viernes, 6 de diciembre de 2019

#147 El Holder del Ego

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier granero o granja a la que puedas llegar por tus propios medios. Cuando entres, haya o no alguien dentro debes preguntar por quien se hace llamar "El Portador del Ego". La habitación se llenará inmediatamente con agua que es blanca y opaca al mismo tiempo. Descubrirás que puedes respirar mientras estás sumergido en el, sentirás que tu conciencia se escapa, de inmediato verás todo y nada; sabrás que así se siente la muerte.

Una eternidad pasará.

Te encontrarás de pie en la misma granja, con un cigarrillo encendido que parece estar suspendido en el aire, debes tomarlo y dar una profunda fumada. El humo traerá el peor dolor que hayan sentido tus pulmones, no debes exhalar o no será solo humo lo que expulses... Lentamente el humo tomará tu forma, al principio de manera etérea, pero a medida que pase el tiempo desarrollará huesos, músculos y tejidos. Su rostro sin piel te gritará: "¿Quién quiere saber?". No debes contestar, ni siquiera pestañees, el te gritará aún mas fuerte que antes y sentirás como se sacuden los cimientos del mundo con su voz. Si permanece inmóvil hasta ese punto puedes responderle: "Quiero saber". Si se ha movido ya debes estar experimentando una eterna oscuridad.

Tu doppelganger despegará como un hombre poseído, corriendo a través de laberintos y cercas que parecieran brotar de la nada. Si te tomas el tiempo de mirar las paredes del laberinto el se habrá ido hace mucho tiempo y tu castigo será vagar para siempre en ese lugar.

Cuando llegues al final del laberinto verás ante ti todos tus recuerdos y experiencias, estos permanecerán contigo por el resto de tu vida y podrás recordar con perfecta claridad todo lo que te haya pasado. De repente recordarás una aguja que ha estado en el bolsillo de tu chaqueta por quién sabe cuánto tiempo.



Esta aguja es el Objeto 147 de 538. La realidad misma es perforada por ella.

jueves, 5 de diciembre de 2019

A Donde Van los Niños Malos

Debí haber tenido 6 o 7 años cuando vivía en el Líbano. Un país arrasado por la guerra en ese entonces donde los asesinatos eran comunes y frecuentes. Recuerdo que en una particularmente viciada época en la cual los bombardeos raramente paraban, yo me quedaba en casa sentado frente al televisor viendo un show... demasiado raro.

Era un programa para niños de unos 30 minutos, que contenía imágenes extrañas y siniestras. Hasta el día de hoy creo que era un intento apenas velado por los medios de comunicación de usar tácticas de miedo para mantener a los niños en su lugar, porque la moraleja de cada episodio giraba en torno a ideologías muy ”tensas”... Cosas como: ”los niños malos se acuestan tarde”, ”los niños malos ponen sus manos debajo de las cubrecamas cuando duermen” y ”los niños malos roban comida del refrigerador en la noche”.

Era muy extraño y en árabe por si fuera poco. A pesar de que no entendía mucho el idioma el programa mostraba en su mayoría las imágenes muy gráficas y comprensibles. Sin embargo, lo que más me quedó grabado en mi mente fue el cierre, el mismo en casi todos los episodios. La cámara se acercaba a una vieja, oxidada y cerrada puerta. A medida que se acercaba más a ella, unos gritos extraños e incluso agonizantes comenzaban a escucharse de fondo. Era extremadamente espantoso, especialmente para una programación infantil. Entonces un texto árabe aparecía en la pantalla diciendo: ”Ahí es a donde van los niños malos.” Eventualmente la imagen y el sonido desaparecen, y eso sería el fin del episodio.

Luego de unos 15 o 16 años me convertí en un fotógrafo periodístico. Ese show estuvo en mi mente toda mi vida, apareciendo en mis pensamientos esporádica mente. Eventualmente me cansé, y decidí investigar, me las arreglé para descubrir la ubicación del estudio en donde mucha de la programación del canal se había grabado. Después de investigar más a fondo y viajando al sitio, descubrí que hoy en día estaba desolado y abandonado después de que la gran guerra había terminado.

Entré a las instalaciones armado con mi cámara. Estaba quemado por dentro, quizás un incendio había ocurrido o alguien hubiera intentado incinerar todos los muebles de madera. Después de un par de horas haciendo mi camino dentro del estudio y sacando algunas fotos, encontré una sala aislada fuera del pasillo principal, me toco tener que romper algunos candados y abrir la pesada puerta, y al ingresar me paralicé por varios minutos. Trazos de sangre, freces y pequeños fragmentos de hueso estaban esparcidos en el suelo. Era una pequeña sala, y una extremadamente morbosa escena.

Sin embargo debo admitir, lo que más me espantó y me hizo jurar nunca más volver, fue el atornillado y enjaulado micrófono colgando de el techo en medio de la sala...




Calificación: 

miércoles, 4 de diciembre de 2019

#132 El Holder de la Fama

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o casa desolada a la que puedas llegar por tus propios medios, cuando llegues a la recepción debes preguntar si puedes ver a quien se hace llamar "El Portador de la Fama". El hombre te va a negar severamente que se haya nombrado a algún paciente como tal, pero luego de asegurarse de que nadie lo mira te pasará una uñeta mientras te susurra: "Salúdalo de mi parte ¿Quieres? Soy un gran admirador". Acepta el regalo y agradece al trabajador, cuando abandones el lugar notarás que ya es de noche, sin importar a que hora ingresaste.

Cruzando la calle te encontrarás con un bar, incluso si no estaba ahí antes. Entra e intenta no prestar suficiente atención a la música que suena en el fondo, o te unirás a la audiencia que ahora baila porque una vez fue lo suficientemente tontos como para detenerse y disfrutarla. 
Estos desafortunados individuos ahora son atormentados para siempre por melodías que derriten sus cuerpos y almas mientras sus oídos sangran, pero su audición no disminuye ante esta melodía demoníaca. Debes dirigirte al Backstage, ahí estará esperando un gorila vestido de guardaespaldas, cuando él te bloquee el camino debes mostrarle la uñeta que te regaló el trabajador.

Si aún con eso no te deja pasar, reza para que te quite la cabeza antes de tener que sentir el dolor de sus manos desnudas destrozándote. Si te deja pasar, serás guiado a una habitación que a diferencia de la elegante y decoración de el bar que antes te rodeaba, se verá simple, con paredes pintadas en color beige y una sola lampara colgando sobre tu cabeza. En el medio de la habitación verás un hombre, al parecer una estrella de rock con su largo y ondulado cabello, contextura delgada y jeans ajustados.
El tocará una guitarra eléctrica y a su lado habrá una silla con una segunda guitarra apoyada en un soporte. Innumerables horrores y pesadillas te esperan si esa no es la escena que encuentres cuando el gorila te deje pasar.

El guitarrista tocará la más bella de las canciones, toca tan hábilmente como si sus dedos estuvieran pisando suavemente en la playa. Te sorprenderá tanto su habilidad como la música que está tocando. Sin embargo sentirás que es una canción triste y su mensaje trágico reverberará tu alma con cada pulsación de las cuerdas. Muchos son conducidos a la depresión en ese mismo momento y deciden poner fin a sus propias vidas, pero si eres firme debes sentarte junto al guitarrista, en ese momento el dejará de tocar y dira: "¿Compartirás esta canción conmigo?. En este punto solo tienes permitido hacer la siguiente pregunta : "¿Eres ese tipo famoso verdad?".

Si el guitarrista no responde, es que te ha considerado indigno de su presencia entonces las cuerdas de su guitarra se engancharán y filetearán tu cuerpo para luego arrastrar tu alma a los más profundos pozos del infierno; Pero si le gustas dira: "No es todo lo que se esperaba". Aquí debes tomar la guitarra, no te preocupes, sabrás como hacerlo.
Los dos tocarán una canción diferente a la que el guitarrista tocaba antes, mientras tocas tu parte comenzarás a ver imágenes tristes y poderosas en tu mente, pero debes mantener la concentración, a el no le gustan los errores y no quieres saber que hizo con sus anteriores guitarristas de respaldo.

