lunes, 22 de junio de 2020

Los Muertos no Merecen Muchas Respuestas

La fiesta navidad de los Wilsons ya daba comienzo a su fin; Solamente quedaban cuatro familias. Siendo tan solo las 5 de la mañana el lugar era un desastre, todo cubierto de restos de comida. Era la primer navidad entre familia y amigos. Los padres de cada familia comenzaron a limpiar para arreglar un poco lugar.

De esas cuatro familias, dos vivían a pocas cuadras, lo que les facilitaba el camino a su hogar; las restantes vivían ahí, entre ellos estaba el mejor amigo del dueño del lugar, que por algún motivo al terminar la fiesta su coche dejo de funcionar, así que tuvo que pasar la noche ahí mismo hasta que por la mañana lo llevarán a su casa, todos limpian mientras los niños juegan alegremente. En silencio los adultos hablan a espaldas de otros que por el horario debieron marcharse, los pequeños ya un tanto aburridos decidieron ir con el abuelo, que por cierto fue un ex-combatiente de guerras y tenía muchas historias grabadas en su cabeza. Alfio su nieto favorito ya conocía la gran mayoría de ellas, ya que vivió muchos años en el campo, y con la falta de la televisión solo le quedo escuchar a su abuelo, y eran historias largas y aburridas para un niño, pero cuando un anciano habla ya no se le calla.

Una historia en particular que su abuelo jamás contó rodeo a los niños no tan solo de temor si no de intriga. De pronto los adultos comienzan a sentarse cerca de los niños a escuchar la maravillosa y tétrica historia, nadie se atrevía a contradecir ni una sola palabra del abuelo, tan solo por eso escucharon atentos hasta que le diera el sueño, eso jamas ocurrió. E Abuelo subió un poco el tono de la voz y todo se torno un poco más lúgubre, pues él ya se iba a acostar.

Las luces por algún fallo de la energía comenzaron a parpadear, en el aire se sentía un olor a sangre que llevaba tiempo sin frío.

Entonces fue cuando todos comenzaron a temblar de miedo al ver que de la mesa caía una copa.

— ¿Mierda? Se callo de la nada—dijeron algunos.

— ¡Dios Mio! que fue eso—replicaron los demás.

El abuelo que ya no le temía a nada, les aclaró, no se preocupen por lo que pueda llegar a pasar en este lugar.

Todos se exaltaron menos el abuelo, quien por su rostro sabía lo que sucedía en ese lugar. Los padres intentaban convencer a los niños de que nada malo iba a pasar, pues algo muy extraño los comenzó a torturar...

— ¿Por qué pasa esto? —se preguntaron todos.

—Esto pasa todas las navidades a estas horas, por eso en su niñez las fiestas terminaban temprano—respondió el abuelo con un tono burlón.

— ¿Y Cómo podemos acabar con esto? —gritó uno de sus sobrinos.

—No se puede acabar, solo resta aprender a sobrevivir y ya, no le teman a quien viene a visitarlos-.

—Tío ya comienzas a asustarme—Dijo el sobrino.

Los niños comenzaban a llorar. Hasta que la abrasante noche los puso a dormir, el mejor amigo del dueño que había leído libros sobre espíritus dijo tener la solución.

—Cálmense, yo se como solucionar todo esto y que jamás vuelva a suceder— Dijo el mejor amigo, comenzó a preparar todo lo necesario. Colocó un tablero extraño y le pidió a a su amigo que trajera una copa limpia. El dueño del lugar fue en busca de una copa limpia, fue difícil esa tarea con el desorden de cosas recientemente lavadas.

—Aquí tienes— Dijo un poco intrigado el dueño.

El mejor amigo se posiciono frente a lo que parecía según las películas el llamado juego de ouija pero con una gran copa limpia:

—Aquí sabremos que clase de mal nos acecha.

Todos a una gran distancias menos el abuelo observaban al mejor amigo del dueño interactuar con la copa y el tablero.

Una vez todo listo, el ritual ya daba comienzo. La copa sin que nadie preguntara nada se movió lentamente, formando así el nombre de quien toco el tablero por última vez, Dardo, el mejor amigo del dueño. Todos empezaron a tener piel de gallina en el momento que la copa dio su movimiento, la cual estaba bocabajo. Al estar en presencia de tal acto, todos se inundaron de terror. Entonces Dardo supo que debía comenzar a hacer las preguntas:

—¿Eres alguien malvado?

