martes, 20 de octubre de 2020

Nadie

A todos nos suena “Nadie”; solemos usarlo cuando somos niños. Cuando derramas tu bebida por la alfombra blanca, cuando se te cae un vaso y se rompe… nuestros padres nos preguntan qué quién ha sido y contestamos cosas como no lo sé, yo no he sido, no estaba aquí… o la mejor de todas: Creo que ha sido “Nadie”.

La mayoría de niños ni se preocupan por “Nadie”, están más preocupados en esquivar una bronca, ahorrarse unos azotes o que les quiten su Play Station. Pero no los más listos y despiertos.

Esos que se quedan la noche de reyes despiertos para ver a Baltasar (o al menos un camello) o que ponen trampas para atrapar al Ratoncito Pérez, esos mismos son los que buscan la oportunidad de demostrar los muchos crímenes sin castigo de “Nadie”.

Mi hijo es uno de esos niños. Gastó semanas en su búsqueda personal de “Nadie”: escondiéndose por horas en los armarios, colocando trampas… Incluso le pillé alguna vez robando la cámara de video que usamos en las vacaciones para grabarlo. Siempre estaba orgulloso de ello, contándome lo cerca que estaba de atraparlo. Un día, simplemente dejó de hacerlo. No más preguntas ni cacerías, decidió que era mejor idea jugar fuera en el porche.

Al principio pensaba que se estaba haciendo mayor, olvidando juegos infantiles.

Ayer por la noche uno de los platos de la vajilla de mi madre cayó al suelo. Mi hijo dijo que fue él, recogió los trozos rotos y me pidió que le castigara por ello. Estaba en el porche cuando ocurrió, así que no vi nada… pero sé que no fue mi hijo, él estaba en el porche conmigo.


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lunes, 19 de octubre de 2020

#495 El Holder del Placer

En cualquier ciudad, en cualquier país; dirígete a cualquier escuela pública en un horario extraordinario a su funcionamiento normal. Si alguien te saluda debes irte inmediatamente ya que esa persona conoce tus intenciones y se llenará del más profundo deseo de matarte y tu muerte será la más sangrienta que puedas imaginar. Si nadie se entera de tu llegada acércate lo más rápido que puedas a la puerta más apartada que puedas encontrar, acércate, toca y espera afuera por aproximadamente un minuto; luego di: "Sólo busco placer...nada más". En ese instante caerá sobre ti un silencio infernal.

Si escuchas algún sonido vocal de cualquier hombre o bestia, indícale tu nombre y los motivos que tienes para buscar al "Portador". Si tu declaración es sincera podrás seguir; Si escuchas otro sonido debes correr tan rápido como puedas hacia la dirección en la que viniste, sabrás a la luz del amanecer si has logrado escapar o no. De ser así podrás vivir toda tu vida en el reino de la normalidad, sin embargo perderás toda memoria sobre algún objeto, procura no encontrarte con algún otro buscador u objeto o te volverás loco. La simple mención de tu búsqueda anterior traerá horrible sumisión y culpable placer.

La frase pronunciada será muy importante, debes memorizarla y guardarla con cariño en tu mente porque en caso de que la olvides una eternidad en el infierno sería una bendición para ti. En este momento la puerta se transformará y sentirás el repentino impulso de mirarla, someterte a este deseo revelará una pequeña parte de tu alma: tu mayor defecto.

Entra por la puerta y camina hacia adelante hasta que sientas una sensación de desesperación, para algunas personas lleva minutos y para otros, días. Tras sentir la desesperación aparecerá un final a la enloquecedora monotonía del pasillo. Pasar por este portal revertirá los sentimientos de dolor y placer, te encontrarás en una habitación llena con muchos de los instrumentos de tortura utilizados a través de la historia, en medio de esta muestra de terror encontrarás a tu verdadero amor. Ésta persona no será capaz de reconocerte.

