miércoles, 1 de enero de 2020

Arbol Carnivoro de Madagascar


Localización: Madagascar, África.
Aspecto: Árbol con lianas 
Tamaño: 2 a 6 m
Primer Reporte: 1874
Población: Desconocida





Información

En 1878 el biólogo polaco Omelius Fredlowski recibió una carta en la que un explorador Alemán llamado Carl Liche, en la cual relataba haber protagonizado un encuentro con un tipo de planta que devoraba hombres. El relata que en sus viajes tuvo un encuentro con la tribu Mkdo en el que presenció un sacrificio humano presentado al terrible Arbol de Madagascar.

"Los esbeltos y delicados palpos, con la furia de serpientes hambrientas acariciaron por un momento la cabeza de la mujer, y entonces, como si el instinto de una inteligencia demoníaca se apoderara de ellos, se enroscaron de repente alrededor de su cuello y de sus brazos; entonces, mientras chillaba salvajemente la estranguló, envolviéndola entre sus tentáculos, como grandes serpientes verdes, y con brutal energía y rapidez infernal la levantaron y se contrajeron, envolviéndola capa tras capa, aplastándola con cruel rapidez y la salvaje tenacidad de anacondas devorando a su presa."
Carl Liche
(Fragmento)



Este árbol fue descrito como una gran piña de más de dos metros de altura apoyada sobre su base y sin hojas. El tronco del árbol es de un marrón oscuro y deslustrado, el cual parece tan duro como el hierro y desde la cima de este árbol, cuelgan unas hojas en forma de huesos, las cuales llegan hasta el suelo, estas hojas, con una longitud de dos metros, terminan en sus puntas con la forma de un cuerno de vaca y poseen una cara cóncava, desde el interior del cono -blanco y Redondo- exuda un líquido transparente, tan dulce como la miel y altamente tóxico y soporífero. Bajo el borde inferior salen unos zarcillos verdes, largos y peludos, de unos tres metros de largo. Por encima de éstos, seis tentáculos blancos, finos como juncos y casi transparentes, se retuercen y enrollaban incesantemente.




Baila bailarina, baila (Micropasta)


Baila bailarina, vamos, haz tus increíbles piruetas, el pequeño nonato de mamá… La marioneta perfecta, sin imperfecciones y siempre con esa sonrisa, aunque sangres y sufras, aunque tus zapatos manchen el piso de sangre, aunque tus lágrimas decoren tu rostro de tristeza, aunque sufras en cada bello movimiento... baila bailarina, baila hasta la muerte.


Ravnos

Si algún clan fuese reconocido por su perverso sentido del humor, sería el Ravnos. Son embaucadores de primer orden, tejiendo ilusiones y mentiras en elaborados planes para separar a los tontos de cualquier cosa que deseen los Ravnos... ya sea riqueza, sangre o incluso la libertad de sus víctimas. Como Mefistófeles, o el Viejo Bribón, los Vástagos usan sus trucos con cualquiera con el que se topen, sea humano o vampiro, y ay de quien no pueda pagar los costes ocultos. Aunque muchos Ravnos se ven como grandes embaucadores, los generalmente benévolos trucos de Cuervo y Coyote no son del todo su estilo. En su lugar, recurren a una tradición de ilusión y engaño heredada de los rakshasas y ghuls del Lejano y Medio Oriente. Tratar o negociar con un Ravnos es muy peligroso. Y estos demonios llevan mucho tiempo dedicados a los trapicheos. Los Ravnos son nómadas de corazón y no se preocupan mucho por conseguir refugios pemanentes o posiciones de poder en una ciudad. Incluso los que han escogido una ciudad determinada tienden a establecerse y abandonar los refugios según su humor. Tomando el cubil que les apetezca, haciendo lo que les dé la gana y marchándose en cuanto se aburran.

