jueves, 22 de febrero de 2018

#043 El Holder de la Tierra

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución de salud mental o centro de rehabilitación al que puedas llegar por tus propios medios. Al llegar a la recepción, pregunta por alguien que se hace llamar "El Portador de la Tierra". El trabajador se reirá en voz alta, poniendo su atención a una tercera persona. Él permanecerá sentado, pero la persona a cuya atención señaló te dirá que lo sigas. No le preguntes nada mientras te lleva al cuarto de las escobas en desuso, en un lugar recóndito en el asilo.

Abrirá la puerta para ti y esperará a que ingreses primero; no lo hagas, o la escalera interior de la puerta desaparecerá y caerás sin cesar en el vacío negro y helado. En su lugar, dile: “No me atrevería a ver estos lugares antes que tú”. Si él te cree, hará un gesto y entrará, deberás seguirlo. Si él no te cree, debes estar agradecido de que te encuentras en un cuarto recóndito del asilo, de modo que nadie podrá oír tus gritos.



A medida que desciendes la escalera, oirás gritos bestiales provenientes de todos lados, pero sobre todo de arriba. Acostumbra tus ojos a la oscuridad, pues el hombre se ha desvanecido en ella, aunque sentirás que no estás solo. Nunca debes mirar hacia arriba, o los demonios y el infierno que te observan y se burlan de ti, descenderán, y rasgarán tu carne de tus huesos, drenarán tu sangre, rasgarán tus músculos y tendones, todo en un instante.

A medida que bajas, encontrarás el ambiente cada vez más sepulcral, y aunque todavía serás capaz de oír a los demonios sobre ti, parecerá como si por fin desaparecen. Todavía debes tener la máxima precaución de nunca mirar hacia arriba. Después de una cantidad increíblemente larga de tiempo, pondrás pie en tierra firme y suave otra vez. Si los demonios de la escalera han dejado de gritar, no vivirás para ver el suelo. De lo contrario, desearás que lo hagan, por ahora es tu oportunidad de hacer la única pregunta a la que la oscuridad va a responder. Debes preguntar con firmeza: ¿Cómo pueden ser detenidos?

Cuando lo hagas, lamentos espantosos se emitirán desde abajo, aunque todavía serás capaz de sentir el suelo debajo de ti. Sentirás al hombre que te trajo hasta allí. Sus ojos te perforarán, aunque no serás capaz de verlos. Nunca debes mirar hacia abajo, o tu mirada se perderá en oscuridad delante tuyo. Los lamentos seguirán, primero sin palabras, luego una fuerte voz masculina los guiará a hablar al unísono. Ellos te dirán lo único que puede evitar que los Objetos se unan, junto a todas las consecuencias si se logra hacerlo. Ellos hablarán del fuego que llueve del cielo, de los ríos que corren de color rojo sangre, y te dirán mucho más.

Cuando todo acabe, las luces se encenderán. El hombre que te llevó ahí se habrá ido. En su lugar habrá un Objeto que no debes ver en ese lugar, pues de hacerlo, te volverás completamente loco. Debes cerrar los ojos tan pronto como las luces se encienden y buscar en el suelo, a ciegas, rozar la textura cálida y áspera del Objeto. Si no cierras los ojos, verás de lo que el terreno se compone: cadáveres humanos destripados, todos sin ojos, aunque aún respirando por la boca. Si ves esto y no enloqueces de inmediato, te convertirás en uno de ellos, y te unirás a esta tierra satánica.

Si tomas el Objeto con éxito, serás transportado hacia el exterior del asilo, donde podrás abrir los ojos.

La piedra volcánica es el Objeto 43 de 538. A pesar de que sabes cómo evitar que se unan, no serás capaz de hacerlo.


El Cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
se oyó de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”


¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
me llenaba de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”


Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.


Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.


Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.


Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”


Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”


Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”


Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”


En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!


Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!



miércoles, 21 de febrero de 2018

Lenore

"¡Oh! ¡La copa de oro está rota!
¡El espíritu ha huido para siempre!
¡Que suenen las campanas! Un alma
santa flota sobre el río Estigia,
y tú, Guy de Vere, ¿no tienes lágrimas?.
¡Llora ahora, o nunca más!
¡Mira! Encima de ésta rígida y lúgubre
carroza, duerme tu amor!.

¡Lenore!

¡Venid! Dejad que el oficio de difuntos
se lea, que el cántico mortuorio se cante,
un himno para tan regia muerta como
muriera tan joven ...
Un cántico fúnebre para ella, dudosamente
muerta, porque murió tan joven.

¡Miserables¡ La queríais por su riqueza y
la odiabais por su orgullo,
y cuando su salud endeble, la
bendijisteis porque moría,
¡Como, entonces, sera leído el ritual?
¡El réquiem cantado
por vosotros, por ti, mirada oscura;
por ti, lengua calumniosa,
que habéis causado la muerte de la
inocencia que muriera tan joven
Precavimos:!pero no deliréis más¡ ¡Y
Que el canto del Sabbath
Suba hasta Dios tan solemnemente que
La muerte no sienta ningún mal!
La dulce Lenore ha ido adelante
con la esperanza volando al lado,


Dejándole en el dolor a causa de esa
querida criatura que habría sido tu esposa
Ella, la bella, atractiva, que ahora yace
Tan profundamente
Con la vida en la dorada cabellera, pero
no en los ojos.
La vida todavía en la cabellera
Muerte en los ojos...

¡Atrás¡ Esta noche tengo el corazón
ligero. ¡No entonare cantos mortuorios,
pero sostendré el ángel en su vuelo, con
un pean de los días pasados!

¡Que no doblen las campanas! Por
temor de que su dulce alma, en
su alegría religiosa,
pudiera captar las notas, cuando flotan
hacia arriba, desde la tierra maldita,
hacia los amigos de arriba, desde los
amigos de abajo, escapa el espíritu indignado,
huyendo del infierno, hacia el cielo,
dejando los lamentos y los llantos, por
un trono dorado, al lado del Rey de
los cielos."



#011 El Holder de la Vida

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución de salud mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete al escritorio principal y pide reunirte con aquel que se hace llamar "el portador de la vida". El empleado intentará suprimir un gruñido y tendrás que preguntar de nuevo. Te conducirá a una oscura sala de la que solo distinguirás unos casilleros y un vanitorio. Te dirá que te laves las manos. Cuando termines, te dará un bisturí y te pedirá que entres al cuarto contiguo. Una vez que ingreses, cerrará la puerta tras de sí. Estarás en un quirófano.

Tendrás que esperar. Espera al menos por una hora. Entonces la puerta se abrirá y varias personas entrarán al cuarto, incluyendo a una mujer embarazada. La mujer se recostará en una camilla; la demás gente, que se verán como médicos, prepararán todo para el nacimiento del bebé. Por ningún motivo trates de interactuar con ellos... o te pondrán a ti sobre la camilla. Mientras ellos preparan todo, podrás hacerle una pregunta a la mujer:

¿Cómo pueden ser reensamblados?

Si haces la pregunta correcta, la mujer comenzará a gritar; el bebé está a punto de nacer. Tienes que esperar hasta que termine y uno de los médicos te dará al niño, moviendo su boca, pero ningún sonido vendrá de sus labios. Tan pronto acabe de "hablar" y sonría a través de su mascarilla, tendrás que tirar al bebé al piso y clavar el bisturí en su cabeza, o éste te romperá la caja torácica y te arrancará tu corazón con una fuerza inhumana.

Si lo has tirado a tiempo, a pesar del bisturí en su cabeza, te responderá la pregunta de antes. Hablará con una voz demoníaca que podría llevarte a la locura. Mientras esté hablando, las demás personas en el cuarto se desvanecerán sin dejar rastro. Después de que acabe, simplemente morirá y la puerta del cuarto se abrirá. Serás libre de irte ahora, si aún mantienes tu cordura.


El bebé muerto es el objeto 11 de 538. ¿Te atreves a remover el bisturí?

martes, 20 de febrero de 2018

¿Cuál es tu tercer deseo?

Cuenta la leyenda que se podía ver a un anciano muy triste vagando por las calles de una pequeña ciudad en el norte de los Estados Unidos. Hacía mucho que el anciano andaba sin un rumbo, siempre con esa incertidumbre que por momentos todos hemos tenido, de no saber lo que vamos a hacer.

Cierta noche, el anciano caminaba por una calle oscura que finalizaba en una encrucijada. Sin rumbo, perdido en el medio de la negrura de la noche que lo rodeaba escuchó una voz, al inició distante e indistinguible, pero que cada vez se volvía más cercana dando la impresión de que se estaba acercando. 

En la penumbra el hombre logró ver la forma de una mujer que cantaba melodiosamente sus palabras mientras se acercaba a él y tímidamente le preguntó: “¿Cuál es tu tercer deseo?”

El viejo bastante aturdido, hacía un esfuerzo enorme por ver a la mujer decidió continuar su camino, pensando que no se dirigía a él, pero la mujer se volvió mientras bailaba y tarareaba las palabras en torno al anciano: “Ahora tu tercer deseo. ¿Cuál es? ”

El hombre enojado se detuvo, trató de enfocar su mirada sobre la agitada mujer y contestó: –“Maldita sea, ¿Qué quieres mujer?”

Ella nuevamente le dijo cantando: –“Tu tercer deseo.”

“¿Tercer deseo?” – El viejo estaba confundido – “¿Cómo puedo tener un tercer deseo si no he tenido un primero ni un segundo?”

“Ya has tenido tus dos deseos” – tarareo la mujer- “pero tu segundo deseo fue que yo volviera todo a como era antes de que pidieras tu primer deseo. Es por eso que no recuerdas nada; porque todo es como era antes de cualquier deseo”.  Ella continuó, apresurando al pobre hombre –“Entonces, tienes un deseo restante. ¿Qué vas a pedir?”

“Está bien” – exclamó el anciano – “Yo no creo en esto, pero no hay nada de malo en desear. Yo deseo saber quién soy.”

 –“Que divertido,” – dijo la mujer mientras cumplía el deseo y desaparecía – “Ese fue tu primer deseo.”

Se dice hoy en día que aquel anciano cambiaría todo lo que tiene por no recordarlo...




Calificación: 

La llamada

Les traigo otro juego poco conocido de internet. Para éste debes ser muy valiente o muy estúpido, pero de cualquier forma parece tener una gran recompensa...

Para comenzar necesitas estar solo en casa y tener un par de teléfonos, pueden ser fijos o móviles, pero ambos deben ser de tu propiedad.

El ritual comenzará a cualquier hora después de las 12:00 am. Y debes ubicar cada teléfono en una habitación distinta, con la luz encendida y el resto de la casa en penumbra.

Deja uno de los teléfonos en un cuarto, cierra la puerta y ve a la otra habitación. Una vez que estés allí junto al teléfono que haya sobrado, comienza a llamar al otro cuarto. Si a los diez tonos no ha ocurrido nada, mala suerte: cuelga la llamada e inténtalo otro día.

Por el contrario, si alguien ha atendido la llamada, oirás un silencio mortificante, seguido por susurros extraños y sonidos parecidos a muebles moviéndose. No te asustes, y por lo que más quieras, no cuelgues la llamada, ya que la persona que está al otro lado de la línea lo verá como de muy mala educación. Una voz gutural pero manejando de forma perfecta el idioma te saludará cordialmente e iniciará una conversación.

Primero te preguntará cosas triviales. Conforme los minutos vayan avanzando, te cuestionará acerca de cosas más y más personales que te verás obligado a responder por parecer cortés. Si le llegases a decir una mentira para finalizar la conversación, como decir que tienes poca batería o poca cobertura, no reaccionará a tu gesto de la manera que planeas.

Llegará un momento en el que te preguntará en dónde está tu cuarto, y tú, habiendo caído en su manipulación, te sentirás tentado a decírselo (hazme caso, su poder de convencimiento es increíble). Ten la suficiente fortaleza como para no llegar al extremo de revelar en dónde estás. Pídele, por el contrario, jugar a un juego.

Aquí viene la parte más difícil. El espectro va a salir de su cuarto y va a comenzar a recorrer la casa, buscándote. Tocará varias veces la puerta de una habitación, dirá «¿estás ahí?» y entrará. Créeme cuando te digo que sentirás de forma asfixiante una presencia cada vez más y más cerca de ti, e incluso podrás oír sus pisadas por el pasillo mientras te busca. Rápidamente, apaga la luz de tu cuarto, escóndete y quédate totalmente quieto. No apagues el móvil ni finalices la llamada, solo no hables. Asegúrate de estar bien escondido y no hacer ningún ruido.

Cuando tu invitado toque la puerta, pregunte por ti y entre, sentirás un deseo increíble de salir de tu escondite para acabar con tu angustia. No lo hagas. Por lo que más quieras, por muy mal que te encuentres, y aunque sientas que la presencia es demasiado fuerte como para aguantarla, no salgas de tu escondite. El espectro solo se quedará un minuto en tu cuarto hasta que decida cerrar la puerta y volver a su sitio. Una vez que lo hayas oído regresar a la otra habitación iluminada, sal de tu escondite con total confianza. Tu interlocutor dirá que ha disfrutado mucho contigo, pero que desgraciadamente se tiene que marchar. Agradécele la conversación que habéis tenido y espera a que cuelgue.

Todavía no enciendas las luces de toda tu casa ni te vayas de donde estás. Has sufrido mucho, así que vas a ser recompensado. Pocos minutos después de que haya finalizado el juego, recibirás una llamada del otro teléfono. Oirás una voz monótona, que dirá: «Seleccione su premio».

Si pulsas el uno, podrás escuchar algo muy revelador sobre tu futuro (que podrás alterar o dejarlo como es).

Si pulsas el dos, escucharás algo secreto sobre ti que desconocías por completo y que cambiará tu vida.

Si pulsas el tres, recibirás una pequeña habilidad que será traducida en la buena suerte. No serán situaciones increíbles, como ganar la lotería o encontrar al amor de tu vida, pero sí pequeñas casualidades que salvarán tu día a día (encontrar cierta cantidad de dinero por la calle, aprobar un examen para el que apenas estudiaste…).

Si pulsas el cuatro, tus heridas, y hasta tus quemaduras, cicatrizarán con mayor facilidad.

Si pulsas el cinco, la persona a la que amas también se enamorará perdidamente de ti.

Si pulsas el seis, al día siguiente, en el que cuarto en el que se hallaba el espectro, encontrarás un objeto que siempre deseaste (de nuevo, nada espectacular, pero sí cosas como un mejor ordenador o unos billetes de avión para un viaje).

Una vez que hayas elegido, la llamada terminará automáticamente. Recoge el otro teléfono, enciende las luces y sigue tu vida con normalidad.

Si estás pensando en hacer el juego seis veces para obtener todos los premios, la segunda vez que lo intentes la manipulación que tu interlocutor ejercerá sobre ti será imposible de evitar, así que no te sugiero que lo sigas intentando.



Calificación: 


lunes, 19 de febrero de 2018

Los hombres Huecos

I

Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados unos con otros
La cabeza llena de paja. ¡Pobres!
Nuestras voces secas, cuando
Susurramos juntos
Son suaves y sin sentido
Como el viento sobre el pasto seco
O pies de ratas sobre vidrio roto
En nuestra bodega seca
Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
con mirada decidida, al otro reino, al de la muerte
Recuérdennos, -si es que lo hacen- no como perdidas
Violentas almas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.



II

Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de los sueños de la muerte
Ellos no aparecen
Allí los ojos son
Luz solar sobre una columna rota
Allí, está un árbol balanceándose
Y las voces son
En el canto del viento
Más distantes y más solemnes
Que una estrella desvaneciéndose.
Déjame estar lejos
En el reino de los sueños de la muerte
Déjame también ponerme,
Tales disfraces deliberados
Saco de rata, piel de cuervo,
Cruces del campo santo
Que se comportan como el viento se comporta
No mas cerca -
Ni siquiera en ese encuentro final
En el reino de las penumbras


III

Esta es la tierra muerta
Esta es tierra de cactus
Aquí las imágenes de piedra
Se levantan, aquí reciben
la súplica de la mano de un hombre muerto
Bajo el parpadeo de una estrella que se desvanece.
Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando sólo
A la hora en que estamos
Temblando con ternura
Labios que podrían besar
Componen rezos para piedras rotas.


V

Aquí vamos alrededor del espinoso peral
Espinoso peral espinoso peral
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
A las cinco en punto de la mañana .
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
La sombra cae
Porque tuyo es el reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
La sombra cae
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
La sombra cae
Pues ligero es el reino
Pues ligero es
La vida es
Pues ligera es la
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
No con una explosión sino con un lamento.


T.S. Elliot