jueves, 12 de noviembre de 2020

#088 El Holder del Vacío

 En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier centro de salud mental o centro de rehabilitación al que puedas acceder por tus propios medios. Cuando llegues a la recepción del edificio, pregunta por quien se hace llamar "El Portador del Vacío", el trabajador te mirará como si le hablaras en otro idioma, debes repetir una vez más tu petición y por nuestro bien es mejor que no digas tu destino. El trabajador se pondrá de pie, estremecido visiblemente y te pedirá que lo sigas, debes hacerlo. Mira sus pies cuidadosamente y cuenta sus pasos, cuando hayan llegado al escalón número sesenta y cuatro detente, el hombre habrá desaparecido. 

Gira a tu izquierda y golpea tres veces la puerta frente a ti. Si no hay respuesta, date la vuelta e inténtalo con la puerta que está detrás de ti. Si aún no hay respuesta quiere decir que esta búsqueda no era tuya y estarás condenado a vagar por estos pasillos eternamente.

Pero si una voz infantil te pide que pases, abre la puerta silenciosamente y entra. La habitación será simple y pintada de un color azul océano sólido. Habrá un niño en el medio del cuarto sentado en una mesa jugando una mezcla de algún juego de mesa y un solitario. El pequeño te mirará con sus increíblemente negros ojos que parecen perforar más allá de tu alma y te preguntará sin dejar de mirarte "¿Tú también quieres una tarjeta?".

Los próximos momentos decidirán tu destino.

Mira fijamente los ojos del niño sin emitir ningún sonido, respira tranquilamente. Eventualmente el suspirará y reanudará su juego, sacará una tarjeta de una pila sobre la mesa.

Si esa tarjeta tiene una imagen el niño volverá a suspirar y la arrojará al suelo. Lo que sea que esté representado en la carta cobrará vida, huye si lo deseas. Si tienes suerte morirás de hambre o deshidratación en los pasillos, antes de que la grotesca criatura te encuentre. 

En caso de que la tarjeta esté en blanco pregunta sin perder tiempo: "¿Por qué se rompieron?".

El chico te mirará fijamente, entrará en tu mente y sentirás como si tu propia existencia estuviera siendo investigada. No intentes pelear ni esconder nada, los poderes de este Holder son mucho más fuertes de lo que aparentan y es muy posible que pierdas la cordura donde estás.

Si aún queda coherencia en tu mente cuando termine este "examen" te quedarás profundamente dormido, no intentes luchar contra esta sensación, no servirá.

Te despertarás en la cama del lugar al que llamas hogar, con un objeto redondo y nacarado en tu mano.


Este objeto es el N°088 de 538. Has jugado y ganado, pero, ¿Tendrás tanta suerte en la reunión?


A través de las Escaleras

En mi ciudad hay varios sitios que están embrujados. Todo el mundo los conoce y evita pasar cerca. Uno de ellos es la escalera de piedra que conduce al barrio conocido como “El bajo”.

Es una escalera que se construyó a principios del siglo XX, utilizada mayormente por los obreros de la vieja fábrica frigorífica. Hoy en día casi no se la usa porque hay muchas otras calles asfaltadas que conducen al Bajo, y además porque, como dije anteriormente, todo el mundo sabe que hay algo malo en ella. Muchos habitantes que utilizaron estas escaleras aseguran haber visto a una figura encapuchada que asciende escalón por escalón, haciendo un ruido crujiente como de papel. El rostro nunca se le ve, aparece cubierto por la capucha, pero algunos vecinos dicen que tarde o temprano la aparición levanta la cabeza y entonces el destino de uno está marcado, porque lo que ve es espantoso y ya no podrá sacárselo de la mente nunca más.

Tengo un amigo que una vez vio esta cosa, aunque lo contó una sola vez y hasta el día de hoy se niega a volver a hacerlo. Dijo que él tenía doce años cuando ocurrió, jugaba al rugby en el club náutico que está al final de la barranca y siempre daba grandes rodeos para evitar utilizar la escalera. Pero ese día llegaba tarde a las prácticas y el entrenador, que era muy severo, le había advertido que lo dejaría fuera del equipo si llegaba con retraso una vez más. Así que mi amigo no dudó en utilizar las escaleras para descender, porque si bien temía al famoso sitio, mucho más temía al entrenador, un tipo rubicundo y algo excedido de peso al que todo el mundo apodaba “El Oso”.

Mi amigo se aferró al viejo pasamanos de madera y comenzó a bajar. Pensaba que si lo hacía lo suficientemente rápido, el miedo no le ganaría y no tendría tiempo para arrepentirse. El problema es que aquellas escaleras, que están ubicadas en un lugar solitario y rodeado de vegetación, son muy largas y los escalones de piedra en muchos casos están partidos o directamente no existen, por lo que uno tiene que descender con cierto cuidado a menos que quiera romperse una pierna. Así que mi amigo muy pronto aminoró la velocidad del descenso, y más o menos a mitad del trayecto comenzó a escuchar unos extraños crujidos, que provenían de la parte baja de la escalera.

Alarmado, vio que alguien había comenzado a subir, escalón por escalón, de una manera muy lenta, como si tuviera las piernas enfermas. La cara no se le veía, la tenía cubierta por una capucha. Mi amigo trató de darse vuelta y huir, pero no pudo, estaba paralizado, solo podía contemplar aquella aparición que se le acercaba de a poco, emitiendo esos crujidos que sonaban en la tarde silenciosa como a papel seco.

La distancia entre él y la misteriosa figura se fue acortando con rapidez, había diez escalones entre ellos, luego cinco, luego dos. Y ahí la figura encapuchada se detuvo. Y alzó la cabeza. Y era él. Era mi amigo. Solo que mucho más viejo, y con la cara podrida porque ya estaba muerto. Sus mejillas se veían hundidas y los ojos habían sido comidos por los gusanos. La aparición extendió una mano cadavérica y le acarició el brazo. Y luego le sonrió.

Así te verás cuando estés durmiendo en el ataúd le dijo con una voz espantosa. Dentro de sesenta y nueve años.

Recién ahí mi amigo pudo salir de su parálisis. Dio la media vuelta y corrió escaleras arriba gritando como un loco. Los vecinos lo socorrieron y fueron a buscar al presunto agresor, pero en las escaleras no había nadie.

A la noche mi amigo tuvo una pesadilla. Soñó que estaba muerto y se veía exactamente como esa cosa de las escaleras. Cuando despertó, se miró en el espejo del baño y suspiró aliviado al ver su rostro lampiño de adolescente. Se lavó la cara y recordó que ese día era su cumpleaños, ya tenía trece. Regresó al dormitorio y al mirar hacia la ventana lanzó un grito; sobre el vidrio empañado, alguien había escrito:

"Sesenta y ocho"...



Calificación: 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

#077 El Holder de la Divinidad

En cualquier ciudad, en cualquier país; ve a cualquier centro de salud mental o centro de acogida al que puedas llegar por tus propios medios. Cuando llegues a la recepción solicita hablar con el que se hace llamar "El Portador de la Divinidad". Debes repetir esto dos veces antes de que el trabajador te responda, se pondrá rígido, mirando hacia arriba por unos segundos antes de volverse a mirarte con unos ojos de un indescriptible color. Luego de eso debes seguir al trabajador con la vista hacia el suelo, siguiendo sus pasos con la mayor precisión que puedas ya que si no lo haces nunca más encontrarás tu camino.

Cuando el trabajador se detenga gira y mira hacia arriba desde el suelo, a partir de este momento debes resistir cualquier impulso de mirar hacia atrás. Te encontrarás frente a una puerta que tiene una espantosa daga roja clavada en el centro. Agárrala del mango y siente un dolor increíble subir por la superficie de tu brazo, luego por todo tu cuerpo hasta hundirse en lo más profundo de tu ser. Si en algún momento sueltas la daga, el dolor no desaparecerá incluso después de tu muerte. Una vez que el dolor llegue a tu corazón sentirás una repentina y demoniaca oleada de fuerza. Arranca la daga de la puerta y esta se abrirá, el dolor desaparecerá en el momento que el arma se retire de la puerta.

Debes cruzar la puerta y atravesar el largo y arqueado pasillo que conduce a una habitación circular iluminada de una manera extraña. Ve derecho al hombre que se encuentra en el centro del cuarto, el estará arrodillado, de espaldas a ti, rezando profundamente, completamente sumergido en las sombras pero rodeado por un resplandor dorado. Si el termina su oración antes de que lo alcances, tu alma eterna no valdrá un centavo.

Una vez que llegues a el, presiona la daga en su garganta mientras le preguntas: "¿Qué enseñan?". Comenzará a cantar como respuesta. No intentes comprender sus palabras, en tu estado podrían destruirte. Debes estar atento a oír la palabra "Sacrificio", en cuanto la escuches apuñala su garganta con la daga. Su sangre se filtrará sobre el arma, transformándola y la luz llenará la habitación. Te encontrarás de pie en el techo de la institución donde comenzaste, sosteniendo una pluma de color blanco puro en tu mano. 


Esta Pluma es el Objeto N°077 de 538. Protégela a toda costa porque tu destino ahora es suyo.


Demonios del Sur

Estoy completamente atemorizado por las cosas que vi y espero que ustedes, los lectores, crean en la veracidad de mi relato. Ocultaré dónde ocurrió, solo diré que fue en una isla al fin del mundo, una isla con mitos y leyendas de brujas y duendes tan reales, como lo que voy a relatar.

Habíamos ido a una fiesta con mi amigo Reiner a la cabaña de su tío, era una fiesta donde iríamos diferentes familias con una gran relación, casi como si fuéramos hermanos, y nos quedamos a dormir ahí. 

La cabaña había sido construida por el tío de mi amigo y se encontraba en un gran terreno en una montaña. Cerca de ahí había un bosque, del cual se podían escuchar el croar de ranas y los graznidos de horribles aves carroñeras, así como el misterioso balido de ovejas, un balido que expresaba el miedo de estas hacia algo desconocido, de dudosa procedencia.

Al comienzo nos divertimos mucho, bebimos mucho alcohol, cantamos canciones, reímos a carcajadas y Reiner nos deleitó tocando el saxofón.

Hubo un momento a eso de las tres de la mañana en el que Reiner y yo salimos afuera a fumar, cuando logramos divisar extraños movimientos en la hierba, no sé por qué le dimos tanta importancia, pero nos intrigó mucho, como si fuéramos dominados por alguna especie de energía cósmica. 

Al volver a la cabaña nos dirigimos hacía la cocina, lejos de la sala donde estaban los demás, y comenzamos a hablar de lo ocurrido, como si fuera la cosa más extraña del mundo. Fue entonces, en medio de la conversación, cuando sentimos un golpe en la ventana, pero al mirar no había nada. Nos quedamos mirando fijamente la ventana y, de pronto, una pequeña mano, pálida y horrible, de largas uñas negras, golpeó dos veces la ventana. Reiner lucía igual de asustado que yo, la única variable es que él sentía mucha curiosidad, mientras que yo estaba terriblemente perturbado y con dificultades para asimilar lo sucedido.

Fue a eso de las tres y media de la mañana cuando, con linterna y un garrote en mano, decidimos salir a investigar. Estaba lleno de ansiedad; sin embargo, había algo que me incitaba a salir a investigar. Comenzamos dirigiéndonos hacia unas hierbas de gran altura, cerca del lecho del río. Solo estar cerca del horrible croar de aquellas ranas nos causaba más temor, pero a la vez nos atraía mucho más, como cuando los tambores alimentan la valentía de un soldado. 

Entre las hierbas no encontramos nada; sin embargo, al tomar el camino de vuelta, una mano salió de entre las hierbas y nos saludó en gesto de burla. Quedamos paralizados, y logramos escuchar unas extrañas risitas roncas y como lentamente esta se alejaba. Corrimos hasta llegar a la cabaña, traté de prender un cigarro, pero mis manos temblaban, así que Reiner lo encendió por mí.

Reiner lucía diferente, como si algo lo hubiese poseído, sus ojos estaban dilatados y lo único que hacía era esperar a que terminase de fumar para poder ir tras ese ser. 

Cuando ya me quedaba tan solo medio cigarrillo, Reiner lo lanzó al piso y me tiró de la chaqueta. Obviamente entendí la orden, solo que esta vez me dijo que cruzaremos el lecho del río.

No saben el horror que me provocaba tener que cruzarlo: mis manos sudaban y mi corazón latía horriblemente, pero era impulsado por el misterioso croar de esas ranas y por Reiner, quien me daba más miedo que toda la situación misma. 

Cruzamos a saltos el lecho, de roca en roca, y cada vez el croar de las ranas se hacía más fuerte. Al adentrarnos en aquel bosque de gigantescos árboles y negros arbustos, me di cuenta que se nos haría difícil encontrar a aquel ser, al igual que muchos que hoy en día se esconden en aquellos bosques y selvas eternas, que cada día son profanados por el hombre. Es ahí, en el bosque donde estos se camuflan entre las ramas y las hojas, y donde aquellos hombres que se atreven a profanar su tierra sagrada y sus antiguos e ignotos rituales son condenados a la locura misma, como lo hicieron conmigo.

Fue ahí en la profundidad de ese bosque, cuando me di cuenta que volver sería ya una tarea difícil, y dudaba si iba a salir vivo o cuerdo. Me sentía como vigilado, y a medida que nos adentramos más en el bosque comenzamos a oír el sonido de flautas infernales.

Eran unas flautas que emitían un sonido perfecto, pero a la vez enfermante, y se hacían cada vez más fuertes. Fue de pronto cuando llegamos a una parte donde el camino se detenía, que divisamos algo bajo nosotros, en un terreno inferior.

Vimos a unos horribles sátiros de ojos negros, lívidos y altos, que danzaban en círculos mientras tocaban aquellas flautas de la locura. En el centro había una gran estatua hecha de madera, que representaba la figura de un horrible sátiro mucho más grande, con la mandíbula abierta desproporcionadamente, y con unos rubíes como ojos. Frente a ella había un anciano, un humano, que entonaba en voz baja un extraño canto, y sostenía con su mano izquierda una hoz. 

Fue ahí cuando unos sátiros trajeron consigo a una jovencita desnuda. Se encontraba llorando, con su cuerpo lleno de rasguños y heridas letales, el anciano lamió y mordió los pechos de la jovencita y procedió a lanzarla con mucha violencia sobre una piedra frente la estatua, para luego clavar la hoz en la mandíbula de la chica. 

El anciano comentó a cantar, y mientras los sátiros danzan y tocaban las flautas, otros emergieron de las sombras y siguieron el canto del viejo, un infernal canto en un extraño idioma que de ahora en adelante solo escucharé en mis pesadillas futuras, junto con el sonido de aquellas flautas de la locura.

Fue de pronto cuando alguien extraño nos empujó a Reiner y a mí, y caímos hacia abajo, vimos que quien nos empujó era un asqueroso ser deforme, con su cabeza doblada hacia atrás; además, tenía torcidos los brazos, dedos, nariz, boca y orejas. 

Se movía en una sola pierna, y ayudándose de las manos, pues la otra pierna estaba pegada por detrás al cuello o a la nuca. Este ser se abalanzó sobre Reiner y comenzó a babear sobre él, así como a arañarlo violentamente, mientras balbuceaba el canto del anciano y de los sátiros.

Nunca olvidaré los gritos de dolor y de excitación de Reiner, la horrible forma en la que lloraba y gritaba de dolor mientras al mismo tiempo decía: "Sí, sí, sigue, sigue, dame más". 

Los sátiros lentamente comenzaron a acercarse hacia nosotros, al igual que el horrible anciano de horribles ojos amarillos. Impulsado por el miedo, procedí a hacer un acto que me hace sentir culpable todos los días de mi vida: abandoné a Reiner.

Comencé a correr y trataba de no mirar hacia atrás, pero aún así lo hacía, y veía cómo esos horribles seres se acercaban lentamente a Reiner, sin dejar de entonar aquel horrible canto.

Cuando comencé a escuchar el croar de las ranas comprendí que ya estaba saliendo, pero cuando ya estaba a punto de cruzar el lecho del río, escuché un grito agudo y lleno de dolor, el grito de Reiner. 

Entré a la cabaña con mucha precaución y me encerré en la habitación, sin que me viera, mientras ellos seguían bebiendo, cantando y siendo felices.

Me atemoriza el hecho de que los hombres vagan por la tierra sin idea de las criaturas que conviven con ellos, sin idea de los secretos que los bosques albergan, aquellos bosques que cada día más destruyen y profanan, y lo único que lograrán será que aquellos seres emerjan de las sombras y se alcen sobre nosotros. 

Sigo esperando que descubran la muerte de Reiner, y estoy seguro que será a mí a quien juzgarán, pues todos estos sucesos ocurrieron solo hace media hora, y estoy escribiendo este relato para que aquellos interesados sepan lo que de verdad ocurrió, y no que lo probablemente oirán, que asesine a Reiner.

No puedo dejar de pensar en aquel deforme ser, el mismo que golpeó la ventana, el mismo que nos saludó, el mismo que nos empujó. No sé si pueda continuar una vida normal, solo sé que escucho pisadas afuera... ¡No puede ser! ¡La ventana! ¡La ventana!


Calificación: 

martes, 10 de noviembre de 2020

#092 El Holder de Salmacis

En cualquier ciudad, en cualquier país, puedes ir a cualquier institución mental o centro de rehabilitación donde puedas llegar por ti mismo. Dirígete a la recepción y pide visitar a aquel que se hace llamar "el portador de Salmacis". Si te miran de arriba hacia abajo, como si te juzgarán, has venido al lugar correcto. Pulsarán un botón oculto. Quédate quieto. El encargado vendrá y te acompañará a un pasillo adyacente. Atravesarán una puerta abierta y te tomará por los hombros, te preguntará si te has encontrado con el Portador de la Pasión. Contesta honestamente, si tu respuesta es no, te empujará devuelta al pasillo. Corre rápido y lejos. No te detengas hasta que el sol se ponga dos veces, porque todas las plantas de la ciudad querrán aplastar tu cuerpo hasta convertirlo en polvo sangriento.

Si tu respuesta fue afirmativa, te llevará más profundo en el complejo. Escucharás una variedad de gritos, tanto masculinos como femeninos. Si miras por las rendijas de las puertas del vestíbulo, verás que en cada habitación habrá un hombre y una mujer, cosidos juntos de forma grotesca. Te estoy ahorrando la sorpresa, no mires por esas puertas. Si lo haces, te arrastrarán al mismo destino y te coserán a otra persona sin anestesia. La otra persona luchará por siempre para alejarse de ti, tirando de las suturas hasta que tu piel amenace con rasgarse.

Como no mires dentro, el encargado te llevará al final del pasillo. Te acompañará a través de otra puerta y te tomará de la mano. Le preguntará si te has reunido con el Portador de la Inocencia. Nuevamente debes contestar con honestidad. Si tu respuesta es no, te mirará enojado y estrellará tu cabeza contra la puerta, cubriéndola con tus sesos. Este salón no te permitirá morir, en cambio, permanecerás allí por toda la eternidad sin la capacidad de moverte o meditar en nada más que tu propio dolor.

Si tu respuesta fue sí, te llevará con más rapidez por el nuevo pasillo. Parecerá que el corredor se dobla y tuerce, como el cuerpo de una serpiente enroscada alrededor de un cilindro. Que no te engañe. Este pasillo es igual de recto que el anterior. No pierdas la concentración o caerás por toda la eternidad. Cuando llegues al final, el encargado te hará una última pregunta.

¿Te has reunido con el Portador del Trisquel?

¡No respondas! Este es un truco que te costará la vida, a menos que descubras su secreto. No hay ningún Portador del Trisquel. En su lugar, debes sostener el Objeto 5 o 13: el Ojo de la Luz o el Reloj de Arena Roto de la Oscuridad. Si dices algo o sostienes cualquier otro Objeto, incluso los que se encuentran en las profundidades del infierno sentirían pena por ti.

Él te llevará a una última puerta y te encerrará dentro. Esta habitación estará oscura y vacía, salvo por la puerta, una silla y un reloj analógico. Siéntate en la silla y date tres palmadas en la parte interna de los muslos. Gira la silla hacia el reloj, luego párate y mueve las manecillas del reloj hacia atrás, 4 minutos y 13 segundos. La puerta se deslizará y revelará un pasillo diferente del que llegaste. Este corredor olvidado parecerá deteriorado, salvo por las estatuillas de marfil de hombres y mujeres que lo flanquearán a lo largo de las paredes. Aunque bellamente talladas, estas estatuillas tendrán el rostro destrozado por el dolor del parto. Sí, incluso las estatuas masculinas tendrán el vientre dilatado por un feto que sus cuerpos jamás podrán dar a luz del todo. No toques las estatuas.

Debes correr hasta el final del pasillo. Hazlo rápido, pues el tiempo que tienes para hacerlo es poco. Al final, encontrarás una motosierra a diésel. Tómala y ponla en marcha. Debes cortar todas las estatuillas sin dejar que ni un solo fragmento toque tu piel. Si fallas en esto, los peñascos de marfil crecerán hasta alcanzar la altura humana, se abalanzarán sobre ti y te harán toda clase de actos inmundos, hasta convertirte en una estatuilla como ellos. Siempre gestando, siempre contaminado, nunca serás libre. Reza para que este no sea tu destino. Una vez que termines, regresa a la habitación donde estaba el reloj.

Siéntate en la silla y mira hacia el reloj, no dejes que la motosierra se apague. Los engranajes del reloj caerán, formando una boca llena de dientes de metal dorado. Esta boca se fruncirá hacia ti. Inclínate y bésala. Asegúrate de que tus ojos estén cerrados y que tu beso sea apasionado. Acepta su lengua de porcelana en tu boca como lo harías con un amante. Si no lo haces, esos mismos engranajes te pulverizarán lentamente. No dejes de besar aun si unos brazos te toman de los hombros o si sientes unas piernas de porcelana alrededor de tu cintura. Este es el Portador de Salmacis.

Aparecerá como una muñeca perfecta, un maniquí de correcta anatomía hasta el último centímetro. Todo excepto por un soporte en la parte de abajo. No mires el soporte. Solo préstale atención a sus ojos. 

Sólo el Buscador de Portadores debería haber llegado tan lejos ¿Eres el Buscador?

Dile la verdad, ya que tu castigo será mucho peor si le mientes. Si eres el Buscador, ella empezará a hablar, te contará de su hermana gemela, la Novia y Portador del Buscador. Te contará de sus muchas cirugías, con vívidos detalles de su lenta transformación a una muñeca viviente. De como se le realizó sin anestesia cada corte, cada costura. No la escuches o tu cuerpo será sometido a las mismas cirugías mientras ella las va narrando. En su lugar, debes agacharte y darte golpecitos en la parte interna de los muslos, una vez por segundo, 253 veces. Cuando termines de hacerlo, ella estará en silencio otra vez. Pregúntale entonces: 

¿Cómo puedo llevar nuestra última esperanza?

Ella te sonreirá y estirará, agarrando unas manijas invisibles en el techo. Ella se levantará en el aire, pero sus piernas y cintura no la acompañarán. Ahora debes completar el cuerpo. Coloca en su pelvis el Objeto 18, el Útero de las Pasiones. Coloca sobre el soporte el Objeto 19, el Falo de la Inocencia. Luego descenderá y se volverá a unir. Rápidamente, abrázala y llévala hacia ti, ya que un círculo de hojas afiladas comenzarán a ser disparadas desde el suelo, llevando consigo hilos rojos de tu propia sangre sino consigues hacerlo a tiempo.

No la sueltes. Ignora el dolor punzante en las piernas y el abdomen. Apriétala fuerte. Ignora el chorro de sangre de tu pecho. Si la dejaras ir ahora, este dolor sería tuyo eternamente. Luego deberás dar un paso atrás y dejarla caer al suelo. Le faltarán la pelvis y sus senos, yacerá muerta. El dolor punzante en la zona lumbar y el pecho desaparecerán ¡pero no mires hacia abajo! Si lo hace ahora, una locura más allá del entendimiento te llevarán. Un anillo de seda roja girará alrededor tuyo, apretándote como una cuerda. No entres en pánico. No luches. Cuando parezca que te rebanará, la seda se deslizará a tu alrededor. Te encontrarás de pie ante tres puertas. Dos serán puertas de baños. Uno tendrá una marca extraña.

Entra en la puerta central con la marca. Te encontrarás en un baño, similar a uno de hombres, pero de olor agradable, y con un dispensador de productos de higiene femenina. Entra en uno de los puestos y mira hacia abajo. La pelvis que construiste en el Portador de Salmacis, así como sus pechos, ahora serán tuyos. Familiarízate con su nuevo cuerpo. Cuando hayas terminado, sal del baño y se encontrarás en la recepción de la institución mental.

Su pelvis es el objeto 92 de 538. Con ella, podrás dar a luz al niño de las Pasiones e Inocencia. Si se corrompe con luz u obscuridad depende de ti.