Sus hábitos irritan a los príncipes de todo el mundo, resentidos por la falta de respeto de los Ravnos a la Tradición de la Hospitalidad. Pero pocos castigan a los infractores, pues saben que al hacerlo atraerían la hostilidad de todo el clan. Aunque tienen profundos lazos con los gitanos, pocos Ravnos disfrutan de la hospitalidad de sus parientes mortales. Quizá los gitanos conozcan demasiado bien la naturaleza de estos vampiros, y sean reacios a ofrecer su amistad a los no-muertos. Quizá los propios Ravnos alejan a sus familias mortales mediante sus peligrosos trucos. Sea cual sea el motivo, un Ravnos no suele tener aliados a los que recurrir con regularidad. Su encanto puede conseguirle compañeros temporales, y la lealtad de clan puede atraer la ayuda de algunos otros Ravnos en caso de necesidad, pero en última instancia sigue un camino solitario. Naturalmente, los príncipes de muchas ciudades son contrarios a dejar libertad de acción a estos embaucadores en sus ciudades. Los Ravnos tienen un rígido, aunque excéntrico, código de honor, pero es raro que su concepto del mismo coincida con el de otros Vástagos. Un Ravnos puede romper su palabra cuando quiera, e menos que se haya escupido en la palma de la mano y estrechado la de la otra parte en un trato.

Defenderá a ultranza su “buen nombre”... dependiendo de lo que considere una calumnia. Y por lo general acudirá en defensa de un compañero de clan, y viceversa. Los Ravnos pueden aprovecharse unos de otros, pero lo consideran su privilegio, negado a los ajenos al clan. Quizá lo más preocupante de los Ravnos sea que, como clan, se las arreglaron para sobrevivir durante siglos en Asia, donde muchos Vástagos son perseguidos y devorados por los despiadados Catayanos. Ningún otro vampiro sabe cómo lo consiguieron... pero está apareciendo una posible explicación. Hay rumores de ancianos que despiertan, sacudiéndose la tierra de milenios y llevando el caos a las cortes Cainitas. Estos ancianos Ravnos (si los rumores son correctos) han demostrado aterradores poderes místicos, incluyendo un talento para proyectar ilusiones tan poderosas que pueden afectar al mundo físico. Sólo el tiempo puede decir el efecto que tendrá en la Yihad el despertar de estos “reyes demonio”.


#197 El Holder de la Risa

En cualquier ciudad, en cualquier país, entra a un restaurante, sin importar cuál. Acércate al mesero y si no hay ninguno a cualquier empleado que te pregunte si te han atendido, en ese momento diles que necesitas unirte al "Portador de la Risa", si la persona se ríe, sacudiendo la cabeza, estás en el lugar correcto, te llevarán a una habitación privada en la parte posterior del edificio. Se reirán entre dientes mientras se acercan a la puerta, como si en sus cabezas escucharan una comedia. Entra a la habitación cuando abran la puerta, habrá un foco iluminando el centro de la sala y un micrófono, camina hacia el y tómalo, cuando mires hacia adelante notarás que estás en un escenario. Las luces que te apuntan no te permitirán ver al público pero podrás distinguir que se encuentran sentados en mesas dispersas; estas criaturas son seres tan inmundos que será mejor no describir. Sonrie a cada uno de ellos, si no tienes pánico escénico es buen momento para contar tu mejor chiste, haz cualquier broma.

Si el público no se ríe, toma el mismo camino que usaste para ingresar, si la suerte te acompaña la puerta estará abierta y podrás volver al restaurante... tal vez terminar tu comida y olvidar lo que ocurrió. Peso si se ríen, debes volver a sonreirles y contar otro chiste, no importa lo que digas, se reirán de todos modos, cuéntales una tercera broma, si las risas se hacen más fuertes haz tres reverencias: una al lado izquierdo del escenario, una al lado derecho del escenario y una al centro, luego de eso se apagarán las luces. Haz terminado el tercer acto pero, la atención aún está sobre ti. Mira hacia arriba sin dejar de sonreir, mientras miras más allá de la audiencia, que ya han comenzado a disiparse. Si rompes tu sonrisa por algún motivo ellos lo verán y comenzarán a agredirte con insultos y golpes que podrían llevar al suicidio a la persona más optimista y alegre.

Verás otra luz enfocando una mesa en la parte posterior, sentado en ella habrá un hombre cuya radiante, amplia y amenazadora sonrisa avergonzará a la tuya, salta del escenario y aterriza en una de las mesas, no debes tocar el suelo, si lo haces, caerás a un vacío interminable donde jamás volverás a sentir la alegría de la risa. Muévete de mesa en mesa hasta que llegues con el hombre, lleva una gorra al revés y una polera deportiva. Sin embargo los textos impresos en estas prendas, está en un idioma antiguo e ininteligible, de todos modos parece decir algo cómico.

El hombre comenzará a contarte sus bromas, ríete sinceramente con ellas, demuéstrale que aún queda humanidad en ti, la parte de ti que disfruta los chistes ríe honestamente. Si lo finges el lo sabrá y no estará  satisfecho. Después de que termine, preguntará: "¿Entonces, qué te trae a este lado de la ciudad?"... Debes sonreir y contestarle tranquilamente ¿Qué harán los objetos...?, antes de que el hombre levante una mano haciéndote un gesto para que te detengas. Su sonrisa permanecerá con el, mientras sostenga una carraca, quítasela, el responderá: "No tengo las respuestas que buscas".
Su voz sonará como si en cualquier momento fuera a estallar en un ataque de risa, este Portador siempre fue feliz, él te mirará y te guiñará un ojo, antes de enviarte en tu viaje de retorno él te dira: "Cuidado con el hombre torpe, el no sabe de tu búsqueda y tampoco desea salir herido, pero si encuentra algún objeto, arruinará todos los planes que tengas para ellos". Debes asentirle una última vez antes de que él se desvanezca en la oscuridad.

De pronto aparecerá un camino en medio del aire, parece estar hecho de la nada claramente, pero si miras con detención verás que está hecho de vidrio, sigue el camino de regreso al escenario y cuida de no mirar abajo ya que si lo haces caerás hacia la eternidad. Debes darte prisa y salir por la puerta del escenario, el portero te dirá algo antes de cerrar la puerta, no intentes volver a abrirla, ya no conduce a ningún lugar.



La broma del portero es el objeto N°197 de 538. ¿No te alegra tener sentido del humor? Ahora tu búsqueda puede continuar, pero por ahora consigue algo de comer, la carne estará en casa.




martes, 31 de diciembre de 2019

Pánico

Lo primero que sentí fue pánico...

Intenté abrir mis ojos, pero se sentían sellados. Por mucho que lo intentaba, nada parecía funcionar. Después, intenté mover mis miembros. Brazos: nada. Ni un milímetro. Las piernas igual, como la cabeza. No podía mover ni un musculo, estaba ciego y sin movimiento. Pero podía escuchar bien.

El tintineo del agua goteando sobre el metal era casi todo lo que podía oír, pero el terrible sonido de la carne siendo cortada, que escuche después, era enloquecedor. Luego, lo noté.

Un dolor punzante. Peor que nada que hubiera sentido en mi vida. Quería gritar, pero mi boca no respondía. Sentía las hojas cortando profundamente en mi pecho, y el horrible dolor que me causaban. Sabía que está siendo abierto. Cada miembro de mi cuerpo ardía.

Intenté mantener mi mente en blanco, a pesar de la tortura que está sintiendo. Tan solo podía imaginar en lo que mis captores hacían, ¿Quién podría pensar en hacer una cosa como esta? Nadie se merece este tormento.

Tras lo que sentí como horas, por fin pude escucharles hablar. Uno de ellos demandaba mas instrumentos con los que torturarme, y el otro se los daba.

Pero después escuche como se habría una puerta. Escuchaba algunas voces en la distancia, pero fueron silenciadas por el hombre que entró.

“No sabemos cuánto nos llevara la cirugía. Espero que tan solo sean un par de horas mas.”

“No te preocupes. La anestesia aun hace efecto. No puede sentir nada.”