Debes amenazar a tu compañero con torturarlo con el objeto que creas que le infringirá el mayor "placer", mientras implora por su vida deberás cumplir con tu amenaza. En el clímax de su dolor debes mirar profundamente al ojo que corresponda a tu mano dominante y pronunciar la frase que memorizaste anteriormente.

De la manera que puedas debes arrancar el ojo de tu actual víctima. Mira fijamente al órgano incorpóreo. Verás el dolor y la repugnancia de todas las atrocidades cometidas a través de la historia del hombre en nombre del placer. Si aún estás sano te encontrarás de regreso en la escuela. Debes salir del edificio lo más rápido posible y no permitas que nadie vea el objeto en tu mano. Si alguien lo ve deseará tenerlo aún a expensas de tu vida.



Este ojo es el objeto N°495 de 538. Cuando estén unidos disfrutarás del sufrimiento de quienes te rodean, encontrarás emoción y euforia en el dolor que trae. Sin embargo tu muerte vendrá de manos de tu verdadero amor.


La Reencarnación

Una pareja recién casada tuvo su primera hija a los pocos meses de gestación; sin embargo, la niña nació con deformaciones que llamaron la atención de sus vecinos. A causa de eso, se produjeron chismes y que hablaran mal de la joven pareja.

La pareja cansada de los chismes, en un momento de desesperación, se llevó a la criatura y la tiró a un río. Por un tiempo, la culpa acechaba a la pareja, pero las cosas empezaron a mejorar para ellos, ya que a los pocos años tuvieron otra hija; esta vez la criatura era saludable y hermosa. Aquel oscuro evento que representaba el hórrido asesinato de su hija, fue desapareciendo con el pasar del tiempo y así comenzaron a vivir en completa felicidad.

Un verano, la familia decidió salir de viaje en un crucero. La nave zarpó y no tardó mucho antes de que dejaran de observar tierra a su alrededor. Se encontraban los tres observando el paisaje desde el barandal del buque y sin esperárselo, la pequeña volteó su mirada hacia sus padres.

Su voz tan dulce y suave, cargaba un aterrador mensaje:

—Mami, papi... No volverán a tirarme al agua de nuevo, ¿o sí...?


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domingo, 18 de octubre de 2020

#156 El Holder del Escudo

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador del escudo". El empleado te mirará casualmente y luego al reloj. "¿Sin aliento, señor?" preguntará. Responde con sinceridad y luego pregúntale de nuevo. Él asentirá con la cabeza y te llevará a una trampilla en el piso, hecha de roble fino, que no debería estar allí. Sacará un manojo de llaves y abrirá la trampilla. Te pedirá que entres, pero que él no te seguirá.

Al bajar por la escotilla, te encontrarás en un pasillo muy estrecho. Continúa por el corredor hasta que encuentres una pequeña puerta hecha de carne humana. Toca una vez. Si oyes que un niño muy pequeño te susurra: "Puedes entrar", dí con mucha claridad: "Sólo deseo hablar". Si te consideran digno, la puerta se derretirá lentamente, revelando un pequeño campo de hierba con una fogata en el medio.

Camina hacia el fuego. El niño pequeño te volverá a susurrar, pero con un mensaje diferente: "¿Cuánto tiempo te quedarás?" No respondas. En cambio, mira hacia el fuego y no apartes la mirada. Sentirás unos brazos pequeños rodeando tu cintura. "¿Eres mi papi?" la voz susurrará de nuevo. Responde solo con un "No", a menos que desees morir.

Entonces el niño te soltará y el área a tu alrededor comenzará a moverse; cierra los ojos mientras esto sucede, porque a medida que las habitaciones cambien, podrás ver el abismo, y eso te llevará al borde de la locura, si no al límite. Cuando la habitación termine de moverse, oirás el martilleo del metal; puedes abrir los ojos. Habrá un círculo de nueve escudos. Cada uno tiene un símbolo diferente en un idioma sobrenatural.

El niño aparecerá entonces ante ti, desnudo y ensangrentado. El niño señalará el escudo más cercano y asentirá. No hagas ningún movimiento. Simplemente pregunta: "¿Hay alguna salida?" Si el niño se ríe de ti, destrúyelo rápidamente. Si el niño llora, ora para que tu muerte sea rápida.

Una vez que el niño esté muerto, aparecerá una pequeña daga detrás de ti. Tómala y despelleja al niño, luego toma el escudo más cercano y colócalo sobre los restos despellejados. Si no pasa nada, inténtalo con otro escudo hasta que haya encontrado el correcto. Lo sabrás cuando lo tengas.

Cuando tengas el escudo correcto, debes decir fuerte y claro: "¡Yo soy el desafiador!" Aparecerá ante ti una gran estatua de un hombre con armadura negra que sostiene un escudo; inclínate ante él. Si vuelves a ser digno, él se inclinará también, sacará su poderosa espada y te atacará con ella. Levanta el escudo. No dejes que tus pensamientos se conviertan en vacilaciones; ten fe en que el escudo no flaqueará.

Si logras desviar el golpe que acabaría con tu vida, el escudo y la espada se derrumbarán. La estatua se inclinará una vez más y te ofrecerá su propio escudo como compensación. Inclínate y luego toma el escudo. Una puerta de luz aparecerá sobre ti. Sal de allí.

El escudo es el Objeto 156 de 538. Hay cosas más peligrosas que una espada.



El silencio de Luis

En ocasiones las historias de terror no necesitan tener algo paranormal para dar miedo ya que la crueldad humana es suficiente. Esta es la historia de un chico que recibió un gran trauma, que ha tratado de olvidarlo por años.

El joven se llamaba Samuel, él trató de suicidarse varias veces por lo cual sus padres decidieron internarlo en un hospital psiquiátrico prometiéndole que mejoraría y no volvería a intentar quitarse la vida nuevamente. 

Dentro del hospital conoció a un chico muy raro que estaba en silencio todo el tiempo. Solía estar en las esquinas de los cuartos con la cabeza agachada, no hablaba: solo movía la cabeza para decir sí o no. Samuel comenzó a hablarle, siempre había buscado a alguien que lo escuchara sin interrumpirlo ni juzgarlo. Todo el tiempo se quejaba con aquel chico, él se llamaba Luis, le decía todos los problemas que tenía con su familia, lo que no le gustaba, cualquier cosa. Luis solo asentía moviendo la cabeza, o incluso no hacía nada.

Así pasaron los días y siempre se podía ver a Samuel junto a Luis. Los doctores notaron una mejoría en Samuel y que le tenía un gran afecto al joven callado. Un día, Samuel le dijo al doctor que su amigo no merecía estar en ese hospital, que él no tenía ningún trastorno, solo era callado y reservado. 

Por varios días Samuel le insistió al doctor que dejara ir a Luis con su familia. Después de tanto insistir el doctor aceptó. Dejó ir a Luis. Luis saldría de ahí dos días antes que Samuel. Samuel le entregó una carta con su nombre, teléfono y dirección, lo abrazó y dijo:

Sé que eres muy callado, pero me harías muy feliz si algún día me visitas Luis tomó el papel y se fue.

A los dos días Samuel salió del hospital algo tarde porque lo festejaron por la gran mejoría que presentó, la celebración terminó tarde y a esa hora fue a su casa. Al llegar, abrió la puerta y notó algo raro: 3 cuerpos sobre la mesa. No pudo fingir nada, pues conocía a su familia y sabía que sobre esa mesa estaban su mamá, su papá y su hermana. Se acercó en silencio, y se dio cuenta que en la casa estaba alguien más. En una esquina, en la obscuridad, se encontraba Luis.

Luis se acercó lentamente a Samuel y, extendiendo su brazo lleno de sangre, le dio el mismo papel que le había entregado con su dirección. Pero había algo más, un mensaje por parte de Luis escrito en la parte de atrás que decía: "Todas las personas de las que tanto te quejaste... ¿Estás feliz?"



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