jueves, 8 de marzo de 2018

El Torso (20 abril al 20 mayo)

Son orgullosos, celosos, obstinados y desenfrenados. Son viciosos y buscan placer tanto en la cama como en las apuestas. Son incontrolables.

"Tu eres a menudo dificultoso. Tu le mentiste a sujetos poderosos en cuanto a tus crímenes que era llevarte los cadáveres, desenvolverlos y finalmente decapitarlos. Como castigo te hicieron lo mismo a ti, dejándote solo el torso, desde entonces arrastras a mas de un desprevenido a los túneles y lugares oscuros para dejarlos igual que tú".


La mayoría de las personas alguna vez en la vida han apostado. Para Jimmy “Jugador” Gambino el juego fue su vida y su muerte, hijo de un gerente, pasó su vida en hipódromos, casas de juego y bares, nunca se dedicó a la escuela y al final terminó por abrir una casa de apuestas, nunca se negaba a una apuesta, aunque apenas y alcanzará a cubrir su deuda, su fama atrajo a Larry “El Dedo” Vitello, que le hizo una gran apuesta en una verdadera pelea de pesos pesados, Jimmy conocía los riesgos, pero no quería perder su fama, luego estrechó la mano de Larry y selló su destino. Jimmy perdió la apuesta y Larry quería su pago (que Jimmy no tenía), entonces Larry le dio una lección … De hecho algunas pequeñas lecciones, porque Larry lo cortó en varios trozos, lo envolvió y lo arrojó al mar.





Resto del Zodiaco

El Primogénito (21 marzo al 19 abril)

Son individualistas, crueles, individualistas y de mal carácter, propensos a las agresiones verbales, con desordenes sexuales y muy violentos.

"Tu eres bastante angelical. y probablemente ni entiendes lo que se te ha hecho… y muy probablemente nunca lo hagas. un niño joven, tu fuiste perforado por la cabeza con una flecha perdida y nada mas sabes que tu estas muerto distante antes de tu tiempo. maldecido al rondar campos áridos, agotando la vida de nadie suficiente vulnerable para tener y aliviar a un joven niño perdido tan pobre que tu pareces, en realidad tu eres un hambriento de sangre joven, robando el cuerpo y alma de las víctimas que procuren halagarte."

El Hijo Primogénito, Billy Michaels era un niño obsesionado con las películas de indios y vaqueros,la violencia que de las imágenes que veía le generaba explosiones de ira. Un vecino del chavalencontró un arco y flecha de verdad y lo desafió a un duelo. Billy murió cuando su vecino le atravesó la cabeza con la flecha, el fantasma del pequeño se pasea con su traje de vaquero susurrando: “Quiero jugar.“, “Juega conmigo“ o “ven.“







Resto del Zodiaco



#219 El Holder del Conflicto

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier cantón de reclutamiento o base militar a donde puedas llegar. Pregunta al oficial en recepción por hablar con "El Portador del Conflicto". Si responde: “Lo siento, KIA“, entonces no desesperes. Tu muerte ya habrá ocurrido antes que siquiera toques el suelo. Pero si llama a dos policías militares para escoltarte hasta las empalizadas, tu viaje continuará. Ellos te llevarán fuera de la base a lo que parecerá un bunker vacío; ordénales que abran la entrada como si un general se lo ordenara a un subordinada. Si tu voz fue lo suficientemente poderosa, uno de los militares abrirá la puerta de metal que lleva al interior del bunker. De lo contrario, serás ejecutado sin duda. Desciende al interior y diles que esperen fuera, pues ellos no serán capaces de protegerte de los horrores que yacen en esta tumba olvidada.

Ve por las escaleras con postura militar (mirada al frente, cuerpo erguido) y no te detengas, no importa lo que veas. Si en cualquier momento comienzas a escuchar fuego de artillería, entonces incluso una larga y dolorosa muerte sería misericordiosa en comparación a lo que estarás a punto de experimentar. Sin embargo, si escuchas un débil tamborileo, continúa marchando. Mientras más lejos vayas, más fuerte se oirá el redoble, hasta que finalmente se volverá tan estridente e inaguantable que estarás tentado a arrancarte los oídos hasta que ya no oigas nada, en cuyo punto se detendrá. Párate derecho y saluda, aun si no hay nadie frente a ti.

Luego de siete segundos, escucharás una voz brusca y cansada diciendo: “¡Descanso!”. Hazlo, y una figura espectral lentamente emergerá de la impenetrable oscuridad. Será una figura con un traje de camuflaje y de excelente condición física; dos metros de altura, de espalda musculosa y ancha, con brazos y piernas en forma. No seas engañado, pues este hombre ya no está entre los vivos.

“¡Informe, tropa!”, gritará el soldado. Debes responder en una voz fuerte y convincente: “¡Señor! ¡He venido a buscar poder, señor!”. Si no lo haces, el soldado te mostrará que sus músculos no sólo son para que los veas. “¡Al suelo y deme cincuenta, gusano!”, responderá el soldado. Sugiero que obedezcas y empieces a hacer las flexiones ya. Cuenta cada una. Si él pone su bota sobre tu espalda, continúa empujando, sin importar qué tan pesado se vuelva. Si no puedes hacerlo, entonces lo has disgustado, y serás desechado.

Arréglatelas para completar su orden, y el soldado te ordenará que te levantes. Deberás gritar: “¡Gracias, Sargento!”. El soldado asentirá y te dará un casco de combate, una granada de fragmentación y una pistola modelo 1911 .45 con un cargador extra. Tómalos, pues tendrás necesidad extrema de éstos. Luego de un momento recuperando el aliento, serás cegado por una luz más brillante de la que una estrella puede producir, y conmocionado por la más fuerte de las explosiones. Mientras abres los ojos, estarás en el más sangriento e infernal de los campos de batalla.

Tropas vestidas de gris correrán delante de ti y serán acribillados por un helicóptero armado. Ponte a cubierto entre sus cuerpos muertos mientras un tanque baña la zona en fuego de ametralladora. Sobre tus hombros lloverá misiles lanzados por bombarderos furtivos, mientras son consumidos por una llamarada de fuego antiaéreo desde un edificio cercano. Desenfunda la pistola y ponte el casco mientras esprintas hacia el pueblo más cercano; asegúrate de no usar toda tu munición, pues no podrás tomar más de aquellos a quienes reduzcas. Dirígete hacia un edificio que parece una escuela y ponte a cubierto mientras las tropas de uniforme azul atacan a las otras de gris.

Los verás y será testigo de su insaciable sed de sangre. Cuando agoten sus municiones, comenzarán a cortarse unos a otros con sus bayonetas y a golpearse con las culatas de sus armas, sin parar hasta descuartizar completamente a sus oponentes. Con tu granada en la mano, corre por las escaleras a tu izquierda, evitando cualquier fuego que pueda alcanzarte, y sube hasta el techo. Cuando llegues a la puerta que conduzca a la azotea, di un rezo rápido, quita el pasador de la granada, y derriba la puerta.

Con la granada en la mano, deja que todas las tropas de azul te vean, y extiende tu mano para que puedan ver tu arma. Un general de alto rango se acercará a ti y te pedirá que expreses tus demandas. Si vis pacem, para bellum. Pregúntale por ver al Holder. Él te sonreirá satisfecho, pero simplemente haz un gesto con la mano que lleva la granada y él acatará. Un niño pequeño será traído a ti. Deja el pasador de vuelta en la granada y toma al niño. Parecerá que tiembla de miedo y se verá hambriento. No prestes atención a esto; es una ilusión. Apunta tu pistola en su cabeza, y tira del gatillo sin siquiera una pizca de compasión. Si has sido considerado digno, el dispositivo de seguridad del arma estará activado y podrás soltar un suspiro de alivio. El niño te presentará con una medalla vieja y oxidada.



Esa medalla es el Objeto 219 de 538, y con ella una incontable violencia continuará.

¿Tendrás el corazón para resistir?

miércoles, 7 de marzo de 2018

# 184 El Holder de la Brutalidad

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier hospital a donde puedes llegar. Cuando alcances el área de recepción, pregunta por visitar a la paciente que se hace llamar "El portador de la Brutalidad". Si el trabajador llama a seguridad, rápidamente discúlpate y abandona el hospital. Nunca regreses allí, y espera al menos un año para volver a intentarlo en otro hospital. Es mejor no decir lo que te pasará si eres capturado en ese hospital otra vez. Si estás en el lugar correcto, el trabajador deberá darte una sonrisa 
sádica y te llevará a la Unidad de Cuidados Intensivos.

A medida que el trabajador pasa por entre los pacientes, hará una pausa para comprobar el nombre de las etiquetas en sus camas. Atento a tus alrededores, y ten cuidado de no tocar a ningún personal que lleve instrumentos médicos. La paciencia de la gente aquí se agota rápidamente, y serán muy irritables. No querrás llegar a ser uno de esos pacientes aquí, porque en ese caso, nunca volverás a ver otra vez el mundo exterior.

Cuando llegues a la cama #538, verás a un viejo hombre que yace allí, deberás mirarlo directamente. En el momento que lo mires, él, poco característico de su débil y demacrado cuerpo, gritará al tope de sus pulmones: “¡Ellos están aquí!” Después de pronunciar estas palabras, habrá explosiones fuera del hospital, como si estuviera siendo asediado por artillería.

Esto no parará, y pronto la UCI será golpeada por un proyectil y muchos de los pacientes y trabajadores morirán. Cierra los ojos y no te muevas del punto donde estás, sin importar lo que escuches, sientas o huelas. Ábrelos, y serás atacado para siempre por piezas de artillería de todas las maneras posibles y con todos los tipos de proyectiles usados (o no) en la guerra. Sentirás cada músculo desgarrado y cada hueso quebrado en tu cuerpo como una tormenta, siendo despedazado como una hoja de papel. Y cuando tu cuerpo no sea más que una pila de polvo, te regenerarás y el ciclo comenzará otra vez. Esa será tu destino para toda la eternidad, si cedes ante la impaciencia.

Debes mantener tus ojos cerrados hasta que el bombardeo se detenga. Sólo se puede estar seguro de que estarás a salvo cuando todo esté en silencio excepto por el llanto de una niña. Si escuchas otra cosa que no sea esto, es mejor no abrir los ojos y aceptar tu destino. Tu ambiente se volverá desolado en la completa y total destrucción. Partes de cuerpos estarán esparcidas a tu alrededor, aún temblando con la angustia y el tormento de su muerte. De hecho, las únicas cosas que aún estarán intactas serán tú, si no te moviste, y la cama #538, donde el anciano estuvo antes. Pero en su lugar ahora debería estar la niña que llora, de no más de 20 años, pero de indescriptible belleza. No permanezcas detenido ante su esplendor para que no te vuelvas loco cuando te revele la verdad. Pregunta, en su lugar: ¿Quiénes son peores? ¿Nosotros o Ellos? Luego de pronunciar estas palabras, unos soldados aparecerán y te estacarán a una pared que no estuvo allí antes, una estaca por cada extremidad, y una en tu pecho. No morirás, solo porque no se te concederá el lujo de ese destino tan simple.

Los soldados entonces procederán a burlarse y a torturar a la niña que llora con cada método conocido o no por el hombre. Los rostros de los soldados pronto cambiarán hasta que todos ellos te den la cara. Ellos la golpearán con las culatas de sus armas, pondrán agujas en sus uñas, para eventualmente quitarlas. Ellos la obligarán a beber agua hasta que su abdomen quede grotescamente distendido. Ellos la violarán, haciéndole cosas que los gobiernos le hacen sólo a los peores criminales, e incluso entonces, sólo en el máximo secreto, sentirás cada segundo de su dolor.

Mientras ella está siendo atormentada, su rostro comenzará a cambiar de forma en todo lo que conoces, en todas las personas que amas y odias. Ella entonces te mirará a los ojos, pidiéndole que la ayudes, pero no le prestes atención, a menos que desees ser reemplazado por ella en aquella cama y que tu dolor no conozca fin. Luego de lo que parecerá una eternidad, los soldados terminarán con su sufrimiento cortándole la cabeza. Uno de ellos se acercará a ti y te dirá: “Así que, ¿Qué piensas?” Sólo responde: “Todos somos víctimas” después de lo cual el soldado introducirá su mano en tu pecho, y sentirás como si te estuviera arrancando el corazón. A pesar de que has logrado mantenerte consciente a través de todo lo que has visto hasta ahora, esto te empujará por el borde, en la oscuridad.

Cuando despiertes, estarás en el lugar que llamas hogar. A tu lado estará una lata de conservas sin etiqueta, con un número de clavos a través de ella. Si la abres, encontrarás un vacío negro, y cualquier cosa que pongas allí se perderá para siempre.



Esta lata de conservas es el Objeto 184 de 538. No somos tan diferentes a Ellos, como nos gustaría pensar.

#171 El Holder de la Espera Infinita

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución mental o casa desolada donde puedas llegar por ti mismo. Ningún recepcionista hablará contigo; ellos están conscientes de tus motivos ocultos. No importa, de hecho, porque no será requerida su ayuda en la caza de este Objeto. Debes estar totalmente preparado para continuar, si deseas no sufrir una maldición eterna durante tu búsqueda. Tu mente debe estar absolutamente libre de orgullo, carente de ego, porque si no es así, no tendrás posibilidad de vencer a este Portador y deberás irte.

Sin embargo, si te sientes seguro de tu estabilidad mental, ignora las miradas incriminatorias de la gente a tu alrededor y explora el edificio en el mapa más cercano. Memoriza la disposición de la sala; busca una puerta que no está en el mapa. Estará sin marcar.

Una vez encuentres la puerta, que debería ser completamente invisible y podría aparecer en cualquier pasillo de la institución, lentamente alcanza el enfoque necesario para vencer a tu oponente no presentado, y abre la puerta. Camina silenciosamente dentro de la celda, y siéntate en la alfombra ensangrentada al otro lado del piso cubierto de bilis.



No olvides primero cerrar la puerta, o mucha gente al otro lado estará absolutamente molesta contigo por permitir que tu “nuevo compañero” escapara. El hombre que duerme encadenado en forma medieval en el centro de la habitación se llama Jim, y es el Portador de la Espera Infinita. No dejes que el demacrado Jim se forme o desescame, ya que puede arrancarte la carne de cualquier forma; por cierto, la alfombra carmesí en la que estás sentado está dentro del radio de alcance de las cadenas de hierro de Jim. Él no ha jugando con nadie en probablemente mucho tiempo.

Cuando tu aroma entre en sus fosas nasales, Jim saltará emocionado por la nueva compañía, la cual ha esperado en sus cadenas desde que el propietario de tu propia sangre te permitió estar ahí hoy. La peor cosa que podrías hacer en esta situación es entrar en pánico. No lo hagas. La alegría de Jim sólo pude ir más lejos; tu miedo no le agrada. Cualquiera de sus víctimas te diría que lo último que hicieron antes de conocer los retorcidos extremos de sus uñas fue entrar en pánico, después que ellos fueran arrojados por toda la eternidad a una habitación idéntica a ésta, fría, con cadenas de hierro alrededor de ellos, con fuego filtrándose a través de la celda por medio de pliegues invisibles, quemando sus miserables cuerpos.

No, en lugar de eso, mira a Jim directo a sus ojos, sin moverte, sin pensar, sin romper el contacto visual. Por cada signo de miedo o duda que muestres llegará una tremenda posibilidad que arribe tu maldición total. La mejor estrategia aquí es sólo no temerle, sin importar que tan repugnante huela su carne, en locura y decadencia.

Si crees fervientemente que tu mirada muerta detendrá a Jim de que seas su nuevo juguete, y funciona, él se calmará. Aprovecha este momento para dirigirte a él por su nombre y preguntarle: ¿Por qué te ha puesto aquí?

Jim podría caer presa de la emoción, si preguntaste en el momento adecuado y tu mente está lo suficientemente estable para hallar coherencia a sus palabras. Dolorosamente se quejará, y contará su historia. De cómo lo detuvieron ilícitamente y su posterior encarcelamiento, de como su mundo fue destruido en un pequeño y deshumanizado instante, y llorará, asumiendo que aún conserva sus lagrimales en el momento en que llegaste.

No trates de consolar a este hombre devastado; no hay nada que puedas hacer para remediar una eterna tortura de aislamiento. Tampoco trates de poner fin a sus sufrimiento asesinándolo; si fuera una opción y éste fuera mortal, habría acabado hace miles de años. La única cosa que puedes hacer es preguntarle claramente a este pobre hombre si puede darte lo que lleva.



Él te ofrecerá un puñado de sí mismo. Tómalo y vete. No mires atrás.

El trozo de carne ofrecido es el Objeto 171 de 538. Una eternidad de sufrimiento reside en su interior.