viernes, 20 de diciembre de 2019

El hotel maldito

Corría el año de 1820, cuando se construyó un cementerio en un pueblo pequeño, ubicado al norte de México. En 1822 sin embargo, se optó por instalar un hotel sobre el terreno del camposanto. Los lugareños, molestos por esta falta de respeto, tomaron las armas para destruir el hotel e impedir que continuara interrumpiendo el descanso de sus difuntos. Más todo fue en vano. La rebelión se alargó por dos meses y de las ochocientas personas que peleaban, doscientos inocentes perdieron la vida.

Fue entonces cuando el gobernador del pueblo llegó a vivir con su familia dentro del lujoso sitio. Poco después empezó a sufrir extrañas pesadillas, en los que veía como la gente lloraba, agonizaba y era lastimada. En varias veces se vio a si mismo siendo torturado con un alambre de púas. Lo más raro era que al despertar, estaba lleno de heridas poco profundas pero perfectamente visibles.

Ningún médico le sabía dar explicación a dichos ataques paranormales, lo único que podían hacer era curarle las heridas. Pero los sueños siguieron y el alcalde estaba cada vez más asustado. Tanto fue el terror que se apoderó de él, que un día no lo soportó más. Asesinó a su mujer y a sus dos hijas, y acto seguido se quitó la vida.

Fueron sus guardaespaldas quienes encontraron su cuerpo inerte en su habitación, colgando desde una viga del techo con una soga áspera. Tenía la camisa desgarrada y los cortes en su piel estaban en carne viva, aun más grotescos que antes. En las habitaciones restantes hallaron a su esposa, degollada como a un animal, y a sus hijas apuñaladas.

Pero lo más escalofriante fue la nota que el gobernador dejó en su oficina, un mensaje en el que había escrito lo siguiente:

¡No quería hacerlo! Ellos me han obligado.

Al día siguiente se desató un incendio en el hotel que prácticamente lo redujo a escombros. De las veinte personas que conformaban el personal, solo dos sobrevivieron del siniestro, con terribles secuelas mentales. Afirmaban que habían visto cuerpos de desconocidos sin rostro, y siluetas oscuras que bailaban entre las llamas del fuego. Tan un solo par de días después de haber declarado ante la policía, ambas murieron y los doctores descubrieron con sorpresa, que les habían aparecido enormes heridas en la espalda.

Desde entonces, son pocos los que se atreven a acercarse al hotel en ruinas cuando se hace de noche. La gente del pueblo cuenta que, en el interior de la única habitación que quedó en pie, a veces se ve el cuerpo de un hombre colgando, así como dos niñas que ríen y juegan, y una mujer arrodillada en el suelo, que no para de llorar.

Los lugareños también han olido los sollozos de las niñas y su madre, gritos tenebrosos y cadenas que se arrastran por el suelo. Se cuenta que cada persona que ha tratado de ir a investigar, es hallada muerta a los dos días, con heridas en la piel y los pulmones perforados.



Calificación: 

jueves, 19 de diciembre de 2019

#044 El Holder de la Guerra

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde pueda llegar por ti mismo. Mira hacia el techo con indiferencia mientras caminas hacia la recepción y con una voz distante e indiferente pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador de la guerra". Recibirás un ligero golpe en el hombro; ahora es seguro mirar hacia abajo. El asistente te sonreirá cortésmente y comenzará a caminar, dando un discurso que suena casi mecánico mientras describe la historia de la institución. No reacciones a su discurso: será increíblemente sangriento y estará lleno de descripciones bastante gráficas, pero reaccionar en este punto significaría un viaje de ida al infierno.

Después de un tiempo de caminata, llegarán a una puerta hecha de caoba y labrada en oro. Detente frente a ella. Mantén una expresión aburrida en tu rostro, no reacciones cuando el trabajador te agarre de la ropa, o cambiará su agarre y te quedarás sin cabeza.

El empleado te empujará para que pases, escucharás como, de golpe, se cierra la puerta detrás de ti. Estás en lo que podría haber sido tierra de cultivo fértil, pero ahora es un campo de batalla devastado. Hay soldados vestidos de dos colores, un blanco horriblemente brillante, pero de alguna manera manchado, blanco y un negro asqueroso y repugnante, luchan de la manera más horrible posible, luchando con rifles, cañones, espadas, arcos, todas las armas de guerra que han existido desde el amanecer del tiempo.

No te alejes de este campo de batalla, o los soldados te notarán, dejarán de pelear entre ellos y se volverán contra ti con un odio voraz, eres lo que más odian y envidian, y en sus mentes enloquecidas por la batalla, eres la causa de todo su derramamiento de sangre.

Además, no intentes volver por la puerta. Ha caído en el barro, empujado por un soldado de infantería que grita empuñando un rifle con bayoneta. Si dejas que te venza, te hará pedazos en segundos, pero de alguna manera no logrará matarte. El dolor de la experiencia indudablemente volverá loco lo que queda de tu mente.

En cambio, deja caer tu expresión aburrida y pon una expresión sombría y determinada en tu cara. Camina con pasos medidos, estilo militar, en línea recta hasta que veas una estructura de tres pisos de concreto arruinado que alguna vez pudo haber sido un búnker de comando. No te des la vuelta mientras lo haces, ni te detengas o cambies el rumbo; o los tanques te derribarán.

Una vez que hayas ingresado al búnker, no le prestes atención a nadie que intente hablar contigo, sin importar cuán desesperados parezcan. Cada uno piensa que eres su enemigo, y en el momento en que respondas, serás recompensado con un cuchillo en la cara. En su lugar, sube directamente la escalera frente a ti, hasta el segundo nivel del búnker. A medida que subes las escaleras, se escuchará un choque detrás de ti, esa es la puerta del fuego que se sella ante el ataque de llamas que derriten el metal de las paredes del primer piso.

En el segundo nivel, solo hay un hombre, sentado en un escritorio, gritando en un teléfono. Las escaleras al tercer nivel son una masa de hormigón retorcido. El hombre en el escritorio usa las estrellas de un general, pero no parece darse cuenta de nada que no sea el teléfono, así como que todos los que están en el nivel, están muertos.

Camina hacia él, saluda, y con tu mejor voz militar, grita ¡SIR!. Él se moverá rápidamente para mirarte. Si cree que no eres digno de su ejército, te desmantelará lentamente con sus manos y te unirás a él en la muerte. Si piensa que eres digno, él asentirá y te mirará fijamente. No le gustan los holgazanes, así que hazle la pregunta rápidamente. Lo único que responderá es: 

¿A dónde voy, señor?

Él te lo dirá. Te lo dirá con tanto detalle, con unos detalles tan horribles, que estarás tentado a estrangularlo. No lo hagas: es un luchador mucho más experimentado de lo que podrías llegar ser, y si rompes el saludo, te encontrarás con una muerte extremadamente cruel. Cuando termine, te agradecerá y te entregará su pistola. Será su forma de devolver el saludo. Tome el arma con su funda.

Una explosión de repente diezmará la pared del fondo y atomizará al general. A través del agujero verás, en el horizonte, la forma larga y delgada de un misil que se eleva.

Cierra los ojos con fuerza y no los abras por nada. Los sonidos de una horrible batalla se desvanecerán hasta que, fuera del silencio, suene un solo disparo. Abre tus ojos.

Estás de pie en medio de un campo de trigo ondeando. De alguna manera, sabes que aquí es donde tendrá lugar la horrible batalla que atravesaste. Y también sabes, de alguna manera, que estarás en el lugar del general.

La pistola que te entregó es el Objeto 44 de 538. Aprende a usarla, le queda una ronda completa de balas. Si disparas el último tiro en el momento adecuado, evitarás el destino del general. Si no, te unirás a él.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Al apagarse las luces

Soy Jairo, tengo 25 años pero mi historia comienza cuando tenia 15. Yo era un niño inquieto, mis travesuras no eran tan problemáticas, todos me consideraban alguien valiente, no me asustaba nada... bueno, casi nada. Solo había una cosa que me asustaba más que nada: la oscuridad, era la cosa más horrible que podía pensar, siempre quería dormir con las luces prendidas pero mi madre no me entendía y apagaba las luces. El problema era que al apagarse las luces al dormir, estoy en una habitación donde hay un camino y una entrada a un lugar que no se adonde va y no quiero saber hacia donde va.

Cada vez tengo el mismo sueño pero una noche escuche algo que no estaba en mis sueños me decía:

—Al apagarse las luces estarás aquí en tu hogar, no intentes escapar por que tu vas a fallar.

Eso me asusto demasiado, jamás había escuchado algo así, la volví a escuchar varios noches seguidas, comenzó a atormentarme en mis sueños. Milagrosamente había ocasiones en que no escuchaba la voz durante semanas, pero los días tranquilos terminan antes de que descanse lo suficiente, volvía a tener el mismo sueño, el mismo lugar, vuelvo a escuchar esa voz, la maldita voz me volvía a hablar:

—Estás de vuelta después de algunos días, retornaste a tu hogar... ahora prepárate, vas a quedarte, no intentes escapar o sufrirás las consecuencias.

Un milagro sucedió aquella vez que, aparentemente, hice ruidos tan fuertes durante mi pesadilla que desperté a mi madre, que fue a despertarme. Le di un fuerte abrazo, ella habrá pensado que esa pesadilla era fuerte y me devolvió el abrazo, se le agradecí mucho pero escuché algo... era esa voz que me decía:

—Ese milagro no volverá a pasar mañana a la media noche tu me vas a encontrar y ese sera tu final.

Tuve mucho miedo le conté a mi madre de todo lo que estuvo pasando y solo me dijo que no debía creer en eso, yo le creí a mi madre por que no quería seguir con esa conversación así que me volví a dormir. Mi madre se fue y solo seguí durmiendo, volví al mismo lugar con la misma voz hablando y me dijo algo que me dejó con los pelos de punta: 

—Mañana a media noche me conocerás, ni se te ocurra decirle a tu madre o te dejaré ver lo que le haré.

Al día siguiente, sopesaba lo que había soñado. Mi madre me miro con una cara deprimida y me dijo que si me pasaba algo, solo le respondí que todo estaba bien, que no tuve una buena noche, no quería que algo le pasara a ella.

Cayo la noche y no quería dormir, estaba asustado pero sin querer me dormí y volví al mismo lugar de antes, pero esta vez me arme de valor e inmediatamente me desperté, estaba en mi cuarto tranquilo y relajado, solo era un sueño. De repente escucho a alguien que estaba en mi cama y ese monstruo cumplió su promesa que lo conocería esa media noche y no olvidare esa figura que el llamaba cuerpo y como me hablo:

—Ya estoy aquí así que prepárate, tu destino está escrito para mi, no intentes nada o tu madre será la siguiente.

Estaba asustado ni la oscuridad me dio este tremendo susto, solo por impulso grite con todas mis fuerzas. Sin embargo nadie me escucho, él habló:

—Te dije que no intentes nada pero que más da. Nadie te escuchara, eres mio y de nadie más, tu destino esta escrito tu madre vivirá pero tu eres historia.

Pensé en lo que dijo tal vez tenia razón pero yo no me daría por vencido así que intente mi ultimo recurso, encender la luz, salte de la cama y fui hacia la lampara pero el monstruo me dijo desesperado:

—!Espera espera¡ no hagas eso, te dejare en paz, por favor, no enciendas eso, mi vida perecerá.

Yo lo pensé unos momentos pero si lo dejaba ahí, me atormentaría así que hice lo que tenía que hacer, prendí la luz y solo escuche sus gritos de dolor, significaba que el monstruo había muerto y no volvería a atormentarme al dormir.

Pasaron 10 años, aún recuerdo a ese maldito monstruo, aún lo recuerdo. Me dormí una noche, volví a tener el mismo sueño que no había tenido en mucho tiempo, estaba asustado, solo veía una cosa, a él, el monstruo, que me preguntó:

—Dime ¿aun le temes a la oscuridad?

Le respondí que si, porque era verdad pero él solo se rió mucho. Después me dijo esto y fue lo ultimo que dijo:

—Sabes que el miedo te hace una persona, a mi me han dicho eso.

Yo supuse que el representaba mi miedo y era tanto el miedo que tenia, que manifiesto ese monstruo que en realidad yo lo cree sin saberlo. Cuando comprendí esto, no lo volví a ver nunca más, pero con lo que me dijo, solo tenía algo que hacer antes de dormir, apagar las luces y me fui a dormir con las luces apagadas.



Calificación: 

martes, 17 de diciembre de 2019

#412 El Holder del Significado

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a alguna institución mental o casa en medio de un camino a la que puedas llegar por tus propios medios. Una vez adentro pide que te lleven con quien se hace llamar "El Portador del Significado". El trabajador comenzará a gritar, luego sacará un cuchillo del segundo cajón de su escritorio y se lo insertará en el estómago, debes esperar a que se desmaye, retira el cuchillo de su cuerpo y dirígete al pasillo más cercano. Cualquier persona que haya estado en ese momento en el lobby, no notará nada de lo que ha ocurrido. 

Pasarás afuera de muchas habitaciones, y dentro de ellas oirás los gritos más horribles que jamás hayas escuchado antes. No intentes rescatar a nadie, no pueden ser salvados de su tortura. Al final del pasillo encontrarás una puerta que no tiene cerradura ni manilla, apuñalala tan fuerte como puedas con el cuchillo y no te detengas hasta que se abra. Si el cuchillo se rompe, usa la mitad restante para cortarte el cuello para morir rápidamente. No puedes retractarte en este punto, solo hay sufrimiento infinito detrás de ti.

Si la puerta se abre, verás delante de ti una gran sala, repleta con los cuerpos de cien hombres. Estos pobres diablos murieron de las maneras que te volvería loco imaginar, no prestes atención a sus heridas o te unirás a ellos.

Mientras caminas serás testigo de todos los crímenes que hayas cometido, no te arrepientas, ya que si lo haces tus pulmones se convertirán en espinas que perforarán tu corazón en cada respiración. 

Cuando llegues al otro lado de la habitación, de la nada aparecerá una niña que te obsequiará un pequeño pastelito antes de estallar en llamas dejando solo cenizas.



Este pastel es el objeto 412 de 538, ¿Te atreves a comerlo? 

lunes, 16 de diciembre de 2019

Oda al Gato

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda