas corrían por su rostro. Durante dos semanas, el tema tuvo que ser rehidratarlo manualmente debido al llanto constante. Finalmente, volvió la cabeza y, a pesar de su ceguera, hizo centrado contacto visual con un científico por primera vez en el estudio.

Él susurró: "He hablado con Dios, y él nos ha abandonado" y sus signos vitales se detuvieron.

No hubo causa de muerte aparente.
  • Estudio de seguimiento de 2000: Dr. GF, Departamento de Neurología, [nombre del hospital declarado desierto], San Francisco, CA. Un estudio reciente de una enfermedad degenerativa que se enfoca en la función motora y el deterioro cognitivo a menudo conduce a "alucinaciones" de los fallecidos. La muerte de las células diana y productos químicos en el cerebro por esta enfermedad conduce a una pérdida del olfato, entre otros sentidos. La causa de la enfermedad es desconocida. Las alucinaciones se presentan en el 39,8% de los pacientes, cayendo en tres categorías: una sensación de una presencia (persona), un paso hacia un lado (normalmente de un animal) o ilusiones. Presente en 25,5% de los pacientes (un hecho aislado en 14,3%), formados alucinaciones visuales presentes en el 22,2% (aislado en 9,3%) y alucinaciones auditivas presentes en 9,7% (aislado en 2.3%). Continuando estudio en San Francisco, CA. 2003-presente aún.


Calificación:

Placer con dolor

Las miradas se dirigían precipitadamente hacia el cielo, el cual oscilaba con bolas de fuego, sus mentes divagaban en constantes reflexiones de por qué tendrían razones para cambiar todo su pueblo, las mujeres corrían frenéticas al desnudo, mientras, cual cerdos rapaces le seguían los hombres buscando saciar su libidinosa sed, jóvenes y ancianos, niños y niñas, todos parecían contorsionarse y envolverse en masas desesperadas con angustiosa realidad por saciar las emociones más profundas y bajas que despertaban los instintos impúdicos e inmorales, emociones que se habían perdido hace ya bastante tiempo.

Del cielo descendían bolas de fuego candentes que caían sobre los incautos y desenfrenados, muchos solamente se quedaron pasmados mirando como idiotas el extenso firmamento, pocos pensaron en solamente escapar, pero aun muchos más desearon sucumbir en lecho de muerte cumpliendo con fantasías que rebasan el pensamiento humano y lo trasformaban en uno miserable y carente del dolor ajeno, no importase su dolor, no importase sus gustos o disgustos, muchos fueron obligados a envolverse en retorcidos montones de carne expresados en orgías.

En el aire un intenso humo recorría los poblados trayendo consigo olores de carne quemada y azufre, su éxtasis no llegaba a su fin y a un viendo como todo se consumía en fuego y agonía seguían impulsados a cumplir con sus instintos, algunos al verse aun insatisfechos mataban a sangre fría a quien era su acompañante y seguían en sus actos con quien cruzase en su camino.

Del cielo un resplandor mas intenso que el Sol descendió gradualmente hasta cubrir cada centímetro de la ciudad, todos habían cesado, sólo se encontraban inmóviles mirándose los unos a los otros.

Sus gritos desesperados al unísono se mezclaban y confundían formando cantos a la agonía, sus cuerpos como papel con roses de desprendían, el viento los esparcía por los valles y collados.

Son estos los condenados a mirar con desagrado como los vivos se dirigen a ocupar su mismo lado, susurran en los abismos, impulsando al hombre a efectuar actos acordes con sus actos discordantes tal como vio dante su agonía es infinita, sólo les queda observar, mirar y observar, con desdicha como el hombre sufre, padece, ama y se crece, envidiando el sentir y expresar humano.


Calificación:

#193 El Holder del Beso

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a alguna institución de salud mental o alguna casa de acogida a la que puedas llegar por tus popios medios. Acércate a la recepción y di que vienes a visitar a quién se hace llamar "El Portador del Beso", el empleado te mirará con una mezcla de confusión y lástima, su aspecto te desconcertará, pero no debes pensar mucho en ello o te encontrarás perdido sin jamás poder hallar lo que buscas.

Espera sin moverte, luego de unos segundos el empleado te señalará una puerta rosada hacia la izquierda. Acércate pero no entres, toma el pomo de la puerta con la mano derecha; si sientes una descarga o shock al hacerlo, corre lo más rápido que puedas y aléjate de ese lugar, no te detengas ni siquiera para dormir porque si te detienes te encontrarán. Si logras escapar del país sin sufrir daños estarás a salvo por el momento.

Si la perilla se siente suave al tacto eres libre de entrar, aún no es demasiado tarde para irte. Pero si eliges continuar debes abrir la puerta con mucho cuidado. Al entrar deberías escuchar un coro cantando una melodía que acariciará los placeres más íntimos de tu alma. No digas una sola palabra y solo si se llega a detener el canto por alguna razón, grita inmediatamente: "¡Por favor continúen, no deseo entrometerme!". Si el silencio persiste, ruega por una desaparición indolora de la criatura inimaginablemente horrible que asecha en la oscuridad. Si siguen cantando puedes continuar tu búsqueda.

Después de lo que parecerán horas de deambular en la oscuridad deberías tropezar con una puerta roja del color de un Rubí. Golpea su marco tres veces... si escuchas una ininteligible voz demoníaca hablando un idioma que ningún humano conoce, sabrás que la criatura ha sido convocada y es ahora el fin de tu vida; si no hay respuesta continúa adentro.

La habitación tendrá las paredes hechas con las almas de seres queridos que has perdido y en el centro de la habitación habrá una hermosa mujer mirándote. No te atrevas a apartar la mirada de ella o se te lanzarán horrores que no eres capaz de imaginar siquiera. Acércate a ella pero guarda al menos 3 metros de distancia, te hablará en un idioma que no serás capaz de comprender, pero aún así te transmitirá paz y calma. Ella solo responderá a una pregunta: "¿Alguna vez encontrarán la paz?". La mujer se mantendrá en silencio mientras te observa y tu tampoco deberías apartar tu vista de ella.

Ella no contestará la pregunta, pero se moverá lenta y agraciadamente hacia ti. No intentes moverte. Te besará la mejilla apasionadamente para luego desaparecer en las sombras. En el lugar donde te besó encontrarás un rubí incrustado.

Ahora sostienes su objeto




Este Rubí es el objeto N°193 de 538. Debe permanecer contigo el resto de tus días mortales, intentar eliminar la gema será uno de los peores errores que cometerás.

domingo, 14 de junio de 2020

#164 El Holder de la Devoción.

Encuentra la casa de peor reputación en tu ciudad, no es una tarea fácil o particularmente agradable, pero solo la más antigua que siga en pie funcionará. Una vez que llegues ahí habla con la primera persona que encuentres y dile que tienes una cita con "El Portador de la Devoción". Si lo haces correctamente esa persona te mirará fijamente como si se encontrara en un trance, dará la vuelta y se meterá al prostíbulo sin dirigirte una palabra, debes seguir a esa persona a través de un largo pasillo de oscuridad.

A medida que entras, escucharás murmullos de voces seductoras que susurrarán placeres indescriptibles en tu oído y a medida que avanzas, sentirás suaves manos que entre caricias intentarán hacerte ingresar en alguna de las habitaciones que se encuentran a ambos lados del largo pasillo. Si no deseas abandonar tu búsqueda, no te dejes seducir por ninguna de estas habitaciones, ya que las manos y voces que sientes son realmente femeninas, pero no son humanas y los placeres que prometen tienen un alto precio, uno que ningún hombre está dispuesto a pagar.

Finalmente llegarás al final del pasillo ante una gruesa cortina y la persona que te trajo hasta aquí, a ningún lado. Si estás listo pasa la cortina hasta llegar a una espaciosa habitación con las paredes cubiertas de cortinas y el piso lleno de cojines. A medida que tus ojos se acostumbren al crepúsculo de la luz de las velas y tus demás sentidos sean entumecidos por el espeso incienso de la habitación, podrás distinguir la forma de una mujer tendida perezosamente sobre los cojines en el otro extremo del cuarto, con el rostro completamente cubierto por un velo. Ella te indicará seductoramente con un dedo que te acerques y debes hacerlo sin dudar. Cuando se encuentren frente a frente, sentirás como te examina desde detrás del velo, espero que te considere digno, porque si no lo hace se levantará el velo de la cara destruyendo tu mente.

Sin embargo, si ella te considera digno te indicará que te acuestes a su lado, una vez que lo hagas estará sobre ti y sentirás como miles de manos acarician desesperadamente tu cuerpo proporcionándote un extraño deleite, antes de perder la cabeza procura preguntarle: "¿Nos necesitan como nosotros los necesitamos?". Si lo haces correctamente, tu mente verá indescriptibles visiones de tiempos perdidos de adoración corrupta y cultos prohibidos mientras un placer profano hace vibrar tu cuerpo que se aparea con ella. Si logras mantener tu cordura, un poderoso orgasmo te sacará del trance dándote un momento de claridad mental. Aprovecha ese momento para huir de la habitación y el edificio lo más rápido que puedas sin siquiera detenerte a pensar en tu ropa. Tienes preciosos segundos antes de desmayarte y debes estar muy seguro de estar lo más lejos posible cuando lo hagas.

A la mañana siguiente despertarás en tu cama preguntándote si todo fue un mal sueño, sin embargo, descubrirás algún día que te volviste estéril. Algún día dentro de los próximos nueve meses después de tu búsqueda serás despertado de tu sueño con un fuerte sonido en la puerta, cuando la abras descubrirás una pequeña cuna con una niña bañada en sangre.



