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miércoles, 19 de febrero de 2020

Del Otro Lado

Eduardo es un muchacho universitario aproximadamente de 22 años ,que vive en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad. Este joven tiene una afición, le gusta leer cosas paranormales, mitos e historias de terror en Internet, esto ha sido de toda la vida y es porque de niño leía lecturas que no eran propios de su edad y por lo general estaba más en la casa de sus padres que jugando con sus amigos en el parque. A Eduardo le gusta tanto, que hay días en que llegaba cansado de la Universidad y rápidamente iba a su escritorio y encendía la computadora. Normalmente pasa toda la noche en la computadora, ya que en este tiempo también hace sus trabajos de la Universidad. Esa era la rutina de este joven ir a la Universidad, cenar , encender la computadora , hacer la tarea en Word y luego antes de irse a dormir, leer historias de terror. Era feliz, a su modo pero era feliz.

Un día, él estaba navegando por Internet, en Facebook, Wikipedia entre otros sitios web. Ya era de madrugada y se dio cuenta que era demasiado tarde para seguir despierto, con bastante sueño pensó "5 minutos más y me voy a dormir” hasta que entró a un foro "x" en el que se comentaban temas oscuros. Mientras se encontraba haciendo scroll hacía abajo, le llamó mucho la atención un hilo muy  particular, era sobre una leyenda urbana... más que eso, era algo como un ritual, algo que él jamás había visto en Internet y a estas alturas era algo extraño en ya que él sabía mucho sobre ese tipo de cosas, el tema no tenía un nombre en especial, Eduardo se extraño aun más porque lo lógico es que  las publicaciones siempre tengan un título, pero aquí solo se podía leer "ritual" ni si quiera salía quien lo había publicado o posteado, absolutamente nada. No se lo tomo mucho en cuenta, uso el scroll hacia abajo y comenzó a leer: "La persona que haga esto debe de estar consciente en lo que esta apunto de hacer, debe estar consciente de que este no es un juego y menos una de esas bromas que recorren en Internet, hazlo si eres valiente, pero las consecuencias serán terribles, no hay marcha atrás, si es así, pues prepárate para lo peor porque después de que lo hayas hecho, ten por hecho que tu vida ya no será la misma…" "Espera a que sea de madrugada, debes estar completamente solo, sin ningún acompañante en tu casa y que todo a tu alrededor este en un completo silencio, deja la puerta semi-abierta de tu habitación, apaga las luces y acuéstate del lado contrario de tu cama. Al pasar las horas, comenzarás a tener pesadillas sobre algo que te esta vigilando desde el otro lado de tu puerta, para el momento en que sientas que la presencia es demasiado fuerte, sea como sea debes intentar despertarte de inmediato y cerrar la puerta de tu habitación, pero si no lo haces a tiempo esta cosa jamás se irá y jamás te dejará de vigilar por las noches”. Eduardo al leer esto, tiró unas cuentas carcajadas, encogió los hombros en forma de mofa y dijo:”Que estupidez”,bebió un poco de agua, apagó la computadora y se fue a dormir.

El problema es que por más que le fascinaran estas cosas, no las creía, para él simplemente eran un montón de historias.

Pasaron los días y ya era Sábado de noche, Eduardo llegó de la Universidad, cenó y comenzó a navegar en la computadora, a eso de las 2:00 a.m. ya estaba aburrido, otro fin de semana nada fuera de lo común, apagó la computadora, y en eso se acordó de lo que había leído en ese foro días antes, lo pensó por unos minutos, en silencio, decidió hacerlo solo por curiosidad, se levantó de la silla, dejó la puerta de la habitación semi-abierta, justo como decía que tenía que hacerlo y se recostó del lado inverso de la cama. El cuarto estaba en un total silencio, oscuro y lo único que alcanzaba a escuchar era un pequeño sonido de su reloj de mano que estaba a su costado, imagínate tú en tu cuarto, pensando en que tienes que levantarte temprano para ir a estudiar, en fin, estando solo en la oscuridad, y digo solo porque aunque sabes que tus padres están en la otra habitación, sientes que no hay nadie y que estás en tu cuarto solo y escuchando tu propia respiración. El chico se quedo viendo la pared por unos cuantos minutos esperando que le empezará a dar sueño, en ese momento cerro los ojos y empezó a dormir y a soñar.

En sus sueños escuchaba pasos muy profundos que se le acercaban, veía que algo lo estaba mirando, se percato que estaba entrando lentamente a su cuarto, sentía que le agarraban los hombros y los empezarán a apretar fuertemente como si una maquina lo estuviera aplastando vivo. En su desesperación trataba desesperadamente de despertarse, quería gritar pero no podía, su conciencia le decía: ”DESPIERTA DESPIERTA DESPIERTA DESPIERTA…”, al fin se despertó y como si lo que acababa de soñar lo hubiese vivido segundo a segundo, se levantó y cerró la puerta de su habitación.

Pasaron unos cuantos días y su mejor amigo de la Universidad fue a su apartamento para visitarlo, ya que se había ausentado bastante tiempo en la facultad, pensaba que Eduardo podía estar enfermo, o tal vez tenía un problema "x" y realmente le interesaba ver que su amigo se encontrara bien. Tocó la puerta varias veces pero nadie venía a abrirle, trató de girar la perilla pero no funcionaba, al ver que no había respiesta comenzó a gritar: “Soy yo, Renato, ábreme la puerta por favor”… Al no recibir ninguna respuesta, bajó a la recepción y le pidió la llave al encargado del edificio desesperadamente sospechando lo peor, la expresión en sus ojos era de miedo, miedo de que le haya pasado algo malo a Eduardo. Renato subió nuevamente, abrió la puerta y empezó a buscar a su compañero por toda la casa, caminó un largo pasillo que llevaba hacia la habitación de Eduardo, estaba oscuro y había un silencio muy profundo, a Renato le latía el corazón fuertemente como si algo lo estuviera esperando desde la habitación de su mejor amigo. Entró a su habitación y no podía creer lo que estaba viendo, sus ojos le empezaron a palpitar, sus labios a temblar, era el cuerpo de Eduardo en el suelo junto con un frasco de pastillas para dormir.

Desgraciadamente Eduardo se había suicidado, al acercarse se percato que había una carta en el escritorio de Eduardo. En ella decía: "Me arrepiento de haberlo hecho, después de esa noche, no pude dormir más, intenté tomar pastillas para dormir pero no funcionó. Todas las noches él me miraba fijamente y yo trataba de evitarlo pero no podía. Desde esa noche eso nunca se fue, nunca dejo de observarme y ya no puedo,el miedo me esta matando por dentro, he decidido no vivir más" Lamentablemente esta anécdota real termina aquí, hasta el día de hoy Renato y la policía se siguen preguntando cual fue la causa de su suicidio y de que pudo ser lo que Eduardo vio durante esas noches.

Quiero que tomes en cuenta muy enserio lo que acabo de contarte, créeme, es algo con lo que no te quieres meter, es algo con lo que no quieres jugar, si vas a hacerlo es tu decisión, lo que te pase esta noche y las demás es cosa tuya, ten mucho cuidado, muchas cosas malas andan sueltas ahí afuera …



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sábado, 15 de febrero de 2020

Directo al Infierno

A Rocío no le agradaba mucho la idea de ser la chica nueva en el barrio, ya que le costaba mucho hacer amigos. No disfrutaba de la soledad, pero en ese momento era lo único que tenía.

Al paso de los días solo un chico se acercó a ella, no se trataba del mejor candidato para incluirla en un círculo social, porque las personas lo catalogaban como “raro”, pero Rocío se sentía bien en su compañía. Él era nieto del anticuario y solía siempre traer alguna cosa en las manos para mostrársela a su nueva amiga. Así se les iban las horas volando, adjudicando historias para cada cosa nueva.

Al tomar más confianza, el chico decidió llevarla a la tienda, para que el abuelo le mostrara objetos más interesantes. Entre ellos una llave antigua, que según dijo, servía para abrir las puertas del mismo infierno. Los tres lo tomaron a broma, pues les era muy difícil creerse esa teoría, y por supuesto, el anciano nunca lo había comprobado.

Sin embargo el jovencito tenía otra cosa en mente, quería llevarla a la habitación donde guardaban armaduras, joyas y cosas realmente valiosas. Intentaron entrar cuando el abuelo fue a atender a un cliente, pero la puerta estaba trancada, no a propósito, simplemente la cerradura no servía; entonces el chico le pidió a Rocío que le acercara algo para empujar el mecanismo.

Lo más cercano que tenía era la llave, que el señor había dejado sobre el escritorio, y eso fue lo que le dio al muchacho.

Cuando la acercó a la cerradura un resplandor rojo se vio debajo del portal, y una vez dentro la llave cambió para ajustarse perfectamente al mecanismo. En su segundo la puerta se abrió, dejando salir un humo denso y oscuro.

Después de eso todo fue gritos y desesperación, cuando los vecinos acudieron a ver lo que sucedía, solo encontraron al pobre anticuario tirado en el suelo, llorando y diciendo que el Demonio salió por esa puerta y se llevó a los niños, directo al infierno.


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sábado, 1 de febrero de 2020

Como atrapar a un duende

Cuentan antiguas leyendas europeas que no estamos solos en nuestro hogar, que vivimos en compañía de seres mágicos, los duendes de hogar. Estos duendes se esconden en paredes o en lugares donde no pueden ser vistos, constantemente se alimentan de leguminosas. Son enamoradizos, muchas son las historias de campesinos que hablan de como estos duendes se han enamorado de niñas pequeñas y no las han dejado en paz, golpeando a cualquiera que toque a su amada. Suelen ser fetichistas y suelen robarse calzones y calcetines de sus amadas.

Las casas antiguas suelen tener duendes. Principalmente las que son limpias y pulcras. La mayoría de personas se dan cuenta de la presencia de duendes debido a que comienzan a desaparecer objetos brillantes, llamativos y de uso diario. Una forma de detectar la presencia de duendes en el hogar es colocando varios granos de arroz en una tapa de refresco o un dedal, puedes dejarlos toda la noche, en varios lugares de la casa. Al día siguiente, cuéntalos todos, si falta alguno, ya sabes quienes fueron.

La mejor manera de "hacer que dejen" tu casa, es identificar donde moran, esperar un día de luna llena, dejarles cerca ropa limpia y de la talla más pequeña que encuentres. A la mañana siguiente, la ropa habrá desaparecido, no te garantizamos que recuperes lo que te escondieron.

Nunca consideres gritarles o insultarlos, no se irán nunca más. Dependiendo de cuanto se hayan ofendido, podrían aparecer en tus sueños, transformándolos en pesadilla. Podrías amanecer con moretones o cardenales en la piel. No te conviene estar enemistado con los duendes que habitan tu hogar, en especial si tienes niños pequeños o recién nacidos, los duendes de hogar son funestamente conocidos por raptar bebés de sus cunas.


Instrucciones para atrapar un duende:

Consigue al menos tres semillas de avellana, nueces o almendras, retírales la cáscara y escribe en cada uno de ellos: tu nombre (lo que tú consideres tu nombre), debajo dibuja un pequeño garabato que representará el nombre del duende y una estrella de cinco puntas. Entiérralos en algún cementerio o cualquier lugar donde te conste que se descompuso un cuerpo humano, déjalos allí una semana.

Llévalos a tu casa y guardarlos en algún lugar seguro. Asegúrate de revisarlos periódicamente, el duende comerá los frutos secos, pero no se los comerá todos. A partir de entonces, ten las semillas siempre contigo y puede que el duende acuda a ti, en busca de una dosis de fruta seca exhumada. Desde aquí depende de ti, muchos recomiendan ser amistosos con ellos y no comportarse de manera brusca o miedosa. Que es bien recompensado ser amables con ellos.

Sin embargo, actualmente es difícil entablar comunicación con duendes, muchos desconfían y hasta temen de los humanos, y no podrás verlos... a menos que utilices caramelos con algún estupefaciente, eso nunca falla.




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martes, 28 de enero de 2020

Desde Detrás del Espejo

Estoy solo en casa casi a oscuras, leyendo un libro viejo y aburrido. Es posible que si hablara de otras cosas lo hubiera abandonado. Pero habla de los espejos, del mundo de los espejos, y ese es un tema que me obsesiona.

Estoy solo. Hace una semana que mi mujer me ha abandonado, una semana que falto a oficina, que no abro la puerta a los que llaman, que no descuelgo el teléfono cuando suena, que no salgo a comprar comida, que me mantengo con lo poco que queda en el frigorífico.

Siento que la basura se amontona, y que un olor húmedo y repugnante invade la casa. Pero no me importa el olor, ni la cama deshecha, ni las sábanas sucias, ni el picor de la barba en la cara. Le he dicho a la portera que no me moleste, que no me pasa nada, que estoy de vacaciones. De otra forma a lo mejor hubiera llamado a la policía.

Supongo que en la oficina, hartos de llamar, me habrán mandado la carta de despido. Así que estoy solo en la penumbra, a media voz. –Huang-Ti, el Emperador Amarillo, extendió entonces su mirada, y el ruido de los tambores y el entrechocar de las armas cesó un momento, quedando como supendido en el aire denso que la sangre derramada llenaba de un olor perverso.

El Emperador invocaba a Sang-Ti, el padre y señor de los dioses. A su conjuro los guerreros zurdos penetraron de nuevo por la puerta de cristal llevando con ellos los cuerpos sin vida de sus compañeros. Tras ellos, Yuan-Sih-Tien-Tsun, el Eterno, selló la puerta, y el espejo suprimió la silueta de los guerreros vencidos, para reflejar tan sólo la alegría de sus oponentes.

Y la risa de Pu-Tai volvió a resonar para siempre. El Emperador había devuelto la paz y la libertad a sus súbditos. Pero, tras la puerta de su cárcel de cristal, los guerreros zurdos, condenados a repetir los gestos de los hombres, esperan su despertar. Entonces, romperán el cristal y saldrán para aniquilar la raza que les hizo esclavos.

He cerrado el libro, y miro ahora la silueta zurda que desde el fondo del pasillo me observa amenazadora.Podía haberme ahorrado la lectura. No me ha revelado nada que no supiera, que no hubiera presentido antes en mis últimas noches de insomnio.

Pero, al menos, me ha servido para corroborar mis pensamientos, para demostrarme que no estoy loco. Sé que tras el espejo se esconde un mundo distinto y hostil, un mundo en acecho, preparado a romper la puerta de cristal que nos separa y a caer sobre nosotros, sobre mí o sobre cualquiera. Esa imagen que me mira es una simple burla que trata de parecerse, un simple remedo sarcástico. Esos absurdos narcisos presumidos, que se pasan la vida frente al espejo, no saben que la imagen que ven no es la suya, que los gestos que hacen sonrientes son imitados burlona mente por los otros, por aquellos que se divierten reflejando lo opuesto a nosotros y a nuestros actos.

Yo, a lo largo de la semana, he tratado de combatirlos poco a poco, procurando no llamar su atención, lo que sin duda habría contribuido a irritarles, y quizás obligarles a adelantar sus planes, he intentado anularles, borrarles de mi vida. He ido despoblando mi casa de todos los espejos: las cornucopias del salón, el espejo del cuarto de baño, la luna del armario ropero de la alcoba. Todos, incluso los pequeños espejos de mano. Por eso no he podido afeitarme.

Me tiembla el pulso y el solo tacto del filo de la navaja me llenaría de pavor. Al principio pensé en romperlos, pero en seguida comprendí que habría sido un terrible error. Todo el mundo sabe que romper un espejo es presagio de muerte. El mundo terrible que se esconde en ellos no desaparece, antes bien se multiplica con la ruptura.

Pero, presiento que eso, con ser terrible, no es lo peor. Parte de ese mundo en ellos encerrado se libera, se escapa por las fisuras y cae sobre nosotros cargado de mortíferos deseos. Levanto de nuevo los ojos, y en el fondo del pasillo hay una silueta zurda que me mira y se ríe. Noto en sus ojos la locura. Una locura homicida que se ríe de mi impotencia.

No he podido desprenderme de ese espejo, el último que me queda. Los chamarileros que se llevaron los otros, sin que les pidiera nada a cambio, no quisieron llevárselo. Era demasiado grande, demasiado pesado, la luna estaba estropeada, el marco rajado. Es seguro que los otros oyeron sus excusas. Desde el fondo del cristal pude oír sus risas de triunfo.

No sé qué impulso incontrolable me ha llevado frente al espejo, mientras el loco maldito que me observa continúa riéndose con carcajadas terribles que hieren mis oídos. Tampoco sé lo que me impulsa ahora a golpearle, a chocar mis puños contra los suyos, cada vez con mayor violencia.

No lo sé, y no he debido hacerlo. El cristal se ha roto y sus cuchillos y lanzas, ahora liberados, penetran en mis muñecas y cortan mis venas. Siento que mi vida se escapa entre borbotones oscuros...



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martes, 14 de enero de 2020

El Bar Fantasma

Esta es una historia familiar, así que doy fe de ella ya que me la contó un tío en quien confío mucho. Es una persona seria, así que no me imagíno que estuviera mintiendo.

Mio tío cuenta que él y un amigo iban en la carretera de vuelta a su ciudad (puesto que hace una semana se habían ido de viaje), estaban cansados ya que había sido un largo camino. Se está haciendo de noche y se estaban quedando dormidos, así que decidieron parar en una tasca y tomarse algo.

Después de 15 minutos más de camino, encontraron un pequeño bar que estaba al lado derecho de la carretera; el lugar se veía muy agradable: era de color azul claro, no tenía nombre y afuera habían varias sillas en donde habían dos ancianos tomando cerveza charlando de manera muy amena. Seguidamente, mi tío estacionó el auto, se bajaron y procedieron a entrar.

Dieron las buenas noches a los dos ancianos quienes se encontraban fuera bebiendo cerveza. Entraron, preguntaron si había algo de tomar a un mesero que tenía una cara muy triste (según cuenta mi tío, su cara era más bien como cansado de trabajo), el mesero le respondió que solo había cerveza y café. Mi tío y su amigo, pidieron café. El mesero les sirvió y estuvieron casi media hora charlando. Salieron de hay y siguieron su viaje.

Un día después, el amigo de mi tía tuvo que salir de la ciudad por cuestiones de trabajo. Iba manejando él solo por la carretera, en su camioneta. Recordó aquel lugar en donde habían parado antes, y, para su mala suerte se le ocurrió llegar allí de nuevo para tomarse algo. El lugar era fácilmente identificable pues, al lado de este, había un puesto militar, el cual ya habían visto la primera vez. Finalmente llegó al puesto policial, pero, para su sorpresa y horror, a sus alrededores solo había maleza y monte. El bar, en donde ellos tomaron café la noche pasada, ya no existía.

El amigo de mi tío quedó verdaderamente aterrado, por lo que se bajó y caminó hasta el puesto militar, en donde habían varios guardias, se dirigió a uno de ellos con estas palabras: ¿Conoce algún lugar por aquí cerca donde pueda tomarme algo?, para su sorpresa el guardia respondió: lo más cerca queda a dos horas, en la ciudad.

El amigo de mi tío abrió los ojos con horror, pues esa respuesta fue la más aterradora que jamas haya escuchado.


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miércoles, 8 de enero de 2020

Interferencia

Permítanme comenzar diciendo que ésta es una historia real de mi infancia, y si visitan la gran biblioteca en el centro de la ciudad de Nottingham, y echan un vistazo a los registros de periódicos, encontrarán información acerca de los eventos que aquí se detallan.

Esta historia tuvo lugar hace unos 15 o 16 años. Sólo tenía siete años de edad en ese entonces, y mi primo Dale nueve. Él se había quedado conmigo mientras su madre estaba de viaje asistiendo a un familiar enfermo. Como era hijo único yo no tenía muchos juguetes, y mi Sega Genesis estaba averiado, así que no teníamos mucho que hacer que fuera entretenido.

Nuestra rutina consistía en ver dibujos animados en nuestra televisión por cable, seguido de Dale contándome historias de terror cuando se hacía de noche. Mi madre, queriendo que hiciéramos algo más activo, decidió comprar un par de walkie-talkies para que jugáramos con ellos. Nos lo pasamos muy bien jugando a ocultarnos en el bosque mientras que uno trataba de encontrar al otro mediante el walkie-talkie. Como estábamos pequeños, sin embargo, no nos daban permiso de estar fuera hasta muy tarde, así que teníamos que regresar a las 6 p.m. Al llegar cenábamos y guardábamos los juguetes, excepto por los walkie-talkies.

Dale dormía en la habitación para huéspedes y yo tenía mi propia habitación, por lo que la idea era hablar por los walkie-talkies hasta quedarnos dormidos. Fue entonces cuando lo escuchamos, alrededor de las once de la noche. Habíamos estado contándonos historias de terror por horas. De repente, mientras Dale me contaba la historia de un monstruo que supuestamente rondaba el mismo bosque en el que habíamos estado jugando, su voz se cortó, y fue sustituida por el sonido de estática que los walkie-talkies usualmente producen cuando la persona que está transmitiendo suelta el botón que se utiliza para hablar. Esperé unos segundos a que Dale reanudara su historia, cuando oí un débil murmullo procedente del pequeño altavoz. «Qué raro», pensé. El altavoz seguía emitiendo estática, pero definitivamente podía escuchar algún tipo de movimiento y una voz.

Luego se pudo oír un llanto entre la estática. Esto era muy escalofriante para mí, así que me bajé de la cama y corrí al cuarto de Dale. Él estaba sentado en la cama, escuchando a su walkie-talkie también. El llanto se hizo más fuerte. «¿Qué es eso?», me preguntó Dale. «Pensé que me estabas jugando una broma». Cuando le dije que no era así, su rostro se puso pálido. Apagó el suyo. El sonido aún era emitido por el walkie-talkie que sostenía en mi mano, por lo que era imposible que mi walkie-talkie estuviera recibiendo el sonido del suyo. «Esto da miedo», dijo Dale. El llanto y los murmullos entre la estática parecieron escucharse más claramente. Apagué el mío también y regresé a mi habitación.

Ideas de todo tipo se me cruzaron por la cabeza. ¿Tal vez estábamos recibiendo sonidos del más allá? ¿Tal vez mi walkie-talkie simplemente se había averiado y produjo sonidos extraños que parecían llantos y murmullos? Traté de no pensar en ello y me fui a dormir. Fui despertado al día siguiente por un estallido que parecía provenir de la planta baja. Bajé rápido por las escaleras, encontrándome con mi madre y Dale mirando por la ventana de la sala a la casa de la vecina. Una gran camioneta de policía estaba estacionada afuera y nuestra vecina, Jessie, era escoltada por varios oficiales. Iba gritando insultos e incluso trató de escapar en un momento, antes de ser esposada e introducida en la parte trasera de la camioneta. Estábamos impactados por lo que habíamos visto, y en general confundidos. Jessie era nuestra nueva vecina, quien recientemente se había mudado a la casa de a la par con su bebé, luego de que nuestro antiguo vecino muriera por la edad. Había sido muy reservada, y ​​hasta donde sabíamos era muy tranquila, no parecía ser el tipo de persona que sería arrestada por algún motivo.

No fue hasta el día siguiente cuando leímos el periódico que nos enteramos de lo que había pasado. Jessie había asesinado a su bebé luego de que supuestamente fuera víctima de las horribles apariciones de un anciano que la había estado atormentado por semanas, y finalmente había perdido la razón. Sin embargo, ésta no fue la parte inquietante. La parte inquietante fue el hecho de que el monitor de bebés que se encontraba en la sala donde ocurrió el asesinato estuvo encendido.

Mi primo y yo lo escuchamos todo.



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martes, 31 de diciembre de 2019

Pánico

Lo primero que sentí fue pánico...

Intenté abrir mis ojos, pero se sentían sellados. Por mucho que lo intentaba, nada parecía funcionar. Después, intenté mover mis miembros. Brazos: nada. Ni un milímetro. Las piernas igual, como la cabeza. No podía mover ni un musculo, estaba ciego y sin movimiento. Pero podía escuchar bien.

El tintineo del agua goteando sobre el metal era casi todo lo que podía oír, pero el terrible sonido de la carne siendo cortada, que escuche después, era enloquecedor. Luego, lo noté.

Un dolor punzante. Peor que nada que hubiera sentido en mi vida. Quería gritar, pero mi boca no respondía. Sentía las hojas cortando profundamente en mi pecho, y el horrible dolor que me causaban. Sabía que está siendo abierto. Cada miembro de mi cuerpo ardía.

Intenté mantener mi mente en blanco, a pesar de la tortura que está sintiendo. Tan solo podía imaginar en lo que mis captores hacían, ¿Quién podría pensar en hacer una cosa como esta? Nadie se merece este tormento.

Tras lo que sentí como horas, por fin pude escucharles hablar. Uno de ellos demandaba mas instrumentos con los que torturarme, y el otro se los daba.

Pero después escuche como se habría una puerta. Escuchaba algunas voces en la distancia, pero fueron silenciadas por el hombre que entró.

“No sabemos cuánto nos llevara la cirugía. Espero que tan solo sean un par de horas mas.”

“No te preocupes. La anestesia aun hace efecto. No puede sentir nada.”




martes, 24 de diciembre de 2019

Dendrofobia

El camino se siente inestable. La carretera se tambalea con cada paso que doy, y es como si las casas se movieran entre los callejones para huir de mí. Quizás me pasé de copas esta noche; cada trago que raspó mi garganta me quitó una pizca de valor como persona, y ahora parezco un simple indigente borracho…

Pero valió la pena, o por lo menos así es a mi parecer. Años que no dejaba a mi cuerpo y mi mente escapar al libertinaje de una fiesta desenfrenada con los viejos colegas, como las que hacíamos en nuestros tiempos de estudiantes. ¡Ah! Voy a vomitar… La resaca me matará mañana, definitivamente. Se supone que debo salir rumbo a la central al primer canto del gallo, como dicen por ahí, y para eso faltan unas… ¿Qué hora es?

¡Cinco y media de la mañana! ¿Tanto tiempo duramos? Perdí la noción del tiempo por completo… Al Diablo, no tengo ganas de ir a trabajar. Que se joda el jefe, tiene unos cincuenta, o cien, o quinientos o mil trabajadores más, ¡qué sé yo! El punto es que alguien puede tomar mi lugar, ¿no?

Pero para que sea esta hora… Es extraño que esté tan oscuro. Ni una pizca de luz celeste, ni de sol ni de luna; no veo estrellas, tampoco, ni el asomo del amanecer. Nada. Está como la boca de un lobo.

¡Bah! No me interesa… Quizás algún Dios en las alturas me esté dando la oportunidad de llegar a casa para conciliar el sueño. No falta mucho, he caminado un buen tiempo, debería estar a un par de calles…

¿Dónde está la casa de la señora Malavé? ¿Y las casas en general? O mejor, ¿dónde demonios estoy? Seguí el camino que era, ¿cierto? No… ¡Debí distraerme demasiado! Joder, despierta un poco, hombre, has terminado muy, muy lejos… No veo un carrizo, ¡está demasiado oscuro, maldita sea!

¿¡Qué fue eso!? Maldición, ¡algo me ha arañado el brazo! Creo que está sangrando… No veo nada, no veo a nadie… Sólo puedo percibir leves siluetas, pero, ¿de qué?

Se mueven… Se sacuden, hay un siseo, ¿murmullos? No, es… ¿el viento? ¿Dónde dejé mi celular? Sería bueno si pudiera iluminar un poco alrededor de mí… Vamos, vamos, estúpido aparato. ¡Aquí! Bien, bien… Ilumino con la pobre luz de mi viejo celular alrededor, pero no hay nada raro. Aunque ahora puedo confirmar lo mucho que me he perdido…

Lo único que hay alrededor son árboles. Enormes árboles, por donde quiera que vea, frondosos hasta el punto de ocultar el cielo. Se sacuden y sisean con el viento… Es como si hablaran… como si hablaran a costa de mí.

No estoy a gusto en este lugar, joder… Mi cabeza da vueltas, y siento que en cualquier momento vaciaré todo el contenido de mi estómago. Camino, camino y camino y no encuentro la salida. ¿Con qué me topo? ¡Más árboles! Aquí, allá, ahí, acá; están en todas direcciones, como una barrera. Me aprisionan… ¡No me dejan salir!

Se cierran sobre mí, no me permiten respirar… Se roban mi espacio, me aplastan, sus malditas ramas me arañan y las enormes raíces no me dejan avanzar.

Y murmuran, susurran entre ellos. ¡Al Diablo con el viento! Una brisa no suena así, no como voces… Tengo que salir de aquí rápido, ahora mismo. Me siento mal, me están observando. Estoy seguro de eso. Me miran, no apartan la vista de mí. Pero, ¿quiénes? ¡Los árboles, claro! Son los únicos aquí, sólo ellos saben que me he perdido en este jodido lugar.

Empiezo a sudar a pesar del inmenso frío. Sigue sin llegar rayo alguno del sol, no parece que se acercara el amanecer nunca… ¿Dónde está la salida? ¡Malditos sean esos estúpidos árboles!

¿Y ese sonido? Es como si algo se arrastrara… ¿Qué será? Miro en todas direcciones pero no hay nadie. No veo animales, ni personas, sólo… Oh, Dios, ¡Dios mío! Son ellos, alzan sus raíces, ¡vienen hacia mí! No, no, no me van a alcanzar. ¡Nunca! Corre, joder, ¡corre! ¡Me arrepiento de haber bebido tanto! ¡Maldita sea, maldita sea! Apenas puedo mantener el equilibrio, más aún por culpa del terreno traicionero…

¡Más cerca, más cerca! Se aproximan, casi llegan, siento que me pisan los talones. La adrenalina me da fuerzas, aparta el alcohol de mis sentidos por unos instantes para ayudarme a correr. Pero a donde sea que vaya, están ellos. En frente, detrás, a mis lados, ¡sus copas están encima de mí, y sus raíces se arrastran por debajo!

Van a matarme, lo sé, eso desean; no sé el porqué. Quizás para alimentar sus suelos con mi cadáver como un maldito abono putrefacto, o regar sus parásitas enredaderas con mi sangre.

¡Joder! Me atacan, sus ramas no permiten que llegue, como si en realidad estuviese yendo a alguna parte. Desconozco el camino, y ellos no me permiten ver más allá con sus fuertes troncos… Enormes y rústicos, a diferencia de mí; me aplastarán, me triturarán si no me muevo. No sé dónde quedó mi celular, se ha caído después de uno de sus golpes; pero poco me interesa.

No sé cuánto tiempo llevo corriendo, pero estoy exhausto. No puedo respirar en definitiva por el cansancio y por su cercanía abrasadora, y siento que me voy a desmayar…

Pierdo las fuerzas, me detengo y doy un último vistazo detrás de mí. Ellos están ahí, quietos, murmurando; se burlan de mi desgracia. Sus ramas se retuercen hacia mí como si el viento las moviese, en calma, pero yo sé que sólo intentan alcanzarme… ¡Malditos! No deberían disimular, ¡sé lo que intentan! ¡Sé lo que hacen!

Tengo una última oportunidad y tomo fuerzas. Un nuevo arranque, mayor impulso; el miedo me apoya en mi carrera. Al fin, al fin veo algo de luz lejana: un claro, y ningún árbol en él. Sólo tengo que apresurarme, que correr.

Están justo en mis espaldas, pero ya casi llego. Subo a la parte más alta del terreno, sólo tengo que bajar la ladera para llegar al fin a los hermosos rayos del sol. ¡No podrán conmigo! Eso me lo repito una, y otra, y otra y otra vez en mi mente, pero repetírmelo no es suficiente. Mi cuerpo me traiciona y mi vista se nubla unos instantes; la descarga de adrenalina habrá acabado, y el mareo vuelve a mí.

Doy unos pasos torpes, pero ellos me alcanzan… Sus raíces se enredan en mis zapatos ya agujereados, me jalan al suelo, caigo y ruedo por la ladera.

Las raíces y pequeñas ramas sobresalientes se ensartan en mi piel, la destrozan, la rasgan, la tiñen al rojo vivo de mi sangre. Los golpes no se quedan atrás, el dolor es inmenso. Lo último que vi al tomar valor para abrir los ojos mientras caía, fue la punta filosa de aquella garra frondosa de uno de mis enemigos, instantes antes de que atravesara mi ojo y ensartara mis sesos en una muerte rápida, pero dolorosa…


Calificación:

sábado, 14 de diciembre de 2019

A dormir

Era de noche, estaba a punto de ir a dormir. Mi mamá me dijo:

—Yeshua ve y lávate los dientes para que te vayas a dormir.

Ella subió las escaleras apagando la luz de su cuarto, me encontraba solo sentado en la sala mirando la televisión, mi hermano ya se encontraba dormido. De pronto se escuchó un lamento a lo lejos, me dio un poco de miedo así que entré corriendo al baño, me lavé los dientes rápidamente, y me enjuagué la boca, pero en cuanto me sequé la cara frente al espejo del baño; vi una mano pequeña que cerraba la puerta dejándome encerrado. Empecé a gritar con fuerza ¡MAMÁ¡, ella no me escuchó, sentí el chillido de la cama de mi hermano, pensé y solté un suspiro con la idea de que era él. Luego de unos minutos escuché unos pasos que se acercaban más y más al baño, vi un reflejo en la puerta pero no era el de mi hermano, se figuraba como al de una niña pequeña, esa niña acercó su mano a la puerta, dio un toque con el puño y dijo con una voz tenebrosa.

—¡Abriré la puerta para que salgas!

Al mirar fijamente el reflejo de ella en la puerta, vi que su mano empezaba a abrirla, antes de que lo hiciera, escuché una risa macabra; entonces reaccioné y jalé con fuerza la puerta cerrándola. Y le grité —déjame solo por favor vete seas quien seas.

—¡No querías que te abriera, pero bueno en cualquier momento tendrás que salir!— dijo. Escuché sus pasos alejándose al cuarto de mi hermano. Empecé a llorar poniéndome en un rincón al lado de la regadera, se mantuvo un momento en silencio, no se oía ni un grillo.

Después de media hora ya eran las 2:30 de la madrugada, me encontraba con mucho sueño, de nuevo se escucharon pasos pero estos no venían del cuarto de mi hermano, estos bajaban de las escaleras me pregunté:

—¿Será mi Mamá?

Cuando se acercó al baño; tocó y dijo:

—Hijo ¿qué haces en el baño a estas horas de la madrugada?

Mmm… empecé a temblar pensando en aquella niña, así que abrí la puerta, salí corriendo y abracé a mi mamá, le conté todo eso y fuimos a ver el cuarto de mi hermano, mi mamá encendió la luz y cuando encendió completamente; mi hermano estaba de espaldas de la cama volteado a la pared , tapado con las cobijas hasta su cabeza, mi mamá me dijo:

—Mira Yeshua, aquí no hay nadie sólo tu hermano dormido.

—Sólo voltéalo a ver si es él ¡Por favor mamá!— le supliqué.

Ella y yo nos acercamos lentamente hacia él, y cuando mi mamá estaba a punto de voltearlo, se escuchó un respiro profundo y una pequeña risa que venía de mi hermano, pero no era mi hermano, él no se ríe así.

Mi mamá lo volteó descobijándolo y cuando las cobijas se quitaban de su cara, vimos un rostro de una niña con una sonrisa macabra y unas cuantas cortadas en su rostro, sus ojos eran blancos.

Mi mamá se quedó totalmente pálida y se cayó de un desmayo, yo también me quede pálido y estuve a punto de desmayarme, pero en ese momento reaccione y di un pequeño brinco hacia atrás, corriendo hacia la cocina tome el cuchillo de la barda y se lo encajé a aquella cosa horrible detrás de mí, salieron chorros de sangre de su pecho, le encajé el cuchillo una y otra vez hasta dejarlo inmóvil, cayó al suelo lentamente, después de eso mi mente quedo en blanco atemorizada por este suceso que había pasado, me fui a dormir sin haber tomado en cuenta nada de eso. A la mañana siguiente desperté, miré mis manos; estaban todas ensangrentadas al igual que mi cara y ropa.

Así que baje corriendo y fuir rápidamente a la sala pero ya no estaba aquella cosa que había matado en la madrugada, sólo estaba la sangre y había manchas de sangre que se dirigían al cuarto de mi hermano, como si alguien se hubiera arrastrado, cuando entré al cuarto vi que mi mamá estaba ensangrentada y mi hermano estaba muerto en el suelo con apuñaladas en el pecho al igual que mi mamá, me quedé callado,muy pálido y con los pelos de punta, salí muy lentamente de el cuarto, pasé por la puerta del baño.

La cerré completamente, vi que en todos lados habían marcas de manos pequeñas de sangre, tomé el cuchillo empapado de sangre y me Salí lentamente de la casa.

Ya han pasado 2 años desde aquel suceso, escuché que encontraron a mi hermano y mi mamá muertos,tengo miedo a volver porque me van a regañar. Hasta ahora no he comprendido quién los mató y a donde se fue esa cosa fea que apuñale. Me llamo Yeshua, tengo 9 años y estoy vagando por la ciudad, aún tengo miedo de ir a dormir…



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sábado, 7 de diciembre de 2019

Luz de Lámpara

Desperté de golpe, a mitad de la noche. A pesar de mi cansancio, no podía volver dormir. Era la cuarta noche esta semana que despertaba inquieto. Mi imaginación había estado muy activa y viendo las sombras, encontraba formas terroríficas en los muebles de mi cuarto. Pero mi miedo se iba al concentrarme en las formas, al darme cuenta que ese fantasma no era mas que una toalla sobre mi ventilador.

Me acostaba viendo la pared, para evitar ver las sombras y al final el cansancio me volvía a vencer. Al despertar me sentía tonto, veía que en verdad no era más que objetos cotidianos que mi mente disfrazaba con las sombras de la noche y les daba formas que solo veía en mis pesadillas.

La última noche desperté cuando todo parecía mas callado. Era el silencio lo que me ponía nervioso, las últimas noches despertaba escuchando algún televisor, el ruido de los autos pasando por la calle. Esta vez no había nada, solo silencio. Un silencio tan intenso que escuchaba mi corazón latir desesperada mente debido al terror que sentía. Quise volver a dormir viendo la pared. Por alguna razón algo se sentía diferente, como cuando te observan. Como cuando se te acercan por la espalda.

Volteaba constantemente para analizar el cuarto. Las mismas sombras de siempre, el mismo montón de ropa fingiendo ser algo más, mi imaginación jugándome otra de sus bromas. Estaba comenzando a asustarme sin haber visto nada. Me asustaba estar rodeado de tanta obscuridad y no distinguir nada en las sombras. Detestaba que bastara tan poco para atemorizarme tanto como lo estaba. Decidí que lo mejor sería encender la lámpara junto a mi cama, eso me calmaría.

No alumbraba demasiado, pero habría la suficiente luz para distinguir las cosas. Cuando estaba apunto de apretar el botón cerré los ojos, tenía miedo de ver algo que no debía estar allí. Para mi sorpresa cuando abrí los ojos no había luz, vi que la lámpara estaba desconectada. Me calmé, casi me reí. Temiendo a la obscuridad como un niño. Me levanté de la cama para conectarla a la corriente.

No alumbraba demasiado, pero hubo la suficiente luz para descubrir que lo que estaba en mi armario no era un abrigo…



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lunes, 2 de diciembre de 2019

Conduciendo de Noche

Marina conducía por desolados paisajes oscurecidos por la noche. El celular sonó dentro de su bolso, y bajó la mirada para agarrarlo. Ese pequeño descuido bastó para que el auto derrapara y cayera hacia un barranco oscuro. El vehículo quedó con las ruedas hacia arriba, mientras Marina yacía inconsciente en la parte interior del techo, tendida a lo largo. Lentamente, recuperó la conciencia. En donde estaba todo era oscuridad, no distinguía ni una forma, ni un contorno. 

Apenas se intentó mover, la paralizó un dolor agudo en la espalda: tenía la columna rota. Incapaz de moverse, permaneció en aquella oscuridad sin saber qué hacer. El silencio también era absoluto, hasta que escuchó pasos que se acercaban al vehículo. 

—Auxilio —clamó Marina, con un hilo de voz. Los pasos parecían humanos.

De repente una mano se aferró a su pie y la comenzó a jalar hacia la ventanilla. Pensó que la estaban salvando, hasta que sintió que le empezaron a devorar el pie.



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