Con las aburridas imágenes en tu mente como acero al rojo vivo silbando en tu piel, verás a todas las personas en la historia que fueron cegadas por el glamour de las luces de las cámaras y no pudieron ver la verdadera luz del sol, finalmente terminaron cayendo en una eterna oscuridad. Pensaban que eran especiales y se elevaban por encima de cualquiera que consideraran sucio o no apto, solo para darse cuenta de que eran más sucios que los que tanto odiaban, que eran como todos los demás. Se olvidaron de los verdaderos elementos esenciales de la vida y así la perdieron.

Después de tu actuación te dará una palmadita en la espalda y te felicitará por tu hermosa interpretación. Deja la guitarra en el soporte, agradece al guitarrista por su tiempo y sal de la habitación por la misma puerta que usaste para entrar. Cuando abras la puerta serás cegado por un destello de luz, cierra inmediatamente los ojos y ábrelos cuando sientas que el ambiente se atenúa, cuando lo hagas te encontrarás de vuelta en tu habitación.
En dos semanas recibirás un paquete que contiene la guitarra que utilizaste aquel día, está autografiada aunque en un idioma que no es de este mundo. Recibirás su mensaje independientemente ya que ahora sabes el verdadero costo de la eminencia.



Esa Guitarra es el objeto 132 de 538. No hay nada glamoroso en la carga que llevas, muchos la han llevado antes y muchos la llevan todavía.

El juego de la llamada

Antes de que te explique las reglas del juego, hay una serie de requisitos que es obligatorio cumplir. Primero, tienes que estar en casa y completamente solo o sola; si hay alguien más, no sucederá nada. Segundo, debes realizarlo muy tarde por la noche, más allá de medianoche. Y, por último, tienes que asegurarte de tener dos teléfonos en casa. Estos dos teléfonos deben ser de tu propiedad, no pueden ser de un amigo o de un familiar, y es indiferente si son teléfonos móviles o fijos siempre y cuando solo tú tengas control de ellos. Una vez que hayas cumplido estos requisitos, necesitarás dos habitaciones para poder jugar y ambas habitaciones deberán estar iluminadas, mientras que el resto de la casa no.

Por razones que explicaré más adelante, asegúrate de que haya cierta distancia entre los cuartos. Por el contrario, si alguien ha atendido la llamada, oirás un silencio mortificante, seguido por susurros extraños y sonidos parecidos a muebles moviéndose. No te asustes, y por lo que más quieras, no cuelgues la llamada, ya que la persona que está al otro lado de la línea podría verlo como una falta de respeto. Una voz gutural te saludará cordialmente e iniciará una conversación.

Primero te preguntará cosas triviales. Conforme los minutos vayan avanzando, te cuestionará acerca de cosas mucho más personales que te verás obligado a responder por parecer cortés. Si le llegases a decir una mentira para finalizar la conversación, como decir que tienes poca batería o poca cobertura, no reaccionará a tu gesto de la manera que planeas.

Llegará un momento en el que te preguntará en dónde está tu cuarto, y tú, habiendo caído en su manipulación, te sentirás tentado a decírselo (hazme caso, su poder de convencimiento es increíble). Ten la suficiente fortaleza como para no llegar al extremo de revelar en dónde estás. Pídele, por el contrario, jugar a un juego.

Aquí viene la parte más difícil. El espectro va a salir de su cuarto y va a comenzar a recorrer la casa, buscándote. Tocará varias veces la puerta de una habitación, dirá «¿estás ahí?» y entrará. Créeme cuando te digo que sentirás de forma asfixiante una presencia cada vez más y más cerca de ti, e incluso podrás oír sus pisadas por el pasillo mientras te busca. Rápidamente, apaga la luz de tu cuarto, escóndete y quédate totalmente quieto. No apagues el móvil ni finalices la llamada, solo no hables. Asegúrate de estar bien escondido y no hacer ningún ruido.

Cuando tu invitado toque la puerta, pregunte por ti y entre, sentirás un deseo increíble de salir de tu escondite para acabar con tu angustia. No lo hagas. Por lo que más quieras, por muy mal que te encuentres, y aunque sientas que la presencia es demasiado fuerte como para aguantarla, no salgas de tu escondite. El espectro solo se quedará un minuto en tu cuarto hasta que decida cerrar la puerta y volver a su sitio. Una vez que lo hayas oído regresar a la otra habitación iluminada, sal de tu escondite con total confianza. Tu interlocutor dirá que ha disfrutado mucho su tiempo contigo, pero que desgraciadamente se tiene que marchar. Agradécele la conversación que habéis tenido y espera a que cuelgue.

Todavía no enciendas las luces de toda tu casa ni te vayas de donde estás. Has sufrido mucho, así que vas a ser recompensado. Pocos minutos después de que haya finalizado el juego, recibirás una llamada del otro teléfono. Oirás una voz monótona, que dirá: «Seleccione su premio».

Si pulsas el uno, podrás escuchar algo muy revelador sobre tu futuro (que podrás alterar o dejarlo como es).

Si pulsas el dos, escucharás algo secreto sobre ti que desconocías por completo y que cambiará tu forma de ver tu propia vida.

Si pulsas el tres, recibirás una pequeña habilidad que será traducida en la buena suerte. No serán situaciones increíbles, como ganar la lotería o encontrar al amor de tu vida, pero sí pequeñas casualidades que salvarán tu día a día.

Si pulsas el cuatro, tus heridas, y hasta tus quemaduras, cicatrizarán con mayor facilidad.

Si pulsas el cinco, la persona a la que amas también se enamorará perdidamente de ti.

Si pulsas el seis, al día siguiente, en el cuarto en el que se hallaba el espectro, encontrarás un objeto que siempre deseaste.

Una vez que hayas elegido, la llamada terminará automáticamente. Recoge el otro teléfono, enciende las luces y sigue tu vida con normalidad.

Si estás pensando en hacer el juego seis veces para obtener todos los premios, la segunda vez que lo intentes la manipulación que tu interlocutor ejercerá sobre ti será imposible de evitar, así que no te sugiero que lo sigas intentando.


martes, 3 de diciembre de 2019

El Maniquí

Siempre había detestado esa costumbre de su madre de recoger de la calle cualquier cosa que ella pensaba que "serviría para algo". Ese día le hizo cargar un maniquí al cual le faltaba un brazo y tenía media cabeza desprendida varias calles. Una vez que llegaron a la casa, Mauro dejó el maniquí en la sala y subió a su habitación, porque tenía que terminar un trabajo de la escuela.

Una hora más tarde, después de cenar rápidamente junto a su madre y su hermana, volvió a subir porque no había terminado aún. De hecho, la realización de su trabajo se extendió hasta la madrugada esa noche. En un momento le dio sed, y bajó a la cocina a servirse un refresco, y al encender la luz se encontró con una mujer justo enfrente suyo: era el maniquí. Dio un salto y lo puso a un lado. Volvió a su habitación porque ya le faltaba poco.

Estaba tan concentrado que no se percató de que se oían pasos en la escalera. Toc... Toc... Toc... Eran ruidos de madera contra madera. Sus ojos estaban enfocados en las letras negras en la pantalla de su computador, tanto que no se percató de que la puerta de su habitación se abría y de que una figura blanca entraba arrastrándose.

La figura no tenía piernas, y le faltaba un brazo. Cuando llegó a los pies de la silla en la que se sentaba Mauro, le tocó el talón desnudo con su dedo de madera pintada de blanco, frío. El chico dio un salto pero no gritó: el terror lo había paralizado. En el suelo vio al maniquí. Tenía un brazo extendido, y del muñón que habría sido el otro brazo sobresalía un hueso blanco manchado de sangre, así como varios colgajos de carne; y su cabeza era sólo la mitad de ésta, como si fuera un insecto aplastado contra el suelo, trazos de cerebro colgaban desde el hueco que ocupaba medio cráneo, entre venas y el ojo derecho. De repente el maniquí adquirió una velocidad sobrehumana y se abalanzó sobre Mauro, que no pudo decir nada por el terror. 

Al otro día, cuando su madre entró para despertarlo, se encontró con una escena terrible. Su hijo estaba tirado en el suelo, pálido, estaba muerto: le faltaba un brazo y su cabeza parecía haber sido masticada por un monstruo gigante; pero lo que la hizo desmayarse fue lo que vio junto al cadáver de Mauro: el maniquí, el cual llevaba puesto el brazo de su hijo y su cabeza, que había estado rota, ahora estaba completa con la parte de la cabeza que le habían arrancado a Mauro.

Pienso que volveré a ver a ese maniquí...



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