Cría a tu hija con amor porque ella es el objeto N°164 de 538. Nunca hablará ni hará ruido, pero sus grandes y adorables ojos siempre estarán fijos en ti, siguiéndote. Mientras ella esté a tu lado nunca te sentirás solo o deprimido y nunca anhelarás otro amor o copañía. Sin embargo, por el mundo y tu propia vida miserable no debes dejarla vivir hasta su décimo cuarto cumpleaños. Buena suerte matando con tus propias manos a la encarnación de tu amor.

sábado, 13 de junio de 2020

Sus últimas palabras

—¡Qué susto! Creía que eran ladrones, ¿lleva mucho tiempo aquí?.

Una sexagenaria rolliza asomó la cabeza, mostrando un periódico enrollado en una mano y un manojo de llaves en la otra.

—¿Edna?... no, ¿verdad?

La mujer gorda, que llevaba un camisón verdusco y unas zapatillas con borlas, giró levemente la cabeza de lado a lado —¡Sherman, eso!. Gedicht —Apuntó ella Gedicht. 
—Claro que sí, señora Gedicht. Porque será señora, ¿no? ... ¡tampoco!... Bueno, eso tiene fácil arreglo, mañana mismo nos ponemos manos a la obra y ya verá como eso se consigue. Cosas más difíciles se han logrado llevar a cabo y ya ves, no se ha hundido el mundo.

La vecina del piso de arriba, frunció el ceño y regresó al pasillo. En su rostro se reflejó la marcada expresión de una mujer solterona, entrada en Años y con algunos kilitos de más, horrorizada por su comportamiento descarado. Pero a él, no le importaba. Qué frunza el ceño todo lo que quiera. Eso ocurría con las personas que como ella se pasaba la vida entre cuatro paredes, haciendo un completo caso a los chismes de los demás.

Se lió un cigarrillo y empezó a fumar con profusión, cuando volvió a su estudio y de ahí a la ventana. Aparecía abierta, con las cortinas recogidas y agitadas por la suave corriente. De la calle, se sentía el fuerte olor a especias y el pesado ritmo de un piano de cola que imprimían sus melodías, y ante aquello, tan sólo bajó el cristal y, al pulsar un interruptor de la pared, accionó el ventilador. Las aspas que caían del techo y que giraban a gran velocidad, suponían en cierto sentido, un alivio al sofocante calor del estío, pero en cambio el nuevo ruido hizo desear el anterior sonido de la música. Había empezado con una obra lenta de Albinoni, para pasar luego a Pachelbel, Bach y Bheethoven, y cuando por fin estuvo en la pieza de Wagner, se le crispó los nervios y, arrojando los papeles por encima del escritorio, expulsó un bufido y golpeó la mesa, con el puño.

Desde hacía un buen rato se estaba estrujando los sesos, con sus dedos enfrascados en la máquina de escribir, pero con un nuevo se incorporó de su asiento como por un puro resorte. En su cabeza sólo habría entonces un pensamiento y este marcaba el paso de sus pisadas sobre el suelo de parqué, la mirada extraña de su rostro y sus brazos, tensos, muy tensos, más sobre todo si se tenía en cuenta su tremenda delgadez. Era la segunda interrupción de esa mañana y sus ojos desorbitados componían, junto a la mandíbula desencajada, una expresión aterradora. Había sido demasiado para unas horas. Dos interrupciones. Entonces, le vino una imagen a la mente.

—¡Señora Gedicht! Queridísima señora. —Bramó —¡Le dije que no quería nada!. Nada.

Tomó la bola de la puerta y la giró bruscamente, pero entonces quedó en silencio. No había nadie a fuera. El rellano y el pasillo, que llevaba a las escaleras, aparecían a oscuras, con una pálida lucecita brillando de una bombilla. Y ante el sombrío eco que escupía la empinada caída de escalones, con la baranda rojiza, le sobrecogerá el ruido de alguna puerta lejana, que tronase de pronto, en medio de ese barullo mudo. El portazo y su mirada de soslayo le llevarían, sin embargo, a bajar la cabeza, tan repentino que apenas distinguió algo más en el suelo que la oscuridad del piso. Pero con el incesante gesto de su cuerpo, mustiándose, ahora, que quedaba tontamente en silencio, terminó rozando algo con el pie y moviéndolo escasos centímetros.

Se fijó entonces en una cesta, envuelta en una tela rojiza, y la estuvo delimitando con la vista un segundo. Quiso abrirla, esperaba encontrar una sabrosa tarta de manzana o pastel de frutas de alguna vecina que quisiera ganarse algún punto con el recién llegado. Sus manos la tuvieron a su alcance y sus dedos comenzaron a retirar el paño de la cesta cuando se quedó extrañamente quieto, impávido, dejando a su pesado cuerpo atravesar el escalón de la puerta blanquecina. Como San Juan Bautista en una bandeja, la cabeza de la señora Gedicht empapaba de sangre la canastilla que la guardaba, con sus ojos abiertos y su rostro ensangrentado. Se le hizo un nudo en la garganta. Un segundo. Porque vio venir hacia el un mazo. Este se elevaba y caía, se elevaba y caía golpeando la cabeza del hombre, machacándole sus sesos.

En su estudio, una hoja estaba engarzada a la máquina de escribir. En lo poco que había escrito, se leía "El asesino del mazo reaparece de nuevo...".



Calificación: