sábado, 11 de julio de 2020

Caracol Cónico

"Cuentan que en Australia hay una especie de caracol que si te inyecta su veneno, te da el tiempo suficiente para fumarte un cigarrillo antes de morir".

Así comenzaba la carta de un tal señor "C", en la cual solo con esa frase había captado toda mi atención. Sostenía la carta a pocos centímetros de mi rostro y ahora que la tenia en mis manos era incapaz de seguir leyendo ¡Cuánto esfuerzo me costó encontrarla!
Ansioso por buscar información de un terrible accidente (100 personas muertas sin ningún motivo aparente), me encontré con esta carta escrita por el único sobreviviente del acontecimiento, que casualmente había muerto unos días antes de mi llegada a aquel pequeño pueblo de Australia.

Parecía que el pueblo quisiera deshacerse de la carta que quedó abandonada en la habitación donde el señor "C" murío, como un cadáver podrido. No podía creer que yo, un periodista que nunca creyó en estas supersticiones me asustara con lo que el breve escrito pudiera contener, pero entonces me convencí de que cuando se comienza un trabajo hay que terminarlo hasta el final. Totalmente dispuesto a seguir leyendo, me senté en la cama de la habitación y comencé a sentir ese placer que siempre me había provocado seguir el ritmo de las palabras.

"Cuentan que en Australia hay una especie de caracol que si te inyecta su veneno, te da el tiempo suficiente para fumarte un cigarrillo antes de morir". Volví a leer en voz alta, como si intentara convencerme de que sólo eran letras escritas en un papel, aunque aún hoy no puedo evitar que me deje sin habla.
"En Australia hay una especie de caracol, el caracol cónico Conus Magus, de los cuales hay algunas razas que son capaces de matar a una persona en poco tiempo. Estos caracoles constan de una especie de sifón, algo así como un cañón biológico que lanza un dardo cuando el caracol detecta a una víctima en su radio de acción. En realidad este dardo es una especie de diente, que al clavarse en la carne de su presa libera una poderosa toxina la cual tiene el efecto de un relajante muscular que funciona con tanta eficacia que las víctimas son incapaces de mover el diafragma para respirar, por lo que fallecen al poco tiempo de haber tenido contacto con el veneno.
Uno de los lugares donde se pueden encontrar en abundancia es en la gran barrera de coral, por lo que únicamente suponen un riesgo para los submarinistas que desean coleccionar sus conchas, no obstante la corriente puede arrastrar a algunos ejemplares y llevarlos hasta la costa.
Cuando todo ocurrió me encontraba en las famosas playas de Australia, disfrutando de un tiempo que pesar de los pronósticos había resultado ser excelente. Hubo lo habitual: un aviso de tiburones y otro de medusas, un escalofrío me recorrió al escuchar la voz en la radio, que hablaba con un tono demasiado cordial para el tema que estaba tocando, aunque en un instante volvió a invadirme el placer al recordar que estaba solo en un hotel con mi amada. Podía sentir el sabor de su carne en mis labios, un calor intenso pero agradable se extendía por mi cuerpo, mientras rozaba con suavidad el suyo. Le pedí que se quitara el anillo de bodas para poder sentir el contacto de todo su cuerpo, me sentí muy complacido al notar que su dedo mostraba una débil marca en el lugar del anillo, más tarde se convertirán en las marcas que usualmente tiene en el dedo una esposa.
Cuando salió el sol sentí muchos deseos de quedarme en la cama, pero le había prometido a mi esposa que visitaríamos las playas de ese maravilloso país. En ese entonces la playa no estaba repleta de turistas, solo había algunos surfistas montando las olas y era la hora perfecta para disfrutar de la tranquilidad del mar, ella me susurro con un hilo de voz que nos marcháramos a un lugar más solitario de la playa y no pude negarme.
Nos fuimos a un pequeño sector de la playa donde las olas a penas alcanzaban los 50 cm. Ella se fue a bañar en el mar y yo me quedé tumbado en la arena mientras encendía un cigarrillo mientras contemplaba cómo ella se iba internando en el mar; me distraje por un momento hasta que noté como el solitario lugar comenzaba a llenarse de gente que aún no logro entender por qué llegó hasta ese lugar.
De repente la cortina de humo que me rodeaba se disipó y vi a mi esposa tumbada en la arena con muchos turistas a su alrededor. Me acerqué corriendo alarmado, pero un hombre me detuvo en medio del camino negando con la cabeza. Entonces me percaté de que mi amada tenía una pequeña marca en el tobillo, a penas recuerdo lo que me explicaron en ese momento, solo después los forenses me pudieron dar a entender lo que por no llamarlo de otra forma, diré que fue un accidente.
Recuerdo que como pensé que no tenía otra cosa que hacer mientras la angustia me consumía y veía a todos aglomerarse alrededor de mi esposa que yacía tumbada en la arena, creí que de seguro había un médico cerca y que el hombre que me detuvo sabía lo que hacia; saqué un cigarrillo para relajarme un poco, cuando me lo terminé noté que había un extraño silencio. Todavía algo conmocionado miré a mi alrededor: todos estaban muertos". 

C.


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