miércoles, 17 de junio de 2020

Muñecas [Micropasta]

Poco a poco paso el hilo por las aberturas para cerrarlas y formar una nueva costura. Sí, ya pegué el brazo. ¡Es tan bonito hacer muñecas! Por más de que sean de carne, claro.

Desde un lugar horrible

Durante una noche tormentosa mi abuela se sintió mal y la llevé a un hospital. Esperábamos a un lado de la sala de emergencias, llovía copiosamente y el estruendo era constante. Los pocos que entraron chorreaban agua y se quejaban del mal tiempo.

—¡Que tormenta, parece que se abrió todo el cielo! Y esos relámpagos… —comentó un señor a la vez que se peinaba el cabello empapado con las manos. Sostuve el bolso de una joven mientras se quitaba el impermeable. La túnica blanca me indicó que era una doctora. 

—Muchas gracias, que amable —me agradeció. 

—No es nada señora. 

—Señorita— me aclaró, y sonrió. 

—Señorita entonces, dije señora porque supuse que una mujer tan linda seguramente ya estaría casada. 

—¡Ay! Me vas a hacer sonrojar ¡Jaja!— agregó entre risas y se alejó por el corredor. Volteó un par de veces y se detuvo, e hizo un gesto indicando que me acercara. Di unas zancadas y estaba al lado de ella. 

—¿Me acompañarías por este corredor? Soy nueva aquí y todavía no me acostumbro al lugar, y es tan largo este pasillo y con esta tormenta, la verdad es que me da un poco de miedo. Que vergüenza, ¿no? Siendo médico y tan asustadiza ¡Jaja!.

—Te acompaño con gusto. No tiene nada de malo sentir algo de miedo, los médicos también son gente. 

—Bueno, gracias— contestó aliviada con mi respuesta. 

Al llegar frente a la puerta que era su destino quedamos charlando un buen rato. Consultó su reloj unas veces pero seguía hablando. Me miraba a los ojos y sonreía. Cuando me fui de allí tenía su número de teléfono en el bolsillo. Mientras atravesaba el largo corredor me acordé de mi abuela. La había dejado sentada en un banco. Al regresar vi que estaba sola. Tenía la cabeza recostada a la pared y miraba fijamente hacia la puerta. Cuando fui a hablarle hubo un estallido ensordecedor y se apagó la luz: había caído un rayo. El hospital no tenía generador propio o no funcionaba. Quedamos sumidos en la oscuridad. 

—¿Abuela? ¿Está bien abuela? —le pregunté, y casi al instante me sujetó el brazo una mano que sentí delgada, dura y arrugada, y por poco no grité, mas enseguida razoné que era la de mi abuela.

—¡Siento mucho calor!— me dijo con la voz llena de angustias —¡Mucho calor, mucho calor! ¡Me estoy quemando! ¡Aaahhh…!— En ese momento me pareció ver que unas siluetas deformes caminaban a nuestro alrededor, pero enseguida se borraron, desaparecieron en la oscuridad.

Pedí ayuda a gritos. Sentí que mi abuela me soltó. Alguien salió de la sala de emergencias con una linterna, mas no necesitó usarla pues la luz volvió en ese momento. Cuando un doctor me dijo que mi abuela estaba muerta me sentí terriblemente mal. Me invadió un sentimiento de culpa; la había dejado sola durante largo rato, ¡era algo imperdonable! Pero lo que sentí después fue peor aún. Al examinarla un poco más, el doctor dijo que llevaba muerta más de media hora; había fallecido apenas llegamos. Me había hablado desde el más allá, desde un lugar que todavía me niego a creer que fuera su destino.



Calificación:

#214 El Holder de la Vanidad

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier hotel, motel o residencia en alguna carretera a la que puedas llegar por tus propios medios, cuando estés frente al escritorio pregúnta cual es el número de la habitación que aloja al "Portador de la Vanidad". La persona detrás del escritorio silbará y te entregará una tarjeta con el número de habitación de un lado y una llave del otro.

Cuando comiences a subir las escaleras debes escuchar los gemidos y toda la pasión de los cuartos que te rodean, pero no debes prestarles atención a menos que quieras sufrir algo que horrorice incluso a las almas que se encuentran en los pozos más profundos del infierno. Si el gemido se detiene toca la pared más cercana y susurra: "Todos lo están haciendo, no te detengas por mi cuenta". Si los gemidos no se reanudan, reza para tener una muerte rápida aunque eso es bastante improbable.

Al llegar finalmente a la habitación que buscas toca cuatro veces la puerta y grita: "He venido por usted". Una voz masculina te responderá, entonces debes gritar más fuerte: "¡La mujer es lo que deseo!". Si el hombre no responde abre la puerta de la habitación de la derecha y tira la llave regresando lo más rápido que puedas a la recepción. En cambio si el te dice que entres, debes abrir la puerta con la llave que te entregaron.

En lugar de un hombre, encontrarás a una mujer encadenada a un crucifijo cuyo cuerpo es de una belleza celestial y encantadora pero cuyo rostro es el más horrible que algún mortal alguna vez haya visto. Ella te preguntará si has venido a liberarla, mírala directamente a la cara y no contestes o te volverás su esclavo para toda la eternidad. 

Lo único que puedes hacer con seguridad es preguntarle: "¿Qué los hace vanidosos?". La mujer se reirá estridentemente, sacudiendo los cimientos de tu mente. Si mantienes la cordura después de eso, ella te contará lentamente sobre las cosas que mantienen su belleza para si mismas y como la vanidad terminó arruinando la belleza que tanto aprecian.

Cuando termine de hablar recoge una rosa de la cama, sin apartar la mirada de la mujer. Tan pronto como tomes la rosa cierra tus ojos mientras sientes como la habitación se llena con una fuerza incomprensible. Cuando abras los ojos la rosa estará marchita y sus espinas aún permanecerán incrustadas en la palma de tu mano.



Su tallo es el Objeto N°214 de 538. La belleza del mundo ahora se desmoronará y mostrará su verdadera naturaleza.

martes, 16 de junio de 2020

La Guillotina

En una tarde de 1879, el asesino más famoso, el hombre más pudiente de Francia, fue condenado a la guillotina, demandado por su hermano por descuartizar a su esposa. Cuando la ejecución era inminente, pronunció sus últimas palabras:

¡¡ASESINARÉ A TODOS MIS DESCENDIENTES, ME CONOCERÁN COMO LA GUILLOTINA!!gritó el millonario.

¡Púdrete vejestorio!! ¡¡Estúpido, egocéntrico!! ¡¡alimaña!! ¡¡que Dios te perdone!!exclamó el pueblo.

Pasaron 40 años desde eso, mis padres me contaron eso cuando era un crío miedoso, al principio pensé que era una broma o una leyenda, pero con el tiempo me empecé a asustar mucho.

Por las noche no podía dormir no me gustaba entrar a lugares oscuros y lúgubres, al pasar el tiempo mi padre murió en un accidente aéreo, estaba tomando un vuelo a Miami, por trabajo y ese avión se estrelló, debido que el conductor estaba tomado, lloré mucho; pero con el tiempo me acostumbre a estar solamente con mi madre.

Luego de eso, cuando tenía 43 años mi madre falleció de vieja, yo estaba solo así que el miedo que tenía de niño no era una molestia, decidí ser escritor de libros de terror, ya que mis ideas eran bestiales, sin saber mucho escribí mi primer libro. Yo cómo protagonista, quería saber que se siente tener miedo, estar atrapado en una casa a oscuras.

Luego de hacer eso, (que si me pegó un susto enorme), decidí hacer un relato acerca de esa historia que me contaron mis padres:

¡¡Astres!! Me inspiraré en la historia de mi antepasado—pensé.

Luego de horas de trabajo, por fin termine. Pose mis pies sobre la mesa y cerré mis ojos, para poder pensar en mis ganancias y en que editorial podía publicar mi libro, cuando de repente abrí los ojos y pude notar un hombre sin cabeza que entro por la ventana con una hacha llena de sangre. Susurró:

Yo soy la Guillotina...


Calificación:

#202 El Holder de la Clarividencia

En cualquier ciudad, en cualquier país; dirígete a una institución de salud mental o a algún centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios, cuando llegues al escritorio di que quieres visitar a "El Portador de la Clarividencia". El trabajador entrecerrará los ojos mientras te fulmina con la mirada, sigue insistiendo hasta que te entregue un par de anteojos y te lleve de regreso. Usa los anteojos.

Serás conducido por un largo y estrecho pasillo con una ventana abierta en el fondo. Habrá una cuerda colgando sobre la repisa junto a la ventana, tómala y tira de ella. Si la cuerda se vuelve más ligera de pronto o si tu guía te indica que debes ir a otro lugar, corre. No importa donde, solo corre. Lo que te persigue es algo que ningún humano debería ver.

Una vez que hayas tirado toda la cuerda hacia el interior de la ventana, te encontrarás en el otro extremo al cadáver de un hombre, con una moneda de plata en su boca. Quítate los lentes tan prono como veas a moneda, si lo consigues verás como esta se funde dentro de la boca del occiso, rejuveneciendolo. Si no logras hacerlo a tiempo, verás la carne del cadaver extenderse envolviéndote y verás como quedas atrapado al otro extremo de la cuerda para siempre.

Cuando la moneda haya desaparecido por completo debes preguntar: "¿Cuándo estará todo claro?". El cadáver viviendo nuevamente se afirmará de la ventana y se pondrá lentamente de pie. Se tomará todo el tiempo en contarte las verdades del mundo y todos los horrores que se esconden detrás de sus innumerables mentiras. Te contará todos los sucios y terribles secretos de la humanidad e incluso de dirá cuando se derrumbará la fachada. Al final de su historia te pedirá sus lentes. 

Si se los entregas olvidarás todas las verdades que te han sido entregadas y quedarás atrapado al exterior de la ventana. Si te niegas el responderá: "Has visto lo que realmente es". Responde: "Nada está claro" y verás como el hombre desaparece a medida que las verdades se hunden.

Ponte los anteojos cuando estés listo y huye por donde viniste, no intentes recordar las instrucciónes exactas de cuando llegaste, solo sigue corriendo como si el diablo estuviese detrás de ti persiguiéndote. Cuando finalmente colapses sentirás un segundo de horrible agonía, más tarde al despertar los lentes estarán en tu bolsillo. Te dan la capacidad de ver la verdad ante una declaración.




Estas gafas son el objeto N°202 de 538. ¿Realmente deseas ver a través de las mentiras?