Sí, fue lo que quedo dicho con la copa deslizándose en el tablero.

— ¿Eres de sexo masculino?

DEPENDE

Todos de repente querían hacer sus preguntas, y el abuelo se levantó de su sofá a intentar a hacer su tan ansiada pregunta.

— ¿Eres habitante del cielo o el infierno?

Del mismísimo lugar al que vendrás.

— ¿Has muerto?

Jamás viví.

— ¿Quién eres en realidad?

Lo que menos crees.

— ¿Estás cómodo ahí?

Sí.

El abuelo que parecía ser el único sin miedo tomo la copa y la lanzó a la pared mas cercana:

— ¡¿Están Locos?!

Y la copa empezó a repararse y a levitar en el aire para luego volver a su lugar de origen.

Todos se sorprendieron al ver que la copa retomaba su lugar en el tablero, esta vez con cada pregunta del abuelo la copa no respondió ante ninguna de ellas. Dardo se acercó a hacer unas preguntas.

— ¿Estás ahí?

Claro que sí

— ¿Por qué no le respondes al abuelo?

Solo respondo pocas preguntas a los muertos

Todos con intriga no supieron que responder ante esa respuesta.

— ¿Te caemos bien?

La copa se detuvo por unos segundos como en duda de su respuesta y respondió:

Me agradan mis presas

Todos se asustaron y corrieron lejos.

—Ya deja eso y vayámonos.

La copa comenzó a moverse y respondió:

No podrán irse
Todos corrieron a la salida y notaron que la puerta estaba cubierta de nieve por fuera, lo que hacía imposible escapar.

—Es la primera vez que nos ocurre esto— gritó pepe el dueño del lugar

— ¿Ya vieron?— le replicó Oscar, su hermano.

—Lo mejor será aguantar hasta el mediodía— Dijo en voz baja Monica.

Todos se fueron a dormir ignorando todo lo ocurrido en su hogar.

Ya el sol inundó la casa con su luz y todos comenzaron a levantarse. Desayunos en familias hay pocos. Hasta que de repente suena el teléfono, nadie quiere acercarse a atenderlo y el tono de mensaje comienza a sonar, -el mensaje del número al que está siendo llamado es:

— ¿Eres alguien Malvado?

— ¡¿Qué?!—Respondieron todos.

—Vayan a ver al abuelo— Dijo una voz rara y macabra.

Todos corrieron a ver al abuelo. En el sofá donde él debía estar solo se encontraron 2 cosas, Una copa y el tablero que usaron esa noche. La copa estaba llena de sangre, debajo del tablero se encontraba una carta arrugada. La carta decía:

Les dije que a los muertos solo les contesto pocas preguntas



Calificación:




domingo, 21 de junio de 2020

¡Este no soy yo! [Micropasta]

Estoy en una camilla de hospital. Me he raspado y me he fracturado la tibia y la muñeca en el accidente. Como, por suerte, no es nada grave, pronto me darán el alta.

A mi lado, yace un hombre de terrible aspecto; su canoso pelo está enmarañado y sucio, y su cara está demacrada. Ha tenido un accidente como el mío. Él, sin embargo, ha estado un año en coma. Mañana será desconectado.

Me despierto y, no obstante, no puedo moverme. Me siento adolorido y, además... Un momento... ¡Esperen! No pueden desconectarme. ¡Este no soy yo!

La Mujer del Rincón

Hola, soy Daniel Navarro y les voy a contar la experiencia más perturbadora y aterrorizante de mi vida.

Cuando yo era un niño,alrededor de los seis años mis padres se divorciaron y me fui a vivir con mi madre a un departamento en las afueras de la ciudad de Lincoln.

El lugar era de arquitectura sencilla: una cocina-comedor, un baño y una habitación en la que cabían perfectamente (con mesa de luz en el medio) dos camas medianas.

La separación de mis padres no me había afectado mucho. Supongo que se debía a que fue a edad temprana o, más aún, a que yo no los había escuchado pelear ni verbal ni mucho menos físicamente. Fue Claudia, mi madre, la que me informó respecto de la lamentable situación entre ellos. Y yo no entendía muy bien qué era lo que estaba pasando, pero me sentí mal de todos modos.

Los primeros días en aquel departamento fueron muy divertidos. Lo eran para mí, me pasaba el día jugando a los Hot Wheels y dibujando hojas en blanco que después quedaban desparramadas por toda la casa.

Pero los días cambiaron, lamentablemente, en el mal sentido.

Una tarde en la que estaba aburrido y poco inspirado acerqué un ojo a la cerradura de la puerta de entrada y vi (nunca me voy a olvidar) a una mujer de espaldas en una de las esquinas del pequeño piso de cuatro departamentos.

Tenía un casi nulo rango de visión que me daba el ojal, no obstante, lo suficiente como para ver que parte, desde los hombros hasta un poco más arriba de las rodillas, era mujer. Pero era un cuerpo grisáceo, no sólo por la casi penumbra que reinaba allí afuera en el hall, sino porque parecía un cuerpo frío y además víctima de lastimaduras severas. Congelado del miedo, me alejé apenas concebí tan horrible visión, al tiempo que mi respiración se aceleraba y mi corazón empezaba a latir más fuerte, hasta el punto de sentirlo en la garganta. ¿Quién era aquella mujer? ¿Por qué estaba apoyada sobre el rincón e inmóvil y tan lastimada?

Mami— dije de forma inocente-Hay una mujer ahí afuera.

Mi madre creyó, por supuesto, que se trataba de alguna vecina que salía por algún motivo.

No, mami aclaré Está lastimada… Muy lastimada.

En cuanto escuchó esto salió disparada hacia la puerta y en cuanto escuché el ruido de la puerta abrirse, corrí a esconderme detrás de un mueble. Me fui asomando lentamente para ver que no había nadie allí.

Ah… la luz estaba apagada en el momento en que yo habían mirado por la cerradura. Fue mi madre quien la encendió para ver con claridad… ¿habría visto mal?

—No te preocupes, hijito… No hay ninguna mujer lastimada —respondió.

Pero yo estaba segurísimo de lo que había visto, motivo por el cual –y de esto me arrepiento mucho más– volví a ojear, nuevamente y con cierta incertidumbre ahora, a través del trinquete.

La misma mujer en la misma oscuridad ahora estaba de frente y a centímetros de la puerta.

Y yo no veía otra cosa que su vientre, grisáceo y tan lastimado como el resto que antes había podido contemplar.

El pánico que me invadió fue terrible.

Ni un segundo pude sostener la vista por lo que, temblando de miedo, me sobresalté de tal manera que me caí al suelo.

— ¡Mami, mami! —grité, aterrorizado—. ¡Está ahí, atrás de la puerta! Buaaa…

Ella volvió a abrila, mucho más preocupada que antes no por la mujer sino por mi comportamiento, y –para mi sorpresa y otra vez– nadie se encontraba en el hall.

— ¡Aparece cuando se apaga la luz! —insistí—, ¡Tengo miedo, mami! Buaaa…

Mi madre creyó, como tiempo después me reveló, que yo había sufrido alucinaciones esa vez. Por eso, me llevó al médico de inmediato, así como –de inmediato e insólitamente– se enteró de que mi cuerpo funcionaba a la perfección… ¿Por qué, entonces, había visto semejante cosa?

A los pocos meses nos mudamos a un departamento más grande.

Ahora tengo diecinueve años y me encuentro –quién lo habría imaginado– estudiando Periodismo en las afueras de Lincoln, en el mismo edificio en el que tuve la experiencia más aterradora de niño.

Por supuesto que recuerdo perfectamente lo que vi, y como después de tantos años aquellos recuerdos se borronean un poco –de manera que uno no sabe si lo que vio fue o no real– hoy a la noche voy a volver a mirar por el cerrojo de la puerta.

Ah, el departamento es el mismo…

Y las luces del hall se apagan automáticamente…

Me dio miedo quedarme solo por primera vez acá, en este lugar tétrico, pero ni loco le habría dicho a mi madre que no quiero, que no me animo a pisar este suelo. Creería que soy un nene que cree en los fantasmas. Claro que ella se acuerda de aquel episodio… bueno, supongo.

Tres de la mañana, creo que voy a mirar…

Nada. No hay ninguna mujer en el rincón, pareciera que mi terror nocturno fue superado… ah, no, las luces están encendidas, no vale…

Ahí está, se apagaron, llegó el… ¿qué fue ese ruido?

No importa, antes de seguir escribiendo me voy a asomar y a contar lo que vi, aguárdenme un momento…

Por Dios… por el amor de la Santísima Madre, es la misma mujer… de espaldas a mi puerta… Se está golpeando levemente la cabeza contra la esquina y está desnuda y lastimada.

Me armé de valor, tenía que salvarla, corrí hacia ella, me preparé para embestir y-...

Daniel Navarro fue encontrado muerto en el hall del 4º piso del edificio de la calle Irigoyen 592. Causa de la muerte: traumatismo de cráneo; murió al primer impacto. Sus restos fueron encontrados a las 4:00 AM de la mañana siguiente debido al olor.


Calificación:


#254 El Holder de la Fuerza

(Es muy recomendable que portes al menos uno de los otros Objetos; de preferencia alguno que sea un arma o te brinde protección. Lo necesitarás antes de embarcarte en esta búsqueda).

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a alguna institución destinada a ayudar a las personas a volverse más competentes con el uso de cualquier tipo de arma o con estilo libre. Cuando entres, dile al trabajador: "Deseo entrenar con El Portador de la Fuerza".

El trabajador debería jadear mientras te lleva a bajar un tramo de escaleras que antes no estaban ahí. En la parte inferior habrá una gran puerta de piedra cubierta con el lenguaje. El trabajador abrirá la puerta y se irá mientras se ríe histérico, esta es tu última oportunidad para irte. Si estás decidido, es tu última oportunidad para prepararte, estás por librar la batalla más agotadora de tu vida.

Cuando cruces la puerta esta se cerrará sellándose tras de tí. Entonces quedarás atrapado, encerrado con un demonio gigante sin carne, armado con una espada de doble filo, con una armadura adornada con los restos de los buscadores caídos. El emitirá un aullido ensordecedor y te atacará, si logras esquivar ese ataque deberás notar una lanza hecha de lo que parece ser un trozo sólido de cristal de otro mundo, atrapado en la espada del Portador. 

Cualquier daño que le hagas al Portador sanará inmediatamente y si eres derrotado te desollará vivo y devorará tu carne, tu piel será nada más que otro trofeo para decorar su armadura infernal, tu única esperanza de derrotarlo es quitarle la lanza de la espada. Esta no será tarea fácil ya que el portador es un maestro del combate, e incluso si puedes agarrar la lanza, requerirá de una gran cantidad de fuerza (Tal vez demasiada considerando a un humano) para liberarla. 

Si por algún milagro logras quitar la lanza de su espada, el Portador inmediatamente se romperá, y la puerta por la que ingresaste a la habitación se abrirá, ahora te llevará al lugar al que llamas hogar.

Mientras portes la lanza serás extremadamente hábil con todo tipo de armas y además en todas las artes marciales, sin embargo no intentes utilizarlo con ninguno de los portadores, porque están más preparados que nunca y no les gusta que su inteligencia sea insultada.




La lanza de cristal es el Objeto N°254 de 538. Toda la fuerza del mundo no podrá salvarte si se unen.


sábado, 20 de junio de 2020

Nada

Pasos, más pasos... Cada vez más rápidos. Parada en seco y… silencio. Ningún ruido. Un hombre casi llegando a la vejez yace tendido en la oscuridad, con un hacha clavada en su anciana espalda. En la oscuridad.

A 120 kilómetros, en New York, una familia acogedora formada por un padre cabeza de familia, por su esposa y por sus dos hijos, para ser exactos, un varón de nueve inocentes años, y una adolescente de apenas catorce, viven en un piso de extrema minimización.

Se escuchan pasos de estable irregularidad que se acercan a la puerta, hasta que con unos fuertes nudillos, alguien golpea sin ver que a un lado se encuentra el timbre.

El padre abre la puerta y se muestra un hombre vestido elegantemente con un maletín de cuero, que sin previa invitación entra en el reducido cuarto, toma asiento y activa la clave del maletín para abrirlo. Al hacer esto se pudo comprobar que a pesar de tener la apariencia de un maletín, no era más que un ordenador. El hombre tecleó una contraseña.

Mientras, la cabeza de la familia iba preguntándole algunas cuestiones, ¿quién era? ¿qué hacía?.. etc.
El hombre no contestó y solo habló cuando acabó de abrir un programa en el que salió la imagen de un hombre. Dijo entonces:

Este es su tío señor Miller, ha fallecido hace poco y ha dejado una propiedad a su nombre. Cuando quiera nos dirigimos a la dicha mansión y le hago entrega de las llaves del inmueble. El padre no se opuso, ni mucho menos puso excusas y toda la familia se dirigió a la mansión. Era enorme, gigantesca y muy oscura, toda negra.

Está construida con madera negra, por eso tiene ese aspecto tan oscuro y el techo tiene incorporadas placas solares para obtener luz— informó el hombre de negro.

A seguir de ese comentario el hombre le entregó las llaves al padre, el cual no tardó en entrar con toda su familia.

La casa era enorme, gigantesca, cuadrilátera; contaba con una larga ramificación a la mitad del lado inferior, que daba a la entrada y con una habitación en cada una de las esquinas del cuadrado (si es que intentas imaginártela desde arriba). Entraron pero ya era muy tarde para explorar la casa o hablar así que localizaron la cocina y cenaron.

Después cada uno tuvo que elegir una habitación diferente para dormir pues las camas eran tan justas a las medidas de un cuerpo humano, que incluso el matrimonio debió dormir separado.

Pronto se apagaron las luces cuando se hizo de noche y las placas solares no pudieron utilizar más la energía recogida por el sol, pues eran de poca potencia. Todo estaba inundado por eterna oscuridad, y un silencio espectral comenzó a conquistar habitación por habitación como si fuera un maquiavélico plan para gobernar un estado.

Todos conciliaron el sueño y no tuvieron ninguna pesadilla, solo el hijo menor de apenas nueve años no podía dormir, pero aun así tenia los ojos cerrados por miedo a abrirlos y tenía tanto miedo como para no poder cerrarlos más. No aguantó, y acabó por abrir los ojos. Todo estaba oscuro, no había diferencia en tener los ojos abiertos que cerrados y el silencio culminaba la acumulación de horror que tenía el niño. No podía aguantar más, y en la oscuridad, se bajó de la cama, y notó el suelo tremendamente helado, pero el miedo superaba a esa sensación tan polar, pues no exagero al decir que podría enfermar del frío, pero no dejo dominarse y se fue corriendo a una máxima velocidad para su edad, hasta que se volvió a hacer el silencio. No se oyeron mas pasos.

No se oyó nada más.

Al día siguiente, la familia llamó a la policía por la desaparición de su hijo, pero la policía no quería perder el tiempo y no se entregó en su trabajo de buscar al niño por la casa. Mataron el tiempo hasta que tuvieron que irse. Volverían al día siguiente para continuar la búsqueda.

Se hizo de noche pero esta vez las luces siguieron encendidas, pues había hecho un día tremendamente soleado. Toda la familia se fue a dormir con sus corazones encogidos.

El padre acabó conciliando el sueño, y la madre también acabó por dormirse, pero la hija no pudo dormir. Sufría demasiado. Ella había sido la sombra de su hermano, su mitad. Ella había compartido todos los momentos de su hermano, todas sus tristezas y todas sus alegrías.

Y en el silencio de la noche, la niña oyó una voz, y aunque hablaba en su idioma, no la entendía. Le pareció un timbre de hombre, después de mujer, después de niña, pero no, no era ni de hombre, ni de mujer, ni de niña, era la voz de su hermano, y aunque era clara y alta, no la entendía.


Parecía como si ella estuviera utilizando un idioma completamente diferente al de su hermano. Seguidamente, una sombra se pasó delante de su habitación a una velocidad trepitosa, se levantó para ver quién era, y de repente, se acabó la energía solar acumulada, y se hundió la mansión en las sombras, la niña volvió a acostarse. Y de nuevo silencio. Silencio en su habitación. Ni ruido.

Ni pestañeo. Ni respiración.

Al día siguiente también desapareció su hija, y la policía estuvo buscando en los mismos sitios en los que buscó el día anterior, pues querían acabar de una vez la jornada de trabajo.

Aquella noche, el padre y la madre tenían muy claro que no se iban a ir de esa mansión, no sin sus hijos.

