sábado, 11 de julio de 2020

#327 El Holder de los Mares Occidentales

Dirígete a cualquier tienda o alquiler de embarcaciones, ferry o lugar que pueda llevarte en un bote al Océano Pacífico, ve al mostrador del lugar y solicita un boleto para ver al "Portador de los Mares Occidentales", la persona del mostrador inmediatamente lucirá mareada, casi a punto de vomitar, te llevará aun taxi normal que está esperándote afuera y te conducirán en el por un tiempo, podrían ser momentos o más de una hora; inevitablemente te llevarán a un pequeño muelle donde hay una lancha atada. Debes entrar, encontrarás una brújula de latón brillante, aproximadamente del tamaño de un CD y de unos 2,5 cm de grosor en alguna parte del bote. Si no la encuentras debes salir antes de que la persona que te trajo se despida de ti, si llegas demasiado tarde para encontrarlo, serás asesinado. También debes tener cuidado, si el trabajador vomita sobre ti aunque sea un poco durante el viaje o cuando mientras te llevan, sumérgete en el agua del mar; espero que estés cerca ya que es lo único que evitará que tu carne se deshaga sobre tus huesos en cuestión de segundos.

Si logras llegar al bote, sal a mar abierto hasta un lugar donde ya no divises ningún tipo de tierra, pon la brújula en tu regazo y concéntrate en ella. En cuestión de segundos escucharás un canto profundo y vacío, comenzará desde el silencio y cuando lo notes ya estará a tu alrededor; una vez que el sonido sea casi ensordecedor, comienza a ir hacia el norte, sin dejar que tus ojos vacilen de esa brújula. Si el canto se detiene por más de tres segundos, sumérgete en el agua y no subas; los tiburones y el ahogamiento son preferibles a lo que encontrarás por encima de las olas, por supuesto, no es como si fueras a encontrar algo menos que las pesadillas más oscuras del infierno en estas aguas.

Eventualmente sentirás que tu bote golpea tierra, felicidades, has llegado al centro del caos. Verás enormes estatuas tipo Moai bailando alrededor de una gran  pira, ten cuidado con el humo, verás que ahuyenta incluso a la muerte, no debes huir de la enloquecedora cacofonía de gritos que vienen de su interior mirando la fogata ni tampoco mires los rostros de las estatuas, porque si lo haces te notarán y te asarán vivo a fuego lento por el resto de la eternidad, llenándote de líquido para que seas apetecible a sus horribles gustos.

Camina hacia la llama sin dejar de mirar la brújula y pregúntale al fuego: "Qué planearon hacer con la tierra?" El Moai emitirá un gran zumbido en un tono tan bajo que hará vibrar tu médula hasta el núcleo, con suerte no te romperás muchos huesos. Ahora mira al fuego lo más profundamente que puedas y en cuanto lo veas te pedirán que te desprendas de la brújula que te trajo hasta aquí. Si no lo haces el fuego te lo quitará junto con tus manos y posiblemente todo lo que pueda alcanzar, si por el contrario le das el artefacto, prepárate a correr. En el momento que tus manos dejen de tener contacto con el metal, corre hacia el centro del fuego ignorando cualquier dolor o ardor que seguramente sentirás. Ignora la ardiente comprensión de todos los que perecieron en ese fuego antes que tu y si puedes, ignora sus últimos gritos de dolor mientras los últimos trozos de carne se derriten de tus huesos al rojo vivo.

Si de alguna manera logras llegar al centro antes de que tus pies se hayan derretido en las brasas, lo que te llevaría una eternidad en esta pesadilla que grita, arde y despiérta; serás lavado con un calor de limpieza como un Jacuzzi. El fuego central quemará imágenes de la tierra como si hubieran llegado a la parte posterior de tu cerebro, verás desde hierba tan afilada como vidrios rotos desollando los pies de los transeúntes, hasta los pequeños mosquitos que perforan los órganos de los desafortunados alojándose en ellos y expandiéndolos hasta que tienen el tamaño de automóviles y una gran cantidad de horrores inimaginables. Si tu cordura no se ha quemado ni ennegrecido por esta horrenda visión notarás que te encuentras en una playa cerca de un aeropuerto en algún lugar de Hawaii, sin importar donde hayas comenzado estarás vestido con la ropa que tu abuelo llevaba exactamente sesenta años antes de zarpar. En tus bolsillos encontrarás dos cosas más que las que tenías: Un boleto de avión a cualquier lugar del mundo en el que más necesitas estar en ese instante y un pequeño encendedor tallado en una madera oscura y densa en forma de una cabeza de Moai. Este pequeño accesorio turístico encenderá cualquier cosa, incluso bajo el agua.
quier cosa, incluso bajo el agua.



Ese encendedor es el Objeto N°327 de 538. Su fuego arde para la reunión con sus compañeros.



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