Nací en Tennessee, U.S.A. Tuve una vida normal hasta que nos mudamos a Connecticut, un estado muy paranormal en lo que a mí respecta. Crecí como un niño normal hasta que cumplí los 13 años de edad.
La casa a la que nos mudamos era muy vieja, perteneciente a la transición del siglo XVIII al siglo XIX. Vivimos allí durante muchos años. Un día fui al sótano. Era muy húmedo y muy oscuro, las luces no funcionaban, así que bajaba con una linterna a buscar el jabón de baño y todas las provisiones compradas que se guardaban allí. Mi hermano se burlaba de mí, diciéndome cobarde.
Un día, específicamente un martes, bajé al sótano a buscar un paquete de arroz y en lo que fui a abrir el empaque del arroz miré hacia atrás.
Me asusté al ver una figura que me estaba observando. Me dije que podría ser mi hermano, pero luego recordé que estaba lavando su ropa. Tomé la paca de arroz y salí corriendo del sótano.
Fui asustado a contar a mi mamá, pero no me quiso creer. Esa noche me levanté para tomar agua. Fue entonces cuando me pegó la curiosidad y decidí ir al sótano a ver si esa cosa seguía allí. Prendí la linterna y me dirigí al sótano. Se veía más feo y húmedo por la noche que por el día.
Cuando bajé las escaleras recorrí el sótano, y escuché un crujido. Provenía de una vieja mesa que había estado allí desde que compramos la casa. Me acerqué y la toqué. La mesa se rompió, de cuyo interior huyeron algunos ratones.
Seguí buscando hasta que encontré el cuarto donde se almacenaban las provisiones. Iba a entrar y vi de nuevo a la sombra. Esta vez se movía. Me cerró la puerta con candado. Salté del barandal y me torcí la muñeca del brazo izquierdo. La sombra me miraba como el diablo, con esos ojos saltones y rojos.
Cuando estaba al punto de atacarme, a lo lejos brillaron las luces del sol naciente. La cosa había desaparecido. Desde entonces no volví a verla. Creo que lo que quería era asustarme y hacerme saber que esa es su casa. Quizás esté acechando hasta que otro intente entrar en el sótano, ten cuidado.