El marido cogió una linterna y la encendió. El matrimonio pasó el tiempo en la misma habitación hablando de cosas poco importantes, hasta que la mujer rompió a llorar por la pena de sus hijos. Era una mujer sabia, fuerte emocionalmente, con mucha fortaleza, y su marido al verla llorar también soltó alguna lágrima, cuando de repente, su mujer al ver que su marido compartía al máximo su dolor le confesó:

No deberías llorar, pues nuestro hijo no es tuyo, lo concebí una noche que salí hacia los bares y me emborraché, una de aquellas noches en las que me lleno de cólera por nuestras discusiones…

El hombre quedó pálido, pero como era de esperar en una persona adulta, adoptó una firme compostura y le dijo a su mujer:

No te preocupes, que aunque no sea hijo mío yo le vi nacer, yo le vi crecer, y eso es lo que debe hacer un padre, compartir los momentos de la vida de su hijo.La madre al oír esas nobles palabras rompió a llorar y salió de la habitación corriendo, enfadada con ella misma por esa traición a su marido.

De repente, la linterna dejo de funcionar, y el padre la guardó en su bolsillo boca abajo antes de salir corriendo a buscar a su mujer.

La esposa se encontraba llorando, sola, en la oscuridad, en el silencio.

No se veía nada.

No se escuchaba nada. El terror y la pena iban aumentando, intentaba gritar, pero no se oía nada, el silencio era mas potente que su voz se hundió en la desesperación. Seguía gritando, pero solo un grito se oyó, un solo grito, un último grito. Después… SILENCIO.

El padre al oír el grito supo que se supone que había ocurrido, y supo también que ya no tenia nada, nada. Notó lo helado que era el suelo, pero no le dio importancia, estaba pensando, en lo solo que se había quedado. Sin nada.

Entonces, la linterna, de repente, pareció recuperar la luz, y al estar boca abajo en su bolsillo produció un resplandor el cual iluminó el suelo. El hombre miró al suelo, hacía sus pies. Sonrió mientras una lágrima resbalaba a través de su arrugado rostro. Después, se oyeron tres golpes. Después, el silencio…

Los policías al no encontrar a nadie, comenzaron a registrar auténticamente la mansión, pero sin hallar vida alguna. Se le mandó un informe de los hechos a la asociación parapsicológica de los estados unidos, la cual bautizó la mansión, como ‘’El hogar de las sombras’’.

Un médium con poderes psíquicos al tacto quiso investigar la casa, y se quedó una noche. Se hundió en la oscuridad y silencio, y al tocar el suelo vio todo lo sucedido. Vio como toda la casa se volvía un espejo al anochecer, y como se volvía metálico, de un metal reflejador, de un espejo.

Vio como el tío moría al caerle una hacha del retumbo de apoyarse en la oscuridad de la noche en un mueble, vio como el niño perdía la vida al estamparse contra la pared, dura, con una capa de mas de cinco centímetros de espejo, por correr en la oscuridad, vio como la niña perecía al sin darse cuenta por el silencio y negrura, dejar su cabeza de nuevo en la cama después de ver la sombra imaginada por su mente, en la puerta, se clavó la esquina formada por el espejo al aferrarse a la forma de la almohada.

Vio como la mujer caía en tragedia, pues era una hipócrita y se hacía la fuerte para que los demás no vieran lo débil y frágil que es, le dio un infarto, y el marido, murió al ver a su mujer muerta reflejada en el espejo de debajo suyo, se dio golpes con las paredes hasta perder la vida. Lo más sorprendente es que todos los cadáveres quedaban atrapados en los espejos, sus almas quedaban encerradas.

El médium al ver tal horror decidió salir de esa mansión rápidamente, pero, a través de esa oscuridad, y con la inseguridad de tormentoso silencio, se tropezó con un muebles convertido en espejo, y se dio un golpe en la cabeza con el suelo, pereció.

Al día siguiente demolieron la casa.

Dicen que las mansiones tienen alma, y dicen que hay vida detrás de la muerte, y también dicen que los espejos atrapan las almas de los muertos.

Quien sabe… puede que la mansión se reencarne. Pues si es así, tengan cuidado, la casa sigue viva, buscando más víctimas para capturar sus almas y ofrecerlas en sacrificio, para la resurrección de Satanás.

Tranquilo, no debes temer a nada, porque el mayor miedo, es el que se crea uno mismo.


Calificación: